Sof¨ªa en las noticias
Ser reina, de la peque?a pantalla, em¨¦rita o en activo, te vuelve un trozo de madera que algunos sostienen. Y que otros observan avanzar flotando hacia la deriva
?Hola! le dedica a la reina Sof¨ªa un extenso reportaje y su ic¨®nica portada donde reina sola como una Madonna rodeada de las parejas de moda. Historias de amor y lujo que provienen, algunas de romances rotos, y otras llenas de esa suave esperanza que el semanario venera y fomenta. Esa beat¨ªfica portada viene a confirmar la manera en que nos hemos hecho adultos observando a la madre del Rey. Una mujer sola, coronada de varias maneras y herencias. El titular promete desvelar sus verdades y los enga?os que le han hecho da?o. Verdades y mentiras. Por sorpresa y aunque ya no importe, el art¨ªculo coincidi¨® con el supuesto descubrimiento de una cuenta off shore en Liechtenstein de los em¨¦ritos. Quiz¨¢s tenga un valor m¨¢s real una cuenta de ese tipo que las joyas de pasar.
Aunque es abuela desde hace tiempo, como Marta Ferrusola, el rostro de la reina Sof¨ªa cambia poco con los a?os. O cambia m¨¢s lentamente que el de su actual reina, Letizia. Lo mismo ocurre con su peinado y su f¨¦rreo hermetismo. Si la reina em¨¦rita hablara, ?d¨®nde lo har¨ªa? Y ?en qu¨¦ lengua? Pues en una docuserie que compita con el aluvi¨®n de series y documentales previstos y muy anunciados sobre la figura de su esposo, el rey em¨¦rito.
Esther Do?a, que es un poco marquesa y todo extroversi¨®n, publica los whatsapps con los que la conquist¨® su difunto marido y asegura que la reina Sof¨ªa la protege. ?De la infidelidad? ?Del ninguneo? Nos encantar¨ªa saber m¨¢s de esa protecci¨®n. Pero es probable que esa atenta defensa de la novia actual del juez Santiago Pedraz no siga vigente hoy. Y suena a agradecimiento oportunista.
Esta misma semana Jos¨¦ Bono asegur¨® que el rey em¨¦rito deber¨ªa dar explicaciones. La reina em¨¦rita no, pero tiene que hacer algo, un gesto, sincerarse un poquito con nosotros. Pero no tanto como Esther Do?a. Aunque puede ocurrir que no est¨¦ entrenada para ello. Nunca fue necesario. Su modus operandi es no decir, no mostrar. Aun as¨ª resulta sorprendente verla apartada, pero presente delante de todos. A veces se hace un poco tragedia griega con estas retadoras exhibiciones p¨²blicas que visibilizan la zona tensionada en la que vive y me recuerda el caso de otras que fueron sustituidas con m¨¢s alivio, como Fabiola de B¨¦lgica, Noor de Jordania o Salma de Marruecos. Por un rato se crearon grupos de nost¨¢lgicos que las defend¨ªan frente a sus sucesoras. Pero la fuerza del destino venci¨® el apego al trono. Y sus ocasos sucedieron sin esc¨¢ndalos de cuentas secretas y rifirrafes inexplicables.
El momento alfombra azul durante los Premios Princesa de Asturias, con la em¨¦rita buscando un sitio donde no hab¨ªa marcas para colocarla, no me perturb¨® tanto como a otros que se pusieron furibundos. Me pareci¨® que lo hac¨ªa bien, iba hacia su sitio y esperaba. No necesita de marcas. Se las sabe de memoria. Parecer¨ªa que no le molesta provocar pena y ese puede ser el mismo recurso que utiliz¨®, a su favor, Diana Spencer.
Nunca sabes c¨®mo reacciona una reina. Adelant¨¢ndose a los acontecimientos, esa reina de las pantallas que es Joan Collins ha publicado unas nuevas memorias, a¨²n m¨¢s picantes, divertidas y desinhibidas que sus anteriores. Al recibir el premio de una revista brit¨¢nica, Collins explic¨® que consult¨® en el diccionario el significado de icono. Dijo: ¡°el diccionario define icono como una figura religiosa, generalmente hecha de madera. O sea, soy una pieza de madera¡±. El juego de palabras tiene que ver con los ata¨²des, la suerte y ser un poco tonta en la cultura anglosajona. Las risas con las que coronaron su discurso me hicieron pensar que ser reina, de la peque?a pantalla, em¨¦rita o en activo, te vuelve un trozo de madera que algunos sostienen. Y que otros observan avanzar flotando hacia la deriva.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.