El dilema y el despertar pol¨ªtico de J Balvin
Cuando en Colombia se viven protestas contra el Gobierno, un documental sobre el reguetonero, ¡®El Ni?o de Medell¨ªn¡¯, aborda su miedo a posicionarse ideol¨®gicamente
El director Matthew Heineman ¨Cautor de documentales sobre ISIS en Medio Oriente, la crisis de los opioides en Estados Unidos, o narcos en la frontera norte de M¨¦xico¨C estrena este viernes un documental en Amazon Prime sobre un tema en el que est¨¢n involucrados menos armas o drogas que de costumbre: el reguet¨®n del colombiano Jos¨¦ ?lvaro Osorio, conocido como J Balvin. En The Boy from Medell¨ªn (El ni?o de Medell¨ªn), lo ¨²nico que puede explicar un giro semejante es que Heineman no viene realmente a ofrecer una discusi¨®n sobre el perreo. Viene a hacer una pregunta m¨¢s inc¨®moda y m¨¢s pol¨ªtica para sus fans. Cuando en Colombia se viven las protestas m¨¢s violentas en a?os contra el Gobierno, ?a qui¨¦n le canta J Balvin?
¡°Y si el pueblo pide reguet¨®n/ No se lo voy a negar,¡± canta en los primeros segundos del documental Balvin ante un p¨²blico euf¨®rico en M¨¦xico, en una pel¨ªcula con espectaculares tomas con drones e impecable edici¨®n de sonido. ¡°Soy un colombiano orgulloso de llevar pa¨ªs y llevar a mi tierra a otras partes del mundo. No soy de izquierda, no soy de derecha, pero voy derecho caminando siempre pa¡¯ lante¡±, dice luego al p¨²blico, mientras suena de fondo la melod¨ªa pop de La Canci¨®n, con el puertorrique?o Bad Bunny, una de sus canciones m¨¢s escuchadas.
El problema es que, en el momento en el que se realiz¨® el documental, era complicado definirse pol¨ªticamente como lo que en Colombia se llama ¡°un tibio¡±: un tipo que no toma partido. El filme sigue a J Balvin a finales de noviembre del 2019, cuando arranc¨® un paro nacional masivo contra el Gobierno de Iv¨¢n Duque, y el reguetonero se preparaba para cumplir un sue?o que llevaba guardando 15 a?os: presentarse en el estadio Atanasio Girardot, la plataforma m¨¢s grande para ¨¦l en Medell¨ªn. ¡°Tengo la cabeza, huev¨®n, que me explota¡±, le confiesa nervioso por tel¨¦fono al alcalde de la ciudad, Federico Guti¨¦rrez. Balvin no desea un concierto tradicional: quiere juegos pirot¨¦cnicos, quiere tener en la tarima a Bad Bunny y a Nicky Jam y a Jhay Cortez, quiere ¡°transformar este concierto en una vuelta muy hijueputa¡±.
El alcalde, sin embargo, lo llama porque estaba preocupado por el orden p¨²blico: las protestas son masivas, los bloqueos a las v¨ªas recurrentes, los conciertos en el pa¨ªs se estaban cancelando. Un tema que J Balvin intenta ignorar constantemente. Cuando lee los mensajes que le env¨ªan sus fans en Instagram o Twitter, observa la pantalla de su m¨®vil como un ni?o desconcertado. ¡°Todos esperando que Balvin diga algo importante sobre lo que pasa en Colombia y sale a decir que solo es un artista¡±, le reclama un tuitero.
El gran miedo del cantante cuando hay graves denuncias de violencia policial contra los manifestantes es, realmente, que se caiga el concierto. Balvin no quiere escuchar sobre las protestas, no quiere verlas, no quiere que exista un obst¨¢culo para lo que cree ser¨¢ el mejor concierto de Medell¨ªn, la ciudad en la que naci¨® en 1985. Pero no hay tregua. Los periodistas le preguntan por qu¨¦ anda silencioso con el tema. ¡±Nuestra labor es entretener¡±, responde Balvin, y los raperos locales lo asedian.
¡°La gente est¨¢ sintiendo como que usted se est¨¢ escondiendo¡±, dice en un momento el rapero Ma?as Ru-Fino a Balvin. ¡°Lo que est¨¢n pidiendo los pelados es que puedan estudiar m¨ªnimamente, que usted vaya a la salud y m¨ªnimamente lo atiendan y no le manden dos tabletas de acetaminof¨¦n. ?Me entiende? Cualquier cosa que usted pueda hacer para ayudar cr¨¦ame que los va a ayudar, porque es que est¨¢n matando a los pelados¡±. Sobre no pronunciarse Balvin argumenta que ¨¦l no entiende del tema pol¨ªtico, que los artistas no tienen ninguna obligaci¨®n de hablar de manifestaciones, que ¨¦l est¨¢ ah¨ª solo para ¡°darle luz al mundo¡±.
Heineman entremezcla el dilema pol¨ªtico de Balvin explicando no solo su vida ¨ªntima, sino su poder simb¨®lico. J Balvin es el cantante que m¨¢s nominaciones tuvo en 2020 a los Grammy Latinos, el que logr¨® posicionarse en la hegemon¨ªa que ten¨ªan los reguetoneros puertorrique?os, el que logra un hit por a?o en d¨²os con Rosal¨ªa (Con Altura), Cardi B (I like it), o Pharrell Williams (Safari), y de qui¨¦n hasta Barack Obama habla en sus discursos (¡°?A qui¨¦n no le gusta J Balvin?¡±, dijo el expresidente). Es tambi¨¦n un artista que ha hablado abiertamente sobre su depresi¨®n y ataques de ansiedad, y el documental ronda varias veces en la idea de que se siente dividido entre Jos¨¦, el chico de clase media-alta en Medell¨ªn al que su imagen lo obsesiona, y el producto que cre¨® y lo hizo millonario. ¡°Cuando estoy en el escenario, me convierto en alguien m¨¢s, en mi alter ego, J Balvin¡±, dice Jos¨¦.
La ¨²nica omisi¨®n en el documental, que el director no considera ni siquiera como hip¨®tesis, es si detr¨¢s del miedo del cantante en realidad hay adem¨¢s de algo, alguien, como ?lvaro Uribe V¨¦lez, el popular expresidente de Colombia que impuls¨® al actual presidente Iv¨¢n Duque. J Balvin no tuvo dilemas, a?os antes, en tomar posici¨®n pol¨ªtica frente a Donald Trump cuando se retir¨® de un concierto en el concurso Miss USA en 2015 como protesta a sus comentarios racistas sobre los mexicanos. Hablar en contra de Trump pod¨ªa generar likes y seguidores. El costo entre los fans no era muy alto. Pero Medell¨ªn es la capital m¨¢s uribista de Colombia y hablar en contra de Uribe no era bien recibido all¨ª por las multitudes durante su gobierno (2002-2010). Un costo que a alguien como J Balvin, que no soporta no ser amado por todos, le costar¨ªa digerir.
El documental aterriza en Amazon Prime cuando Colombia est¨¢ de nuevo en paro contra Duque y hay denuncias de que la polic¨ªa ha asesinado a varios manifestantes y herido a decenas de j¨®venes. Contra la violencia desmedida, celebridades dentro y fuera del pa¨ªs se han pronunciado: los jugadores de f¨²tbol Radamel Falcao o Jaime Rodr¨ªguez, la barranquillera Shakira, la actriz afroamericana Viola Davis, rockeros de las bandas estadounidenses Garbage y Rage Against the Machine. Y s¨ª, J Balvin tambi¨¦n. ¡°A todos los colegas y super estrellas, por favor ay¨²denme y ay¨²dennos a difundir el mensaje, debemos frenar esta guerra civil sin sentido¡±, escribi¨® el mi¨¦rcoles en su cuenta de Instagram, donde ha difundido v¨ªdeos de la violencia contra los manifestantes.
Ser¨ªa un spoiler imperdonable revelar qu¨¦ cambi¨® en la mente de Jos¨¦ ?lvaro Osorio del 2019 al 2021 para que ahora su alter ego, J Balvin, ruegue el apoyo de los artistas. Pero parte de la respuesta tiene un nombre: Dilan Cruz, un chico de 18 a?os que la polic¨ªa asesin¨® pocos d¨ªas antes del concierto en Medell¨ªn. ¡°No se muri¨®, lo mataron¡±, le dice en un momento el cantante a un amigo. La muerte de Dilan Cruz fue una muerte emblem¨¢tica que despert¨® la conciencia pol¨ªtica de cientos de colombianos que marchan actualmente, y que tambi¨¦n ayud¨® al ni?o de Medell¨ªn, de 35 a?os, a finalmente, madurar.
Suscr¨ªbase aqu¨ª a la newsletter de EL PA?S Am¨¦rica y reciba todas las claves informativas de la actualidad de la regi¨®n.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.