Sillones con patas de avestruz y habitaciones mazmorra: as¨ª son las casas de narcotraficantes en C¨¢diz
De una cama estilo Tutankam¨®n a pasamanos con el logo de Versace estampado, los traficantes del hach¨ªs invierten millones de euros en mansiones ilegales revestidas con decoraciones tan caras como imposibles
Un dormitorio dedicado a Egipto, otro a la Grecia cl¨¢sica, uno a la pel¨ªcula Scarface (1983) y un jard¨ªn con piscina festoneado con un t¨®tem y unos loros de resina. Solo el narco Francisco R. D., El Pincho, sabr¨¢ por qu¨¦ hizo de su mansi¨®n de La L¨ªnea de la Concepci¨®n (C¨¢diz) una oda a esa ¡°bacanal de falsificaciones en el reino de lo artificial¡± a la que cantaba Alaska en M¨¢s es m¨¢s. Quiz¨¢s sea por complejo de inferioridad o por el deseo de ostentar de quienes antes apenas ten¨ªan para comer, pero en los narcotraficantes del Estrecho de Gibraltar ¡°todo es brilli brilli¡±, como bromea un guardia civil antidroga. Tanto como para que las peri¨®dicas im¨¢genes de registros policiales se conviertan en una suerte de cat¨¢logo arquitect¨®nico de excesos y decoraciones imposibles con sello propio. Este es el manual de narcoestilo del sur.
Tantas son las operaciones contra el narco que se suceden en la provincia de C¨¢diz y alrededores ¨D980 detenidos y 133 toneladas de hach¨ªs intervenidas en 2020, solo en el Campo de Gibraltar¨D que los agentes y fiscales de la zona acaban record¨¢ndolas por la pieza o detalle de su interiorismo m¨¢s estramb¨®tico y kitsch. De la casa de El Pincho, registrada en el verano de 2020, ya se ha hecho famoso su cabecero de Tutankam¨®n que presid¨ªa la habitaci¨®n dedicada a Egipto. Macarena Arroyo, fiscal antidroga del Campo de Gibraltar, describe: ¡°Nos hemos encontrado con casas con sillones con patas de avestruz, pasamanos de n¨¢car, cocinas rob¨®ticas o dormitorios pintados con colores muy fuertes. Entras y dices: ?pero esto existe? Es una ostentosidad desmesurada que hace da?o a la vista¡±.
Fue lo que los agentes debieron preguntarse en una redada en 2016, cuando entraron a un chal¨¦ en la urbanizaci¨®n Guadacorte (Los Barrios). All¨ª se toparon con que el poderoso narco Isco Tej¨®n Carrasco, alias Casta?a y uno de los grandes traficantes del Estrecho, hab¨ªa convertido la casa en una sala de intercambio para parejas equipada con cama redonda ¨Den la habitaci¨®n Mazmorra¨D, barra de striptease y empapelados de damascos dorados. ¡°Es lo que tiene no saber en qu¨¦ gastar el dinero¡±, resume Arroyo. Aquella casa dedicada al hedonismo m¨¢s sical¨ªptico se ocultaba a la vista de los curiosos tras una alta tapia de piedra, jalonada por c¨¢maras de seguridad y abierta solo por una gran cancela de hierro.
Esa est¨¦tica externa de fortaleza inexpugnable es recurrente en El Zabal, una barriada rural de La L¨ªnea llena de chal¨¦s ilegales construidos desde hace m¨¢s de una d¨¦cada con dinero del hach¨ªs. Solo los tejados de pizarra sobresalen en los intrincados caminos que se convierten en ratoneras para el extra?o. Cuando los agentes revientan las cancelas, llega la opulencia en forma de construcciones modernas, muros blancos y grandes ventanales. La piscina, cuanto m¨¢s grande mejor, es un b¨¢sico. Tambi¨¦n los grandes dormitorios con vestidor y salas o exteriores preparados para fiestas. ¡°Las copian de casas de futbolistas de La Moraleja¡±, asegura un guardia civil. Arroyo a?ade: ¡°Son impresionantes. Eso no se puede discutir¡±. Otra cosa es c¨®mo revistan esas construcciones, levantadas al margen de cualquier planeamiento urban¨ªstico.
¡°Por fuera tienen arquitectura de un chalecito normal, pero por dentro aparecen las cosas raras¡±, afirma V¨ªctor G¨®mez, arquitecto y due?o del estudio Doble G, tras analizar im¨¢genes de registros difundidas por la polic¨ªa a petici¨®n de ICON Design. Raro es el vestidor ¨Dsiempre atestado de ropa de ch¨¢ndal por estrenar¨D que no luzca lleno de cristales y luces LED; y abundan los dormitorios infantiles tematizados con princesas y superh¨¦roes; las cocinas de color morado o rosa; las grifer¨ªas doradas y la medusa de Versace o el logo de Gucci impresos en ropa de cama y hasta barandas de cristal. ¡°Se aprecian muchos muebles de firma, pero no s¨¦ si son copias. Hay sillas que podr¨ªan estar valoradas en 4.000 o 5.000 euros¡±, dice G¨®mez.
Arroyo, acostumbrada a ver casas que luego acaban tasadas en m¨¢s de 700.000 euros, da fe de que mucho de lo atesorado no son falsificaciones: ¡°En un chal¨¦ encontramos una l¨¢mpara de mesa de cristales que costaba 5.000 euros¡±. La fiscal est¨¢ habituada a toparse en muchas viviendas con ¡°unos perros de color plata¡± que le llevan a creer que los narcos pueden tirar del mismo decorador en una zona en la que, desde hace a?os, multitud de tiendas de muebles llenan sus escaparates de brillos y dorados. G¨®mez se niega a llamar a eso interiorismo profesional: ¡°Es m¨¢s bien llenar por llenar¡±. Elisa S¨¢nchez Mar¨ªn, arquitecta de interiores que trabaja junto a G¨®mez en la firma Le Tiss¨², asegura: ¡°Si existe un decorador de narcos, est¨¢ claro que no se preocupa por la concordancia. Falta una idea y un equipo¡±.
Tras esos interiores de gui?os histri¨®nicos, en los que lo mismo se dedica un jard¨ªn a Buda que un sal¨®n a Marruecos ¨Datestado de cojines de seda y aparatosos cortinajes¨D, hay quien defiende que se esconde algo m¨¢s que el blanqueo r¨¢pido de capitales. Miguel ?ngel Ramos, guardia civil, secretario de comunicaci¨®n en C¨¢diz de la asociaci¨®n AUGC y licenciado en Historia, tercia: ¡°Los narcos de aqu¨ª pertenecen a las clases sociales m¨¢s desfavorecidas. Han sido educados con la idea de que el poder lo da el dinero y han creado organizaciones criminales con un modo de vida paralelo al resto de la sociedad. Tienen un gran complejo de inferioridad. El narco se siente humillado fuera de su narcomundo, no encaja¡±.
Sin experiencia en clientes narcotraficantes, pero s¨ª en lo que se conoce (a veces, despectivamente) como nuevos ricos, el arquitecto G¨®mez matiza: ¡°A veces, es dif¨ªcil transmitirle a quien ha vivido entre estrecheces que m¨¢s no siempre es mejor. Hay quien tiene la idea de que debe mostrar a sus amigos cu¨¢nto tiene¡±. El problema es que, en el caso de los traficantes, el artificio se va al traste tan pronto acaban detenidos. Y el quebradero de cabeza no solo es para ellos. Al otro lado, tras complejas investigaciones patrimoniales, agentes y fiscales se topan con la dificultad de incautar unos bienes inmuebles que, legalmente, no existen al estar construidos al margen del planeamiento. ¡°Son como fantasmas. Con todo, los tasamos por dentro y por fuera¡±, asegura Arroyo.
Los caminos de El Zabal ya no son lo que eran. Atr¨¢s qued¨® el tiempo en el que el narco era el rey del lugar hasta el extremo de poner en apuros a polic¨ªas o periodistas. Ahora, muchas de esas opulentas casas de tejados de pizarra parecen vac¨ªas desde hace tiempo. Pero en Ocon Sur ¡ªel organismo de la Guardia Civil dedicado a luchar contra el narco en Andaluc¨ªa¡ª saben que el lujo sigue vivo, aunque m¨¢s oculto si cabe. A fin de cuentas, el gran elefante de fibra en el jard¨ªn del chal¨¦ de Polo ¡ªuno de los ¨²ltimos narcos de La L¨ªnea en caer tras una redada el pasado mes de abril¡ª a¨²n segu¨ªa surtiendo de agua una enorme piscina con su trompa.
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