De Trump a Biden: un paso adelante para la pol¨ªtica, un paso atr¨¢s para la comedia
El triunfo de Joe Biden demuestra que hasta un mejill¨®n de roca puede llegar a presidente de EE UU si es constante y el rival, un botarate
Hay cambios de legislagtura que pueden traer el bien comu?n, pero tambie?n la desgracia para un gremio: el de los caricaturistas poli?ticos. Es el caso del paso de Trump a Biden, que para los maestros del trazo sati?rico supone el fin de una e?poca de bonanza en la que hasta el nombre propio del excesivo li?der invitaba a lo mondante (Donald sonaba a pato de dibujos animados). Toca pues abordar los rigores de una larga travesi?a tras un mascaro?n de proa poli?tica libre de toda traza de carisma.
Ese Joe Biden que en su juventud inspiro? comparaciones (este?ticas) con JFK ha crecido en forma de patricio gene?rico, indistinguible entre la masa de figurantes que podri?a llenar una escena asamblearia en una superproduccio?n de HBO sobre los Padres Fundadores. El nuevo presidente electo reside en Delaware. Ya es tan de ahi? como los cangrejos azules que lideran la oferta culinaria de la regio?n y cada uno de sus gestos rinde tributo al hecho de que aquel fue el primer Estado en jurar la Constitucio?n de los EE UU en 1787.
Durante su campan?a, Biden quiso dejar claro que lo que alli? estaba en liza no era una poltrona, sino, directamente, el alma americana, que podi?a caer en las garras del ce?lebre mani?aco pulsional Trump o en sus propias (y sobonas) extremidades superiores, hasta el momento escasamente susceptibles de inspirar a la nacio?n una elevacio?n celestial. Si de algo ha de servir su triunfo es para reivindicar el poder de la perseverancia, porque este ex nin?o tartamudo y acomplejado no ha hecho hasta ahora ma?s que caerse, levantarse, pedir perdo?n y seguir, ya sea tras plagiar discursos de li?deres laboristas o tras dejar que se le trasparentara una mejorable sensibilidad racial. Su gravitas no es impostada (ahi? esta?n sus pe?rdidas familiares), aunque su estolidez parece la inquietante anticipacio?n de ese rigor mortis que hasta buena parte de sus votantes (los que esta?n por una Kamala presidencial) le desean en silencio.
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