John Pawson, el caballero del Imperio brit¨¢nico que vive en un 'monasterio' de hormig¨®n
El arquitecto brit¨¢nico acaba de ser reconocido por Isabel II de Inglaterra en sus condecoraciones de A?o Nuevo como Caballero de la Orden del Imperio Brit¨¢nico. Visitamos su casa en Notting Hill, comenzada en 1997, para comprobar que ha envejecido mejor que un queso Stilton
Algo curioso del jard¨ªn comunitario al que da la casa de John Pawson (Halifax, 1949) en el barrio de Notting Hill es que a sus puertas se suelen quedar grupitos de turistas espa?oles que piensan, equivocadamente, que es el mismo donde se rodaron las escenas m¨¢s rom¨¢nticas de Notting Hill, la pel¨ªcula.
Lo cuenta el arquitecto brit¨¢nico minutos antes de una tormenta que nos obliga a refugiarnos en el c¨¢lido t¨²nel blanco que ¨¦l llama cocina: la estancia principal de la casa que comparte con su mujer, Catherine, desde hace 20 a?os. ¡°Antes viv¨ªamos en Nottingdale, que es como el fondo de Notting Hill. Lo llamaban la frontera, porque la casa de enfrente era un centro de acogida donde alojaban a los expresidiarios en proceso de reinserci¨®n. Era bastante¡ colorido¡±, cuenta.
Cuando un heroin¨®mano muri¨® en su portal, Catherine empez¨® a buscar casa y Pawson vio potencial en esta t¨ªpica construcci¨®n adosada, alta y estrecha, con un frondoso jard¨ªn perfecto para sus hijos, Caius y Benedict, que entonces ten¨ªan siete y 10 a?os. No ten¨ªan dinero, tuvieron que pedirlo prestado. ¡°Fue muy estresante, porque nos embarcamos en un proyecto bastante ambicioso que, desde luego, no era lo que Catherine quer¨ªa. Pero no quise ceder¡±.
Se refiere a la renovaci¨®n del interior. La casa fue pr¨¢cticamente reconstruida. Pusimos una estructura de hormig¨®n de 250 toneladas, porque todos los suelos son de piedra. Nadie tiene suelos de piedra a partir del primer piso en Londres, porque las vigas suelen ser de madera. Ni las casas m¨¢s suntuosas.
¡ª ?A ella le gust¨®?
¡ª ?S¨ª! Al final me dio un beso. Aqu¨ª tenemos todo lo que necesitamos, solo que est¨¢ metido en armarios.
Uno de los primeros admiradores de la capacidad de Pawson para meterlo todo en armarios fue el malogrado escritor de viajes Bruce Chatwin, a quien conoci¨® a trav¨¦s de su novia, y que en 1982 lo llam¨® para dise?ar su casa, una habitaci¨®n m¨ªnima en el car¨ªsimo barrio de Belgravia. ¡°Pawson es un enemigo del posmodernismo y otras arquitecturas sin sentido. Sabe cu¨¢nto malgastamos el espacio en occidente y hace habitaciones simples y armoniosas que te refugian del horror de Londres. As¨ª que le ped¨ª un cruce entre una celda y un camarote¡±, escribe Chatwin en Un lugar donde dejar el sombrero, la pieza que le dedic¨® a su arquitecto.
Luego, el escritor describe el sill¨®n napole¨®nico que compr¨® en una subasta para amueblar su apartamento, completando as¨ª el retrato de esos espacios despojados, pero fabulosos, que el brit¨¢nico sigue proyectando hoy, y que lo han hecho famoso.
Pawson lo pasa mal filosofando. Prefiere describirse a s¨ª mismo como un perfeccionista, y las lujosas viviendas que firma, como ¡°casas simples y bonitas¡±. En general, esquiva la grandilocuencia: ¡°No me llegu¨¦ a licenciar, pero me dio tiempo a hacer una lista de t¨¦rminos que jam¨¢s usar¨ªa, como arquitect¨®nico¡±, r¨ªe. Enumera las piezas de arte minimalista que ha ido colocando en casa desde que se mud¨® ¨Cun Carl Andr¨¦ en la cocina, un Dan Flavin en la escalera, un Donald Judd en el sal¨®n o un dibujito de Picasso, la ¨²nica obra vagamente figurativa, en el aseo¨C, pero renuncia a hablar de colecci¨®n. ¡°Es para los chicos. Es una forma de ahorrar para ellos¡±.
¡°Por un lado John es un poco un outsider, y por otro, un arquitecto muy tradicional: trabaja en un estudio peque?o y no se comporta como una marca. Acomete cada proyecto porque le gusta, porque le provoca placer, y dolor, personal¡±, dice Deyan Sudjic, director del Design Museum de Londres, que confi¨® en la fina intuici¨®n y en la falta de pretensiones de Pawson para renovar la nueva sede del centro, abierto desde 2016. Sudjic coloca a Pawson junto a Tadao Ando o Luis Barrag¨¢n, dos disidentes de la arquitectura que, ¡°como ¨¦l, llegaron por rutas distintas a la profesi¨®n¡±.
"Cuando [los monjes de la orden del C¨ªster] vieron mi casa me dijeron: 'Esto es demasiado austero para nosotros, ?no cree?'. Entonces me asust¨¦ porque, claro, son los monjes m¨¢s... minimal"
La casa de Pawson es tan famosa para cualquier aficionado a mirar fotos de arquitectura que recorrerla produce una inevitable sensaci¨®n de d¨¦j¨¤ vu. Pero la vivienda se crece, precisamente, porque ni est¨¢ tan vac¨ªa ni tan impoluta: las puertas del mueble continuo de la cocina est¨¢n un poco desajustadas, el mueble de bronce del sal¨®n tiene cercos de vasos y, en general, las superficies tienen uso. Como un jersey bueno a?os despu¨¦s de comprarlo.
Seguramente fue esa sensaci¨®n de calidad perdurable lo que anim¨® a la orden del C¨ªster a solicitar sus servicios. ¡°Vinieron aqu¨ª y, cuando vieron el espacio, que ten¨ªa menos cosas que ahora (no hab¨ªa obras de arte y posiblemente tampoco alfombra ni sof¨¢), me dijeron: ¡°Esto es demasiado austero para nosotros, ?no cree?¡±. Entonces me asust¨¦ un poco, porque, claro, son trapenses cistercienses, que son los monjes m¨¢s¡ minimal¡±.
De aquella reuni¨®n naci¨® uno de los encargos fundamentales en la carrera de Pawson: el monasterio de Novy Dvur, en la Rep¨²blica Checa. Una obra en curso (ahora est¨¢ construyendo una capilla y un centro de visitantes) que para ¨¦l es ¡°el proyecto de una vida¡±. Novy Dvur recoge los principios de luz, simplicidad y amplitud de la arquitectura cisterciense. Expresa espiritualidad con un idioma contempor¨¢neo, aunque algunos monjes criticaran el proyecto por preciosista. ¡°Bueno¡¡±, responde, buscando las palabras, ¡°lo que pasa es que en los ¨²ltimos a?os los monjes trapenses han cambiado sus h¨¢bitos y tienen que trabajar algunas horas para cubrir los gastos de su comunidad. Creo que los m¨¢s j¨®venes pensaban que, si hubi¨¦ramos construido m¨¢s barato, no tendr¨ªan que trabajar. Sus mayores s¨ª comprendieron la necesidad de tener buena arquitectura, que haga la vida f¨¢cil y que dure m¨¢s¡±.
Quiz¨¢ su cliente m¨¢s c¨¦lebre es Calvin Klein, el dise?ador de moda para quien el minimalismo no es renuncia sino una forma m¨¢s elevada de ser sexi, y con quien tambi¨¦n comparte esa particular maldici¨®n que es el perfeccionismo. Pawson ha dise?ado para ¨¦l casas, tiendas y, sobre todo, el buque insignia que el creador estadounidense abri¨® en Madison Avenue en 1995. En su primera cita pasaron 12 horas reunidos, ¡°pero no logramos pasar del marco del escaparate¡±, cuenta riendo. ¡°Calvin es muy valiente. Le dije que me gustar¨ªa que no hubiera juntas en los cristales de la fachada y lo siguiente fue que tuvimos que cortar Madison Avenue y meter una gr¨²a para colocar esos cristales de tres alturas. Eran los m¨¢s grandes que se pod¨ªan conseguir¡±.
La educaci¨®n de Pawson fue cualquier cosa menos exc¨¦ntrica. Naci¨® en Yorkshire en una familia acomodada. Sus abuelos eran metodistas. Creci¨® en los moors, las colinas peladas del norte de Inglaterra. ¡°Un paisaje sin ¨¢rboles, algo que me encanta¡±. Viv¨ªan en una casona del siglo XVII. ¡°Era bonita, en cuanto a que el centro estaba en la cocina, como aqu¨ª. Soy el peque?o de seis hermanas y, cuando se iban yendo, mi padre tiraba tabiques para hacer menos dormitorios, pero m¨¢s grandes. Yo no a?ad¨ªa muebles aunque mi cuarto aumentara, y al final me qued¨¦ con una habitaci¨®n enorme medio vac¨ªa¡±. Se queda pensativo y a?ade: ¡°Siempre he sentido la necesidad de controlar mi espacio. Supongo que por eso no me gustan los restaurantes¡±. ?Porque siempre ve cosas que est¨¢n mal? ¡°No, he aprendido a apagarme, porque si no me volver¨ªa loco, pero no me gusta escuchar m¨²sica mientras como. Ni el aire acondicionado¡±.
Pawson est¨¢ en un buen momento. De un tiempo a esta parte recibe m¨¢s encargos de envergadura, como el ¨²ltimo hotel The Jaffa en Tel Aviv. Ha superado la inseguridad del arquitecto que empieza y se permite ¡°escuchar¡± a sus clientes. Incluso ha aprendido a convivir con cosas a la vista, aunque, para su gusto, ahora en su casa haya ¡°demasiadas¡±: incluso el sof¨¢ de su sal¨®n es una adquisici¨®n reciente, porque el sill¨®n, en general, no le parece una pieza de mobiliario particularmente elegante (¡°donde mejor se est¨¢ es en el banco, junto a la chimenea¡±, se queja).
En su nuevo proyecto, su nueva casa de campo en la regi¨®n de los Cotswolds con tres cocinas, tres salones y cinco dormitorios, tambi¨¦n habr¨¢ sof¨¢. Pero esta vez el matrimonio ha preferido hablarlo desde el principio. ¡°Catherine ha comprado uno de Donald Judd¡±, explica Pawson, ¡°de los aut¨¦nticos¡±. Y se interrumpe, como pidiendo disculpas por la magnitud del tinglado. ¡°Ya s¨¦ que con la edad la gente tiende a reducir, pero¡¡±, dice, encogi¨¦ndose de hombros.
Esta entrevista, que recuperamos ahora con motivo del reciente nombramiento de John Pawson como Caballero de la Orden del Imperio Brit¨¢nico, fue publicada originalmente en el n¨²mero 2 de ICON DESIGN, de oto?o de 2017.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.