Una funda dental de 800.000 euros: ?qu¨¦ son los ¡®grillz¡¯ y por qu¨¦ lo lucen todas las estrellas?
Es una t¨¦cnica joyera milenaria que han lucido millonarios y mafiosos y que los raperos llevaron a las calles e imitaron las estrellas del pop. Popularizados por Madonna, Rosal¨ªa o Kanye West, ya est¨¢n disponibles para cualquiera dispuestos a pagar unos cientos de euros
La escena tuvo lugar hace apenas una semana, pero ya parece que haya pasado un mundo. En la 66? ceremonia de los premios Grammy, una pareja paseaba lo que entonces parec¨ªa felicidad absoluta, a la vez que ejemplificaba el momento de esplendor de la m¨²sica latina. La argentina Nicki Nicole y el mexicano Peso Pluma eran una de las atracciones de la noche, la versi¨®n hispanohablante y perreofriendly de la gran pareja hollywoodiense. En las fotos de la velada, que pronto pasar¨¢n a formar parte de las galer¨ªas de lo que pudo ser y no fue, ambos artistas posan sonrientes. Ella, con una dentadura blanca inmaculada. ?l, con una boca llena de oro.
Poco m¨¢s de una semana despu¨¦s, esa pareja parece que ya no existe, pero las im¨¢genes permanecer¨¢n para siempre. En ellas, como en muchas otras de esta ¨¦poca, quiz¨¢s en unos a?os los observadores del futuro se preguntan por qu¨¦ decidieron adornar sus dientes con oro, brillantes y otros materiales nobles que resplandecen con la luz. Los grillz, estas piezas de joyer¨ªa pensadas para cubrir una o varias piezas dentales, han pasado de ser una opci¨®n est¨¦tica de subculturas como el rap a ser una tendencia habitual en las estrellas del pop, que pagan por ellas cifras millonarias a la altura de sus patrimonios. El mes pasado, varios medios estadounidenses cifraban en 850.000 d¨®lares (m¨¢s de 790.000 euros) los grillz de titanio que Kanye West luci¨® en su cuenta de Instagram, basados en el villano Jaws de James Bond (visto en La esp¨ªa que me am¨® o Moonraker). La buena noticia es que los modelos m¨¢s b¨¢sicos, para presupuestos alejados de las grandes fortunas de Hollywood, parten de los 150 euros que cuesta un aro de oro para un diente.
En los ¨²ltimos a?os, hemos visto con ellas a Dua Lipa, Bella Hadid, Justin Bieber, Beyonc¨¦ o Miley Cirus. Otras, como Rosal¨ªa, lo han adaptado a su imaginario personal, con piezas de brillantes con la forma de la mariposa del logo de Motomami. Ese hipot¨¦tico espectador del futuro se preguntar¨¢ varias cosas. Entre ellas, ?por qu¨¦? ?Por qu¨¦ entonces? Y, sobre todo, ?de d¨®nde surge todo esto?
De etruscos a raperos
Adornar la boca con metales o piedras preciosas puede parecer algo innovador, una boutade propia de una ¨¦poca en la que las celebridades se ven obligadas a destacar en el marem¨¢gnum que es una alfombra roja multitudinaria o un feed de Instagram, pero es tan antiguo como el descubrimiento de los materiales preciosos y del consecuente deseo de remarcar un estatus social. La presencia de adornos dentales est¨¢ documentada en distintos lugares del planeta y en ¨¦pocas remotas. Se sabe que civilizaciones del sudeste asi¨¢tico los utilizaban hace 4.000 a?os, gracias a vestigios encontrados en Filipinas. Se han documentado piezas similares en la civilizaci¨®n etrusca, y la cultura maya tambi¨¦n ha dejado rastros de decoraciones bucales. Ya en el siglo XX, el uso de una funda de oro era s¨ªntoma, primero, de una econom¨ªa m¨¢s que saneada, como sustituto de un diente perdido, y m¨¢s tarde, de un alarde un tanto obsceno que indicaba or¨ªgenes ajenos a la legalidad. Los luc¨ªan, por ejemplo, los capos de la mafia. Pero el auge reciente de las piezas de oro o brillantes en la dentadura tiene origen en otra cultura m¨¢s reciente y que bebe, en parte, de la est¨¦tica de esos mismos capos: la del hip hop.
No hay consenso para determinar qui¨¦n fue el primer rapero en utilizar fundas doradas para sus dientes, pero Slick Rick fue el que comenz¨® a popularizarlo con su disco de debut en 1988. Ese momento iniciaba una ¨¦poca en la que el oro y los brillantes comenzaron a extenderse de cuellos, manos y orejas a la boca. La cultura hip hop, que abrazaba el lujo sin ambages, comenz¨® a hacer propia una pr¨¢ctica que hab¨ªa ca¨ªdo en desuso, y que se vinculaba m¨¢s con falta de cuidado dental. De paso, tambi¨¦n le dio nombre, o m¨¢s bien varios: conocidos como fronts, golds, o grillz, es esta ¨²ltima denominaci¨®n la que ha pasado a infiltrarse en la cultura popular como s¨ªmbolo de ostentaci¨®n orgullosa, el equivalente callejero a llevar un Rolex en la mu?eca.
En la popularizaci¨®n de este complemento hay un nombre clave. A principios de los ochenta, un joven de origen surinam¨¦s llamado Eddie Plain se propuso encontrar una manera de adornar los dientes sin reemplazarlos por piezas met¨¢licas, tal y como se hac¨ªa entonces. Como se cuenta en el libro Mouth Full of Golds, de Amani Bin Shikhan, Plain quiso comenzar un negocio basado en la joyer¨ªa aplicada a la dentadura sin da?arla y con la posibilidad de que no fuese permanente. Para ello, investig¨® las posibilidades de los moldes para crear piezas que cubriesen los dientes sin ser permanentes. El momento, con el auge de la cultura hip hop, fue perfecto para su negocio. Desde Brooklyn, donde su familia lleg¨® a Estados Unidos, se traslad¨® a Atlanta, donde se convirti¨® en una instituci¨®n en la escena del rap y cre¨® dise?os personalizados para aspirantes a estrellas y todo aquel que quer¨ªa lucir estatus en su boca.
C¨®mo los grillz llegaron al ¡®mainstream¡¯
En 1992, Madonna estaba todav¨ªa en pleno apogeo de sus capacidades como estrella del pop y generadora de tendencias, la mayor parte de ellas adaptadas de las subculturas callejeras. En su reinvenci¨®n visual para Er¨®tica, disco acompa?ado de su pol¨¦mico libro Sex, la cantante dio un paso est¨¦tico que entonces parec¨ªa tremendamente arriesgado: un diente de oro. Con esa imagen se fotografi¨®, grab¨® videoclips e incluso sufri¨® el roce p¨¦lvico de Mill¨¢n Salcedo en una entrevista memorable. Lo que en ese momento pareci¨® otra excentricidad de una estrella empe?ada en epatar fue en realidad la puerta de entrada de una tendencia de la calle y el hip hop a la cultura del estrellato pop.
Se abri¨® as¨ª una brecha entre la subcultura y la cultura de masas. Mientras, en la cultura rap los grillz siguieron siendo una de las se?as de identidad de los artistas del g¨¦nero, especialmente en el sur del pa¨ªs. All¨ª, en ciudades como Houston, surgieron figuras como la de Johnny Dang, un joyero de origen vietnamita que ha hecho fortuna creando dise?os personalizados para artistas como Lil¡¯ Wayne o Cardi B. El auge del trap, con unos c¨¢nones est¨¦ticos m¨¢s arriesgados entre los que se incluyen los tatuajes faciales, reactiv¨® el inter¨¦s de la moda urbana por ellos.
El mundo del pop actual, en la eterna b¨²squeda de c¨®digos callejeros que lo barnicen de autenticidad, ha ido progresivamente incorporando los grillz a su imaginario, primero como atrevimiento y luego como costumbre. En alg¨²n momento u otro lo han incorporado a su imagen estrellas como Justin Bieber, Rihanna, Dua Lipa o Beyonc¨¦. Rosal¨ªa lo adopt¨® con la mariposa de Motomami como bandera, d¨¢ndole una forma m¨¢s sutil y asimilable. De ah¨ª ha pasado a otras personalidades como Kim Kardashian, Bella Hadid, Kylie Jenner o deportistas como Lebron James. Tambi¨¦n se ha abierto paso como s¨ªmbolo en pel¨ªculas como en la ganadora del Oscar Moonlight, de Barry Jenkins, como s¨ªmbolo de poder o, desde otra perspectiva, del paso de la adolescencia a una edad adulta en la que la apariencia se impone a la inocencia.
Esa transici¨®n, la del lujo discreto al que se proclama sin verg¨¹enza, es quiz¨¢s la clave de su popularizaci¨®n: hacer que una boca brille es una declaraci¨®n tan directa y ajena a la opini¨®n de los dem¨¢s que parece ideada para una ¨¦poca en la que lo ¨²nico que permanecer¨¢, al menos durante alg¨²n tiempo, ser¨¢n las im¨¢genes.
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