¡°Tomaba 90 laxantes de una sentada¡±: Karen Carpenter, la estrella consumida por una enfermedad entonces desconocida
Una nueva biograf¨ªa de la artista, que falleci¨® a los 32 a?os por las complicaciones derivadas de la anorexia nerviosa y la bulimia, revela detalles sobre sus problemas de salud y c¨®mo intent¨® superarlos en sus ¨²ltimos d¨ªas
La noticia que se public¨® en la secci¨®n de Cultura en este mismo peri¨®dico apenas contiene dos p¨¢rrafos: ¡°Karen Carpenter, quien se hizo famosa en el mundo de la canci¨®n durante la d¨¦cada de los setenta formando el d¨²o The Carpenters con su hermano Richard, falleci¨® ayer a la edad de 32 a?os. La muerte se produjo media hora despu¨¦s de que la cantante fuera ingresada en el centro m¨¦dico a causa de un fallo cardiaco¡±. Fue el 4 de febrero de 1983 cuando la madre de Karen Carpenter encontr¨® a su hija desmayada en su habitaci¨®n del domicilio familiar. Lleg¨® con vida al hospital, pero su coraz¨®n no aguant¨® mucho m¨¢s. Llevaba a?os luchando contra una enfermedad que, por aquel entonces, era una gran desconocida: la anorexia nerviosa, adem¨¢s de la bulimia. Seg¨²n el informe forense, el cad¨¢ver de la artista conten¨ªa grandes dosis de ipecacuana, un medicamento para inducir al v¨®mito en casos de intoxicaci¨®n, pero que suele ser utilizado por personas que padecen estas enfermedades. En casos de abuso cr¨®nico, la ipecacuana puede producir arritmias, cardiomiopat¨ªa, shock y, finalmente, la muerte.
Karen y Richard Carpenter formaron The Carpenters, oficialmente, en 1969, cuando firmaron con la discogr¨¢fica A&M. Un a?o m¨¢s tarde, con su segundo disco, Close To You, alcanzaron el n¨²mero 1 en la lista Billboard. A partir de ah¨ª, se convirtieron en todo un ¨¦xito, consiguiendo colocarse en los primeros puestos de las listas de ventas con cada nuevo sencillo. Dos a?os m¨¢s tarde, en 1972, fueron invitados por el presidente Richard Nixon, seguidor declarado del grupo, para tocar en la Casa Blanca. Karen y Richard Carpenter, dos hermanos criados en California, formales y con talento, se convirtieron en los hijos de Am¨¦rica. Una respuesta contundente (y un tanto conservadora) por parte del establishment a las estrellas musicales que surgieron en los sesenta en protesta por la guerra de Vietnam y contra el Gobierno estadounidense.
A pesar del ¨¦xito y la imagen impoluta de cara a la galer¨ªa, ambos hermanos libraban, fuera de los focos, sus propias batallas: Richard se hab¨ªa vuelto adicto a las pastillas para dormir y Karen padec¨ªa una enfermedad que, por aquel entonces, la sociedad no comprend¨ªa bien. Conforme su fama iba en aumento, la bater¨ªa y vocalista del grupo aparec¨ªa en p¨²blico cada vez m¨¢s consumida. En 1975, en la cima de su carrera, lleg¨® a pesar 40 kilos. Ahora, una nueva biograf¨ªa pretende recolocar a la artista en el imaginario pop bajo un nuevo prisma: el de una pionera en una industria nada amable con las mujeres, y una mujer enferma que intent¨®, por todos los medios, superar su enfermedad.
En Lead Sister: The Story of Karen Carpenter, la autora Lucy O¡¯Brien revela nuevos detalles sobre esta lucha, quiz¨¢s uno de los m¨¢s desgarradores es, tal y como adelanta The Hollywood Reporter, el extracto que muestra c¨®mo, solo un a?o antes de morir, Karen Carpenter se puso en tratamiento. ¡°La anorexia se hab¨ªa convertido en una fuerza tir¨¢nica en la psique de Karen, que le dec¨ªa que la comida era un enemigo contra el que deb¨ªa luchar¡±, escribe O¡¯Brien en la nueva biograf¨ªa. Karen se puso en manos de Steven Levenkron, eminente psic¨®logo conocido por, precisamente, sus investigaciones sobre la anorexia nerviosa y las autolesiones. Sus m¨¦todos eran un tanto controvertidos: durante el tratamiento, ella ser¨ªa dependiente de Levenkron, con la intenci¨®n de volverse independiente de su enfermedad, hasta que pudiera establecerse por su cuenta. ¡°En enero de 1982, Karen vol¨® a Nueva York y se mud¨® a una suite en el hotel City Regency cerca de Central Park, llev¨¢ndose 22 maletas con ropa y zapatos¡±. Hab¨ªa invertido mucho en aquella terapia. En concreto, 6.000 d¨®lares al mes por aquella habitaci¨®n de hotel, y 100 d¨®lares por cada sesi¨®n con Levenkron, lo que supondr¨ªa un total de 2.000 d¨®lares mensuales.
Que Karen Carpenter se pusiera en tratamiento era un paso hacia la cura, pero la cantante segu¨ªa enferma. Tal y como revela su bi¨®grafa, la artista caminaba todos los d¨ªas a la consulta del doctor, con intenci¨®n de quemar calor¨ªas durante el trayecto y, en la consulta, se mov¨ªa constantemente de un lado a otro, en lugar de estar en reposo, con las mismas intenciones. Pero Levenkron no era un novato, y sab¨ªa que todos aquellos comportamientos compulsivos ten¨ªan su raz¨®n en la enfermedad, que pretend¨ªa desactivar poco a poco: ¡°En una de sus primeras sesiones, [Levenkron] habl¨® con Karen sobre lo que tomaba para expulsar alimentos, y ella confes¨® que pod¨ªa ingerir m¨¢s de 90 laxantes de una sentada¡±. Tambi¨¦n admiti¨® tomar 10 p¨ªldoras al d¨ªa de Synthroid, un medicamento para la tiroides, que tendr¨ªa el efecto de acelerar su metabolismo. Levenkron estaba horrorizado. La sobredosis de medicamentos para la tiroides podr¨ªa provocar coma, convulsiones y ataques card¨ªacos.
En los siguientes tres meses de terapia intensiva, Karen comenz¨® a darse cuenta de c¨®mo su enfermedad se hab¨ªa convertido en su manera de lidiar con sus propios problemas, d¨¢ndole una falsa sensaci¨®n de control sobre acontecimientos que se le escapaban de las manos. Ten¨ªa una relaci¨®n conflictiva con su familia: una madre controladora y un hermano excesivamente perfeccionista que ejerc¨ªa presi¨®n sobre ella. Tambi¨¦n tuvo un matrimonio infeliz: se cas¨® con el promotor inmobiliario Tom Burris en 1981, y se divorci¨® tan solo 14 meses despu¨¦s. Amigos cercanos a la artista reconocieron que Burris ten¨ªa un comportamiento abusivo con ella, y dieron a entender que el empresario ten¨ªa inter¨¦s en su fortuna. ¡°Este fue un punto de inflexi¨®n para Karen, cuando reconoci¨® lo mucho que hab¨ªa sido amiga e hija atenta, h¨¢bil para cuidar a otras personas, pero incapaz de cuidarse de s¨ª misma. Estuvo de acuerdo con Levenkron en que dejar¨ªa de tomar laxantes¡±, escribe O¡¯Brien.
¡°Mi coraz¨®n hace cosas raras¡±
Despu¨¦s de unos meses de terapia intensiva y del firme prop¨®sito de mantenerse sana, Karen Carpenter regres¨® a su rutina. Retom¨® un proyecto que hab¨ªa iniciado en 1979: un disco en solitario que puso en marcha en las fechas en que su hermano hab¨ªa sido ingresado en una cl¨ªnica de desintoxicaci¨®n para librarse de sus adicciones. En 1982 grabar¨ªa su ¨²ltima canci¨®n, titulada Now. Al poco, volvi¨® a empeorar. Poco ayud¨® que las personas de su c¨ªrculo no entendiesen la enfermedad de Karen, y no supieran qu¨¦ hacer para ayudarla. Fue de nuevo el doctor Levenkron quien dio la voz de alarma. Fue despu¨¦s de que acudiese a su consulta, advirti¨¦ndole de un nuevo s¨ªntoma: ¡°Mi coraz¨®n hace cosas raras¡±. Pesaba 34 kilos cuando, por ¨®rdenes de su m¨¦dico, fue ingresada en la unidad de cuidados intensivos del hospital Lennox Hill, en Nueva York. Su aparato digestivo estaba tan da?ado que solo pod¨ªa ser alimentada por v¨ªa intravenosa. En octubre, durante su estancia en el hospital, firm¨® una petici¨®n de divorcio. ¡°Fue su declaraci¨®n de independencia¡±, escribe su bi¨®grafa.
Karen Carpenter fue dada de alta antes de Acci¨®n de Gracias. Parec¨ªa estar mejor y ella misma se declar¨® curada. Dej¨® a su doctor, no sin antes regalarle un cuadro en el que ella misma hab¨ªa bordado un mensaje: ¡°T¨² ganas, yo gano¡±. En sus ¨²ltimos meses de vida, retom¨® su vida social, y sus proyectos musicales junto a su hermano. Ten¨ªa planes de regresar a Nueva York. Nunca lo hizo. El 4 de febrero de 1983 Karen se levant¨®, pero no baj¨® a por caf¨¦. Su madre la encontr¨® en su habitaci¨®n y fue trasladada a un hospital cercano. Muri¨® a las 9.41 de la ma?ana.
Su hermano, Richard, super¨® su propia adicci¨®n. El pasado 3 de marzo, comparti¨® un homenaje a su hermana a trav¨¦s de su cuenta de Instagram: ¡°Hoy se cumplen 73 a?os del nacimiento de mi asombrosa hermana Karen. En algunos momentos, parece que el tiempo vuela. Este no es uno de esos momentos. Aqu¨ª pesan los 40 a?os que han pasado desde que muri¨®. Consuela, al menos, saber que su impecable voz ha demostrado ser [...] el regalo perfecto para su d¨ªa especial¡±.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.