¡°Salir de noche ha perdido su poder¡±: ?qu¨¦ ha pasado con las grandes discotecas en Espa?a?
Mientras el pa¨ªs empieza a reivindicar el legado art¨ªstico de sus fen¨®menos discotequeros de los ochenta y noventa, parece que las grandes discotecas y eventos nocturnos han perdido terreno frente a nuevas propuestas de ocio nocturno
En 1983 funcionaban unas 60 discotecas solo en la ciudad de Benidorm, muchas m¨¢s de las que hab¨ªa en algunos pa¨ªses europeos medianos. Aquel a?o, Blue Monday, un tema de New Order, a priori complicado porque dura m¨¢s de siete minutos, alcanz¨® el n¨²mero uno en las listas brit¨¢nicas meses despu¨¦s de haberse publicado sin demasiado ¨¦xito. ?El secreto? La hoy legendaria canci¨®n fue machacada por los disc jockeys alicantinos durante el verano, y miles de turistas brit¨¢nicos volvieron de sus vacaciones deseando comprar el single y pon¨¦rselo a sus amigos.
Como demuestra Asier ?vila en Fiesta (Libros del KO), una cr¨®nica nocturna de los ¨²ltimos 40 a?os en Espa?a, la historia de la m¨²sica electr¨®nica en nuestro pa¨ªs es una historia de intercambios culturales internacionales (o entre ciudades, el v¨ªnculo entre Valencia y M¨¢nchester lleg¨® a ser muy estrecho); de colectivos que conquistan libertades en espacios tambi¨¦n ins¨®litos hasta el momento; de un pu?ado de pioneros, visionarios y buscavidas; de convulsiones de la opini¨®n p¨²blica (que tan pronto condena como reivindica escenas completas). Y, sin duda, es tambi¨¦n una historia de drogas y negocios dudosos, en particular, una historia llena de pastillas de MDMA.
Esta historia no est¨¢ cerrada. Decenas de clubes siguen funcionando cada fin de semana en cada provincia. Eso s¨ª, muchos de ellos programan con la vista puesta en las generaciones que los llenaron durante las d¨¦cadas doradas para las discotecas en Espa?a (la de los ochenta y la de los noventa) y el debate sobre si la nostalgia est¨¢ cerrando puertas a nuevas propuestas es uno de los m¨¢s encendidos dentro de la escena. Esa insistencia sobre un ¨²nico periodo no es un capricho, y es que a partir del a?o 2000 y, sobre todo, de la crisis de 2008, todo cambi¨®.
Hoy el consumo de m¨²sica es muy distinto, el porcentaje de poblaci¨®n joven es mucho menor y su poder adquisitivo se ha visto dr¨¢sticamente reducido. Por supuesto, los j¨®venes siguen saliendo y la m¨²sica electr¨®nica est¨¢ viva, pero los h¨¢bitos son muy diferentes respecto a los que dominaron los noventa. ?Estamos mejor o peor? Quienes solo recuerden los reportajes alarmistas que se emitieron entonces, lo tendr¨¢n claro; y quienes vivieran grandes momentos en discotecas cuyas instalaciones son hoy una ruina en la cuneta de una carretera ¡ªla Nacional 332, que vertebra el sureste peninsular, est¨¢ llena de ellas¡ª tambi¨¦n.
Pero, m¨¢s all¨¢ de filias y fobias, por fin est¨¢ surgiendo un movimiento de escritores, periodistas, historiadores, soci¨®logos, m¨²sicos y artistas de todo tipo que analizan y reivindican la fiesta y su legado desde todos sus ¨¢ngulos. Atenderlos es la ¨²nica manera de saber qu¨¦ fen¨®menos fueron realmente valiosos y por qu¨¦ es importante recuperar su esp¨ªritu vanguardista, aquel impulso que fue capaz de cambiar la vida de tanta gente.
Durante los ¨²ltimos a?os hemos asistido a muchas nuevas publicaciones sobre la ruta Destroy (o ruta del Bakalao). En 2017 se lanz¨® el podcast Val¨¨ncia Destroy de Eugenio Vi?as y se tradujo al castellano En ¨¦xtasis, el ensayo de Joan M. Oleaque. La Ruta fue una serie producida por Antena 3 y estrenada en 2022, a?o en que el IVAM acogi¨® la exposici¨®n Ruta gr¨¢fica, centrada en el universo est¨¦tico y el dise?o alrededor del ¡°sonido valencia¡±, y ahora, el libro de ?vila no reconstruye exclusivamente la Ruta, pero le dedica muchas p¨¢ginas.
¡°El periodo de demonizaci¨®n ya ha pasado, actualmente el p¨¦ndulo est¨¢ en el extremo contrario: toda la gente que en su momento se quiso desvincular de esto, ahora quiere ser relacionada con la Ruta y, sobre todo, con su primera etapa, la de los ochenta¡±, comenta Alberto Haller, historiador y comisario de Ruta Gr¨¢fica. ¡°Cuando nosotros inauguramos la exposici¨®n hubo mucha gente que nos agradeci¨® que hubi¨¦ramos rescatado esa mirada porque dejaba de demonizar algo que formaba parte de su identidad o de su juventud. Algo que recordaban de una manera preciosa, de repente fue presentado como algo malo, y en ese estigma ha habido mucha gente que ha estado muy inc¨®moda¡±, recuerda.
Dado que cuando se habla de movimientos juveniles suele tomarse la parte por el todo, ese cambio de consideraci¨®n de la Ruta ha sido fundamental para la rehabilitaci¨®n de la imagen de toda la escena electr¨®nica y ello a pesar de que ¡°la fiesta nunca est¨¢ bien vista¡±, como apunta ?vila. ¡°Especialmente a partir de los noventa, el ocio juvenil, sobre todo el que no es recatado y comedido, sino nocturno y hedonista, siempre ha molestado a alguien, a veces con raz¨®n; por ejemplo, hasta bien entrados los dos mil no empezaron las sentencias judiciales que condenaban a empresarios por el ruido, pero muchas veces por puro miedo a lo desconocido. De hecho, la mala prensa del ocio juvenil puede entenderse como reflejo de la sempiterna lucha generacional: j¨®venes contra adultos talluditos que ya no recuerdan lo que significa ser joven¡±, explica el autor de Fiesta y guionista de Megamix Brutal.
No obstante, todas las cr¨®nicas y las fuentes coinciden en que la Ruta tuvo, m¨¢s all¨¢ de sesgos y prejuicios, una parte oscura, y en que fue un fen¨®meno que termin¨® ahogado en su propio ¨¦xito. Actualmente, su ciclo de auge y decadencia (repleto de aprendizajes valiosos, pero tambi¨¦n de tragedias y desprop¨®sitos) sigue siendo el mejor muestrario de todo lo bueno y lo malo que puede suceder de noche: ¡°Hasta principios de los ochenta, ni los homosexuales ni las mujeres ten¨ªan la posibilidad de salir de una manera segura y es en Valencia es donde se inicia ese movimiento que les permiti¨® salir tranquilos, a pasarlo bien y no a sufrir acoso¡±, pone en valor Haller. ¡°Y eso que surge como algo muy rupturista, termina dando la vuelta y acaba cuando entra la gente que, precisamente, se quedaba fuera. Cuando un fen¨®meno tan exclusivo (no en un sentido material, porque este circuito era para gente trabajadora y de todos los estratos sociales, sino en un sentido cultural), con gente que iba ah¨ª buscando cierta m¨²sica y cierto ambiente muy concreto, se pone de moda y atrae a la gente de consumos m¨¢s mayoritarios, se da la vuelta a la tortilla y los comportamientos indeseables reaparecen. Entonces las personas m¨¢s avanzadas abandonan las pistas y comienza un proceso de degradaci¨®n que tambi¨¦n implica la bajada de calidad de la m¨²sica o del dise?o gr¨¢fico¡±, lamenta el historiador.
Son pocos los escritores que han descrito lo que se siente dentro de un club. En castellano, Edit (2022, Caniche), recoge tres textos de Sof¨ªa Fern¨¢ndez Pan sobre la experiencia colectiva en la pista de baile y, en ingl¨¦s, la fil¨®sofa McKenzie Wark prepar¨® Raving (Caja Negra, 2023). Hay quien defiende este hermetismo argumentando que no es necesario convertir en palabras todo lo que se siente con el cuerpo (y mucho menos, retransmitirlo en un directo de Instagram), pero la propia Wark afirma que la fiesta es una forma de utop¨ªa ef¨ªmera que permite asomarse a c¨®mo ser¨ªa el mundo tras el capitalismo: una cuesti¨®n pol¨ªtica que merece discusi¨®n.
¡°En mi opini¨®n, es totalmente real esta conexi¨®n¡±, observa ?vila. ¡°Durante muchos a?os, hasta bien entrados los noventa, y especialmente en ciertas discotecas que intentaban recoger m¨²sicas avanzadas, esa sensaci¨®n ut¨®pica, transformadora, de cambio, era palpable. El fin de semana aportaba sentido a una vida gris, a un pasado rancio; las discotecas eran lugares que acog¨ªan a j¨®venes que no quer¨ªan repetir la vida de sus padres, j¨®venes que entend¨ªan y que quer¨ªan vivir el presente porque el futuro era incierto. De hecho, a mediados de los noventa surgieron las empresas de trabajo temporal, que iniciaron el trabajo precario que hoy vivimos todos. Por lo tanto, la fiesta se transform¨® en la salida perfecta: ?qu¨¦ hab¨ªa mejor que bailar tu m¨²sica favorita en espacios dise?ados para transformar tu estado de ¨¢nimo simplemente entrando en ellos? Claro, la utop¨ªa no existe sin su antagonista, la distop¨ªa. Pronto la fiesta tambi¨¦n atrae el lado oscuro: la corrupci¨®n, la violencia, la criminalizaci¨®n, los prejuicios¡¡±.
La dj valenciana Angelinanlunyi, que pincha en clubes m¨ªticos como Spook, cree que ¡°la fiesta sigue siendo revolucionaria¡± y es que ¡°en la pista no hay diferencias, se mezcla gente de todas partes y de todas las clases sociales porque todos est¨¢n unidos por la m¨²sica, el baile y una conexi¨®n con uno mismo y con el ambiente¡±. Esa concentraci¨®n de personas de or¨ªgenes muy distintos que interact¨²an amistosamente en un mismo espacio es uno de los valores a proteger de la fiesta, especialmente ahora que las ciudades levantan barreras f¨ªsicas, econ¨®micas y sociales cada vez m¨¢s impermeables.
En esa promiscuidad nocturna se esconden muchos aprendizajes, tal y como confirma F¨¦lix Ervio (programador en varios clubes del Levante y, desde hace 25 a?os, due?o del Bar Ocio, referencia de la noche murciana y escuela de djs): ¡°En la noche se aprenden muchas cosas. Para empezar: a socializar, se cogen tablas, se superan timideces y traumas. Los clubes tambi¨¦n sirven para intercambiar informaci¨®n sobre todo tipo de disciplinas art¨ªsticas, sobre sexualidad, sobre m¨²sica¡ Desde luego, tambi¨¦n se aprenden cosas que no son buenas, pero la propia noche ayuda a salir de ellas y a superar dificultades. En cuanto a los riesgos, son los mismos de siempre, aunque la gente hoy tiene m¨¢s cabeza y sabe que no es necesario arriesgarse para adquirir una cultura nocturna¡±.
Aunque el sector no es pesimista (la Federaci¨®n Nacional de Empresarios de Ocio y Espect¨¢culos calcula que la fiesta sigue generando el 1,6% del PIB espa?ol), hay quien piensa, como ?vila, que los cambios en el modelo de ocio y en el comportamiento de los j¨®venes (por ejemplo, hacia la desaparici¨®n de clubes, salas y discotecas y el crecimiento de los festivales puntuales) han provocado ¡°que la noche, o incluso el fin de semana, hayan perdido ese poder m¨ªtico que ten¨ªan antes, cuando parec¨ªan dar sentido a la vida¡±.
¡°La fiesta fue durante muchos a?os el rito de paso de la juventud espa?ola, la senda que une la vida controlada por tus padres a la libertad del mundo adulto. La fiesta fue un lugar donde experimentar el v¨¦rtigo de tomar decisiones por ti mismo y cometer errores, de conocer a gente con vidas totalmente opuestas o de aceptar riesgos¡±, sigue ?vila, que duda de que hoy siga cumpliendo todas esas funciones.
¡°Ahora en Valencia hay un problema con la nostalgia¡±, lamenta Haller. ¡°Siempre que hacemos eventos y pinchadas sobre Ruta gr¨¢fica hay quien pregunta si vamos a poner m¨²sica de la ¨¦poca de la Ruta y a m¨ª eso me revienta. Porque a m¨ª lo que me interesa de la Ruta es el concepto, la vanguardia, mirar hacia delante. Lo que toca, precisamente, es pinchar m¨²sica actual y no cosas recalcitrantes y facilonas¡±, explica el comisario e historiador. A veces, posturas como la suya est¨¢n condenadas a perder la batalla contra la industria de la nostalgia, y es que desde hace algunos a?os las ¡°fiestas remember¡± lo inundan todo.
¡°Para algunos, sobre todo de generaciones anteriores, existe una sensaci¨®n de derrota¡± comenta Angelinanlunyi para explicar por qu¨¦ tantos ruteros veteranos se refugian en el pasado. ¡°Es como si pensaran que nosotros estamos intentando competir con ellos, o algo as¨ª. Pero yo pienso que no hay cosas peores o mejores, son mundos muy diferentes y es bonito que haya habido una evoluci¨®n. Las personas han cambiado, son generaciones distintas y la renovaci¨®n de la escena siempre es necesaria¡±.
El empresario Ervio, que lleva programando y pinchando desde los ochenta, est¨¢ de acuerdo y entiende que su trabajo consiste ¡°b¨¢sicamente en reflejar cambios y dar espacio a las cosas nuevas que los j¨®venes quieren expresar¡±. ¡°Yo vivo de eso, tanto de abrir las puertas del ocio a gente muy joven como de mantener los o¨ªdos bien abiertos, probar a mucha gente y ver qu¨¦ tienen que aportar de nuevo a nuestra escena. Esa manera de funcionar es gratificante porque te das cuenta de que, si hay una investigaci¨®n suficiente sobre lo que se est¨¢ moviendo en la ciudad, siempre hay alguien que tiene algo nuevo que decir¡±.
Tambi¨¦n es consciente de que ¡°la nostalgia en la electr¨®nica ha existido siempre. Lo que no me gusta es la nostalgia gratuita: si t¨² creas una nueva visi¨®n sobre un estilo o sobre un momento hist¨®rico, a m¨ª me parece bien mientras haya nuevos ingredientes o nueva tecnolog¨ªa. El t¨ªpico remember de algo que ya est¨¢ hecho y quiere reproducir contextos, no me interesa¡±.
As¨ª que el futuro de la fiesta, ahora que se est¨¢ ordenando e interpretando todo lo sucedido durante las ¨²ltimas d¨¦cadas, pasa por recuperar su esp¨ªritu vanguardista. Angelinalunyi apunta que otro de los problemas es ¡°la situaci¨®n econ¨®mica de los j¨®venes, que afecta a todo: falta dinero, la econom¨ªa no ayuda y es complicado acudir a eventos lejos de tu ciudad¡±. No obstante, en todas las escenas rompedoras ¡ªy la Ruta lo fue¡ª las carencias siempre se han sabido superar por medio de una creatividad y una ilusi¨®n genuinas. Hoy, existen proyectos renovadores e ilusi¨®n de sobra. Para que, como dir¨ªa Paco Pil, viva la fiesta, es necesario que el peso del pasado y de los prejuicios no la aplaste.
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