Astrid Gil-Casares, la escritora que desnuda a la clase alta espa?ola: ¡°Todos preferir¨ªan que me callase¡±
En 2016 se separ¨® de Rafael del Pino, el segundo hombre m¨¢s rico de Espa?a, y empez¨® a escribir novelas que retratan a su clase. En su ¨²ltimo libro, ¡®No digas nada¡¯, vuelve a explorar ese mundo. ¡°El dinero sigue controlando la vida de muchas parejas y de muchas mujeres, m¨¢s de lo que la gente est¨¢ dispuesta a hablar¡±, afirma
Las se?oras de La Moraleja protegen su intimidad levantando muros, instalando c¨¢maras de seguridad y contratando a guardias con perros adiestrados. Las vecinas de esta exclusiva urbanizaci¨®n en la zona norte de Madrid no suelen abrir las puertas de sus casas a extra?os, menos si son periodistas. Tampoco dan entrevistas ni escriben libros sobre sus vidas de lujo. Astrid Gil-Casares Marlier (Madrid, 51 a?os) vive en La Moraleja, pero no es la t¨ªpica se?ora de La Moraleja. En 2016, solicit¨® el divorcio de Rafael del Pino Calvo-Sotelo, presidente de Ferrovial y segundo hombre m¨¢s rico de Espa?a, causando un cisma en la alta sociedad madrile?a. Despu¨¦s de un proceso judicial muy p¨²blico, empez¨® a escribir novelas que dicen mucho sobre ella y sobre su clase. Tambi¨¦n empez¨® a hablar con los medios sobre sus vivencias como miembro de ese herm¨¦tico 1% que concentra m¨¢s del 20% de la renta espa?ola.
¡°Todo el mundo preferir¨ªa que me callase. Todos en mi entorno, los que me quieren y los que no me quieren, preferir¨ªan que no hablase¡±, explica la escritora en conversaci¨®n con EL PA?S. Gil-Casares se dirige a sus hijas en franc¨¦s y al servicio en ingl¨¦s, pero con este peri¨®dico habla en castellano. La entrevista transcurre en uno de los salones de su casa. Es una casa grande, moderna, luminosa, con grandes ventanales que dan a un jard¨ªn con piscina. ¡°Para todos ser¨ªa mucho m¨¢s f¨¢cil si yo me quedara aqu¨ª y no hiciera nada. O si volviera a trabajar en banca, haciendo negocios, que es lo que hacen todos a mi alrededor. Siempre me hacen la misma recomendaci¨®n: ¡®Astrid, no hables, no escribas¡±, reconoce.
Por ahora no tiene planes de callarse ni de dejar de escribir. Se define como una rebelde. Lo achaca a su infancia. Dice que cuando era ni?a la tildaban de ¡°diferente y dif¨ªcil¡± y que cuando lleg¨® a la adolescencia le colgaron el sambenito de ¡°la f¨¢cil¡±. ¡°Me sal¨ªa de la norma. As¨ª que un d¨ªa dej¨¦ de escuchar lo que me dec¨ªan y empec¨¦ a ser yo¡±, asegura.
En su nueva novela, No digas nada (Huso Editorial), que llega a las librer¨ªas este mi¨¦rcoles 5 de febrero, cuenta la historia de Alana, una mujer de clase alta, de m¨¢s de 55 a?os, divorciada y solitaria, que se enfrenta a la p¨¦rdida de su madre. El personaje tiene que lidiar con el duelo, con la madurez, con las embestidas de la vida y con el deseo de ser amada. Alana, al igual que Astrid, tiene ojos azules, pelo rubio, piernas largas, cuerpo esbelto, facilidad para los idiomas, proviene de una familia acomodada conectada con la jet set, ha trabajado en el mundo de las finanzas y est¨¢ llena de tatuajes.
¡°Alana no es Astrid. Alana tiene una vida pasada parecida a la de Astrid, pero su presente no es el m¨ªo. No hay nada exactamente real y casi todo es inventado¡±, aclara. No se atreve a escribir su autobiograf¨ªa, pero en cada una de sus novelas cuenta algo sobre ella. En la primera, Nadie me cont¨®, publicada en 2020, narraba la historia de Gaelle, una mujer rica que sufre un divorcio devastador. En la segunda, Ese jueves al anochecer me sub¨ª al tren, que sali¨® en 2022, contaba la vida de Lena, una mujer que ten¨ªa que reinventarse profesionalmente. En No digas nada, el personaje principal debe hacer frente a la muerte de su madre y a su propia soledad, tal como le ocurri¨® a la autora.
Es dif¨ªcil saber d¨®nde termina la ficci¨®n y empieza la realidad en sus libros. ¡°Crec¨ª asumiendo como normal lo que no era normal. Tuve suerte. La loter¨ªa de la vida¡±, admite la protagonista de su nueva novela. Ella tambi¨¦n ha vivido muchos a?os asumiendo como normal una vida extraordinaria. Hija del ingeniero naval Santiago Gil-Casares Armada, sobrino del general golpista Alfonso Armada, y de la arist¨®crata francesa Catherine Marlier, creci¨® en la urbanizaci¨®n de Puerta de Hierro, donde viven ricos y famosos como Isabel Preysler o miembros de dinast¨ªas financieras como los Villar Mir y los Fern¨¢ndez Tapias. Veraneaba en Sotogrande, estudio? en el colegio de monjas Saint Chaumond y en el Liceo France?s, curs¨® la carrera de Econo?micas en ESADE y se fue a trabajar a Pari?s, a la banca Rothschild. Luego se mud¨® a Londres, donde continu¨® su carrera en los bancos CSB y HSBC.
En el Reino Unido conoci¨® a Rafael del Pino, heredero de Ferrovial, gigante de las infraestructuras que gestiona superestructuras tan variadas como la AP-7 o los aeropuertos de Heathrow y Gatwick. Empezaron a salir en 2004. Eran la pareja de moda de la alta sociedad. Ella, una atractiva treinta?era y exitosa economista. ?l, un cincuent¨®n muy rico, viudo y con tres hijos. Su boda, celebrada en junio de 2006, ocup¨® las p¨¢ginas de la revista ?Hola!. Entre los invitados estaban el pr¨ªncipe Kyril de Bulgaria, Isabel Preysler, Miguel Boyer, Isabel Sartorius y medio Ibex: Florentino Pe?rez, Ce?sar Alierta, los Albertos, los Andic, los Puig¡
La autora conoce bien la ¡°loter¨ªa de la vida¡± de la que habla en su novela. Ella disfrut¨® los premios de esa rifa durante la d¨¦cada que dur¨® su matrimonio. Viv¨ªa entre una casa en El Viso, una finca en Extremadura y una mansi¨®n en Formentera, y viajaba por el mundo en avi¨®n privado, yate, velero y helic¨®ptero. ¡°La gente dice que el dinero no da la felicidad. Yo te puedo decir que el dinero te permite mucho m¨¢s f¨¢cilmente ser feliz. La felicidad no es el avi¨®n privado o el barco, pero el avi¨®n y el barco te dan un abanico de posibilidades¡±, reflexiona. ¡°La falta de dinero estruja, y cuando est¨¢s estrujado es mucho m¨¢s dif¨ªcil ser feliz¡±.
Lo que menos le gustaba de su vida anterior eran los actos sociales. Cada d¨ªa ten¨ªa un c¨®ctel o una cena. Cada d¨ªa ten¨ªa que conversar y ser agradable, sonre¨ªr y complacer. ¡°Eso es m¨¢s dif¨ªcil de lo que parece. Tienes a mucha gente que intenta hacerte feliz de la forma que ellos saben. Te preparan una comida especial, te regalan lo m¨¢s bonito de su colecci¨®n¡ y t¨² no has hecho nada para merecerlo. Me sent¨ªa siempre en deuda¡±.
Diez a?os y tres hijos en com¨²n despu¨¦s, se separ¨®. ¡°Eso dio v¨¦rtigo¡±. No se lo pusieron f¨¢cil. La gente de su entorno le dijo que no dejara a su marido, que hiciera la vista gorda, que todo lo que ten¨ªa era gracias a ¨¦l, que deber¨ªa haberse quedado y haberse callado. ¡°El machismo sigue siendo un tab¨² en mi clase. El dinero sigue controlando la vida de muchas parejas y de muchas mujeres, m¨¢s de lo que la gente est¨¢ dispuesta a hablar. Muchas dejamos de trabajar cuando nos casamos. Y cuando te divorcias, te das cuenta de que no tienes nada¡±.
Durante su separaci¨®n, los que dec¨ªan ser sus amigos dejaron de saludarla. La misma sociedad que la hab¨ªa agasajado le dio la espalda. ¡°Fue una ¨¦poca dura, pero forma parte del pasado. Ahora nos ignoramos amigablemente¡±, dice. Intent¨® volver a trabajar en banca, pero ya no hab¨ªa sitio para ella en ese mundo. ¡°Hab¨ªa conflictos de inter¨¦s¡±, se?ala. ¡°Adem¨¢s, durante el divorcio estuve completamente desorientada. El golpe fue tan fuerte que no sab¨ªa d¨®nde estaba¡±. Fue entonces cuando empez¨® a tatuarse. Cada tatuaje representa un momento dif¨ªcil del divorcio: un rev¨¦s judicial, una decepci¨®n personal... ¡°Me sent¨ªa extremadamente vulnerable y eran mi protecci¨®n¡±, explica. Hoy tiene m¨¢s de 20 figuras, n¨²meros y palabras repartidas por su cuerpo. La ¨²ltima, trust, confianza en ingl¨¦s, en uno de sus brazos.
Adem¨¢s de tatuarse, empez¨® a escribir. ¡°No s¨¦ cantar, no s¨¦ pintar, no s¨¦ de jardiner¨ªa, no s¨¦ cocinar, pero s¨¦ gestionar las palabras. B¨¢sicamente, empec¨¦ a escribir por falta de opciones¡±, apunta entre risas. Escribe sobre lo que conoce. En su nueva novela, la protagonista se hospeda en el Lor¨¹nser, un lujoso hotel en la estaci¨®n de esqu¨ª austr¨ªaca de Z¨¹rs; cena en el Ritz de Madrid; y se escapa a ex¨®ticos riads en Marruecos. El libro est¨¢ plagado de reflexiones sobre su clase. ¡°Vivo en un mundo, en un extracto social, en el que la mayor¨ªa de los que me rodean saben que est¨¢n a dos llamadas de tel¨¦fono de tener la mejor mesa del mejor restaurante, la habitaci¨®n preferida del hotel preferido, la cena que se antoje, el billete del avi¨®n ya overbooked, las entradas para el concierto ya sold out¡¡±, dice Alana. ¡°Pero, de repente, un d¨ªa te das cuenta de que nadie puede conseguir que tu madre no est¨¦ enferma de la cabeza. Nadie puede conseguir que tu madre no tenga c¨¢ncer y nadie puede evitar que deje de respirar¡±, contin¨²a el personaje.
La autora empez¨® a escribir este libro despu¨¦s de la muerte de su madre. ¡°Se me rompi¨® la vida¡±, recuerda. ¡°Me gustar¨ªa decir que esta novela fue cat¨¢rtica, que me ayud¨®, pero no fue as¨ª. Fueron mis tres hijas, mis tres adolescentes, las que me ayudaron a salir del agujero. Un d¨ªa me dijeron: ¡®Mam¨¢, no puedes seguir as¨ª. Tienes que hacer algo¡±. Ese ¡°algo¡± es No digas nada, una historia llena de tristeza, aunque tambi¨¦n de erotismo.
En los agradecimientos del libro, Gil-Casares ha escrito: ¡°A ese hombre que me ha ayudado a escribir las escenas de sexo. ?l sabe qui¨¦n es¡±. Pero aclara que no est¨¢ enamorada. No digas nada no es una novela rom¨¢ntica. La vida de su autora, tampoco. ¡°Ahora soy muy feliz sola¡±, afirma. Lleva desde 2019 sin hacerse un tatuaje. ¡°Eso es una buena se?al¡±.
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