¡°Fracasando una y otra vez¡±: c¨®mo James Dyson hizo la mayor fortuna de Reino Unido convirtiendo sus aspiradoras en codiciados objetos de deseo
El ingeniero y dise?ador industrial ha cambiado la vida dom¨¦stica con sus radicales inventos: ¨¦xito que ha conseguido, asegura, fallando
No todos los d¨ªas est¨¢ uno en presencia de la mayor fortuna del Reino Unido. Sir James Dyson (nacido hace 75 a?os en Cromer, en la Inglaterra meridional) es Caballero de la Orden del Imperio Brit¨¢nico y tiene un patrimonio que ronda los 25.000 millones de euros. Eso le sit¨²a muy cerca de la cumbre de los rankings mesocr¨¢ticos mundiales que elaboran revistas como Bloomberg o Forbes. El suyo es, adem¨¢s, dinero generado en gran medida a trav¨¦s de la actividad creativa e industrial, no de la especulaci¨®n ni de la prestidigitaci¨®n financieras.
Porque Dyson, tal y como ¨¦l mismo resalta, es ingeniero e inventor. Lo es de cuna, porque, seg¨²n a?ade, se recuerda ¡°desde siempre¡± hurgando en la trastienda de objetos de todo tipo ¡°para descubrir c¨®mo funcionaban¡±. Uno de los primeros objetos que despertaron su fascinaci¨®n fueron ¡°las motocicletas, que eran piezas de ingenier¨ªa pura, dise?adas para mostrar de forma expl¨ªcita lo que hacen, a diferencia de los coches, que con frecuencia optan por un dise?o mucho m¨¢s ornamental¡±. Esa idea intuitiva de que el mejor dise?o es el que exhibe sus cartas con honestidad y elegancia viene a ser una de las constantes que permean su trabajo.
Dyson asegura que consigui¨® amasar su fortuna ¡°fracasando una y otra vez¡±. Claro que lo que ¨¦l denomina fracasos fueron m¨¢s bien tentativas infructuosas que le sirvieron de trampolines para seguir intent¨¢ndolo. 5.127 prototipos en el caso de su invento crucial, la G-Force, la aspiradora cicl¨®nica sin bolsa a cuyo dise?o dedic¨® los cuatro a?os m¨¢s intensos de su vida y que empez¨® a comercializarse en 1986, pese al boicot de muchos minoristas brit¨¢nicos que hab¨ªan encontrado en el recambio de bolsas un nicho de mercado al que no estaban dispuestos a renunciar f¨¢cilmente. Las G-Force triunfaron en primer lugar en Jap¨®n, un pa¨ªs que no entiende de inercias gremiales, y se extendieron a continuaci¨®n por todo el mundo.
Hoy, la amplia gama de aspiradoras Dyson, con y sin cable, de dise?o futurista y dotadas con un sistema de vaciado higi¨¦nico, se venden solas pese a costar m¨¢s de 300 euros. Sobre esta s¨®lida roca, una de las invenciones con mayor impacto transformador de la recta final del siglo XX en opini¨®n de compa?eros de profesi¨®n como el dise?ador industrial William Welch, Sir James empez¨® a construir un abrumador cat¨¢logo de objetos con sello Dyson. Lavadoras, secadoras de manos y de pelo, ventiladores, purificadores de aire, auriculares e incluso un prototipo de coche el¨¦ctrico que, en palabras del propio inventor, ¡°al final nunca ver¨¢ la luz, porque aunque se trataba de un dise?o t¨¦cnicamente impecable, comprendimos que no resultar¨ªa competitivo¡±.
Dyson insiste ahora en que su principal cualidad, por encima incluso de la inventiva, es ¡°la perseverancia¡±: ni en los momentos en que todo parec¨ªa desmoronarse renunci¨® a ¡°seguir intent¨¢ndolo¡±. El veterano ingeniero recibe a un peque?o grupo de periodistas internacionales en una finca regia del barrio parisino de Saint-Germain-des-Pr¨¦s, a orillas del Sena. Cruzamos bellos patios y estancias en reverente silencio hasta alcanzar el amplio gabinete en que nos espera Sir James, con jersey gris de cuello vuelto, sentado en un exquisito sof¨¢ modular junto a una chimenea el¨¦ctrica. Quiere hablar del libro que public¨® hace unos meses, Invention: A Life of Learning Through Failure, cr¨®nica de toda una vida dedicada a fracasar ¡°a lo grande¡±, sin reticencias ni prejuicios, pero est¨¢ dispuesto tambi¨¦n a contestar preguntas sobre cualquier otra cosa. Recuerda sus estudios de mobiliario y arquitectura de interiores en la Royal College of Art, entre 1966 y 1970, como ¡°la oportunidad de sumergirse en un Londres fascinante¡±. El de los primeros conciertos de Pink Floyd, ¡°la exuberancia y el colorido¡± de tiendas de ropa como Kleptomania, en Carnaby Street, dise?adores de moda como Ossie Clark y, sobre todo, la que hoy considera su principal influencia intelectual y est¨¦tica, el pintor David Hockney: ¡°Yo me estaba formando para una profesi¨®n, el dise?o, que por entonces ni siquiera ten¨ªa nombre, aunque ya existiesen referentes de modernidad y excelencia como la Bauhaus. Hockney es el m¨¢s brillante de los artistas contempor¨¢neos que pasaron por nuestra escuela. Su principal cualidad, m¨¢s all¨¢ del talento, es que es un investigador infatigable. ?l me inculc¨® la idea de que arte y dise?o industrial son, en esencia, actividades creativas, y que no se pueden desconectar funcionalidad y belleza¡±.
Para Dyson, es motivo de orgullo que varias de sus creaciones se hayan exhibido en museos, como ocurre con la aspiradora DC02, que forma parte de la colecci¨®n permanente del MOMA desde 1994, o de la propia G-Force, uno de los 12 objetos ¡°dignos de ser preservados¡± que el London Design Museum reuni¨® en una muestra ben¨¦fica en 2016. Ese espaldarazo del mundo del arte confirma al dise?ador en su intuici¨®n de que los objetos ¨²tiles pueden ser hermosos. Dyson mira hacia atr¨¢s y llega a conclusiones parad¨®jicas: ¡°La experiencia no tiene ning¨²n valor. No podemos confiar en el pasado para que nos ayude a resolver los problemas que nos plantea el presente¡±. La ¨²nica receta consiste en seguir fracasando para aproximarse, pelda?o a pelda?o, al ¨¦xito: ¡°Sigo acudiendo al estudio cada ma?ana, intento rodearme de talento y de juventud, de colaboradores con ideas frescas y sin prejuicios. He preservado mi independencia, mi derecho a seguir trabajando sin depender de mis socios comerciales ni del departamento financiero ni del de marketing. Los que trabajan conmigo saben perfectamente cu¨¢l es mi criterio: yo os traer¨¦ un objeto dise?ado en el laboratorio sin interferencias creativas de ning¨²n tipo y luego os pedir¨¦ que me ayud¨¦is a venderlo¡±.
Esta forma de hacer implica, como reconoce ¨¦l mismo, el pago de peajes dolorosos, como la citada cancelaci¨®n, en 2019, del proyecto de dise?o de un coche el¨¦ctrico que pretend¨ªa competir con Tesla: ¡°Llegu¨¦ a reunir a m¨¢s de 500 personas trabajando en un prototipo que iba a ser eficaz, pero no eficiente. Llegado un cierto punto, comprobamos que las grandes compa?¨ªas estaban dispuestas a producir a p¨¦rdidas para hacerse con una cuota significativa de mercado, algo que nosotros no pod¨ªamos permitirnos. As¨ª que cancel¨¦ el proyecto. Fue una decisi¨®n muy dolorosa desde el punto de vista empresarial y creativo, pero ning¨²n esfuerzo cae completamente en saco roto: todo ese aprendizaje tecnol¨®gico podr¨¢ aplicarse en otros proyectos y gran parte del talento que reclutamos se qued¨® en la empresa¡±.
El fracaso es f¨¦rtil, nos dice Dyson una y otra vez. Es el combustible de la innovaci¨®n. Y la innovaci¨®n ¡°es lo ¨²nico que de verdad importa¡±. Sir James explica que parte de sus esfuerzos en la sostenibilidad (¡°el ahorro energ¨¦tico es el gran reto contempor¨¢neo, y el futuro de nuestras sociedades depender¨¢ en gran medida de c¨®mo lo resolvamos¡±) y en proyectos como su red de granjas org¨¢nicas o la Dyson Foundation, que administra en colaboraci¨®n con su esposa, la pintora Deirdre Hindmarsh. El inventor se presenta como un entusiasta de su profesi¨®n para el que la vida consiste en mantenerse siempre ocupado: ¡°Si algo no soy¡±, explica con vehemencia, ¡°es un hombre de negocios. Escriban eso, porque me gusta que quede claro¡±. Los disc¨ªpulos de Hockney, como ¨¦l, solo saben ganar dinero fracasando.
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