El entorno de Mario Vargas Llosa explica la ruptura con Isabel Preysler: ¡°Eran incompatibles. A ¨¦l le interesa la cultura y a ella el espect¨¢culo¡±
El premio Nobel de Literatura y la celebridad han roto tras ocho a?os de relaci¨®n. Fuentes cercanas al escritor aclaran los motivos de la separaci¨®n m¨¢s inesperada y medi¨¢tica de 2022
¡°Todas las noches, parece mentira, desde que comet¨ª la locura de abandonar a mi mujer, pienso en ella y me asaltan los remordimientos. Creo que solo una cosa hice mal en la vida: abandonar a Carmencita por una mujer que no val¨ªa la pena (¡). Todas las noches pienso en ella y le pido perd¨®n¡±, dice Mario Vargas Llosa (Arequipa, Per¨², 86 a?os) en Los vientos, un cuento con tintes autobiogr¨¢ficos que escribi¨® hace m¨¢s de dos a?os y que public¨® en Letras Libres en 2021. En ese relato, el premio Nobel de Literatura cuenta la historia de un hombre que est¨¢ llegando al crep¨²sculo de su vida, un hombre desilusionado que se arrepiente de haber dejado a su esposa por otra. ¡°Ya me olvid¨¦ del nombre de aquella mujer por la que abandon¨¦ a Carmencita. Nunca la quise. Fue un enamoramiento violento y pasajero, una de esas locuras que revientan una vida. Por hacer lo que hice, mi vida se revent¨® y ya nunca m¨¢s fui feliz (¡). Fue un enamoramiento de la pichula, no del coraz¨®n. De esa pichula que ya no me sirve para nada, salvo para hacer pip¨ª¡±, contin¨²a el escritor hispanoperuano en su relato.
La publicaci¨®n de Los vientos pas¨® inadvertida para el gran p¨²blico, pero no para el entorno ¨ªntimo del autor de obras como La fiesta del chivo y La t¨ªa Julia y el escribidor, que vio en este cuento se?ales de la aparente fatiga que ya sent¨ªa entonces Vargas Llosa tras siete a?os de convivencia junto a Isabel Preysler (Manila, Filipinas, 71 a?os). El relato de ficci¨®n est¨¢ sembrado de pistas que conducen a la realidad. Est¨¢n las reiteradas referencias veladas a su exesposa: Carmen es el primer nombre de Patricia Llosa, la anterior mujer del Nobel y madre de sus tres hijos. Tambi¨¦n pueden leerse entre l¨ªneas las cr¨ªticas a cierta alta sociedad fr¨ªvola y farandulera: ¡°Es imposible gozar de un concierto, o de una ¨®pera y hasta de una comedia ligera, rodeado de gente que no hace m¨¢s que teclear o acariciar las tabletas que tienen bajo los ojos¡±. Se palpa la incomodidad del escritor frente a la sobreexposici¨®n medi¨¢tica y a lo que ¨¦l mismo llam¨®, siguiendo la estela del fil¨®sofo franc¨¦s Guy Debord, ¡°la civilizaci¨®n del espect¨¢culo¡±: ¡°A veces pienso que, sin darme cuenta, lo que ocurre a mi alrededor me va contaminando a m¨ª tambi¨¦n y ya no s¨¦ realmente distinguir entre lo que es cultura y eso que hace sus veces en el mundo disparatado en que ahora vivimos¡±. Y su cansancio y hast¨ªo por una agenda social tan intensa como mon¨®tona: ¡°La cena me impresion¨® mucho, es cierto, no por la comida, nada del otro mundo, sino por los hologramas. Toda la noche estuvimos rodeados de esos personajes fantasmales, duplicando a camareros o camareras, sirviendo la mesa, pasando las fuentes con bocaditos y bebidas¡±. En la ficci¨®n, el protagonista logra huir de ese mundo dist¨®pico y se refugia en su antigua casa, en la calle de la Flora de Madrid, que es la casa donde Vargas Llosa viv¨ªa con su prima y exesposa, Carmen Patricia Llosa.
¡°Cuando le¨ªmos Los vientos, vimos las claras referencias autobiogr¨¢ficas y tambi¨¦n las referencias a su relaci¨®n con Isabel, aunque por supuesto no utiliza su nombre ni mucho menos¡±, explica una persona del entorno m¨¢s cercano de Vargas Llosa en conversaci¨®n con EL PA?S. ¡°Este cuento lo termin¨® de escribir en diciembre de 2020, hace dos a?os. De modo que la crisis con Isabel viene de lejos. No ha sido algo repentino o inesperado, como se ha dicho. El deterioro de la relaci¨®n, las dudas, el arrepentimiento, la insatisfacci¨®n... todo eso llevaba gest¨¢ndose desde hace tiempo. La prensa rosa los ha presentado siempre como una pareja id¨ªlica, pero hace tiempo que pasaron de algo id¨ªlico a algo menos feliz y m¨¢s complicado¡±, contin¨²a la misma fuente.
En el mes de junio de este a?o, Mario Vargas Llosa y la viuda del ministro Miguel Boyer sufrieron su primera gran crisis. Seg¨²n ha podido saber EL PA?S, a comienzos del verano ¨¦l abandon¨® la casa que tiene ella en la urbanizaci¨®n Puerta de Hierro y volvi¨® a su piso en el centro de la capital. Poco despu¨¦s, regres¨® a la mansi¨®n de la llamada ¡°reina de corazones¡± en la avenida Miraflores. Entonces desmintieron los rumores de ruptura, pero las diferencias estaban ah¨ª. ¡°No hubo ataques de celos, como se ha dicho. Eso es falso. Esto ha sido la culminaci¨®n de un deterioro¡±, insisten.
Este diario ha intentado contactar con Isabel Preysler. ¡°La se?ora est¨¢ fuera del pa¨ªs¡±, ha explicado un empleado que trabaja en una de las casas m¨¢s famosas de Espa?a, tantas veces retratada en las p¨¢ginas de ?Hola!. ¡°Mario y yo hemos decidido poner fin a nuestra relaci¨®n definitivamente. No quiero dar ninguna declaraci¨®n m¨¢s¡±, dijo ella el mi¨¦rcoles a la citada revista, su publicaci¨®n de cabecera desde hace 50 a?os.
En el c¨ªrculo del escritor describen a la pareja como ¡°dos personas de mundos muy distintos¡±. Y hablan de dos razones que precipitaron la ruptura. La primera, las discrepancias en sus intereses y estilos de vida, la falta de planes en com¨²n. ¡°Eran incompatibles. A ¨¦l le interesa la cultura y a ella el espect¨¢culo. Hay un abismo entre ambos¡±. La segunda es m¨¢s una impresi¨®n. ¡°?l ya parec¨ªa sentirse inc¨®modo viendo su imagen convertida en un adorno, en un reclamo para fiestas, eventos y hasta para el documental de la hija de Isabel, Tamara Falc¨®¡±, dicen.
Amigos de uno y otra coinciden en que ambos intentaron adaptarse a sus respectivos mundos. Pero la cultura y el espect¨¢culo son universos antag¨®nicos. ¡°Al principio, a Mario incluso le divirti¨® desde un punto de vista antropol¨®gico, aunque nunca estuvo c¨®modo en ese ¨¢mbito¡±, reconocen. El premio Nobel lleg¨® a decir que se somet¨ªa a los posados, las exclusivas y los photocalls ¡°por amor¡±. ¡°Si pudiera elegirlo no me gustar¨ªa aparecer en el ?Hola!. Ahora aparezco en la revista por razones de tipo personal. Pero si usted tiene la receta para no aparecer, d¨ªgamelo¡±, pidi¨® a un periodista en la rueda de prensa de presentaci¨®n de su novela Cinco esquinas, en 2016. En ese mismo acto, defini¨® a ?Hola! como la novela por entregas del siglo XXI. ¡°Es un fen¨®meno cultural de nuestro tiempo. Hay millones de personas que quieren algo que les haga so?ar y que antes ofrec¨ªan la novela y la poes¨ªa. Ahora lo ofrece ?Hola! con enorme talento¡±, dijo. Sus palabras sorprendieron a la prensa cultural que cubr¨ªa el acto, que todav¨ªa ten¨ªa muy presente La civilizaci¨®n del espect¨¢culo. En ese ensayo de 2012, el pensador defin¨ªa al periodismo del coraz¨®n como una industria ¡°fr¨ªvola¡±, ¡°sin valores est¨¦ticos¡±, dominada por ¡°el carnaval de los embusteros¡±.
Durante estos a?os, esa misma prensa se empe?¨® en retratar al binomio Preysler-Llosa como una pareja feliz. O fue la propia pareja la que se empecin¨® en mostrarse as¨ª ante los flashes. Pero los indicios del desgaste llevaban tiempo asomando a la superficie. Ella no lo acompa?¨® al ¨²ltimo congreso literario sobre su obra, celebrado hace unos meses en la ciudad de Florencia, ni al reciente estreno de un montaje de Los cuentos de la peste en Catania, Sicilia. ¡°Isabel prefiri¨® irse a las islas Maldivas¡±, concluyen.
?Hola! dice que Preysler est¨¢ triste y convencida de que no hay marcha atr¨¢s. El entorno del Nobel dice que ¨¦l est¨¢ muy bien f¨ªsica, mental y emocionalmente. ¡°Est¨¢ de buen ¨¢nimo y trabajando en una nueva novela¡±. Vargas Llosa ha vuelto a escribir en su piso del Madrid de los Austrias. Al final de Los Vientos, el cuento que public¨® en 2021, el protagonista logra llegar a su antigua casa, la casa real de Vargas Llosa, ¡°donde la calle de la Flora se encuentra con la de Hileras y toca la min¨²scula Plaza de San Mart¨ªn, que se convertir¨¢ luego en la Plaza de las Descalzas¡±. ¡°No ten¨ªa la llave que abre el gran port¨®n donde vivo (¡). Sin embargo, tuve suerte. A solo 10 o 15 minutos de estar esperando, apareci¨® un se?or con bast¨®n, que reconoc¨ª a medias. Se par¨® junto a la puerta y sac¨® una llave y la abri¨®¡±. Como si Mario Vargas Llosa hubiera reconocido a Mario Vargas Llosa.
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