En Espa?a se lleva el pueblo: de d¨®nde viene la fijaci¨®n por la vida rural en el cine y la literatura
Una torrente de nuevos libros y pel¨ªculas, generalmente firmados por mujeres y aclamados por la cr¨ªtica, supera las narrativas urbanas y explora el campo espa?ol y sus roces con la ciudad
¡°Milagros es una aldea gallega ubicada al final de un camino de tierra que casi siempre se utiliza para salir¡±. El arranque de Recu¨¦rdame por qu¨¦ te quiero (Suma), primera novela de la periodista de EL PA?S Natalia Junquera (A Coru?a, 40 a?os), es, adem¨¢s del inicio de una ¨¦pica de silencios en el sal¨®n, el encapsulamiento de una idea no ya al alza, sino directamente troncal en la actual cultura espa?ola. Junquera ubica su historia, sobre un joven gallego, triunfador en su pueblo y perdedor en la Argentina a la que se muda para hacer fortuna, en la aldea que ¨¦l deja atr¨¢s, un lugar donde todo el mundo se conoce y todo el mundo mira de reojo la salida para ver qui¨¦n sale y c¨®mo vuelve. ¡°Milagros pretende representar esas aldeas diminutas de Galicia donde sus habitantes gozan de una vida aparentemente sencilla en la que uno sabe, al empezar el d¨ªa, c¨®mo va a acabar. Pero las apariencias enga?an. Cualquier per¨ªmetro humano, por peque?o que sea, es un foco de emociones y por tanto, escenario potencial de una gran historia¡±, explica la periodista.
Junquera se une a cantidad de novelas y pel¨ªculas recientes, generalmente firmadas por mujeres y aclamadas por la cr¨ªtica, que exploran la idea de volver al pueblo, o dejarlo atr¨¢s, o c¨®mo se ve el mundo desde ¨¦l. En literatura est¨¢ Mamut, de Eva Baltasar (Random House); Panza de burro, de Andrea Abreu (Barrett), Un amor, de Sara Mesa (Anagrama) o Feria, de Ana Iris Sim¨®n (C¨ªrculo de Tiza), y escritas por hombres, Los asquerosos de Santiago Lorenzo (Blackie Books), Un hipster en Espa?a vac¨ªa, de Daniel Gasc¨®n (Random House) o Lo dem¨¢s es aire, de Juan G¨®mez B¨¢rcena (Seix Barral). En cine, resulta insoslayable lo que escrib¨ªa la cr¨ªtica Elsa Fern¨¢ndez-Santos, que ¡°cada vez son m¨¢s las pel¨ªculas espa?olas que vuelven a mirar al campo y a un mundo rural que, como la propia sociedad, ha sido cada vez m¨¢s ajena a ¨¦l¡±: solo este a?o son Alcarr¨¤s, de Carla Simon; As Bestas, de Rodrigo Sorogoyen; El agua, de Elena L¨®pez Riera y Secaderos, de Roc¨ªo Mesa.
Esta rotunda vuelta a lo rural podr¨ªa ser la ¨²ltima expresi¨®n del neocostumbrismo con el que la cultura espa?ola lleva a?os tonteando, de Paquita Salas a Tangana, al menos desde que, en 2016, Sergio del Molino descubri¨® La Espa?a vac¨ªa (Alfaguara). O que los endiablados ritmos de la ciudad la han divorciado para siempre del reposo novel¨ªstico. Pero eso puede ser solo la superficie. ¡°Yo lo achaco a la necesidad imperiosa de cambio, y de aceptar el cambio, que ha supuesto en nuestras vidas, en el mundo, la llegada de la pandemia y, en general estos primeros 20 a?os del siglo XXI¡±, explica Elisa Levi, quien en Yo no s¨¦ de otras cosas (Temas de Hoy) escribe sobre una joven de pueblo que mira con recelo y envidia a quienes viven fuera de ¨¦l. ¡°Ten¨ªa m¨¢s sentido explicar la necesidad de irse de un sitio, de tomar una decisi¨®n definitiva, si situaba la historia en un lugar peque?o. La historia demandaba intimidad, pero una intimidad que fuera mirada, observada por esos ojos silenciosos que son todos los habitantes de ese pueblo ficticio. Necesitaba situar esa historia en un sincericidio continuo, que es al final la crudeza que ofrece la vida arraigada a la naturaleza¡±, explica. La obsesi¨®n de su hero¨ªna, sin nombre, es salir del pueblo, a ese concepto abstracto que es la vida fuera, la ciudad, lo desconocido, la posibilidad. ¡°La huida como manera de afrontar los cambios internos, externos. Somos una sociedad en duelo que busca v¨ªas de escape. Tambi¨¦n volvieron y se fueron del pueblo generaciones literarias pasadas¡±, completa Levi.
Para ella, el pueblo supone un escenario creativamente f¨¦rtil: ¡°Es un mundo acotado que permite hablar de los l¨ªmites del universo de esos personajes, de c¨®mo se gestiona el miedo a lo desconocido, la incertidumbre, tan presente en nuestras vidas¡±. El roce entre la vida dentro y fuera de ¨¦l ofrece, adem¨¢s, infinitas posibilidades: ¡°Un pueblo es como una familia grande. De alguna manera, est¨¢s protegido por ese per¨ªmetro humano y f¨ªsico y es m¨¢s f¨¢cil que no se manifiesten las flaquezas, las inseguridades o los complejos que hace surgir, por ejemplo, la competencia, o que lo hagan en menor medida¡±, explica Junquera. ¡°En su aldea, Manuel era el rey del mambo, un hombre guapo, divertido, carism¨¢tico. En Buenos Aires se convierte en un inmigrante m¨¢s, y en lugar de aparecer ese orgullo sano y necesario, que es el amor propio, brota otro, patol¨®gico, que hace que su vida empiece a desordenarse cada vez m¨¢s hasta que la verg¨¹enza, que no hab¨ªa sentido en casa, se apropia totalmente de ¨¦l¡±.
Su santidad: el hechizo de un pueblo
Se teje una magia en las comunidades pequeñas: “El Papa sabe hoy cómo se llamaba la abuela de mi amigo el periodista David Beriain, nacido en Artajona, un pueblo navarro de mil habitantes, porque al entregarle recientemente su casco de guerra después de haber sido asesinado en Burkina Faso, otra periodista le contó que la productora con la que había recorrido el mundo se llamaba 93 Metros en homenaje a Juanita, que en toda su vida no había recorrido más distancia que esa, la que separaba su casa del banco de la iglesia donde rezaba todos los días”, cuenta Natalia Junquera. “David quiso ponerle ese nombre a la productora para no olvidarse nunca de que a veces las mejores historias están en los lugares más pequeños. Esa mujer no necesitó salir de su pueblo para tener una vida llena”.
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