El traje azul con el que Biden quiere ¡°recuperar el decoro¡±
Con un riguroso dos piezas del dise?ador estadounidense Ralph Lauren, el nuevo presidente resume con su elecci¨®n el que pretende que sea su legado
En su investidura como presidente de Estados Unidos, que ha tenido lugar este 20 de enero en Washington, Joe Biden ha aparecido vestido como se esperaba: con traje azul marino, camisa blanca, corbata azul y abrigo de vestir.
En el mismo instante en que daban comienzo los preparativos de la investidura, el peri¨®dico especializado WWD ha confirmado el dato que hab¨ªa anticipado una semana antes: que el traje y el abrigo elegidos por Biden para el d¨ªa m¨¢s importante de su trayectoria llevan la firma de Ralph Lauren, y han sido confeccionados en el taller de la veterana casa Hickey Freeman en Rochester, Nueva York. Desde el propio equipo de la marca han declarado que la elecci¨®n del presidente es ¡°una declaraci¨®n sartorial simb¨®lica que defiende el regreso al decoro y a los valores de Estados Unidos¡±. La firma fundada por Ralph Lauren en 1967 ha reivindicado siempre una visi¨®n cl¨¢sica, equilibrada y c¨®moda del estilo norteamericano. Un estilo entre pr¨¢ctico y aristocr¨¢tico, basado en la tradici¨®n anglosajona y en el eclecticismo sensato. Forma parte de las marcas que, como Brooks Brothers o Levi¡¯s, el pol¨ªtico ha lucido durante su campa?a. Pero siempre en voz baja, con el gesto medido.
No era dif¨ªcil anticipar la elecci¨®n de Biden en esta fecha clave: hay que remontarse a la primera investidura de Ronald Reagan, en 1981, para encontrar un atuendo diferente. En aquella ocasi¨®n, el presidente llevaba lo que en el lenguaje sartorial se denomina traje stroller, de paseo o de media etiqueta, una versi¨®n aligerada del chaqu¨¦ diurno que se lleva con chaleco. Incluso entonces ya fue visto como una rareza, porque los presidentes de EE UU llevaban d¨¦cadas jurando el cargo con trajes de oficina. El propio Reagan acab¨® rectificando: en la investidura de su segundo mandato, en 1985, fue con traje sencillo, camisa blanca y corbata plateada.
Desde entonces, esa ha sido la norma. Mientras, investidura tras investidura, las miradas se han dirigido al vestuario de la Primera Dama tratando de discernir rasgos de estilo, f¨®rmulas de elegancia y, en los ¨²ltimos a?os, firmas y dise?adores cercanos, los comentarios referidos al Presidente se han referido a las ¨²nicas elecciones que admiten algo de debate, y que se restringen en su pr¨¢ctica totalidad a una ¨²nica prenda: la corbata. La que ha elegido Biden, azul, se une a una larga serie de modelos en tonos sobrios, generalmente entre el plata y el azul, que han lucido los Presidentes estadounidenses con dos notables excepciones: Obama en su primera Inauguraci¨®n, cuando emple¨® un tono rojo, casi vino, y Trump en 2016, con una corbata roja brillante, demasiado ancha y demasiado rebelde.
M¨¢s all¨¢ de la corbata y de la connotaci¨®n que se le pueda dar a la firma de su traje, el resto es pura ortodoxia sin almid¨®n, una elegancia entre funcionarial y castrense, que da medida del gusto personal de Biden y de sus elecciones indumentarias en los ¨²ltimos a?os. Joe Biden es un hombre que pr¨¢cticamente nunca lleva gemelos. Este detalle, por s¨ª solo, valdr¨ªa para ilustrar la distancia est¨¦tica que separa al nuevo presidente de EE UU de su predecesor, Donald Trump, que gusta de lucir pu?os dobles con gemelos con sus lujosos trajes de la firma Brioni, opuestos a su vez a los dos piezas Hart Schaffner Marx, una marca de gama media de Chicago, que gastaba Barack Obama. En un mundo tan codificado como la indumentaria cl¨¢sica masculina, los gestos hay que buscarlos en las cortas distancias, en las decisiones milim¨¦tricas que a veces denotan solo un gusto determinado, y en ocasiones son extensibles a la personalidad de cada individuo.
El ahora presidente es adepto a la prenda menos sobreactuada de la historia: chaqueta de vestir de botonadura simple y solapa exacta, sin excentricidades. Suele aparecer en p¨²blico con camisa de vestir, cuando lleva corbata, y camisas tipo Oxford de cuello abotonado, cuando prescinde de ella. Sin accesorios, con los m¨ªnimos elementos, con una sobriedad un poco deportiva, muy utilitaria y, a su manera, enormemente sofisticada. Corbatas lisas o a franjas diagonales, en la mejor tradici¨®n estadounidense y universitaria. Mocasines casi siempre, zapatos con cordones cuando la ocasi¨®n lo requiere y botines.
Las ¨²nicas concesiones son las gafas de sol, siempre Ray-Ban con montura de aviador dorada y lentes negras. Y el pa?uelo doblado con tres picos que a menudo luce en el bolsillo frontal de la chaqueta. ¡°El pa?uelo de Biden no es un adorno de moda. No es un punto de exclamaci¨®n. Lo lleva con la precisi¨®n de un uniforme y hace que su traje sea un poco m¨¢s formal. El pa?uelo es un modo de llamar la atenci¨®n con decoro sin elevar la voz, y es una met¨¢fora v¨¢lida para la totalidad de la campa?a de Biden¡±, escrib¨ªa poco antes de la investidura la experta en moda Robin Givhan en The Washington Post. O, como rubrica la veterana periodista en el mismo art¨ªculo: ¡°Biden viste como un tipo de clase trabajadora que sabe que, para bien o para mal, un buen traje puede abrir puertas¡±.
Sin embargo, este minimalismo funcionarial y moderado no quiere decir que Biden d¨¦ la espalda a la industria de la moda, un sector que lo sigue de cerca. ¡°Sartorialmente elegante, discreto y con la calma y la confianza que traen la edad y la experiencia¡±, lo defini¨® Tom Ford en la revista GQ, subrayando su postura corporal siempre perfecta y su pulcritud. Tommy Hilfiger describi¨® su guardarropa como ¡°atemporal y sofisticado, pero cool¡±.
No solo la moda le presta atenci¨®n. Tambi¨¦n las viviendas de los Biden, adictos a la pulcritud de la arquitectura georgiana y del mobiliario cl¨¢sico, han llenado p¨¢ginas de revistas de decoraci¨®n. Decoradas en las ant¨ªpodas del maximalismo de Trump, anticipan una era (decorativa) de gestos calculados, luminosidad y eficaces golpes de efecto. Los de Biden, de momento, se limitan a los discursos y reservan para su apariencia, que no oculta su edad ¨Cel tinte no es lo que era desde aquella aparici¨®n p¨²blica de Giuliani¡ª, una moderaci¨®n a ultranza que tal vez sea lo que hace falta para devolver a la pol¨ªtica estadounidense un poco de salubridad no solo ¨¦tica, sino tambi¨¦n est¨¦tica.
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