C¨®mo las antes despreciadas plantas de pl¨¢stico salieron de los cementerios para arrasar en la decoraci¨®n de interiores
No hay que regarlas, sobreviven en casi cualquier entorno y son un elemento decorativo cada vez m¨¢s realista, seg¨²n usuarios y fabricantes. Solo hay un problema con estas plantas: no son plantas
En la madrile?a calle de Postas, la populosa v¨ªa peatonal que une la Puerta del Sol y la Plaza Mayor, una improbable cascada de verdor cae desde cuatro balcones sobre una tienda de bisuter¨ªa. Macizos de flores rosas, a juego con el letrero caligr¨¢fico de la firma, completan esta singular celebraci¨®n de la primavera. Con una aplicaci¨®n m¨®vil de reconocimiento de plantas se pueden identificar las flores: son proteas, tambi¨¦n conocidas como alfileteros. Pero lo que la inteligencia artificial de la aplicaci¨®n no es capaz de advertir es que las flores no son naturales sino de pl¨¢stico, como la cascada verde de los balcones y como tantos rincones y detalles de apariencia vegetal que en los ¨²ltimos a?os han proliferado de manera extraordinaria en todo tipo de espacios p¨²blicos.
Sin salir del centro de Madrid, los incontables ejemplos de esta apoteosis del simulacro asaltan cada poco al paseante. La pared exterior del portal de un edificio de oficinas aparece ¨ªntegramente cubierta con un inveros¨ªmil seto continuo de boj, salpicado de bloques geom¨¦tricos de lavanda, ramas de hiedra, alg¨²n geranio y ramilletes de hortensia blanca (m¨¢s es m¨¢s). En un mercado municipal cercano, bajo las escaleras mec¨¢nicas, se ha habilitado una suerte de ¨¢rea de descanso tapizada con c¨¦sped artificial y m¨®dulos de jard¨ªn vertical, equipada con muebles hechos de pal¨¦s blanqueados y un ne¨®n flanqueado por dos kentias artificiales. Un arco de flores rojas, jazm¨ªn y falsas vivaces y una pareja de palmeras descoloridas por el sol dan la bienvenida a uno de los restaurantes de un medi¨¢tico chef con varias estrellas Michelin.
La tendencia llega a todas partes. En la ¨²ltima edici¨®n de ARCO, la barra de la sala VIP brotaba de una espesura de helechos y distorsionaba la depurada arquitectura ef¨ªmera proyectada por Hanghar y estudio DIIR. Incluso en el flamante The Madrid Edition, el hotel dise?ado por un ap¨®stol de la simplicidad como John Pawson, sorprende en la ¨²ltima planta el vergel del restaurante Oroya, en cuyo comedor las plantas naturales conviven con una tupida cubierta vegetal¡ artificial.
En pocos a?os, la tradicionalmente denostada planta falsa (aunque muy aut¨¦ntica y tangible en su falsedad) se ha convertido en un recurso decorativo leg¨ªtimo y omnipresente. De alguna manera, la discutida arquitectura verde representada por iconos como el Bosco Verticale de Stefano Boeri o el preciosista jard¨ªn vertical incorporado por Herzog y De Meuron a su proyecto para CaixaForum Madrid parece haberse trasladado a la decoraci¨®n. Incluso contra los elementos: a falta de luz natural, la vegetaci¨®n sint¨¦tica se ha extendido con pujanza tropical. Y del interior al exterior, donde ya convive con naturalidad con las plantas naturales, aun a riesgo de volverse azules en poco tiempo por las inclemencias meteorol¨®gicas.
Lo confirma Ana Merino, jefa de producto Jard¨ªn de Leroy Merlin en Espa?a: solo durante 2022, la gama de planta artificial ha experimentado un crecimiento del 25 por ciento en los establecimientos de la cadena. A su juicio, esta tendencia se explica por ¡°la versatilidad y practicidad¡± de unos productos que no requieren cuidados y que representan ¡°una alternativa ideal para los espacios en los que las condiciones no son ¨®ptimas para el cultivo de plantas naturales¡±. Tambi¨¦n para los clientes que ¡°quieren plantas en su hogar o terraza, pero no disponen de tiempo¡± para cuidarlas, o desean ¡°tener plantas siempre perfectas¡± en sus segundas residencias ¡°sin preocuparse por su mantenimiento¡±.
¡°Desde hace unos ocho a?os existe esta tendencia a buscar m¨¢s verde, y la pandemia lo potenci¨® al m¨¢ximo¡±, asegura Guillermo Font de Matas, responsable de comunicaci¨®n de Lidexgroup. Esta empresa catalana comenz¨® su andadura en 1998 dedicada a la flor artificial para cementerios. Desde entonces, ha ido creciendo y diversificando su oferta, hasta crear en 2017 una marca espec¨ªfica enfocada a la importaci¨®n y venta de planta y ¨¢rbol artificial, hoy la especialidad de la casa, para Espa?a, Portugal e Italia. La evoluci¨®n t¨¦cnica reciente ha permitido combinar ca?as, troncos preservados y otros elementos naturales con hojas y detalles muy perfeccionados para crear ¡°una realidad nueva¡±.
¡°Ese es el reto de la industria, crear plantas hiperrealistas que incluso al tacto te cueste identificar como artificiales¡±, afirma ?scar Gallego, CEO y cofundador de Blaine. Tras probar suerte con el negocio de las rosas para Sant Jordi, Gallego y sus socios apostaron en 2020 por este sector en progresi¨®n ascendente, y hoy fabrican y comercializan planta artificial para particulares y profesionales. Seg¨²n Gallego, no se trata tanto de un boom como de ¡°un cambio en las tendencias de consumo¡±. El salto de calidad del producto en los ¨²ltimos a?os ¡°ha coincidido con un momento social y econ¨®mico en el que las empresas y los ciudadanos se rigen por variables cost-effective. Compras algo para que te dure. Y la planta artificial cubre muy bien esa demanda del nuevo consumidor¡±.
Seg¨²n Gallego, ¡°cada vez se habla menos de la calidad de los espacios y m¨¢s de generar experiencias. Se trata de generar un impacto, de que los clientes alucinen, y eso te lo ofrece la planta artificial¡±, con un coste ajustado y sin mantenimiento. ¡°Cuando vas a un restaurante no te planteas si es natural o artificial. Recuerdas que era muy bonito porque estaba decorado con plantas. Los recelos vienen del mal producto, de la mala experiencia de ver una planta poco realista¡±, sostiene.
¡°Queremos huir del hormig¨®n, de la dureza de la ciudad, y entrar en un punto de desconexi¨®n y de bienestar. Para ello, la planta es un recurso b¨¢sico¡±, apunta Jorge Lozano, arquitecto y fundador de Proyecto Singular. Su estudio realiz¨® el interiorismo de Perrachica, el local de inspiraci¨®n colonial que en 2015 cre¨® tendencia en cuanto al uso de vegetaci¨®n artificial, y de otros restaurantes frondosos como Botania, tambi¨¦n en Madrid, o La Diva, en Valencia. Cuando pueden intentan utilizar plantas naturales, ¡°pero no siempre es posible¡±. La calefacci¨®n, el aire acondicionado y la falta de luz son los principales obst¨¢culos para hacerlo. Tambi¨¦n el maltrato recurrente que suelen sufrir durante los servicios. ¡°Te tiran un whisky y la planta se muere¡±. A veces, la vegetaci¨®n natural tambi¨¦n es incompatible con la actividad. La experiencia dice que no se puede comer debajo de un bosque colgante de helechos aut¨¦nticos.
No obstante, la premisa de Lozano y su equipo siempre ha sido crear proyectos de calidad. Por ello contratan a paisajistas de primer orden como Fernando Martos, que trabaj¨® con ellos en Perrachica y Habanera, y que en los ¨²ltimos a?os se han adaptado a la demanda de uso de planta artificial. Rent a Garden es otro de los estudios que ha trabajado con Proyecto Singular. Suyo es el cielo vegetal de Botania, y tambi¨¦n la selva interior de Amaz¨®nico, de 2016. ?Fue el primer restaurante que hicimos. Ah¨ª empezamos a usar plantas artificiales de muy buena calidad que mezclamos con naturales para crear un entorno selv¨¢tico pese a la falta de luz natural?, explica Bel¨¦n Moreu, directora, junto a su socia Clara Mu?oz-Rojas, de este estudio volcado desde su creaci¨®n en 2008 en jard¨ªn y paisajismo convencional, pero que a partir del ¨¦xito de Amaz¨®nico comenz¨® a realizar este tipo de trabajos, siempre desde un enfoque paisaj¨ªstico y natural. Como en el cine-bar Sala Equis, donde se trat¨® de recrear un espacio abandonado en el que se ha colado la naturaleza, con hiedras y enredaderas que parecen comerse el edificio.
¡°No es nuestro fuerte, pero en un momento dado fue un reto. Solo hemos cogido proyectos de calidad. No concebimos hacer algo que no parezca lo m¨¢s real posible, y que sea muy bello. Una fantas¨ªa¡±, asegura. Centrada actualmente en la creaci¨®n de jardines, Moreu tiene la sensaci¨®n de que la profusi¨®n de plantas artificiales ¡°ya no suma en un restaurante. Ha sido una necesidad de un momento dado, pero se ha saturado un poco. Ahora creo que cuentan m¨¢s aspectos como la iluminaci¨®n. Si alguien quiere montar un restaurante con plantas, tendr¨¢ que tener las condiciones adecuadas para que se den¡±.
¡°Es innegable lo que las plantas aportan mucho a nivel de interiorismo. Ha sido tendencia y todav¨ªa te lo piden. Durante una ¨¦poca no hab¨ªa un restaurante que no tuviera un platanero. Pero sucede como en todo: se ha hecho mucho y yo dir¨ªa que est¨¢ a la baja¡±, corrobora Jorge Lozano. Adem¨¢s, parece que el discurso ecol¨®gico ha terminado por calar. ¡°Cada vez m¨¢s clientes se preocupan por ello y quieren transmitirlo. Prefieren tener una buena planta natural junto a una ventana que llenar de fake el local¡±.
Pese a todo, empresas como Blaine no renuncian a subirse al carro de la sostenibilidad. ¡°Nuestras plantas no requieren de pesticidas ni de riego. Eliminamos todo tipo de uso de agua. Apostamos por la producci¨®n y el consumo responsable. Casi todos nuestros productos llevan un componente natural o est¨¢n producidos con pl¨¢sticos reciclables. Recogemos las plantas que ya no quieren los clientes y generamos con ellas nuevos pl¨¢sticos para nuevos productos. Y queremos ir al mar para recoger residuos y reaprovecharlos. Nuestro objetivo es que todos nuestros productos sean 100% reciclados. Por una convicci¨®n como compa?¨ªa y por una tendencia de consumo¡±, defiende su consejero delegado, ?scar Gallego.
Puede que el recurso generalizado a la planta artificial haya comenzado a desaparecer de las mesas de los interioristas m¨¢s punteros, pero, como suele suceder con todas las tendencias consolidadas, su onda larga promete vibrar una buena temporada en manos de aficionados a la decoraci¨®n y particulares antes de extinguirse definitivamente, si es que lo hace. De momento, ah¨ª siguen en las terrazas, de cara a la temporada primaveral, las trepadoras de pl¨¢stico en las mamparas y los peque?os tiestos de suculentas sint¨¦ticas; dos formatos de vegetaci¨®n sint¨¦tica particularmente persistentes (y prescindibles). Quiz¨¢ haga falta un eslogan ecologista que advierta de que, siempre que se pueda elegir, las plantas falsas de hoy son los micropl¨¢sticos de pasado ma?ana. Pero, preguntados al respecto para este art¨ªculo, al menos en Greenpeace no tienen de momento ?a nadie especialista en dicho campo?.
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