Descubierto el secreto que mantiene en pie el Coliseo: ¡°Ninguna civilizaci¨®n ha creado un hormig¨®n tan duradero¡±
El material de construcci¨®n romano es mejor que el actual. Tras d¨¦cadas de estudio, varias universidades han descubierto que, gracias a la cal viva, es capaz de reparar sus propias grietas
Si hoy mismo golpe¨¢ramos con un pico las juntas de hormig¨®n del Coliseo romano, la punta rebotar¨ªa y no se desprender¨ªa ni un poco de grava. Si insisti¨¦ramos mucho, y tras un sinf¨ªn de embates se creara una grieta, llegar¨ªa lo m¨¢s sorprendente: esa brecha tardar¨ªa menos de dos semanas en cerrarse de nuevo. Ella sola. El cemento, al entrar en contacto con el aire, restaurar¨ªa sus propios poros. Aunque el hormig¨®n romano se llevaba estudiando desde los a?os sesenta, esta ¨²ltima cualidad tan curiosa se ha logrado explicar hace apenas unos d¨ªas.
A principios de enero, universidades de Italia, Suiza y Estados Unidos publicaron una ¨²ltima propuesta cient¨ªfica sobre los secretos del cemento romano. Hasta ahora, se intu¨ªa que este deb¨ªa su fortaleza a las rocas puzolanas, de naturaleza volc¨¢nica y encontradas junto al peque?o pueblo de Pozzuoli, a las faldas del Vesubio (N¨¢poles). Pero hoy sabemos m¨¢s. Los grandes edificios romanos han sobrevivido a milenios de historia no solo por la pureza de sus materiales, sino gracias a un elemento concreto: la cal viva. Toda una paradoja: los romanos creaban arquitectura con la misma sustancia que conocemos por lo contrario, por corroer la materia.
Tradicionalmente, el hormig¨®n resulta de mezclar dos ingredientes distintos. Uno es el armaz¨®n, esto es: el s¨®lido, la grava que supondr¨¢ el grueso del compuesto. Esto es parte del ¨¦xito del cemento romano porque encontraban esa materia, siempre pura, en Pozzuoli, y desde all¨ª viajaba hasta el resto de Roma.
El giro llega en el segundo componente: el ligante o pegamento, una sustancia que ayuda a mantener la grava unida. Hasta ahora, se sab¨ªa que los romanos eleg¨ªan la cal, pero siempre fr¨ªa, apagada con agua. ¡°El mismo Vitrubio, conocido por sus tratados de arquitectura, recomienda hidratar la cal durante al menos seis meses¡±, recuerda Pablo Guerra, arque¨®logo y profesor en la Universidad de Castilla-La Mancha. Su tesis doctoral trat¨® sobre los materiales de construcci¨®n romanos. Como explica, la mezcla de grava y cal apagada provoca esa reacci¨®n qu¨ªmica que logra aglutinar el hormig¨®n que todos conocemos.
?Qu¨¦ han descubierto, entonces, las universidades que han estudiado juntas, desde diferentes rincones del mundo, el hormig¨®n de Roma? Pues que al preparado tradicional, compuesto de grava y cal apagada, los romanos agregaban durante la mezcla tambi¨¦n cal viva, reci¨¦n salida del horno y aun ardiendo. Gracias a esto, las grandes construcciones de Roma no solo han llegado hasta nuestros d¨ªas. Tardaban mucho menos en levantarse.
¡°La cal viva acelera el endurecimiento del hormig¨®n y lo vuelve m¨¢s resistente, siempre que se agregue durante la misma mezcla de los materiales. Adem¨¢s, gracias a ella, el material reacciona muy bien al contacto con el aire. Los poros del hormig¨®n se cierran solos al mezclarse con el carbono del ambiente¡±, explica Guerra. Por este motivo, siglos despu¨¦s, cualquier grieta en una construcci¨®n romana apenas requerir¨¢ unos d¨ªas para cerrarse sola. Tambi¨¦n es la raz¨®n por la que el hormig¨®n del Coliseo, o del Pante¨®n de Agripa, jam¨¢s se ha reforzado con otros materiales. Este cemento se pod¨ªa emplear no solo para soportar grand¨ªsimas construcciones, sino mosaicos muy finos. Guerra menciona los presentes en la villa romana de Noheda, en Cuenca. Cuando la grava del compuesto es especialmente peque?a, y la mezcla puede colarse entre huecos m¨¢s estrechos, esta se denomina mortero.
Mejores que ahora
¡°El cemento romano es el mejor. Ninguna civilizaci¨®n hist¨®rica, tampoco la actual, ha creado un hormig¨®n tan duradero. Hasta ahora, esto siempre se hab¨ªa atribuido a la arena puzolana. Pero esta investigaci¨®n promete revolver tambi¨¦n la construcci¨®n de nuestro tiempo¡±, sentencia Carmen Mart¨ªnez. Esta doctoranda investiga la arqueolog¨ªa romana en Cartagena, donde trabaja desde hace 12 a?os. Y prosigue: ¡°A¨²n recuerdo una excavaci¨®n en la que tuvimos que retirar un trozo de hormig¨®n romano. Fue tremendo. No hab¨ªa manera, por mucho que pic¨¢ramos, y no recuerdo ning¨²n otro material con el que pasara algo as¨ª¡±.
Habr¨¢ quien se pregunte c¨®mo es posible que hoy, a pesar de todos los avances tecnol¨®gicos que nos acompa?an, los hormigones sean m¨¢s endebles que en los tiempos de Roma. ¡°Aunque pueda sorprendernos, los romanos no conoc¨ªan la qu¨ªmica de los materiales. Funcionaban por tanteo, ensayo y error. Tras probar unos ingredientes y otros, eran muy h¨¢biles a la hora de elegirlos y utilizarlos¡±, afirma Guerra. Al igual que Mart¨ªnez, ¨¦l sostiene que los cementos romanos son los m¨¢s resistentes, y que los ¨²ltimos descubrimientos sobre ellos pueden mejorar la arquitectura actual.
Ahora, el hormig¨®n romano tambi¨¦n era excepcional por motivos pol¨ªticos, de sentido del Estado y la producci¨®n. ¡°A diferencia de lo que hacemos nosotros, los romanos nunca levantaron 15.000 viviendas de golpe. ?Para qu¨¦ iban a hacerlo? Ellos creaban mucho, pero de una forma equilibrada¡±, sostiene Guerra. Cuando realiza alguna restauraci¨®n, ¨¦l prepara su propio compuesto, en lugar de comprarlo en sacos, y sigue la receta de Vitrubio: deja la cal en remojo al menos medio a?o. Tambi¨¦n tamiza ¨¦l mismo la grava para elegir la mejor, como hac¨ªan los romanos. Seg¨²n cuenta, as¨ª se logra un hormig¨®n no solo m¨¢s resistente, sino respetuoso con el planeta. De hecho, la entrada de la Wikipedia define a la puzolana como un ecomaterial.
Porque no solo los historiadores alaban el cemento romano y entienden que este supera al actual. Alfonso Barr¨®n, arquitecto contempor¨¢neo y experto en materiales, comparte esta idea: ¡°Adem¨¢s de reparar sus propias grietas, la cal del hormig¨®n romano va adquiriendo dureza con los a?os. Seg¨²n pasa el tiempo, recupera las propiedades de la caliza, la roca original de la que se extrajo. Es m¨¢s joven cada d¨ªa. Mientras tanto, el cemento Portland, el que utilizamos desde el siglo XIX, realiza el camino opuesto: envejece y se deteriora¡±. Como intuyen los arque¨®logos consultados, ninguna de las torres de Chamart¨ªn sobrevivir¨¢ al Coliseo.
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