¡°?Estamos saliendo con el mismo t¨ªo?¡± El lado problem¨¢tico de los grupos que denuncian a hombres t¨®xicos
Los grupos de Facebook ¡®Are we dating the same guy¡¯ se han extendido por todo el mundo. Nacieron con el objetivo de alertar a otras mujeres sobre hombres con comportamientos deshonestos en las redes sociales, pero la primera demanda por difamaci¨®n ha revelado sus problemas
Las aplicaciones de ligue y encuentros han cambiado el modo en que buscamos relaciones sexuales y afectivas, pero tambi¨¦n han abierto nuevos caminos para comportamientos t¨®xicos que son tan viejos como las propias relaciones. La facilidad para conocer gente tambi¨¦n trae una nueva fragilidad en los lazos que se establecen. No solo est¨¢ el llamado ghosting, o sea, desaparecer sin dar explicaciones de un d¨ªa para otro (seg¨²n un estudio de la Universidad canadiense de Western Ontario un 72% de las personas encuestadas lo hab¨ªa sufrido), sino enga?os sobre la propia identidad o la deshonestidad al no dejar claro si la otra persona est¨¢ viendo a m¨¢s gente. Una respuesta ante estos nuevos miedos que surgen antes de tener una cita con un extra?o es el surgimiento y enorme popularidad de los grupos de Facebook conocidos como Are We Dating The Same Guy?, o sea, ¡°?Estamos saliendo con el mismo t¨ªo?¡±.
Estos grupos existen en diversos pa¨ªses del mundo, Espa?a entre ellos, y est¨¢n organizados por ciudades (existen desde Nueva York a Bogot¨¢, de Barcelona a Madrid). Nacieron con un prop¨®sito sencillo: las usuarias sub¨ªan im¨¢genes de sus citas masculinas de Tinder para asegurarse de que no estaban viendo a m¨¢s personas a la vez, una forma r¨¢pida de comprobar de que no perd¨ªan el tiempo apostando por una relaci¨®n. Pero r¨¢pidamente se convirtieron en otra cosa: en un lugar en el que no solo se respond¨ªa a la pregunta inicial (si alguien m¨¢s sal¨ªa con ese hombre en cuesti¨®n), sino donde se empezaba a compartir experiencias y opiniones de cada uno de ellos, buscando crear un lugar que, fruto de la sororidad, alertaba a otras mujeres de los comportamientos de ciertos hombres exponiendo eso que las nuevas generaciones llaman red flags, o sea, banderas rojas: una advertencia de actitudes o comportamientos problem¨¢ticos.
Estos grupos son privados. Para acceder a ellos hay que rellenar previamente una encuesta y esperar al veredicto de las administradoras. Y cuentan con diversas normas, entre las que se encuentra la prohibici¨®n de dar informaci¨®n personal sobre los hombres o exponer sus apellidos o direcciones, as¨ª como (al estilo de El club de la lucha) no hacer capturas que evidencien lo que se habla en ese grupo y mostrarlas fuera de ¨¦l.
Nuria Moreno, abogada experta en privacidad, se?ala a ICON que el error, al menos en Espa?a, empieza desde la propia concepci¨®n del grupo: ese momento en que se comparte la imagen que una persona ha subido a una aplicaci¨®n de ligue. Legalmente en Espa?a, por normativa europea, aunque alguien haya publicado una foto en una red social y, por tanto, haya autorizado expresamente los t¨¦rminos de uso, en realidad la imagen se ha autorizado ¨²nicamente para el uso en esa plataforma en concreto. ¡°No puedes coger una foto y hacer lo que quieras con ella sin autorizaci¨®n expresa¡±, detalla Moreno. ¡°Si empleas un dato que puede ser identificable de una persona f¨ªsica y no tienes autorizaci¨®n expresa para hacerlo, no puedes decir lo que quieras sobre esa persona de forma p¨²blica. Se vulnera un derecho fundamental. Aunque estos grupos sean privados, igualmente emplean datos de personas f¨ªsicas¡±. Moreno se?ala que Espa?a es m¨¢s garante en protecci¨®n de privacidad que Estados Unidos, donde no existe una ¨²nica ley federal que regule la privacidad de los datos, por lo que no existe un protocolo estandarizado y all¨ª s¨ª hay lagunas legales que deja expuestos a los usuarios frente a posibles riesgos para su informaci¨®n personal.
Las sombras del TripAdvisor del amor
Esta especie de TripAdvisor afectivo, nacido de una intenci¨®n tan leg¨ªtima como alertar a las mujeres de posibles intenciones deshonestas de los hombres con los que est¨¢n saliendo, en principio fue bien recibido. The Guardian dijo el a?o pasado que estos grupos ¡°ofrecen una sensaci¨®n de camarader¨ªa en un paisaje confuso y a menudo solitario. Hay tantas publicaciones que agradecen a otras mujeres su apoyo y tratando de organizar reuniones como historias de terror y emojis de bandera roja¡±. El diario brit¨¢nico expres¨® una salvedad interesante: ¡°Todos los grupos acogen solo a mujeres que salen con hombres. Preguntarse qu¨¦ reacci¨®n suscitar¨ªa si fuese al rev¨¦s nos alejar¨ªa de la realidad: las mujeres son un grupo de mayor riesgo en ese contexto. Pero no hay duda de que la existencia de grupos de hombres que publican detalles sobre mujeres ser¨ªa mucho m¨¢s controvertido¡±.
Ese mismo a?o tambi¨¦n medios, como The New York Times, los recibieron con una mezcla de curiosidad y benevolencia: ¡°Estos grupos brindan a las mujeres una sensaci¨®n de seguridad. Sus mensajes act¨²an como respaldo, como las rese?as de Yelp para posibles compa?eros¡±. Eso s¨ª, aquel art¨ªculo ya alertaba de que ¡°son cada vez m¨¢s criticados por toxicidad, difamaci¨®n y saltarse cuestiones de privacidad¡±.
Las normas de estos grupos son estrictas. En uno de Nueva York, donde existen varios grupos por zonas con miles de usuarios cada uno, se puede leer: ¡°Este grupo es para proteger a las mujeres, no para juzgar a los hombres¡±. Y, por supuesto, a ellos les est¨¢ prohibido el acceso. Sin embargo, basta con entrar en cualquiera para comprobar que es habitual que algunos hombres consigan acceder para denunciar, precisamente, que est¨¢n siendo juzgados y que la informaci¨®n compartida sobre ellos es falsa y est¨¢ da?ando su imagen. Otros se enteran de la situaci¨®n cuando una conocida, que forma parte del grupo privado, descubre que la persona de la que se est¨¢ hablando es su amigo y se lo comunica.
El hombre que demand¨® al grupo
En ocasiones, algunos de estos hombres recurren a la justicia, como es el caso de Nikko D¡¯Ambrosio, que el 11 de enero, en el Tribunal de Distrito del Distrito Norte de Illinois, se convirti¨® en el primer hombre en llevar a uno de estos grupos a los tribunales. D¡¯Ambrosio demand¨® a 27 mujeres, a un hombre, a Meta y a otras empresas de redes sociales por m¨¢s de 75.000 d¨®lares en da?os al asegurar haber sido objeto de difamaci¨®n, doxxing (el acto de exponer en l¨ªnea informaci¨®n confidencial y privada de una persona) e invasi¨®n de la privacidad, indicando adem¨¢s que las declaraciones vertidas en el grupo de Facebook han afectado a su reputaci¨®n, como indican los documentos judiciales obtenidos por Today.
¡°Miles de hombres han sido potencialmente difamados por miembros del grupo a trav¨¦s de estas publicaciones en l¨ªnea¡±, dice la demanda, ¡°y siguen sin estar al tanto de los ataques a su persona como resultado del estatus privado de este tipo de grupos y la lista de usuarios permitidos, fuertemente moderada¡±. Su abogado, Marc Trent, de Trent Law Firm, explica a ICON a trav¨¦s de Zoom que tras el eco que ha tenido el caso est¨¢n ¡±recibiendo llamadas de hombres de diferentes partes del mundo cuyas vidas est¨¢n siendo destruidas¡±. Y a continuaci¨®n explica la injusticia que se cometi¨® con su cliente: ¡°Una mujer subi¨® un post al grupo en el que le llam¨® psic¨®pata. Esto no es difamatorio per se, es libertad de expresi¨®n, por lo que no puedes demandar. Sin embargo, otras personas comentaron en ese mismo post indicando que nuestro cliente es un depredador sexual y subieron una noticia haciendo referencia a la condena de otro hombre completamente diferente. Pusieron esta noticia debajo de la imagen de nuestro cliente, con la imagen policial de este depredador sexual, que ha sido condenado, y han asegurado que son la misma persona. Eso s¨ª es difamaci¨®n¡±, explica.
No son solo hombres los que sienten que estos grupos no est¨¢n cumpliendo sus leg¨ªtimos objetivos originales. Un mensaje de una mujer llamada Erin se?ala que est¨¢ saliendo con uno de los hombres a los que se est¨¢ ¡°acribillando¡± en uno de estos grupos y alega que ninguna de las acusaciones encajan en absoluto con c¨®mo es ¨¦l en realidad. ¡°Me un¨ª al grupo porque me dijeron que estaban hablando de un hombre con el que estaba saliendo¡±, explica Erin a ICON. ¡°Quer¨ªa ver lo que se dec¨ªa de ¨¦l. Al principio estaba asustada, pero luego me di cuenta de que estaba crey¨¦ndome lo que dec¨ªan personas extra?as, en lugar de confiar en el hombre al que estaba conociendo. Luego mir¨¦ la informaci¨®n publicada con objetividad y me di cuenta de que la mayor parte de las cosas que se dec¨ªan eran verdades tergiversadas¡±. Erin alega que estos grupos ya no cumplen el prop¨®sito inicial con el que nacieron. ¡°Tenemos que empezar a diferenciar los hechos de las opiniones, reconocer que no todo el mundo es perfecto y que el hecho de que una relaci¨®n no funcione no convierte a alguien en una mala persona¡±.
Lo que pasa en la app no se queda en la app
Al miedo a comportamientos t¨®xicos se a?aden los temores a la violencia, que tambi¨¦n ha encontrado su lugar en las aplicaciones de citas. Seg¨²n un estudio de la Federaci¨®n de Mujeres J¨®venes, ¡°un 60% de las usuarias se ha sentido presionada para mantener relaciones y hasta un 21,7% asegura que ha sufrido una agresi¨®n sexual con violencia¡±. As¨ª, aunque este tipo de grupos hayan sido criticados por la falta de veracidad de juicios emitidos sobre los hombres de los que se habla, la enorme popularidad de estos espacios y su veloz propagaci¨®n por todo el mundo demuestra la creciente preocupaci¨®n que existe por la seguridad en las citas a trav¨¦s de internet.
Alba Dur¨¢n, directora de marketing en la app de citas Bumble en Espa?a, confirma que desde la plataforma se conoce la existencia de estos grupos, pero que, ¡°por el momento, no monitorizamos de forma proactiva los grupos privados de redes sociales en los que puedan producirse discusiones sobre el comportamiento en nuestra plataforma. Sin embargo, las personas que hayan sufrido alg¨²n da?o pueden informar a Bumble a trav¨¦s de la aplicaci¨®n o de nuestro formulario online, independientemente de si tienen o no una cuenta con nosotros¡±.
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