B018, la vanguardista discoteca pensada para no durar que ha sobrevivido a la explosi¨®n de Beirut
Con una est¨¦tica entre militar y de catedral g¨®tica, este local dise?ado por Bernard Khoury es adem¨¢s de un templo del sonido, un icono de la modernidad libanesa y un recuerdo del significado del vecindario que ocupa: el barrio de Cuarentena
Y al final solo qued¨® uno. Beirut, una ciudad muy castigada por la historia, sufri¨® el pasado martes 4 de agosto una devastaci¨®n sin apenas precedentes. M¨¢s de 2.700 toneladas de nitrato de amonio almacenadas en una bodega del puerto explotaron a media tarde provocando un "cicl¨®n de cristales rotos", seg¨²n contaban testigos a la BBC, al menos 158 muertos y alrededor de 5.000 heridos. El cr¨¢ter de 43 metros de profundidad causado por el estallido se trag¨® centenares de edificios. Entre ellos, la mayor¨ªa de los locales de ocio nocturno de la zona portuaria. Todos menos uno: el B018. El eterno superviviente de la noche beirut¨ª. Un local que permanece siempre en pie. Aunque sea bajo tierra.
Un empresario de la noche le contaba a Martin Chulov, periodista de The Guardian, que "todo el distrito ha sido borrado del mapa". Locales como The G?rten, AHM, The Grand Factory o The Ballroom Blitz han quedado muy da?ados o pr¨¢cticamente reducidos a escombros. Incluso The Egg, un antiguo cine que serv¨ªa de escenario para unas cada vez m¨¢s populares fiestas clandestinas, podr¨ªa haberse visto severamente afectado, seg¨²n publica la revista de m¨²sica electr¨®nica MixMag.
Todo apunta a que los esfuerzos del ¨²ltimo par de a?os para consolidar en Beirut una escena nocturna pujante y vanguardista han sufrido un golpe dur¨ªsimo. Aunque, tal y como explicaba a MixMag uno de los fundadores del Ballroom Blitz, Moe Choucar, "es cierto que nos ha afectado, pero el da?o que han sufrido nuestros locales no es nada en comparaci¨®n con el desastre apocal¨ªptico que le ha tocado sufrir al pa¨ªs". Choucar recuerda que ahora se trata no ya de recuperar su propio negocio, sino de "ponerse al servicio de la gente que est¨¢ sufriendo y ayudar en lo que se pueda".
En esta Beirut de nuevo rota, en que hasta el ocio ha saltado por los aires, solo B018 permanece (casi) intacto. Situado a escasa distancia de la zona cero de la explosi¨®n, en un ¨¢rea en que se acumulan los cascotes y socavones, el local ha resistido porque fue concebido desde su origen como un b¨²nker. Como un reducto del baile y del hedonismo a prueba de bombas. Es la obra de un arquitecto singular, Bernard Khoury, impulsor de la modernidad a la libanesa, enamorado tanto de la arquitectura militar de la primera mitad del siglo XX como de las catedrales, el expresionismo abstracto y la subcultura g¨®tica.
Khoury define su est¨¦tica como un ¡°masoquismo del desastre¡±, un intento de partir de la oscuridad y el dolor para transformarlos en ¡°verdadera luz¡±. A esa l¨®gica responden algunas de sus principales obras, muestras de un vanguardismo sin concesiones diseminadas entre L¨ªbano, Emiratos ?rabes, Armenia, Alemania o el sultanato de Bar¨¦in. La prensa especializada habla de ¨¦l como el bad boy de la arquitectura de Oriente Medio.
La modernidad libanesa y la Terapia Musical
Nacido en Beirut en 1969, hijo del arquitecto modernista Khalil Khoury, Bernard se licenci¨® en arquitectura por la escuela superior de dise?o de Rhode Island y complet¨® su formaci¨®n con un m¨¢ster en la Universidad de Harvard. Es pues un hombre viajado, inquieto, un ciudadano del mundo. En 1993 volvi¨® a L¨ªbano con el zurr¨®n bien cargado de t¨ªtulos, ideas revolucionarias y sano cosmopolitismo. Tropez¨® con un pa¨ªs que hab¨ªa dejado atr¨¢s su guerra civil (1975-1990) pero que segu¨ªa hecho a?icos.
Seg¨²n contaba en 2017 en una entrevista con el diario indio The Wire, el L¨ªbano que encontr¨® a su vuelta ni siquiera pensaba de verdad en reconstruirse: ¡°Se conformaba con levantar un pu?ado de nuevos edificios sobre el solar que ocuparon los destruidos por la guerra y volver cuanto antes a una supuesta normalidad, pero sin repensar nada, sin plantearse ninguna reflexi¨®n honesta sobre las razones que nos hab¨ªan conducido al desastre ni tomar medidas para evitar que se reprodujese¡±.
En ese contexto, el joven arquitecto se propuso trabajar solo para clientes que estuviesen en sinton¨ªa con sus ideas: si no pod¨ªa ayudar a construir un pa¨ªs m¨¢s aut¨¦ntico, al menos intentar¨ªa no colaborar con la restauraci¨®n del de antes. Quer¨ªa, sobre todo, contribuir al nacimiento de ¡°una modernidad libanesa, como alternativa al proyecto de trasplantar sin m¨¢s el estilo moderno de Occidente¡±.
Uno de los primeros clientes dispuestos a imaginar con ¨¦l el Beirut del futuro fue Naji Gebran, propietario de una sala de baile llamada B018. En plena guerra civil, a finales de los setenta, Gebran hab¨ªa conseguido hacerse un cierto nombre organizando lo que bautiz¨® como fiestas de Terapia Musical en su mansi¨®n de las afueras de Beirut, unos 18 kil¨®metros al norte del centro de la ciudad. De ah¨ª lo de B018.
Un b¨²nker de hedonismo en el barrio de Cuarentena
Tras convertir su fiesta privada en un club algo m¨¢s formal y ocupar en a?os sucesivos varios almacenes de la periferia, Gebran traslad¨® esa ¡°cl¨ªnica de los rituales sonoros¡± al barrio de Quarantine (Karantina, en el argot local), al sur de la zona industrial del puerto. El vecindario debe su nombre al periodo de cuarentena forzosa al que se somet¨ªa durante la ¨¦poca del protectorado franc¨¦s (entre 1923 y 1943) a los ¨¢rabes que intentaban establecerse en Beirut, un tr¨¢mite humillante del que sol¨ªa dispensarse a los europeos.
En plena guerra civil, en 1976, las milicias cristianas beirut¨ªes destruyeron las barracas de los refugiados palestinos que se hab¨ªan instalado en la zona creando un inmenso solar que fue utilizado durante a?os como fosa com¨²n. Eso lo convirti¨® en un entorno muy valioso para los promotores locales cuando por fin lleg¨® la paz.
Contratado por Gebran para construir en Quarantine la nueva sede de B018, Khoury quiso ser coherente con el siniestro historial del barrio y propuso convertir el edificio en un b¨²nker. Un lugar que no ignorase la devastaci¨®n circundante y las cicatrices de la guerra pero que, a la vez, protegiese a los que se reun¨ªan en ¨¦l a bailar. Insisti¨® sobre todo en darle un car¨¢cter subterr¨¢neo y casi clandestino. Por esa raz¨®n lo enterr¨® bajo una plaza circular de granito, de manera que en la superficie no quedase ninguna ¡°fachada ostentosa¡± que hubiese sido ¡°como una especie de monumento ret¨®rico y un insulto a la historia del barrio¡±.
Bajo esa superficie de cemento que le sirve de tejado (y hace pensar a algunos en una pista de aterrizaje de helic¨®pteros), se inaugur¨® un local con capacidad para 500 personas, est¨¦tica militar y un marcado gusto por la iconograf¨ªa siniestra. El suelo era de cemento, el mobiliario de caoba y, en un detalle magistral que le daba mucha personalidad al edificio, el techo era retr¨¢ctil, de manera que, en ocasiones especiales, pod¨ªa retirarse para que los asistentes se sorprendiesen bajo el cielo estrellado de Beirut.
Khoury hab¨ªa frecuentado B018 en a?os anteriores. Se hab¨ªa impregnado de su atm¨®sfera de rave, con una oferta sonora abierta a la electr¨®nica de vanguardia y el pop-rock de onda oscura, pero tambi¨¦n a la m¨²sica ¨¢rabe, el acid jazz o la World Music. Le gustaba sobre todo su car¨¢cter de local ecum¨¦nico, un islote de diversidad abierto a todo el mundo, cristianos y musulmanes, turistas y locales, occidentales y ¨¢rabes. Lo ve¨ªa como el ¨²ltimo reducto de un proyecto de modernidad y cosmopolitismo que est¨¢ en la esencia de Beirut, pero queda interrumpido una y otra vez por la desgracia, el sectarismo y la dichosa geopol¨ªtica.
El proyecto naci¨® con una cierta vocaci¨®n de arquitectura ef¨ªmera. Gebran estaba acostumbrado a lidiar con la incomprensi¨®n de las autoridades e irse con la m¨²sica a otra parte pasados pocos meses o pocos a?os. Sin embargo, dos d¨¦cadas m¨¢s tarde, el club segu¨ªa all¨ª, al pie del ca?¨®n, transformado en todo un referente de la noche libanesa. En 2018, cuando se cumpl¨ªan 20 a?os de la inauguraci¨®n, un Khoury ya consagrado a nivel internacional, due?o de un estilo propio, recibi¨® el encargo de redise?ar su legendario b¨²nker. Lo hizo profundizando en su esencia de espacio kitsch, turbio y macabro, de est¨¦tica inc¨®moda y extrema.
Los nuevos detalles refuerzan su aspecto de b¨²nker y catedral g¨®tica e introducen tambi¨¦n elementos que recuerdan a los mataderos, como unas esculturas m¨®viles que cuelgan del techo y son, en palabras de Khoury, ¡°como espinas dorsales de redes desmembradas¡± con las que incluso se puede bailar, como si fuesen siniestras gog¨®s subidas a sus tarimas. El viejo mobiliario de madera ha sido sustituido ahora por podios, gradas y escalones de piedra.
Seg¨²n le dec¨ªa Khoury a la revista Dezeen en 2019, estos cambios marcan la definitiva transici¨®n del local de estructura ef¨ªmera, pensada para durar un m¨¢ximo de cinco a?os, a refugio permanente. La madera se ha visto sustituida por la piedra. Lo que era una guarida improvisada para albergar raves es ahora un templo del sonido. Arquitectura religiosa para los que entienden que hay algo espiritual en el acto de bailar en una ciudad permanentemente cercada por el desastre. Arquitectura nacida de los escombros de una guerra civil y que acaba de sobrevivir ahora a la explosi¨®n de 2.750 toneladas de nitrato de amonio.
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