Invierno en Ibiza
Me gustan los hombres, pero, como a cualquiera, en un deporte me atrae el juego, su l¨®gica y su emoci¨®n
Escribo esta primera paradoja del a?o despertando en Mil¨¢n, pendiente del funeral de Benedicto XVI, el Papa m¨¢s teol¨®gico de la historia reciente. Pienso que debo esforzarme en la b¨²squeda de la luz y alejarme de las tinieblas, recordando que Benedicto fue el Papa que dictamin¨® que el Infierno existe. Mi preocupaci¨®n, observando la ceremonia, es la sensaci¨®n de que enfocan poco al bello Georg G?nswein, el secretario y amigo personal del difunto Papa. Georg ha tenido un cargo importante en El Vaticano tras la renuncia de Benedicto y su paso a em¨¦rito. Posee una fotogenia emocionante e insisto en que no le dan el protagonismo que merece, hasta que en el repaso de las mejores im¨¢genes del funeral veo una donde se arrodilla ante el f¨¦retro de Benedicto y le da un beso. Su personal despedida.
Fue una amistad estable que levant¨® rumores y que termina arropada en el silencio de la muerte. Una entrega y un misterio dentro de una de las instituciones m¨¢s opacas del planeta. De entre las obras que se le reconocen al difunto, esta relaci¨®n podr¨ªa ser una de sus m¨¢s nobles y conseguidas. Puede que el bello Georg sea la obra de educaci¨®n teol¨®gica que haya oficiado el Papa em¨¦rito. Y eso queda visto y resguardado en ese beso final.
Mientras me dejo llevar por los besos de las rebajas, en la Noche de Reyes me alcanza la cabalgata de pol¨¦micas en las redes. En una de ellas soy un protagonista de refil¨®n. En la edici¨®n del lunes del MasterChef Navidad, donde participo, recib¨ª una pregunta que se ha vuelto viral se?al¨¢ndola como hom¨®foba. All¨ª dej¨¦ claro que ¡°detestaba¡± la odiosa y casposa pregunta de si me gustaba el f¨²tbol por el deporte o por los jugadores. Fue algo nihilista, porque volv¨ªa a oler a ese tufo propio del pensamiento retr¨®grado y su mediocridad. Un p¨¦simo ejemplo, pero expres¨¦ mi desacuerdo y creo que el programa tambi¨¦n al no omitir esa respuesta en su edici¨®n. Me gustan los hombres, pero, como a cualquiera, en un deporte me atrae el juego, su l¨®gica y su emoci¨®n. Lo veo como un guion con final incierto, a veces como una coreograf¨ªa, como suced¨ªa con el Bar?a de Guardiola.
Puede que al integrarme en la sociedad espa?ola haya descubierto y asimilado mejor el f¨²tbol, como dije en MasterChef. Siempre he sentido fascinaci¨®n por la nataci¨®n sincronizada. Fui compa?ero de Ona Carbonell en MasterChef Celebrity y de ella me asombr¨® su disciplina y concentraci¨®n. Sea gay o no, lo que m¨¢s admiro de los deportistas y del deporte es su sentido de esfuerzo, de sacrificio. Algo que asocio al ¨¦xito y, c¨®mo no, a una cierta espiritualidad.
Detesto que a trav¨¦s de m¨ª no permitan a otros como yo expresarse libremente sobre los deportes que les gustan. No soy un experto del f¨²tbol, no siempre pillo lo que es un fuera de juego. Y s¨ª, me parece que Asensio es un hombre atractivo y aplaudo que se deshaga de la camiseta para celebrar un gol. Todo eso tiene cabida en el deporte y en el espect¨¢culo.
Celebramos el A?o Nuevo en Ibiza, una idea que surgi¨® espont¨¢nea, como un fuera de juego, en una fiesta de Carles Sans y su esposa Mar¨ªa Antonia, en Barcelona. Mientras cambi¨¢bamos de vino, circul¨® la invitaci¨®n de recibir el 2023 en la isla y hacerlo en la cena que preparaba Pino Sagliocco, hist¨®rico promotor musical, responsable de las visitas de los Rolling Stones y Michael Jackson a Espa?a. Mi marido y yo fuimos acogidos por Eugenia Mart¨ªnez de Irujo y su esposo, Narc¨ªs Rebollo, una de las parejas m¨¢s felices de Occidente, en la casa que la madre de Eugenia, la duquesa de Alba, levant¨® en el noroeste de la isla. Se llama La Albahaca, y es uno de los mejores espacios para entenderla como mujer y como decoradora, su t¨ªtulo menos reconocido. Recorrer junto a Eugenia ese jard¨ªn sobre el Mediterr¨¢neo, me ofreci¨® el regalo de contemplar serenamente el primer d¨ªa del a?o, entre pinos y romeros, la vida y su belleza.
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