As¨ª fue la arquitectura de la Ruta del ¡®bakalao¡¯ antes de las drogas de dise?o
Antes de convertirse en cubos oscuros, los interiores de las m¨ªticas salas de Valencia estaban repletas de influencias tan dispares como el neorrealismo italiano, la guerra fr¨ªa o el mundo circense
Mucho se ha hablado de la Ruta del ¡®bakalao¡¯ ¨Clos verdaderos profesionales la llamaban Ruta Destroy¨C como un derroche de drogas, personajes excesivos y amaneceres entre naranjos. Pero poco se conoce c¨®mo se crearon los exteriores y los interiores de las discotecas donde de viernes a lunes una generaci¨®n entera se desquit¨® de las ataduras franquistas al ritmo de los sonidos m¨¢s vanguardistas que dieron paso al ¡°m¨¢kina", la variante valenciana que se anticip¨® al hard techno y hard trance alem¨¢n.
La m¨ªticas salas no se construyeron ad hoc para acoger este movimiento que se adelant¨® a la raves de Inglaterra traspasando los l¨ªmites del ocio nocturno tal y como se conoc¨ªa hasta ese momento. La arquitectura ya estaba all¨ª para ser ocupada con dise?os de influencias tan dispares como el neorrealismo italiano, la guerra fr¨ªa o el mundo circense. ¡°Se pueden distinguir tres ¨¦pocas. La primera fue la apropiaci¨®n de los locales del centro de la ciudad. Luego salieron a por los almacenes y construcciones agr¨ªcolas en desuso y, por ¨²ltimo, con la mercantilizaci¨®n, se pas¨® a ocupar los parkings¡±, cuenta Joaqu¨ªn Juber¨ªas, arquitecto valenciano y autor, junto al tambi¨¦n arquitecto ?lex Mart¨ªnez, de una investigaci¨®n sobre la evoluci¨®n de los lugares de la ruta del Bakalao, publicada en la desaparecida revista Displacements Journal de la Escuela de Arquitectura de Madrid (ETSAM), que recuperamos en este art¨ªculo.
A finales de la d¨¦cada de los setenta, Valencia era un hervidero de tribus urbanas. Los rockers, mods, g¨®ticos y punks comenzaron a alquilar las decadentes salas de baile del centro de la ciudad, como Oggi (posteriormente Metr¨®poli) o Calavera, con el fin de redise?arlas de forma ef¨ªmera y celebrar all¨ª sus fiestas tem¨¢ticas. Pronto se les quedaron peque?as. ¡°La falta de regulaci¨®n de horarios nocturnos fue el caldo cultivo perfecto¡±, explica Mart¨ªnez. La necesidad de un mayor aforo les llev¨® a buscar en los municipios colindantes, donde no exist¨ªa la amenaza de nuevas normativas m¨¢s restrictivas. Para aprovechar la inercia del momento, se lleg¨® a la conclusi¨®n de que, en lugar de construir espacios nuevos destinados a este uso, lo m¨¢s pr¨¢ctico era ocupar las construcciones aut¨®ctonas heredadas del sistema agrario valenciano.
Chocolate Cream, que naci¨® como una discoteca de funky a finales de los setenta, tom¨® un almac¨¦n de arroz. Barraca, la t¨ªpica vivienda de los labradores valencianos del mismo nombre. ACTV, el edificio de las Termas Victoria. El Mol¨ª, un antiguo molino de viento. Dream Village, era una casa de campo. Y Placton, una construcci¨®n de pescadores. ¡°Cada templo ten¨ªa su propio p¨²blico¡±, apunta Mart¨ªnez. En los a?os ochenta, el escritor y cr¨ªtico de arquitectura brit¨¢nico Reyner Banham proclam¨® que ya se hab¨ªan construido todas las arquitecturas necesarias y que hab¨ªa que aprovechar las existentes para reprogramarlas. ¡°No es que tuviesen esa idea presente, pero la actitud era esa¡±, explica el arquitecto.
Para teorizar sobre lo que all¨ª suced¨ªa, los autores de la investigaci¨®n citan las palabras del artista valenciano Ulises Pistolo, asiduo de la Ruta: ¡°Eran fragmentos de tierra aislados al margen del status quo¡±. Las comparan con las Zonas Temporalmente Aut¨®nomas (ZTA) del ensayista anarquista estadounidense Hakim Bey. Estos espacios de relaci¨®n social no mediados por la coerci¨®n, nacidos, entre otros or¨ªgenes, de la fiesta identitaria, seg¨²n Bey, se adaptan a lo que buscaban de las tribus urbanas valencianas para detectar las brechas legislativas y ampliar su ¡°jornada cultural¡±. Conocida es la hora de limpieza entre sesiones o la compatibilidad de uso: abrir pronto como merendero y posteriormente como discoteca. De este modo, se lograba completar las 72 horas que duraba la fiesta sin aparentemente romper ninguna normativa.
Las pioneras fueron Barraca, inaugurada como discoteca en 1965, pero cuyo auge comenz¨® a principios de los ochenta, y Chocolate Cream, que irrumpi¨® poco despu¨¦s. ¡°La primera era m¨¢s l¨²dica y festiva, la segunda, m¨¢s siniestra¡±, recuerda Juber¨ªas. Ambas salas, situadas a escasos metros en la pedan¨ªa de Sueca, fueron creadas en su origen funky por el dise?ador valenciano Nacho Moscard¨®.
Barraca mantuvo la estructura agr¨ªcola de su interior y destacaba por la infraestructura ef¨ªmera que se instal¨® en 1980 para acoger actuaciones: ¡°El Circo¡±. A pesar de ser una arquitectura ligera, ensamblada en seco y desmontable, se ide¨® como una instalaci¨®n permanente que funcionara como un escenario. En Barraca se pod¨ªa disfrutar de su piscina, asistir a una obra de teatro o incluso a sesiones de cabaret. Con la llegada del dj Carlos Sim¨®, asiduo a las tiendas de discos de Londres, empezaron a sonar Sex Pistols, The Stone Roses, Happy Mondays y casi toda la m¨²sica adherida a la new wave o los new romantics.
Chocolate Cream fue dise?ada en 1979 como reflejo de las discotecas ibicencas y las Flower Power Parties. Su exterior marr¨®n imitaba originalmente, en su dise?o de Moscard¨®, una tarta de chocolate con nata por encima. En el interior, los sof¨¢s parec¨ªan pasteles, los tubos de climatizaci¨®n aparec¨ªan enroscados y hab¨ªa plantas artificiales en azul y rosa, focos de colores y mucha fluorescencia. Estaba inspirada en los maestros de la ficci¨®n italiana. Desde Dante Ferreti hasta Pier Paolo Pasolini o Luchino Visconti.
Era una suerte de interrupci¨®n de la realidad que ejerc¨ªa de puerta de acceso hacia la ficci¨®n. En 1982, al llegar el dj Toni Vidal, m¨¢s conocido como Toni El Gitano, sin hacer en un inicio grandes cambios en el interior, la sala se qued¨® solo como ¡°Chocolate¡± y se oscureci¨® para crear una atm¨®sfera tenebrosa bajo la influencia de grupos como Cabaret Voltaire, The Cult, Bauhaus o The Mission. Se llegaron a organizar sesiones de espiritismo.
La tematizaci¨®n de los interiores que impusieron Chocolate y Barraca influy¨® el proyecto de Spook Factory. Su apertura en 1984, en lo que era la discoteca para veraneantes San Francisco, situada en Pinedo, marc¨® el arranque de lo que empezar¨ªa a denominarse como la Ruta.
El dise?ador Miguel ?ngel Rey se inspir¨® en el contexto geopol¨ªtico de la Guerra Fr¨ªa y la paranoia nuclear para crear un espacio dist¨®pico. Su interior, pintado de negro y sin ventanas, provocaba una ruptura espacio temporal que quebraba la secuencia d¨ªa-noche. El disc-jockey Fran Lenaers conectaba al p¨²blico con el ambiente al mezclar con dos platos la misma canci¨®n de forma simult¨¢nea para crear la sonoridad caracter¨ªstica de un b¨²nker, usando las bases de grupos pioneros del EBM (Electronic Body Music). Los temas de los belgas Front 242, los brit¨¢nicos Nitzer Ebb o los alemanes Kraftwerk y DAF (Deutsch Amerikanische Freundschaft) eran los preferidos para provocar esa festiva desaz¨®n.
Spook fue la primera sala con sesi¨®n matinal ¡°oficial¡±. Para cumplir la legislaci¨®n vigente, cerraba durante una hora a las seis de la ma?ana, paraba la m¨²sica y encend¨ªa las luces con el p¨²blico dentro y en plena efervescencia, para despu¨¦s reanudar hasta mediod¨ªa. Sus hoy m¨ªticos carteles, con el famoso logo del murci¨¦lago creado por el dise?ador de moda Valent¨ªn Herra¨ªz, llevaban la firma de Javier Mariscal, el padre de la mascota Cobi. Fue as¨ª como comenz¨® la leyenda rutera, y los viajes por la N-3 entre Madrid y Valencia, que trajeron hasta esta parte de la pen¨ªnsula a personajes como Pedro Almod¨®var, Javier Bardem, Antonio Banderas, Carmen Maura o Miguel Bos¨¦.
Con el ¨¦xito de Spook, a finales de los ochenta, las salas se comenzaron a multiplicar como templos exclusivos de m¨²sica electr¨®nica y el paleo-techno. Fue entonces cuando se empez¨® a sustituir la mescalina, droga aut¨®ctona de efectos psicod¨¦licos y visionarios procedente del cactus y sintetizada por farmac¨¦uticos locales, por las drogas de dise?o procedentes de Holanda, de base anfetam¨ªnica, que aumentaban la frecuencia card¨ªaca y eran m¨¢s propicias para los ritmos m¨¢kina que dieron lugar a los grandes templos del sonido, cerrados y oscuros.
La apertura de Puzzle supli¨® la falta de aforo de Barraca. Luego lleg¨® ACTV, la ¨²nica que ocupaba un edificio dentro de la ciudad, una construcci¨®n modernista de 1918, y se convirti¨® en el local que cerraba la Ruta, abriendo desde el amanecer del domingo hasta el mediod¨ªa del lunes. Su m¨ªtico logotipo con un rostro con fondo blanco y cruces negras en los ojos fue obra del artista Quique Company en colaboraci¨®n con el dise?ador de referencia Paco Bascu?¨¢n, miembro de la Real Academia de Bellas Artes de Valencia, quien tambi¨¦n se encarg¨® de los interiores del local, pionero en el uso de dispositivos como el l¨¢ser de efectos visuales atmosf¨¦ricos importado de Berl¨ªn.
En 1990 lleg¨® Don Julio (NOD) a las afueras de la localidad de Ribarroja. Fue la pionera de las fiestas en el p¨¢rking, amenizadas por el dj Kike Jaen y con paella incluida las ma?anas del domingo. El reclamo del ocio valenciano empez¨® a tener tal repercusi¨®n que su jornada pas¨® de 36 a 72 horas. ¡°La fiesta comenzaba en el autob¨²s rumbo a Valencia. Te daban una entrada y un cond¨®n¡±, recuerda Juber¨ªas. Esta popularizaci¨®n hizo que mucha gente convirtiera los aparcamientos en los nuevos territorios disidentes (o ZTA) para evitar la nueva realidad masificada que empezaba a perder la identidad original. La fiesta se hizo m¨¢s visible. Comenzaron los problemas.
A su vez, el aumento de los locales de ocio coincidi¨® el auge de la MTV y las listas musicales de los 40 Principales. En la programaci¨®n de ambos medios ya se inclu¨ªan algunos de los temas maquineros. La gente empez¨® a pedirle al dj lo que ten¨ªa que pinchar, que era lo que hab¨ªa escuchado en la radio. La noche pas¨® a ser el nuevo objeto de consumo de masas. En mayo de 1993, el reportaje ¡°Hasta que el cuerpo aguante¡±, presentado por Carles Francino en Canal +, que segu¨ªa a un grupo de j¨®venes que iban en autob¨²s de Barcelona a Valencia, lo cambi¨® todo. O m¨¢s bien, acab¨® con todo.
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