¡°Energ¨ªa de pene peque?o¡±: por qu¨¦ no debemos perpetuar el tama?o f¨¢lico como motivo de burla
La respuesta de Greta Thunberg a Andrew Tate, el ¡®influencer¡¯ mis¨®gino que se burl¨® de ella, ha sido aplaudida en redes, pero perpet¨²a un viejo mito que relaciona el car¨¢cter del hombre con la dotaci¨®n
Andrew Tate fue a por lana y sali¨® trasquilado. El exluchador brit¨¢nico-estadounidense, influencer de la masculinidad t¨®xica y negacionista del cambio clim¨¢tico, se despert¨® un buen d¨ªa con ganas de pelea, busc¨® en las redes sociales una v¨ªctima propiciatoria contra la que descargar su ira y pens¨® en Greta Thunberg.
Tate dio por supuesto que la activista sueca, casi siempre en¨¦rgica y vehemente, ser¨ªa presa f¨¢cil de su sarcasmo e intent¨® provocarla con un tuit un tanto infame: ¡°Dame una direcci¨®n de correo a la que pueda mandarte la lista de mis 33 coches, todos ellos muy contaminantes¡±. La Thunberg de 15 a?os se hubiese indignado tal vez ante esta exhibici¨®n de prepotencia y dudoso gusto. Pero la de 19, mucho m¨¢s curtida en trifulcas internautas, se limit¨® a fulminar a Tate con una replica memorable: ¡°Por supuesto, il¨²strame: smalldickenergy@getalife.com (algo as¨ª como energiadepenepeque?o@buscateunavida.com)¡±.
?KO t¨¦cnico? A juzgar por la reacci¨®n de la mayor¨ªa de internautas, sin duda. Tate no hab¨ªa presumido en esta ocasi¨®n del tama?o de su pene, pero s¨ª de la potencia de su coche, que, tal y como destaca la psic¨®loga y humorista Flavia dos Santos, ¡°viene a ser lo mismo¡±. Los coches grandes, potentes y estridentes suelen considerarse atributos de la masculinidad, algo as¨ª como las plumas con las que los pavos reales intentan abrumar a sus potenciales parejas en los rituales de cortejo galliforme. Con su tajante r¨¦plica, Thunberg puso el dedo en la llaga: el fen¨®meno de la sobrecompensaci¨®n, es decir, la tendencia a presumir de los caballos de vapor de su autom¨®vil (o de dinero, o de falta de sensibilidad y de escr¨²pulos) por parte de aquellos que esconden inseguridades profundas.
Unos tanto y otros tan poco
Tate encaj¨® muy mal el golpe y entr¨® en modo delirio, acrecentando as¨ª su bochorno. Tal vez podr¨ªa haber ensayado la contracultural estrategia de ponerse digno y reprochar a Thunberg que zanjase una pol¨¦mica sacando a colaci¨®n el (presunto) tama?o del pene de su interlocutor. Aunque no hubiese funcionado: las redes sociales conocen perfectamente a Latto, la rapera de Columbus, Ohio, y su tema Big Energy, en cuyo estribillo aparece la expresi¨®n big dick energy, un intento de resta?ar las cicatrices de una masculinidad herida. Todo el mundo ten¨ªa claro de qu¨¦ estaba hablando Greta.
yes, please do enlighten me. email me at smalldickenergy@getalife.com https://t.co/V8geeVvEvg
— Greta Thunberg (@GretaThunberg) December 28, 2022
M¨¢s all¨¢ de la an¨¦cdota, si algo deja claro este cruce de guantazos tuiteros en un rinc¨®n de la red es que el estigma del pene peque?o sigue vigente. O, dicho de otra manera, que a algunos hombres les sigue mortificando la sospecha (o la certeza) de poseer un ¨®rgano copulador y urinario de dimensiones por debajo de la media.
El tema ha sido estudiado con cierta profusi¨®n. Ente los estudios m¨¢s jocosos est¨¢ el de Christopher Morris-Roberts, m¨¦dico y profesor de sociolog¨ªa de deporte que demostr¨® en 2014, con una encuesta de campo, que los atletas brit¨¢nicos, sea cual sea su tendencia sexual, siguen mirando de reojo el pene de sus compa?eros de vestuario para compararlo con el propio.
Es m¨¢s, Morris-Roberts conclu¨ªa tambi¨¦n que en el r¨¦gimen falocr¨¢tico que, en su opini¨®n, rige a¨²n en los vestuarios deportivos, un pene peque?o se asocia con exceso de grasa corporal, falta de fuelle, falta de ambici¨®n e incluso h¨¢bitos de vida poco saludables. Eso s¨ª, el experto, como buen licenciado en podolog¨ªa que es, aprovechaba para desmentir una leyenda urbana con mucho predicamento: no existe una correlaci¨®n, ni directa ni aproximada, entre el tama?o de los pies y el del pene.
Dime cu¨¢nto te mide y te dir¨¦ lo que cobras
?Otro estudio de apariencia delirante? A ver qu¨¦ les parece este: s¨ª que existe una correlaci¨®n entre el miembro viril y el salario. Pero no es la que algunos de ustedes se estar¨¢n imaginando. En realidad, los estadounidenses con penes peque?os cobran mucho m¨¢s. Los que se mueven en la franja de los 7-8 cent¨ªmetros, es decir, el umbral de los micropenes, ganan una media de 76.000 d¨®lares anuales, mientras que los que superan los 17 cent¨ªmetros ingresan 50.300. El dato lo aport¨® un bazar digital, OnlyBuy, y fue replicado de manera un tanto acr¨ªtica por diarios como New York Post o The Sun.
Se trata, muy probablemente, de una de las m¨²ltiples correlaciones ¡°absurdas o espurias¡± que el cient¨ªfico social Carl Bergstrom denuncia en su libro Contra la charlataner¨ªa (Calling Bullshit. The Art of Scepticism in a Data-Driven World). Y tiene, como apunta el periodista Ben Cost, una posible explicaci¨®n sensata y mundana: ¡°Los hombres que ganan menos dinero tienden a presumir m¨¢s del tama?o de su pene¡±. O tal vez ocurre todo lo contrario: son los que asumen que su pene es peque?o los que tienden a presumir m¨¢s del dinero que ganan.
A estas alturas, alguno de ustedes se estar¨¢ planteando una pregunta inquietante: ?qu¨¦ se entiende por pene peque?o? La respuesta no es sencilla, porque, como recuerda la periodista Cl¨¢r McWeeney, ¡°grande y peque?o son categor¨ªas deliberadamente vagas que nacen del cruce imperfecto entre realidades biol¨®gicas y expectativas sociales¡±. Es decir, que antes de sentenciar que un pene es demasiado peque?o, ¡°habr¨ªa que plantearse para qu¨¦ sirve el ¨®rgano en s¨ª y cu¨¢les son las dimensiones m¨ªnimas que necesita para poder realizar su funci¨®n¡±.
Un pene ¡°funcional¡± es aquel que sirve para orinar sin problemas. Y si adem¨¢s resulta apto para practicar el coito, es tambi¨¦n sexualmente funcional. Si hablamos de las dimensiones est¨¢ndar, la media mundial se sit¨²a en 2022 en 13,58, aunque con variaciones geogr¨¢ficas muy significativas, de los 17,61 cent¨ªmetros registrados en Ecuador a los 10,4 de Camboya. Espa?a, con 13,85 cent¨ªmetros, est¨¢ un poco por encima de la media, en sinton¨ªa aproximada con pa¨ªses de la Europa Occidental como B¨¦lgica, Irlanda o Reino Unido, pero bastante por detr¨¢s de los 15,35 que se atribuye a los italianos y los 15,74 de los franceses. Y s¨ª, hablamos de penes erectos.
Por supuesto, industrias como la de la pornograf¨ªa, la literatura er¨®tica o el cine convencional nos han transmitido impresiones muy distintas. Basta con espigar los relatos publicados en una popular p¨¢gina de narrativa er¨®tica en castellano para tropezar una y otra vez con frases como esta: ¡°Tengo un pene normal, apenas 20 cent¨ªmetros¡±. Pues no, caballero: dispone usted de un miembro viril muy por encima de la media, digno de un ecuatoriano muy bien dotado.
(Casi) cualquier pene sirve
La sex¨®loga Eva Moreno se muestra tajante: ¡°Los penes de 20 o m¨¢s cent¨ªmetros tal vez abunden en el porno, pero son del todo infrecuentes en la vida cotidiana¡±. Es m¨¢s, est¨¢ por ver ¡°hasta qu¨¦ punto resultan de una funcionalidad plena, ya que pueden crear incomodidades y, en algunos casos, dificultar el coito y convertirlo en doloroso o menos placentero¡±.
Pese a todo, Moreno opina que se puede hacer un uso ¡°razonable y satisfactorio¡±, tanto en la vida civil como ¡°en el sexo concebido como un juego¡±, de un pene por encima de la media. Tambi¨¦n de uno peque?o. Para ella, ¡°el tama?o no importa, o importa m¨¢s bien poco¡±. Otra cosa es que un n¨²mero sustancial de hombres ¡°sigan padeciendo los estragos de una educaci¨®n psicosexual y afectiva deficiente, la que proporciona el heteropatriarcado, y se sientan frustrados, disfuncionales e incompletos si no est¨¢n a la altura de una fantas¨ªa t¨®xica, la de los penes descomunales que nos vende el porno¡±.
Ella se lo encuentra a diario, tanto en su consulta como en la tienda de productos er¨®ticos de la que es propietaria: ¡°La mayor¨ªa de los que padecen ese estigma del pene peque?o me piden m¨¦todos eficaces para satisfacer su fantas¨ªa de masculinidad poderosa. Y mi tarea es decirles que no los hay. Que s¨ª, que pueden tomarse una pastilla de maca andina, que incrementa el riego muscular, o una Viagra para propiciar y mantener la erecci¨®n. Y en un caso extremo pueden recurrir a una intervenci¨®n quir¨²rgica invasiva y ponerse una pr¨®tesis. Pero la triste verdad, o la buena noticia, seg¨²n se mire, es que no lo necesitan, porque es la mochila emocional asociada a unas expectativas no realistas y a un estigma injusto la que hace que no se acepten como son y la que les provoca, en muchos casos, problemas de rendimiento sexual como la disfunci¨®n er¨¦ctil¡±.
Para Moreno, el diagn¨®stico es claro: ¡°A la inmensa mayor¨ªa de los penes no les ocurre nada malo. Incluso un micropene puede ser perfectamente funcional en el contexto de una sexualidad m¨¢s rica, m¨¢s variada, menos centrada en el coito y m¨¢s en la comunicaci¨®n, el juego y la empat¨ªa¡±. Despu¨¦s de todo, ¡°si dos mujeres pueden darse placer mutuamente, ?por qu¨¦ no podr¨ªa un hombre satisfacer a sus parejas, sea cual sea el tama?o de su pene¡±.
Placeres de ida y vuelta
Moreno invita a los hombres, sobre todo a los j¨®venes, ¡°a dejar de perpetuar estereotipos y asomarse a una sexualidad abierta, sincera y sin traumas, un terreno en el que ya se est¨¢n instalando muchas mujeres¡±. El reto es ¡°superar de una vez por todas los estragos sentimentales que causaron aquellas masturbaciones en grupo en el instituto, aquel mirar de reojo el tama?o del pene de tu compa?ero en el ba?o o en las duchas, aquella primera pareja sin madurez emocional que te cre¨® traumas e inseguridades porque, tal vez sin pretenderlo, te carg¨® con la responsabilidad de satisfacerla¡±.
Tambi¨¦n recomienda ¡°relativizar el porno, entender de una vez qu¨¦ es y para qu¨¦ sirve¡±. Es una ¡°fantas¨ªa¡±. No es una escuela de educaci¨®n sexual, pero la hemos convertido en algo parecido ¡°ante nuestra incapacidad para introducir contenidos sobre sexualidad sanos, sensatos y realistas en el curr¨ªculo educativo¡±. De la misma manera que la superstici¨®n prolifera cuando no hay ciencia, ¡°el oscurantismo sexual crece en el vac¨ªo que creamos los adultos al no encontrar la manera adecuada de educar en el sexo a ni?os, adolescentes y j¨®venes, a cada uno seg¨²n su nivel de madurez y momento evolutivo¡±.
Elena Requena, tambi¨¦n sex¨®loga, coincide en que, como sociedad, ¡°seguimos asociando la masculinidad y el poder¨ªo con el tama?o del pene¡±. Eso se debe a un estereotipo cultural de potencia sexual y capacidad reproductiva que es hijo de unas circunstancias hist¨®ricas concretas: ¡°En culturas antiguas, como la de la Grecia cl¨¢sica, los penes peque?os se consideraban m¨¢s arm¨®nicos y se asociaban con los ideales de belleza y sabidur¨ªa¡±, una idea recuperada despu¨¦s ¡°por el arte del Renacimiento¡±, muy poco esclavo de la l¨®gica faloc¨¦ntrica contempor¨¢nea.
T¨®picos de una toxicidad extrema
Entre los hombres que acuden a la consulta de Requena con dudas sobre la idoneidad de su pene, ¡°predominan los que entran perfectamente en las dimensiones promedio, pero aun as¨ª est¨¢n convencidos de no dar la talla¡±. Esta visi¨®n distorsionada la alimentan tanto los prejuicios sociales ¡°como el tipo de pornograf¨ªa que se consume¡±. A falta, una vez m¨¢s, ¡°de una educaci¨®n sexual inclusiva y de calidad, los encuentros er¨®ticos entre individuos siguen lastrados por el peso de las falsas expectativas¡±.
Requena afirma con rotundidad que ¡°hay que desterrar de una vez por todas esa idea de que cuanto mayor sea el pene m¨¢s masculino o mejor amante ser¨¢ su propietario, porque en absoluto es as¨ª¡±. La sex¨®loga se resiste a entrar en el espinoso asunto de los tama?os est¨¢ndar. En su opini¨®n, carece de verdadera importancia: ¡°Todos los penes pueden dar placer en la medida en que forman parte de un cuerpo que nuestras parejas sexuales pueden considerar deseable¡±.
M¨¢s a¨²n, ¡°desde un punto de vista anat¨®mico, en el caso de la penetraci¨®n vaginal, es el tercio inicial (es decir, los primeros cinco o seis cent¨ªmetros) el que posee sensibilidad y, por tanto, aporta placer en una relaci¨®n con coito¡±. Hasta aqu¨ª, lo que la sexolog¨ªa tiene que decir al respecto. El resto es, simplemente, cuesti¨®n de preferencias individuales: ¡°Habr¨¢ personas a las que resulte m¨¢s atractivo un pene de unas determinadas dimensiones, pero eso es muy variable¡±.
Para permitirnos el lujo de disfrutar, de una vez por todas, de una sexualidad desprejuiciada y sin lastres emocionales traum¨¢ticos, debemos ignorar, seg¨²n Requena, ¡°mensajes contraproducentes y peligrosos¡± como el que nos transmite el porno mainstream ¡°con su fijaci¨®n por los penes grandes¡±. Aunque el problema no es tanto el porno en s¨ª ¡°como la falta de una informaci¨®n fidedigna que disipe ideas err¨®neas¡±. La educaci¨®n sexual debe ser ¡°la piedra angular en que apoyarnos para que ning¨²n hombre llegue a traumatizarse por las dimensiones de su pene¡±. Ni siquiera aquellos que compensan posibles carencias presumiendo de lo mucho que contaminan sus flotas motorizadas. Tambi¨¦n ellos, en opini¨®n de la sex¨®loga, tienen derecho a ¡°sentirse deseables y relacionarse de una manera m¨¢s amable consigo mismos¡±.
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