Guerra y paz
Tanto Putin como Isabel o Georgina pueden salirse con la suya. Putin, apoderarse de Kiev. Isabel dejar a Casado soltero y sin compromiso. Y Georgina reunir a todas las clases sociales en torno a su veneraci¨®n como ¡°la Gran Chamana Choni¡±, con u?as de cuarzo y nervios de acero
Casi como pre¨¢mbulo de la guerra en Ucrania, el Partido Popular sufri¨® esta semana una cruenta batalla entre Isabel D¨ªaz Ayuso y Pablo Casado. Nos mantuvieron en vilo, convertidos en ese tipo de noticia que aniquila a todas las dem¨¢s. Hasta que Putin decidi¨® avanzar hacia Kiev, y Pablo e Isabel sonaron a historia pasada. Entonces, recordamos Guerra y paz, la gran novela de Le¨®n Tolstoi, que expone tanto la invasi¨®n napole¨®nica de Rusia como las batallas emocionales de sus personajes.
Una invasi¨®n napole¨®nica para interpretar la invasi¨®n putiniana. Pero hoy es todo real. Curiosamente real porque lo asociamos a la ficci¨®n cuando est¨¢ sucediendo en tiempo real. Tambi¨¦n por eso nos entretuvo tanto la guerra de guerrillas dentro del Partido Popular, iniciada el d¨ªa de los enamorados y ahora fulminantemente desplazada de los titulares. Pero puede que este segundo plano les convenga a los populares. Les dar¨¢ tiempo para replantearse cosas. Y lo que qued¨® claro es que el principal partido conservador del pa¨ªs atraviesa una crisis de identidad, llena de oportunidades para los m¨¢s audaces y muy golosa para cualquier narrador con olfato. Todos seguimos alucinados con el despliegue medi¨¢tico de una confrontaci¨®n en la que, como ha dicho Cristina de Borb¨®n en Lecturas: ¡°No va a haber reconciliaci¨®n, ni perd¨®n¡±. Una batalla, la del PP casi un show, con todo su arsenal de armas y sorpresas. Espionaje, deslealtades, comisiones. Guerra y paz.
D¨ªaz Ayuso consigui¨® desviar el misil de las comisiones cobradas por su hermano, pero no alcanz¨® el objetivo de quedarse con el liderazgo del partido. Los suyos y los de Pablo, han decidido que ese lugar lo ocupe alguien con m¨¢s experiencia y con otro estilo, Alberto N¨²?ez Feij¨®o. Lo que s¨ª consigui¨® Isabel fue el apoyo de los ¡°chalecos acolchados¡±, que se manifestaron en su defensa en la calle G¨¦nova. Feij¨®o, tan gallego como Massimo Dutti, se entalla una estrategia arropada por Inditex. Y si D¨ªaz Ayuso se pregunta, ¡°?qu¨¦ me pongo para el pr¨®ximo congreso extraordinario?¡±, ya sabe que pronto ser¨¢ primavera en El Corte Ingl¨¦s.
Parte de la narraci¨®n de Guerra y paz es mostrar la relaci¨®n entre la realidad ¨ªntima y la exterior en tiempo de guerra. En ella conviven tanto el conflicto, como la paz. La guerra del PP estall¨® en un Madrid ba?ado en sol y buenas temperaturas. La de Putin me golpea cenando en un restaurante en Miami, donde todo parece lejano y el lujo es h¨²medo y dulce. Los clientes visten bajo el dogma de ¡°porque me da la gana¡±, que es una de las consignas m¨¢s exitosas del liberalismo tropical. Mis anfitrionas creen que lo de Putin es ¡°egocentrismo descontrolado¡±, mientras sorben un vino blanco, seco y caro, procedente de una botella con el tap¨®n de rosca, sin corcho. El egocentrismo, seg¨²n me explican, es bueno y formativo. El problema surge cuando se descontrola. ?Puede volverse a controlar?, les inquiero. Inquietas, intentan desviar la conversaci¨®n a problemas cosm¨¦ticos, a su afici¨®n por las u?as de cuarzo. Las u?as de cuarzo, que crean longitudes y acabados ilimitados, son un verdadero casus belli en Miami.
Georgina Rodr¨ªguez las exhibe en su docuserie de Netflix, que es el contenido digital preferido por miles de influencers maduras de la ciudad. Lo observan con gula descontrolada porque Georgina es otro caso de ego sin control que divierte porque es una choni que se transforma en influencer. Insisto: ?hay posibilidad de volver a controlar un ego descontrolado? ¡°Pisote¨¢ndolo hasta exterminarlo¡±, me responden. ¡°Aunque, la humillaci¨®n puede volverse estimulo¡±, rematan. ?Vaya! O sea, que tanto Putin como Isabel o Georgina pueden salirse con la suya. Putin, apoderarse de Kiev. Isabel dejar a Casado soltero y sin compromiso. Y Georgina reunir a todas las clases sociales en torno a su veneraci¨®n como ¡°la Gran Chamana Choni¡±, con u?as de cuarzo y nervios de acero.
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