Los grandes duques de Luxemburgo, un a?o del ¡®informe Waringo¡¯ y 40 de matrimonio
Enrique y Mar¨ªa Teresa hacen lo posible para dejar atr¨¢s las pol¨¦micas sobre el trato a sus empleados y sus vacaciones en Biarritz en plena pandemia
La familia real de Luxemburgo quiere pasar p¨¢gina de 2020, el a?o m¨¢s convulso de sus dos d¨¦cadas de reinado. Los grandes duques Enrique y Mar¨ªa Teresa quieren dejar atr¨¢s el esc¨¢ndalo del demoledor informe Waringo, que destapaba el miedo al que estaban sometidos los empleados de palacio, y la pol¨¦mica que suscitaron sus vacaciones navide?as en Biarritz en plena segunda ola de contagios de covid-19. Y para hacerlo, el matrimonio ha buscado aire fresco en el pasado, en el San Valent¨ªn de 1981, cuando la boda entre ambos consum¨® un nuevo cuento de hadas en la realeza europea.
Los grandes duques recrean en una entrevista en Point de Vue su primer encuentro, en oto?o de 1975, en Ginebra. Les introdujo la familia Sanz de Acedo, a quienes el padre de Enrique hab¨ªa pedido que facilitara su llegada a la ciudad, donde iba a estudiar ciencias pol¨ªticas, y a su vez pr¨®ximos a la familia de Mar¨ªa Teresa, que se hab¨ªa exiliado de Cuba por la dictadura castrista. ¡°Fue a la salida de misa, de la capilla de Cologny. Me pareci¨® muy bella, pero yo entonces era extremadamente t¨ªmido¡±, confiesa el Gran Duque.
As¨ª cuenta el inicio de un relato cuyo nudo no tuvo las complicaciones que Mar¨ªa Teresa confiesa que tem¨ªa. Su matrimonio no solo requer¨ªa el visto bueno de palacio, sino tambi¨¦n del gobierno de Luxemburgo. Pero a la gran duquesa no le cost¨® conquistar al mariscal de la Corte Christian Calmes. Hasta el punto de que, seg¨²n cuentan en la entrevista, el entonces primer ministro del pa¨ªs, Pierre Werner, le espet¨® tras escuchar con atenci¨®n sus informes sobre la futura reina: ¡°?Qui¨¦n est¨¢ enamorado de ella: t¨² o el pr¨ªncipe heredero?¡±.
Las bodas de rub¨ª es una oportunidad para pasar p¨¢gina del particular horrible 2020 de la familia. Hace justo un a?o, se pon¨ªa al descubierto el contenido de un informe encargado por el gobierno del liberal Xavier Bettel al inspector jubilado Jeannot Waringo sobre las malas pr¨¢cticas que se llevaban intramuros respecto al personal. Esos modos calificados como ¡°dictatoriales¡± por la prensa del pa¨ªs, que provocaron la salida de casi la mitad de la plantilla del palacio, apuntaban a Mar¨ªa Teresa. Las cr¨ªticas fueron de tal magnitud que el gran duque tuvo que salir a defenderla p¨²blicamente.
El informe, analizado por el gobierno y por el Parlamento, sirvi¨® para que la monarqu¨ªa implementara una serie de reformas propuestas por Waringo. Sin embargo, dej¨® tocada la imagen de Mar¨ªa Teresa, que hasta entonces hab¨ªa enfatizado su labor social en varias fundaciones y ONG. La gran duquesa trat¨® de lavar su imagen tratando de potenciar su perfil social. Amante de la m¨²sica y el canto, incluso particip¨® en la lectura del cuento luxemburgu¨¦s D¡¯Mans K?tti junto a la violonchelista Annemie Osborne.
La llegada al mundo en mayo del pr¨ªncipe Carlos, hijo del primog¨¦nito Guillermo, parec¨ªa venir a poner paz a esa ¨¦poca convulsa. ¡°El nacimiento de Carlos, el a?o pasado, cre¨® un verdadero impulso, un v¨ªnculo muy fuerte [con la sociedad]¡±, admite Mar¨ªa Teresa en la entrevista. Solo fue una tregua. Las cr¨ªticas volvieron a arreciar en Luxemburgo a causa del viaje navide?o de los grandes duques al apartamento en primera l¨ªnea de playa que el a?o pasado se compraron en Biarritz (Francia). Seg¨²n dijo en verano la propia Mar¨ªa Teresa, esa propiedad les permit¨ªa vivir con cierto anonimato y, en vistas a su jubilaci¨®n, en un entorno agradable y cerca de Santander, donde la gran duquesa tiene sus ra¨ªces y ya vivi¨® cuando su familia dej¨® Cuba.
Luxemburgo no hab¨ªa impuesto restricciones a los viajes, pero seg¨²n Luxemburger Wort, ese desplazamiento provoc¨® cierto malestar en la clase pol¨ªtica a causa del momento: toque de queda, cierre de bares y restaurantes, y persianas bajdas en muchas tiendas. Los grandes duques no hablan de ninguna de ambas pol¨¦micas, pero el gran duque da por seguro de que el ¡°encanto¡± y la ¡°empat¨ªa¡± de Mar¨ªa Teresa han conquistado a todos los luxemburgueses. ¡°Nosotros encarnamos la naci¨®n¡±, afirma Enrique.
La crisis de imagen de la familia real luxemburguesa se produjo en medio de la peor crisis que atraviesa el pa¨ªs desde la Segunda Guerra Mundial. As¨ª que, por ahora, descartan una celebraci¨®n del 40? aniversario a causa de las restricciones sanitarias. M¨¢s adelante, explican, tratar¨¢n de celebrar a la vez esa efem¨¦ride y el fin de pandemia. Si es posible, haciendo part¨ªcipe a todo el pa¨ªs, incluyendo a una poblaci¨®n inmigrante que casi constituye la mitad de los habitantes. ¡°Queremos ofrecer a todos los habitantes de Luxemburgo la felicidad y la armon¨ªa que conocemos juntos¡±, remacha el gran duque.
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