Fresas asadas con nata y crumble

Tan cl¨¢sico como la vajilla Duralex, la bolsa de las bolsas y el delantal de propaganda; las fresas con nata son una constante com¨²n en todas las casas. Un recurso muy socorrido para las comidas con parientes despreocupados sin ninguna intenci¨®n de levantarse para recoger un plato. Despu¨¦s de horas de horno, bandejas que vienen y van, aperitivos y canap¨¦s, plantas una fuente de fresas, otra de nata y algo de az¨²car en la mesa y te quedas tan ancha.

Tambi¨¦n presentes en tantas tardes de verano, en forma de meriendas improvisadas que salvaban a tu madre del foll¨®n en el que la hab¨ªas metido invitando a tus amigos a casa. Sobre el mantel el bote de nata de tapa azul que es ya parte del imaginario colectivo de varias generaciones. Si alguien no se ha llenado los carrillos con esa edulcorada crema hasta rebosar, no sabe lo que es la vida.

Esta receta para nada plantea sustituirlas: ha quedado claro que las considero una instituci¨®n en s¨ª mismas. Se trata m¨¢s bien de un homenaje. Un postre muy f¨¢cil de hacer que queda espectacular cuando dices: ¡°Y para terminar, fresas con nata¡±, y pones sobre el mantel los cuencos rebosantes de crema especiada y fruta compotada. El vinagre de m¨®dena potencia el sabor de las fresas que, una vez asadas, quedan superjugosas y casi glaseadas.

La nata montada a mano me parece maravillosa; me gusta dejarla algo fluida, sin llegar a montarla del todo, y a?adirle apenas una cucharada de az¨²car. Sabe mucho m¨¢s a l¨¢cteo y con la acidez de las fresas se combina a la perfecci¨®n. El crumble es el elemento crujiente que necesita el plato. Y de toque final un chorro de aceite de oliva virgen extra, ingrediente con el que recomiendo acabar casi todos los postres con fruta o helado.

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