Sergi Arola se casa con una enfermera y se instala en Chile
Se conocieron en septiembre 2019 pero la pandemia oblig¨® al famoso chef a meses de una relaci¨®n a distancia con Francisca Laree hasta celebrar una boda con solo dos testigos
La mujer chilena de 34 a?os con la que se ha casado el chef catal¨¢n Sergio Arola (Barcelona, 1968) no tiene nada que ver con el mundo de la cocina, aunque le encanta, ni con la far¨¢ndula. Ni con la pasarela ni la televisi¨®n. Francisca Laree es, sobre todo, una chica normal, que disfruta de las motos, el rock, los videojuegos y sobre todo, de su exigente profesi¨®n: la enfermera trabaja hace una d¨¦cada en una prestigiosa cl¨ªnica privada de Santiago de Chile (la cl¨ªnica Las Condes). Lo hace en un lugar de alta complejidad, la Unidad de Cuidados Intensivos cardiovascular. En los peores meses de la pandemia, fue derivada a la primera l¨ªnea, con los enfermos graves de la covid-19. Entre marzo y septiembre, mientras viv¨ªa sola en su piso, la compa?¨ªa virtual de su novio, que se encontraba en Espa?a, fue fundamental para sobrellevar largas jornadas de trabajo, emocionalmente duras.
Se casaron el lunes y lo han contado d¨ªas despu¨¦s en una peque?a localidad del norte del pa¨ªs donde reside una pareja de amigos, en el municipio de Quilimar¨ª, a unos 200 kil¨®metros al norte de Santiago de Chile. Solo los cuatro participaron de la ceremonia donde firmaron un Acuerdo de Uni¨®n Civil, a la espera de poder contraer matrimonio civil una vez superada la pandemia. Intercambiaron anillos de corte cl¨¢sico, con la fecha y el nombre de ambos, que llevan grabados una palabra en ingl¨¦s que define su relaci¨®n: soulmates (almas gemelas). Porque lo de Sergi y Francisca ha sido r¨¢pido, intenso y, sobre todo, natural: la qu¨ªmica fue fulminante. Tanto, que Arola decidi¨® radicarse en el pa¨ªs de su esposa, que ser¨¢ desde ahora en adelante su centro de operaciones.
Se conocieron en septiembre de 2019, cuando la enfermera realiz¨® un curso de cuatro horas con Arola en la escuela Kitchen Club de la capital chilena, donde ya hab¨ªa realizado estudios. Lo conoc¨ªa por la televisi¨®n, porque el chef catal¨¢n fue parte de la versi¨®n local de MasterChef Chile, por lo que conoc¨ªa su carrera. Aunque el taller era corto, a Arola le llam¨® la atenci¨®n que Francisca llegara a la clase con casco, por lo que le conversaron sobre las motos, una pasi¨®n que ambos comparten. La enfermera le cont¨® que la suya era una Triumph T120 Diamond, una moto neocl¨¢sica con aires vintage de los 60, pero con todas las cualidades de la actualidad. Como la conversaci¨®n fluy¨®, lo invit¨® a un evento que se iba a celebrar en algunos d¨ªas, donde ella colabora habitualmente con la organizaci¨®n: la The Distinguished Gentleman¡¯s Ride (carrera de hombres distinguidos), que re¨²ne una vez al a?o a apasionados de las motos en todo el mundo, en beneficio de una causa social. Como Arola no ten¨ªa moto en Santiago de Chile, una ciudad que visitaba frecuentemente por motivos laborales, ella le consigui¨® una.
Estuvieron juntos todo el d¨ªa ese domingo de septiembre del a?o pasado, en el Estadio Nacional de Santiago, donde se realiz¨® el evento. Desde entonces, las salidas se volvieron frecuentes. A mediados de octubre, poco antes de las revueltas sociales en Chile, ya eran novios. Al poco tiempo, Francisca le propuso a Sergi que ya no ten¨ªa que alojarse en hoteles cuando estuviera en Santiago, porque pod¨ªa quedarse en su piso en Las Condes, cerca de la cl¨ªnica donde trabaja, en un municipio acomodado de la capital chilena. El trabajo de ella es duro: un d¨ªa le toca de d¨ªa, otro de noche y luego tiene dos jornadas libres. Pero entre octubre y marzo pasado, aprovechando el verano y las vacaciones de ella, pudieron viajar el sur del pa¨ªs y a playas cercanas a Santiago, como Matanzas (un sitio famoso por las espectaculares olas para hacer surf). Fue el tiempo en que Sergio conoci¨® a la familia de Laree ¨Cella es la menor de cinco hermanos, de un clan de origen franc¨¦s¨C, y Francisca conoci¨® virtualmente a las hijas de su novio, Ginevra y Carla.
Pero la pandemia explot¨® en Chile a comienzos de marzo, justamente cuando Arola hab¨ªa viajado a Europa por compromisos laborales y para visitar su restaurante en Portugal. Se cerraron las fronteras y la pareja qued¨® sin la opci¨®n de verse en persona, por lo en ese per¨ªodo tuvieron que conformarse con las conversaciones virtuales, que realizaban varias veces al d¨ªa, cuando el trabajo de Francisca lo permit¨ªa. Fueron cinco meses de distancia f¨ªsica, pero no emocional. La enfermera, sin ver a su familia ni a sus amigos para protegerlos, pas¨® momentos complejos por su trabajo, aunque nunca lleg¨® a infectarse de la covid-19.
Apenas se abrieron las fronteras a¨¦reas, el catal¨¢n vol¨® a Santiago de Chile a ver a su novia. Luego de la cuarentena que pas¨® en el piso de Francisca ¨Cella se traslad¨® la casa de su madre¨C se reunieron en el departamento y la sorprendi¨® con un regalo escondido en su maleta. Era una guitarra el¨¦ctrica, un instrumento que la enfermera toca desde los 12 a?os, con la que le pidi¨® de rodillas que se casara con ¨¦l. Francisca, que como Arola adora los ritos no convencionales, le dio el s¨ª hace tres meses, aunque reci¨¦n a comienzos de diciembre hizo p¨²blica la noticia a trav¨¦s de sus redes sociales. Pero en Chile, para fortuna de la pareja, ella no es una chica conocida, sino una enfermera comprometida con su trabajo, acostumbrada a las buenas calificaciones y a la excelencia (se gradu¨® con honores en una de las mejores universidades del pa¨ªs, la Universidad Cat¨®lica).
El lunes festejaron la boda con un peque?o grupo de amigos en el restaurante Olam de la capital, el primer zero weste de Am¨¦rica Latina y uno de los favoritos de la novia, en un men¨² marcado por los mariscos chilenos. Pero no han tenido, por el momento, luna de miel. Como ella no tiene la maternidad como uno de sus objetivos de vida, tampoco los hijos est¨¢n en el mapa de esta flamante pareja. Dada la contingencia sanitaria, no han podido viajar juntos, pero tienen planes. Mientras, viven tranquilamente en el piso de Francisca en Santiago de Chile y no tienen previsto mudarse. La enfermera ah¨ª se relaja jugando videojuegos, mientras su esposo la agasaja cocinando exquisiteces con ingredientes que encuentra por casa. A la enfermera, que la noche del 30 de diciembre hizo turno de noche en la cl¨ªnica, ya ni le dan ganas de salir a restaurantes, dadas las maravillas gastron¨®micas que tiene en su hogar.
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