En las entra?as de la Fundaci¨®n Gulbenkian, la enso?aci¨®n brutalista que se hizo realidad en un barrio residencial de Lisboa
El empresario armenio Calouste Gulbenkian reuni¨® en su hogar lisboeta una colecci¨®n de arte y mobiliario que termin¨® en la fundaci¨®n que lleva su nombre, uno de los espacios m¨¢s impactantes de Portugal
En la fundaci¨®n Calouste Gulbenkian, en el centro de Lisboa, los l¨ªmites son relativos. Por ejemplo, no hay vallas que separen la calle de los jardines de este complejo muse¨ªstico y cultural, as¨ª que cualquiera puede pasear a cualquier hora por sus senderos de planchas de hormig¨®n que serpentean entre estanques, bosquecillos, praderas y parterres. Pero tampoco hay una distinci¨®n clara entre los jardines y el conjunto de edificios brutalistas que albergan un museo, una biblioteca, auditorios y oficinas.
La vegetaci¨®n rodea los muros y se expande por terrazas, azoteas y patios interiores. Es imposible obtener una sola vista del edificio: lo ¨²nico que percibe el visitante son vistas inesperadas, dise?adas con precisi¨®n de pintor paisajista, cuya suma conforma lo que es, para varias generaciones de lisboetas y for¨¢neos, un rinc¨®n ¨²nico en Portugal y en el mundo.
¡°El edificio y los jardines se dise?aron al mismo tiempo y, por decirlo de alg¨²n modo, brotaron y crecieron a la vez¡±, explica Jo?o Carvalho Dias, comisario del Museo de la fundaci¨®n. ¡°Cuando se inaugur¨®, en 1969, su estilo brutalista impact¨® mucho, porque se encuentra entre edificios hist¨®ricos, bloques de viviendas e incluso una iglesia moderna. Es como una antolog¨ªa de la arquitectura portuguesa¡±, apunta este historiador cuya adolescencia transcurri¨®, en parte, en la biblioteca de este centro, una de las mejor surtidas de Portugal: su instituto estaba muy cerca, as¨ª que acud¨ªa con frecuencia.
Charlamos con ¨¦l en uno de los silenciosos despachos de este edificio de estancias amplias y lineales, extraordinariamente bien conservadas ¡ª¡±en general ha envejecido muy bien, aunque el hormig¨®n requiere cuidados¡±¡ª que, desde su inauguraci¨®n, apenas ha sufrido modificaciones. Afuera, sin embargo, los jardines hierven de actividad. Horas despu¨¦s se celebrar¨¢ aqu¨ª el desfile de moda de la colecci¨®n Resort 2023 de Max Mara, la firma de moda italiana para mujer ¡ªaunque en el desfile participe un hombre luciendo, por primera vez, uno de los legendarios abrigos de la casa¡ª fundada a mediados del siglo XX en Reggio Emilia por la familia Maramotti, que sigue al frente de la misma.
El director art¨ªstico Ian Griffiths ha ideado una colecci¨®n inspirada en la reina del fado, Amalia Rodrigues, y en la poeta Nat¨¢lia Correia, una figura clave en la lucha feminista y antifascista del pa¨ªs. ¡°No busc¨¢bamos una localizaci¨®n sin m¨¢s¡±, sentencia Giorgio Guidotti, presidente de comunicaci¨®n del grupo Max Mara. ¡°Nuestra carta de presentaci¨®n es el compromiso de Max Mara con el arte. Hemos venido a desfilar a un museo, no a una discoteca, y es por algo¡±.
De ese compromiso da fe la otra parte del acuerdo: la firma italiana ha colaborado en la remodelaci¨®n de las salas dedicadas al arte franc¨¦s del siglo XVIII, que abarca desde Luis XIV hasta la Revoluci¨®n, y cuyas obras de arte, mobiliario y orfebrer¨ªa ilustran el gusto omn¨ªvoro y exquisito de Calouste Gulbenkian (1869-1955), el ingeniero, empresario, fil¨¢ntropo y coleccionista armenio que en 1942 recal¨® en Portugal con una fastuosa colecci¨®n de objetos y obras de arte que amueblaron su casa y, tras su muerte, pasaron a nutrir los fondos de la fundaci¨®n que mand¨® instituir.
¡°Gulbenkian empez¨® a comprar mobiliario en 1942, cuando adquiri¨® varias piezas del Hermitage¡±, detalla Carvalho Dias. ¡°En 1943 tambi¨¦n compr¨® un conjunto de obras a los Rothschild, que estaban viviendo en Estoril. Pero no era un coleccionista enciclop¨¦dico. Compraba lo que le gustaba, y con una sensibilidad cl¨¢sica y ecl¨¦ctica¡±.
En las salas del museo conviven pinturas de Turner o Rembrandt con alfombras persas y tejidos de todo el mundo. ¡°A Gulbenkian le interesaban mucho los tejidos y la moda. Estaba suscrito a revistas femeninas y compraba muchos tapices y alfombras¡±, explica Carvalho Dias cuando le preguntamos por la sinergia con la casa italiana, la primera que desfila en sus instalaciones. ¡°Gulbenkian amaba los jardines, y eso se ve en su colecci¨®n de pintura, que incluye retratos y paisajes, o en los patrones florales de las alfombras y la decoraci¨®n vegetal de los objetos isl¨¢micos¡±. En este vergel de hormig¨®n, la vegetaci¨®n encuentra el modo de colarse hasta en las vitrinas.
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