Tears For Fears: ¡°Deseamos que la discogr¨¢fica que nos dej¨® marchar vea las ventas del disco y se le escape un ¡®?joder!¡±
Una de las grandes bandas del pop ochentero regresa despu¨¦s de 17 a?os de tragedias, depresiones y alcoholismo
Reciben en la peque?a cocina de la tienda londinense donde van a firmar ejemplares de su nuevo ¨¢lbum, The Tipping Point, y es imposible no caer rendido ante dos m¨²sicos de 60 a?os que vendieron en su d¨ªa 30 millones de discos y ya podr¨ªan estar retirados. Curt Smith y Roland Orzabal, el d¨²o Tears for Fears, han publicado su primer trabajo en 17 a?os. Y casi consiguen otro n¨²mero uno en Reino Unido, EE UU y varios pa¨ªses m¨¢s. Los autores de himnos del synth pop de los ochenta como Mad World, Shout o Everybody Wants To Rule The World admiten que este ¨¦xito tiene un aroma de dulce¡ ?venganza? ¡°Si te soy sincero, me siento ligeramente revindicado. No lo digo con orgullo, pero desear¨ªa que la discogr¨¢fica que nos dej¨® marchar, a la que tuvimos que recomprar nuestros derechos, haya visto la posici¨®n en las listas y se le haya escapado un ?joder!¡±, dice Curt. El ¨¢lbum entraba en el n¨²mero dos de los m¨¢s vendidos.
Hace 30 a?os, The Tipping Point hubiera cosechado el ¨¦xito de Songs from The Big Chair que convirti¨® de la noche a la ma?ana en estrellas internacionales a dos amigos de Bath que mezclaban el tecnopop de la new wave con letras inspiradas por el psicoterapeuta estadounidense Arthur Janov. ¡°L¨¢grimas por los miedos¡±, la traducci¨®n del nombre del grupo, indica cu¨¢nto les influy¨® aquel tratamiento que intentaba sacar a la luz los dolores reprimidos de los traumas de la infancia. ¡°Hace poco nos invitaron a un programa para conmemorar el aniversario de Songs from The Big Chair, en una serie que est¨¢n haciendo sobre ¨¢lbumes cl¨¢sicos. Nos colocaban junto a Led Zeppelin, los Beatles o Fleetwood Mac¡±, cuenta Roland. ¡°Pero si somos unos cl¨¢sicos¡¯, piensas. Por eso este nuevo ¨¢lbum ten¨ªa que estar al nivel de nuestros grandes trabajos¡±.
Es conmovedor observar c¨®mo se quieren, se respetan y se complementan. La ruptura del d¨²o fue una tragedia para los seguidores, y durante a?os mantuvieron una silenciosa distancia. Pero volvieron a reunirse. Durante los ¨²ltimos tiempos han celebrado conciertos para recordar sus cl¨¢sicos, la cosecha de fans ha aumentado en n¨²mero y en edades y descubrieron que necesitaban volver a hacer algo nuevo, para no caer en el tedio. ¡°Nunca hemos querido hacer dos veces la misma cosa¡±, explica Curt. ¡°Desde muy temprano nos dimos cuenta de que no ¨¦ramos tan buenos como otra gente, y eso es un incentivo para mejorar. Aunque hacerlo cuando est¨¢s expuesto al ojo p¨²blico resulta complicado. Escuchamos comentarios del tipo: ¡®Mira que mayores est¨¢n¡¯. Pues claro, ?qu¨¦ esperaban? Somos mayores. Por eso, entre otras cosas, no contamos las mismas cosas que cuando ¨¦ramos unos ni?os¡±.
Hay referencias en el disco al movimiento Black Lives Matter o cr¨ªticas beligerantes al patriarcado (Break the Man), pero sobre todo hay confesiones ¨ªntimas y lacerantes de Roland, que a trav¨¦s de dos canciones, The Tipping Point y Please Be Happy, cuenta la devastadora deriva que llev¨® a la depresi¨®n y m¨¢s tarde al alcoholismo a su primera esposa, Caroline, fallecida en 2017. Y los dos a?os posteriores en los que ¨¦l vio tambi¨¦n c¨®mo se quebraba su salud mental. ¡°Es m¨¢s duro hablar de eso que convertirlo en m¨²sica. Durante ese tiempo, me habr¨ªa resultado muy complicado explicar a Curt todas esas vivencias. Ha sido al juntarnos, y componer, cuando ha surgido una visi¨®n m¨¢s armoniosa del sufrimiento por el que pasaba el otro¡±, reconoce.
Hablan y hablan. No se cansan de explicar su pasi¨®n por la m¨²sica, ni escamotean amabilidad. Son los primeros sorprendidos ante el aluvi¨®n de buenas cr¨ªticas que ha recibido su trabajo, y recuerdan entre risas los dos momentos clave que les hicieron entender que ya no ten¨ªan nada que demostrar. El de Curt fue en Vancouver, cuando salt¨® una noche, en un bar con karaoke, a cantar Everybody Wants to Rule the World. Ning¨²n cliente se dio cuenta de qui¨¦n estaba en el escenario. El de Roland, con experiencia previa de tenor de ¨®pera antes de lanzarse al pop, fue cuando decidi¨® probar suerte en un reality llamado De Popstar a Operastar. Se prepar¨® durante semanas el Caro Mio Ben de Giordano, y lo bord¨®. Pero acab¨® ganando Midge Ure, de Ultravox. ¡°En realidad, que nadie me reconociera cuando sub¨ª al escenario no tiene la menor importancia¡±, concluye Curt. ¡°Lo importante es que reconoc¨ªan la canci¨®n. Nunca nos hemos sentido c¨®modos en el papel de estrellas del pop¡±. Aunque, a los 60 a?os, hayan vuelto merecidamente a serlo.
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