Harry, el ¡®ni?o bien¡¯ que acab¨® convertido en delincuente: ¡°No recomiendo mi vida a nadie¡±
Hijo de buena familia, Harry vivi¨® lo m¨¢s convulso de la ¨¦poca de finales de los setenta y primeros ochenta, rob¨® coches y trafic¨® con droga. Sus memorias, ¡®De puro milagro¡¯, relatan su violenta juventud y aportan una mirada cruda y sin aditivos sobre al salvaje Madrid de hace cuatro d¨¦cadas
Hace unos d¨ªas se dieron a conocer los datos relativos a la tasa de criminalidad en Espa?a. Seg¨²n el Ministerio del Interior, si bien los delitos sexuales aumentaron un alarmante 30%, el resto de infracciones se situaron en el 39,6/1.000 habitantes, la menor tasa criminal de la historia. Esos datos contrastan con la ...
Hace unos d¨ªas se dieron a conocer los datos relativos a la tasa de criminalidad en Espa?a. Seg¨²n el Ministerio del Interior, si bien los delitos sexuales aumentaron un alarmante 30%, el resto de infracciones se situaron en el 39,6/1.000 habitantes, la menor tasa criminal de la historia. Esos datos contrastan con la situaci¨®n que se vivi¨® en el pa¨ªs durante las d¨¦cadas pasadas, especialmente las de los setenta y los ochenta.
Durante esa ¨¦poca, ciudades como Madrid eran territorios hostiles donde raro era el d¨ªa en el que no se escuchase hablar de un robo, un tir¨®n, un atraco a una farmacia o una reyerta por asuntos de drogas. El libro De puro milagro (Serie Gong, 2021) aborda esa realidad a trav¨¦s del testimonio en primera persona de Harry, personaje de vida turbulenta, al que los que le conocieron en ese Madrid de los setenta llegaron a calificar de leyenda. ¡°De alguna manera lo fui. No soy una persona muy alta, soy poquita cosa, pero al andar solo, sin demasiada gente alrededor, demostraba un valor y una entereza que hac¨ªa que fuera conocido y respetado. Tambi¨¦n era una persona educada, comedida, que no iba hablando de unos y otros y, por ¨²ltimo, tampoco me han faltado ocasiones para salvarle la vida a m¨¢s de uno, meti¨¦ndome en mitad de una pelea y evitando que los apu?alasen¡±.
Harry, apodo con el que es conocido desde su adolescencia, naci¨® en Madrid en 1956 en el seno de una familia acomodada de clase media-alta. Su abuelo era un importante empresario del sector de la construcci¨®n que hizo valer sus influencias para que su madre, una artista de circo y variedades, perdiera la custodia de su hijo y fuera adoptado por sus abuelos. ¡°Me cri¨¦ en un ambiente sobrio, cat¨®lico y recib¨ª una muy buena educaci¨®n, aunque debo reconocer que no he sabido gestionar todo eso. Por circunstancias de la vida, por mi car¨¢cter, me rebel¨¦ y no aprovech¨¦ como hubiera debido las oportunidades que me daba mi estatus social. En lugar de eso, hart¨¦ a mi abuelo, que acab¨® ech¨¢ndome de su casa y me conden¨® a una supervivencia extrema en las calles¡±.
De la lectura de De puro milagro se deduce que el enfrentamiento con su abuelo, m¨¢s all¨¢ de un asunto familiar o una vocaci¨®n por la vida marginal, era m¨¢s bien la oposici¨®n entre los valores de una sociedad que se agotaba y otra que empezaba a surgir. Es cierto que no soy un rebelde enconado. Simplemente me toc¨® vivir los ¨²ltimos a?os del franquismo y, aunque intentaba estar a la altura de lo que esperaba mi abuelo, procuraba estudiar y dedicar los veranos a trabajar, siempre se produc¨ªa un choque de trenes entre esa sociedad que mor¨ªa y la que llegaba con fuerza y desparpajo.
Despu¨¦s de todo lo que cuenta en el libro, ?c¨®mo se definir¨ªa? ?Un p¨ªcaro? ?Un delincuente? ?Un superviviente? Creo que he sido m¨¢s bien p¨ªcaro, porque ha sido con picard¨ªas e inteligencia con lo que he resuelto los problemas que me han ido acuciando. Por eso, aunque he estado al l¨ªmite de lo legal, nunca ha sido con mala intenci¨®n, apropi¨¢ndome de lo ajeno. En esa ¨¦poca ¨¦ramos todos muy ingenuos, esp¨ªritus puros que no est¨¢bamos corrompidos por nada.
?Era esa inocencia la que le hac¨ªa, por ejemplo, devolver los autom¨®viles que sustra¨ªa cerca del lugar donde los hab¨ªa cogido, aun a riesgo de que le sorprendieran los propietarios o la polic¨ªa? Hab¨ªa gente que destrozaba los coches. Les rajaban los asientos para dejar constancia de que hab¨ªan sido unos animales los que los hab¨ªan sustra¨ªdo. Yo no causaba ning¨²n da?o. Solo le consum¨ªa la gasolina y procuraba no estar mucho rato con ¨¦l para que, si lo denunciaban, no me detuvieran. Me limitaba a abrir el autom¨®vil con unas llaves maestras que ten¨ªa y lo dejaba lo m¨¢s cerquita posible de donde lo hab¨ªa cogido. Creo que, algunas veces, los due?os ni se dieron cuenta de que se lo hab¨ªa robado.
?Para qu¨¦ usaba los coches? Principalmente para desplazarme a hacer alg¨²n business de los que ten¨ªa en el extrarradio. Por ejemplo, comprar una piedra de hach¨ªs o quedar con alguna chica.
En el libro cuenta que se dedicaba a la venta de hach¨ªs, pero ?qu¨¦ tipo de drogas se consum¨ªan a su alrededor? En mi juventud diferenci¨¢bamos entre la gente que beb¨ªa y los que fumaban. Los que beb¨ªan, vomitaban, se pon¨ªan malos, ten¨ªan otra actitud y un comportamiento que, en ocasiones, llegaba a ser violento. Los que fum¨¢bamos ¨¦ramos m¨¢s elegantes, ¨ªbamos al cine, a escuchar m¨²sica. ?ramos muy hedonistas, busc¨¢bamos el placer con las chicas, prolongar los orgasmos con el c¨¢?amo y este tipo de drogas que nos hac¨ªan personas m¨¢s dulces y sensibles.
Supongo que toda esa situaci¨®n cambiar¨ªa hacia 1978, cuando la revoluci¨®n de Jomeini hizo que llegasen a Madrid muchos iran¨ªes que trajeron consigo la distribuci¨®n de hero¨ªna. La hero¨ªna lo cambi¨® todo. Se llev¨® a la inmensa mayor¨ªa de una generaci¨®n. Yo me libr¨¦ porque no he sido un drogadicto al uso, pero muchos de mis amigos no tuvieron esa suerte. He conocido a muchos ni?os bien que atracaban con armas de fuego que pertenec¨ªan a sus padres, que a lo mejor eran militares, para pagarse el chute.
?C¨®mo era Madrid en esa ¨¦poca? En Madrid era importante conocer los horarios. Los barrios apacibles por la ma?ana, cuando llegaban determinadas horas de la tarde o de la noche, se volv¨ªan territorios hostiles y peligrosos. Por ejemplo, Chueca, que no ten¨ªa todav¨ªa el ambiente gay. Luego, los barrios del extrarradio eran a¨²n m¨¢s peligrosos. Ah¨ª hab¨ªa una violencia salvaje. Te pod¨ªan atacar armados con navajas, con cadenas¡ Hab¨ªa que caminar con much¨ªsimo cuidado pero, a pesar de todo eso, la gente sal¨ªa a diario. Nada de fin de semana. Eso es un invento moderno. En esa ¨¦poca la gente sal¨ªa los lunes, los martes¡ todo eso ha desaparecido.
Por lo que cuenta en De puro milagro, en ese Madrid violento era relativamente sencillo comprar una pistola o incluso alquilarla durante algunos d¨ªas. Lo del alquiler no es que se pudiera hacer de una forma normal. Cuando me preguntaron si sab¨ªa d¨®nde pod¨ªa encontrar una pistola, me acord¨¦ de un amigo que, unos d¨ªas antes, me dijo que ten¨ªa una. El problema era que, como era una pistola muy bonita, con cachas de n¨¢car, no se quer¨ªa desprender de ella y decidi¨® alquilarla. Se meti¨® en aquel asunto, en el que hab¨ªa gente muy peligrosa, y casi le cuesta la vida. Aunque en aquel momento le sali¨® bien, se convirti¨® en un hombre peligroso y la polic¨ªa acab¨® dispar¨¢ndole en la puerta de su casa.
Adem¨¢s de la pistola, lleg¨® a tener granadas guardadas en un local que pertenec¨ªa a su abuelo. Un amigo que conoc¨ª en el ej¨¦rcito apareci¨® en Madrid de improviso, cargado de armas porque se hab¨ªa metido en pol¨ªtica. Era canario, miembro del MPAIAC, el movimiento de liberaci¨®n canario, y ten¨ªa una vida extrema. Hac¨ªa atracos para financiar a la organizaci¨®n y un d¨ªa me dijo que le guardase una Luger parabellum y unas granadas de mano con detonadores que iban aparte.
Seg¨²n relata en el libro, si la polic¨ªa descubr¨ªa ganz¨²as para abrir coches, pod¨ªan imputar todos los robos de coches sin resolver sucedidos en un fin de semana. ?Qu¨¦ hubiera pasado si le llegan a encontrar una pistola y unas granadas? Hubiera sido un problema muy grande. Sin embargo, cuando me pidi¨® el favor, le dije que contara conmigo.
A pesar de vivir en una ¨¦poca pol¨ªticamente convulsa, entre la muerte de Franco y los primeros a?os de la democracia, ?nunca le interes¨® la militancia? No me ha interesado mucho. S¨¦ que el hombre es un animal pol¨ªtico, pero yo me he mantenido al margen. He tenido muchos amigos que eran de la Liga Comunista Revolucionaria, trotskistas¡ A m¨ª me gustaba m¨¢s la vida, las chicas, los coches, los perros¡ No me sent¨ªa atra¨ªdo por el problema social que pod¨ªa desencadenarse en Espa?a despu¨¦s de la muerte de Franco porque sab¨ªa que ten¨ªa que venir algo mejor, que lo de antes no pod¨ªa continuar.
Menudeo de hach¨ªs, contactos con gente peligrosa, custodia de armas sin licencia de armas¡ ?En alg¨²n momento tuvo problemas con la polic¨ªa? Como se suele decir, siempre he tenido temor de Dios. Adem¨¢s, debo de tener un ¨¢ngel de la guarda que me ha protegido porque nunca he tenido problemas graves con la ley. No he sido un delincuente al uso que fuera haciendo da?o a los dem¨¢s y nunca he querido darle problemas a la justicia. Por eso, jam¨¢s he estado detenido en serio, ni he ingresado en prisi¨®n. Hubo una ¨¦poca en la que me sol¨ªan pedir la documentaci¨®n y me ten¨ªan 72 horas en comisar¨ªa, pero nada m¨¢s. Lo que s¨ª ha sucedido alguna vez es que, despu¨¦s de pasarme esas 72 horas, me han soltado y a continuaci¨®n, me han vuelto a detener y meterme otras 72 horas.
?Por qu¨¦? Se trataba de meras identificaciones porque sospechaban que pod¨ªas estar implicado en alg¨²n atraco. Una vez pensaron que yo hab¨ªa robado una peleter¨ªa en Barcelona, cuando en esa ¨¦poca nunca hab¨ªa estado en esa ciudad. Esas cosas pasaban.
?Echa de menos esa etapa de su vida? Echo de menos esa ¨¦poca o esa forma de vivir, pero no se la recomiendo a nadie.
?Por qu¨¦ se decidi¨® a recopilarla en un libro? Comenc¨¦ a hablar sobre ella en textos que publicaba en redes sociales. Javier Garc¨ªa Pelayo los ley¨®, se lo coment¨® a su hermano Gonzalo, que estaba a preparando un nuevo proyecto editorial basado en la serie Gong y relacionado con la nueva picaresca. A Gonzalo le pareci¨® que mis vivencias encajaban en dicho g¨¦nero y me encarg¨® escribir algo de mi vida con ese enfoque.
El libro en ning¨²n momento es aleccionador o moralista. No intento adoctrinar a nadie. Me limito a contar lo que me pas¨® a m¨ª y lo que era Madrid en una ¨¦poca en la que este era el sitio en el que suced¨ªa todo.
El libro acaba a principios de los ochenta ?Tiene pensado hacer una segunda parte? Puede ser que haya una continuaci¨®n. Todo depender¨¢ de que la gente quiera saber m¨¢s cosas de mi vida que, por cierto, ha continuado siendo bastante peligrosa y accidentada hasta la actualidad.
No s¨¦ por qu¨¦ pens¨¦ que, en alg¨²n momento, la situaci¨®n se hab¨ªa tranquilizado. Que, por ejemplo, hab¨ªa heredado los pisos de su abuelo. No, no. Los pisos los vend¨ª y lo gordo de mi vida empez¨® despu¨¦s.
?Puede adelantar algo? Pas¨¦ por muchas vicisitudes. Entre las m¨¢s graves, estuvo la salvaje agresi¨®n de un hombre que intent¨® degollarme a traici¨®n con el gollete de una botella rota. Tambi¨¦n sobreviv¨ª de puro milagro. Pero ya contar¨¦ todo eso en una segunda parte. Si la hay.
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