¡°No quiero ayuda ni conversaci¨®n¡±: lo que m¨¢s nos molesta cuando estamos cocinando
Que toquen los fuegos, que desordenen, que opinen sobre lo que estamos haciendo o que no paren de hacer preguntas: recopilamos lo que nos saca de quicio cuando otras personas se nos meten en la cocina
Hay un territorio dentro de la casa donde podemos convertirnos en verdaderos ¨¢ngeles o demonios. En ¨¦l puede aflorar nuestra creatividad, el amor hacia nuestros seres queridos, el aprendizaje, las reflexiones sobre el mundo, la calma. Pero ah¨ª tambi¨¦n podemos convertirnos en nuestra peor versi¨®n: irascibles, antip¨¢ticos, d¨¦spotas, avinagrados. Hablamos, por supuesto, de la cocina.
A quienes cocinamos con asiduidad, ya sea por supervivencia, disfrute o trabajo, nos suele sacar el demonio que tenemos dentro que alguien se meta en la cocina a echar una mano ¨Co a lo que sea, realmente¨C mientras estamos inmiscuidos en nuestra tarea para que la comida salga bien y en el tiempo que queremos. Por supuesto habr¨¢ quienes disfruten de cocinar con gente pululando alrededor, retrasando todos sus procesos, cotilleando ollas, toqueteando todos sus utensilios y haciendo m¨¢s preguntas que Jordi Hurtado, pero me atrever¨ªa a decir que son una rara avis: ¡°no quiero ayuda ni conversaci¨®n¡± es una respuesta bastante m¨¢s frecuente a este drama. Para unirnos y acompa?arnos todos en el mal humor que produce tener a un mosc¨®n revoloteando en la cocina, hemos recopilado entre comidistas y otros cocineros una serie de actitudes que nos molestan particularmente de las intrusiones ajenas.
Que entren en la cocina
¡°B¨¢sicamente me molesta todo lo que no haga yo misma¡±. Estas palabras de Beatriz Robles, dietista-nutricionista habitual de esta casa, resumiendo muy bien el sentimiento de muchos, as¨ª que la elijo para abrir este confesionario. ¡°Soy un aut¨¦ntico suplicio a la hora de cocinar en com¨²n: soy mandona, controladora como si trabajara en un aeropuerto internacional y, no me digas como, mis sentidos se multiplican y parezco una ara?a que percibe la vibraci¨®n m¨¢s m¨ªnima en su tela extendida por toda la cocina. Tengo ojos y o¨ªdos para todo lo que est¨¦ haciendo cualquiera que se atreva a entrar en mis dominios¡±, nos cuenta.
No demasiado alejado de estas sinceras declaraciones est¨¢ el jefe comidista, Mikel L¨®pez Iturriaga. ¡°Cocinar me relaja pero me vuelve muy mis¨¢ntropo, y me fastidia el simple hecho de que la gente entre en la cocina, aunque sea para dejar o coger algo e irse¡±. Me adhiero completamente a este sentimiento; tanto lo saben mis personas cercanas que una vez recib¨ª como regalo un pa?o que dice ¡°Get the hell out of my kitchen!¡± (?L¨¢rgate de mi cocina!), una maravillosa obra de arte que me encantar¨ªa colgar en la puerta si no fuera porque parecer¨ªa una aut¨¦ntica cascarrabias.
Que quieran ayudar mucho, much¨ªsimo
¡°Mucho ayuda quien no estorba¡±, dice el refr¨¢n, y un patr¨®n com¨²n que hemos detectado es que la ayuda que nos ofrecen otros no es ¨²til cuando requiere que expliquemos todo, todo, todo: desde d¨®nde est¨¢n el cuchillo y la tabla hasta c¨®mo cortar la cebolla o de qu¨¦ tama?o la necesitamos para este plato. Adem¨¢s, por si fuera poco, hay que lidiar con la falta de seguridad que parece tener de pronto nuestro visitante, que empieza a hacer preguntas sin cesar del estilo ¡°?lo estoy haciendo bien?¡±, ¡°?la corto as¨ª o m¨¢s grande?¡±, ¡°?m¨¢s peque?a?¡±, ¡°?qu¨¦ es una cebolla?¡±, ¡°?qui¨¦n soy?¡±, ¡°?c¨®mo me llamo?¡±, ¡°?para qu¨¦ hemos venido al mundo?¡±.
Por eso L¨®pez Iturriaga cuenta que el siguiente pelda?o de la ira lo sube cuando alguien que no es su marido intenta ayudarle: ¡°Agradezco las buenas intenciones, pero voy a perder m¨¢s tiempo explic¨¢ndote qu¨¦ tienes que hacer y d¨®nde est¨¢n las cosas para hacerlo que haci¨¦ndolo yo mismo, as¨ª que por favor VETE¡±. Coincide con lo poco pr¨¢ctico del proceso de ense?anza y aprendizaje en plena faena la comidista italiana Anna Mayer: ¡°Esa inversi¨®n de tiempo ya la he hecho con mis hijos, que para eso tuve que educarlos, pero ya est¨¢, si no es una persona de casa, familiarizada con el entorno, no me sirve de mucho su ayuda en la cocina¡±.
Que opinen porque es gratis
¡°En mi caso, lo que me saca de quicio es que entre alguien y cuestione lo que estoy haciendo, pero con ese tono que quiere decir, en realidad, que lo est¨¢ desaprobando todo con fuerza: ¡®Ah ?pero lo vas a hacer as¨ª?¡¯, ¡®Oh, ?no lo empanas primero?¡±, ¡®Mmm, yo eso lo hago con ajo y perejil¡¯, ¡®?Para eso no utilizabas la sart¨¦n peque?a porque dec¨ªas que te iba mejor?¡¯, afirma el comunicador gastron¨®mico Jorge Guiti¨¢n sobre ese tipo de personas odiosas a las que dan ganas de responderles con un mi mi mi y decirles ¡®??por qu¨¦ no lo haces t¨² si tanto sabes!?¡±.
A nuestra jefa de las redes sociales, Patricia Tablado, le pone de los nervios que vengan directamente a decirle que est¨¢ haciendo todo mal: ¡°Que estoy cortando mal este alimento, estoy mezclando dos marcas diferentes de tomate triturado, yo qu¨¦ s¨¦. Normalmente cocino en la intimidad porque paso de los opin¨®logos. Ya s¨¦ que no soy la mejor cocinera del mundo pero bueno, como me dijo M¨°nica Escudero una vez: ¡®Si he mantenido a mi familia nutrida y viva estos a?os, tan mal no lo estoy haciendo¡±.
Que se pongan tiquismiquis
Otra clase de persona que todos queremos tener bien lejos es la que impone sus gustos sobre lo que uno est¨¢ haciendo. ¡°Algo que me molesta de que la gente est¨¦ metida en la cocina es que empiecen con ¡°no me gusta la cebolla¡±, ¡°no me gusta el picante¡± o cosas del estilo. Si la gente ve lo que le est¨¢s poniendo o forman parte del proceso de cocinado empiezan con sus exigencias, en cambio, si directamente lo comen, la mayor¨ªa de las personas ni se dan cuenta de que tiene una cosa u otra, a excepci¨®n de que sea algo que no les guste de manera muy clara¡±, explica Omar Escarr¨¢, cocinero y uno de los creadores de Bizio. Esto no aplica para alergias e intolerancias, por supuesto; no maten a nadie solo por defender su terreno, por favor.
Adem¨¢s de que le recomienden comprarse una Thermomix cuando le ven machacando especias en su querido mortero de piedra, al periodista David Remart¨ªnez le ponen otras cosas de los nervios: ¡°Que le saques pegas al huevo frito porque te gusta con puntilla o sin puntilla o el de tu abuela o te r¨ªas cuando se rompe la yema en la sart¨¦n, porque me dan ganas de estamparte en la cara la docena entera¡±. Yo, en tu lugar, no lo har¨ªa.
Que sean modestos, pero mal
¡°?No hac¨ªa falta que te complicaras tanto la vida! Ah, esta frase¡±, suspira nuestra editora M¨°nica Escudero, pensando en esos opin¨®logos que merecen esta categor¨ªa aparte. T¨², dedicado en cuerpo y alma a la gastronom¨ªa y a tus seres queridos, que los has invitado a cenar y has estado comi¨¦ndote el coco con mucho gusto pensando c¨®mo hacer un men¨² buen¨ªsimo, c¨®mo combinar una cosa con la otra, d¨®nde comprar lo mejor de cada ingrediente y casi has hecho escandallos, recibes este tipo de comentarios. ?Venga ya!
¡°Obviamente nadie lo dice con mala intenci¨®n, porque ya intentamos no dejar entrar a personas as¨ª en nuestra cocina, pero ay, c¨®mo me molesta. A veces viene con la muletilla ¡®pero si con la carne ya era suficiente¡¯ ¨Csin pensar que hay tambi¨¦n vegetarianos¨C, otras con ¡®si yo por la noche casi no ceno¡¯ ¨Cya, pero lo que sobre hoy nos lo comeremos ma?ana, porque tener sobras ricas es uno de los grandes placeres de organizar cenas¨C o porque haya m¨¢s de dos tipos de aceitunas en una cena de picoteo. Si realmente me he complicado la vida, pues tampoco hace falta que me lo digan, que lo he hecho b¨¢sicamente porque a) pod¨ªa; b) ten¨ªa ganas¡±, explica Escudero.
Mayer viene al rescate y nos da un consejo para evitar esa modestia extra?a y para complacer de verdad al cocinero: ¡°Entiendo de d¨®nde viene ese extra?o cumplido, probablemente yo misma haya dicho algo as¨ª alguna vez, porque es lo que hace todo el mundo, pero descubr¨ª que era mucho m¨¢s placentero decir ¡®?qu¨¦ bien, qu¨¦ guay lo que has hecho, qu¨¦ rico, qu¨¦ felicidad, me gusta!¡¯. Esto lo aprend¨ª de unos amigos -suecos, no s¨¦ si es relevante- que al entrar por primera vez en mi casa se pusieron c¨®modos, y eso me hizo sentir bien¡±.
Que hablen y pregunten sin parar
Hay una clase de personas que creen que est¨¢s solo y abandonado, sollozando en la cocina, y sienten la imperiosa necesidad de venir a hacerte compa?¨ªa, hablar del tiempo, de los problemas con su ex o de los planes de vacaciones cuando lo ¨²nico que quieres es estar con todos los sentidos puestos en lo que est¨¢s cocinando. ¡°No hay nada que me ponga m¨¢s de los nervios que las personas que llegan para darme conversaci¨®n mientras estoy guisando: tolero alguna pregunta r¨¢pida sobre lo que est¨¦ preparando, pero como vengas a echar el rato vas a ver la bruja agria y malencarada que llevo dentro, y probablemente no te gustar¨¢¡±, cuenta L¨®pez Iturriaga.
Esto me lleva a un tipo de preguntones que es tan bienintencionado como molesto: los que vienen a aprender. Valoro mucho la buena voluntad y estoy segura de que toda persona que cocina motivar¨¢ a otras a que lo hagan, pero mientras estoy intentando hacer bien y de manera ¨¢gil una comida, no es el momento para jugar a Le Cordon Bleu. Si quieres que te ense?e, d¨ªmelo de antemano, y pensar¨¦ un plato que podamos hacer juntos donde pueda dedicarte la atenci¨®n y el tiempo que mereces. Gracias.
Que insistan con la copita de vino
A otra persona que le gusta cocinar totalmente concentrada es a Escudero, que adem¨¢s hace referencia a esa copita de vino que todo el mundo parece disfrutar mientras cocina: ¡°No me gusta beber mientras estoy cocinando. Entiendo que para mucha gente esa copita de vino mientras preparan es un placer absoluto ¨Cporque as¨ª me lo han dicho unas 8671651651 veces¨C, pero nunca me ha gustado. Disfruto much¨ªsimo y me lo paso genial organizando los ingredientes, cortando, pelando o emplatando, y me gusta que todo mi foco ¨Chiperfoco, en realidad, igual es por eso¨C est¨¦ puesto ah¨ª, pero por lo que parece no es un sentimiento f¨¢cil de transmitir¡±. Ya saben: no insistan con la copa de vino.
Que revuelvan la comida
Otra cosita que est¨¢ dentro de nuestras man¨ªas es que nos toquen lo que se est¨¢ cocinando. Est¨¢s dorando unas verduras, viene alguien y te las mueve porque s¨ª, porque puede, y t¨² solo deseas tener impunidad para decirle todo lo que est¨¢s pensando. ¡°Si estoy haciendo un salteado y alguien me lo remueve con una cuchara o esp¨¢tula, me pongo nerviosa. ?No quiero que eso sea un revuelto y me chafes los trozos con tu poca delicadeza!¡±, cuenta al respecto nuestra compa?era Claudia Polo. No est¨¢ sola, la bartender argentina Pipi Yalour, padece lo mismo: ¡°Cuando vienen y me remueven algo que estoy dorando solo puedo pensar que se me va a aguar y estropear todo y deseo decirles que estoy cocinando, que no toquen nada, que me den charla, me sirvan vino o que se limiten a traer el postre¡±.
En esta categor¨ªa entran tambi¨¦n otras actividades como destapar ollas haciendo que se escape todo el vapor y calor que se estaba atesorando cuidadosamente, abrir el horno para propiciar el desperdicio energ¨¦tico o estropear un bizcocho, probar una salsa con una cuchara chupada o el dedo sucio para que todos los comensales degusten sus microorganismos pat¨®genos, o picotear de la mise en place. Esto ¨²ltimo lo ha sufrido Yalour en terreno laboral: ¡°Ya no se hace tanto y depende de la barra, pero suced¨ªa que una ten¨ªa sus garnish preparados ¨Clos elementos decorativos de los c¨®cteles¨C y alguien ven¨ªa y met¨ªa mano para comerse un gajo de naranja, por ejemplo, con unas manos que una no sabe cu¨¢ndo fueron lavadas por ¨²ltima vez, en qu¨¦ estado est¨¢n o si estuvieron fumando. En esos casos hay que intervenir¡±.
Que toquen el fuego (o el fr¨ªo)
Siguiendo la l¨ªnea de tocar cosas que nadie te ha pedido que toques, est¨¢ la de subir o bajar el fuego sin previo permiso. ?Eres de esos que llegan, ven una sart¨¦n u olla con comida cocin¨¢ndose, y bajan o suben el fuego a criterio propio, pasando por encima las decisiones de quien est¨¢ al mando en la cocina? Me encantar¨ªa saber de d¨®nde sacas tu superioridad moral. A Maria Agirre, cocinera y propietaria de la tienda de alimentaci¨®n Mai-Ona en Gernika, esto le saca de quicio especialmente: ¡°Me molesta much¨ªsimo ir al fuego y ver que de repente te lo han cambiado. Encima te dicen ¡°es que es mejor as¨ª¡±. Vamos a ver¡ no se trata de eso, ?yo lo ten¨ªa bajo o alto por alg¨²n motivo!¡±. Dilo, Maria.
Pero no solo que nos toquen los fuegos nos pone como al demogorgon, tambi¨¦n hay quienes sufren con el fr¨ªo. A Mecha Rom¨¢n, heladera y propietaria de la helader¨ªa de Buenos Aires Obrador Florida, se le aceleran las pulsaciones cuando alguien abre y cierra el congelador, la nevera, el abatidor o cualquier maquinaria destinada a mantener alimentos en fr¨ªo. ¡°Cada una de esas aperturas genera fluctuaciones en la temperatura, que se traducen en cambios que no son buenos para el helado o para el producto que est¨¢ en fr¨ªo, bien porque se deteriora o porque se propicia el desarrollo de microorganismos. Adem¨¢s, cuando abrimos muchas veces un congelador o nos quedamos parados buscando algo, se refleja que detr¨¢s de eso hay despistes y desorganizaci¨®n¡±.
Que desordenen tu espacio
¡°No creo que sea el mejor cocinero del mundo ni que mi manera de cocinar sea la correcta, pero tengo mis formas y me molesta que la gente se meta en mi cocina por eso. Tengo las cosas organizadas como a m¨ª me gusta y que vayan buscando cosas, usando mis cuchillos, usando la tabla que uso para la carne para cortar las verduras¡ me pone ansioso y me quita el disfrute de cocinar para una persona¡±, comenta Kevin Vaughn, cocinero y periodista gastron¨®mico estadounidense afincado en Argentina, que adem¨¢s remarca que cuando tiene un invitado no le gusta hacerle trabajar (y espera lo mismo cuando visita una casa ajena).
A Beatriz Robles esto le toca de lleno con claros tintes de deformaci¨®n profesional: ¡°Si tengo que hacer una lista de lo que m¨¢s, m¨¢s me molesta, ser¨ªan principalmente cositas relacionadas con la seguridad alimentaria: verduras que no est¨¢n bien lavadas bajo mis estrictos criterios, cuchillos que se usan indistintamente con unos y otros alimentos sin un lavado exhaustivo entre ellos¡ Y, sobre todo, que no se respete el orden en la cocina (algo, por cierto, bastante relacionado con la seguridad alimentaria, que es dif¨ªcil mantenerla si tienes la tabla de cortar el pollo en medio de la encimera)¡±. Si alg¨²n d¨ªa vas a cenar a su casa, te recomiendo que repases las cosas que no deber¨ªas hacer en la cocina.
Que se queden parados en el medio
Hablando de deformaci¨®n profesional, hay algo que los cocineros ¨Co quienes han trabajado en restaurantes¨C detestan especialmente: que te quedes parado en el medio de la cocina. ¡°Es muy molesto que alguien se meta en la cocina y se quede en el medio¡±, confiesa Christopher Wilson, chef del restaurante Bella Verde de Mallorca y divulgador de contenido de cocina en El Brasas, ¡°se nota cuando alguien no se mueve en una cocina con la fluidez de alguien que est¨¢ acostumbrado a hacerlo, se quedan como plastas en el medio y uno no se puede mover bien. Si sabes hacerlo, incluso un espacio peque?o no es un problema; pero en el medio, molestas¡±.
Coincide con ¨¦l Escarr¨¢, a quien le molesta la gente que se queda parada en la cocina. ¡°Te rompen el flujo de trabajo. ¡®?En qu¨¦ ayudo¡¯, ¡®?Quieres que haga algo?¡¯. No, lo que quiero es que te quites del medio porque me est¨¢s molestando y desordenando. Cuando cocino me organizo mentalmente con los pasos que voy a seguir, muchas veces no tengo una receta clara y voy sobre la marcha. Si tengo ah¨ª a alguien comi¨¦ndome la cabeza pierdo el hilo de lo que estoy haciendo y el ritmo¡±. Nos ha quedado clar¨ªsimo.
Enumeradas todas estas cuestiones que ponen a prueba nuestra paciencia, solo quiero cerrar, en agradecimiento a quienes obran con su mejor voluntad en nuestras cocinas, con unas bonitas palabras de David Remart¨ªnez: ¡°En realidad, siempre te perdono todas estos incordios innecesarios cuando, al primer tenedorazo, sonr¨ªes, me miras y dices simplemente: ¡®?Qu¨¦ rico!¡¯. Porque, en realidad, solo para eso cocinamos¡±.
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