As¨ª fue mi semana con Maradona: ¡°Yo los invito a comer, pero ustedes pagan el vino¡±
Sergio Caballero, uno de los fundadores del S¨®nar, recuerda vivamente su encuentro con Diego Armando Maradona cuando el astro del f¨²tbol fue imagen del festival en 2002. Fue solo una semana, pero qu¨¦ semana
¡°Mucha gente me ha llamado como si se hubiera muerto alguien cercano, o algo, pero la verdad es que yo solo pas¨¦ con ¨¦l una semana. Eso s¨ª: vaya semana¡±. Sergio Caballero, uno de los fundadores del S¨®nar, tuvo tratos laborales con Diego Armando Maradona, que falleci¨® el pasado 25 de noviembre. Todo empez¨® con una idea: ¡°Para el festival de 2002, a m¨ª me gustaba la idea de que un famoso encabezara nuestra campa?a. Te dir¨¦ la verdad: yo quer¨ªa a Michael Jackson. Pero cuando lo intentamos, y a pesar de que dicen que todos estamos a cuatro llamadas de cualquier otra persona, ya vi que no iba a poder ser (risas). As¨ª que conectamos con el siguiente de la lista, porque era el a?o del Mundial: Maradona. Que ten¨ªa adem¨¢s esa imagen de antih¨¦roe. Nos encajaba perfecto¡±.
El entente econ¨®mico fue ¡°sencillo¡±, recuerda Caballero. Por aquel entonces, el barrilete c¨®smico ya estaba retirado de la vida futbolera (lo hizo en 1997) y se dedicaba a actividades varias, casi todas ellas provistas por su manager, capataz, c¨®mplice, confidente y amigo, Guillermo Coppola, cuyas prioridades siempre hab¨ªan sido cristalinas. ¡°?Ten¨¦s la plata?¡¯. Es lo primero que me dijo en cuanto pusimos pie en aquel spa mexicano. Le dije que claro, que ten¨ªamos la plata, pero que primero quer¨ªa ver a Diego y que se hiciera las fotos¡±.
Hab¨ªa arrancado bien, ¡°con un acuerdo monetario r¨¢pido¡±, pero hab¨ªa seguido regular: ¡°Primero nos dijeron que habr¨ªa que hacerlo en Argentina. Luego que iba a ser en Cuba, luego que iba a ser en M¨¦xico. Hasta que me plant¨¦ y les dije que hab¨ªa que mover a un equipo y hacer una serie de gestiones y que no pod¨ªamos cambiar todo el operativo cada dos d¨ªas¡±. Finalmente, Caballero y su equipo cogieron un avi¨®n a M¨¦xico para empezar de una vez por todas. ¡°Yo no ten¨ªa ni idea de qui¨¦n era Diego Armando Maradona, as¨ª que me le¨ª su autobiograf¨ªa por el camino. Antes de eso, como si me preguntas por los toros¡±.
¡°?Catal¨¢n, ven!¡±
La misi¨®n deb¨ªa durar dos d¨ªas, con la sesi¨®n de fotos como elemento central, pero -obviamente- no iba a ser tan sencillo: ¡°Bueno, ten¨ªamos que estar dos d¨ªas all¨ª, pero Diego era algo singular, a veces se ausentaba sin avisar, otras avisaba pero no volv¨ªa. Un d¨ªa me dijo que iba un momento al ba?o y ya no volvimos a verlo hasta el d¨ªa siguiente. Era complicado trabajar a su alrededor, as¨ª que tuvimos que adaptarnos¡± confiesa Caballero. ¡°No llevaba un s¨¦quito excesivamente grande, creo que eran cinco y hab¨ªan llegado a aquel spa en M¨¦xico por una operaci¨®n comercial de promoci¨®n, o algo parecido que ten¨ªa que ver con un partido de modelos en el que no acab¨® participando, porque no le pagaron lo que quer¨ªa. Acabo escapando por una ventana (risas). Lo mejor del caso, es que un d¨ªa me contaron c¨®mo funcionaba: el establecimiento pagaba por el alojamiento y las comidas, pero el alcohol se lo ten¨ªan que pagar ellos. Entonces entend¨ª porque Coppola me dijo que el nos invitaba a comer y cenar all¨ª cada d¨ªa, pero ¡®ustedes pagan el vino¡¯ (risas)¡±.
¡°Era curioso, porque aunque siempre estaba rodeado de gente, me pareci¨® un tipo muy solo, que se pasaba el d¨ªa en la habitaci¨®n comiendo hamburguesas y pizzas, y viendo partidos de f¨²tbol. En aquella ¨¦poca le gustaba mucho el golf y tambi¨¦n le daba a eso. Lo bueno es que tuvo buena onda conmigo y con el fot¨®grafo y eso lo hizo todo m¨¢s f¨¢cil a la hora de trabajar. Me gritaba: ¡°?Catal¨¢n, ven!¡±. Y all¨ª que ¨ªbamos (risas). Siempre ¨ªbamos a su ritmo. Una ma?ana se levantaba y me dec¨ªa ¡°Catal¨¢n, ?vamos a jugar al f¨²tbol!¡±. Y all¨ª me iba a jugar al f¨²tbol, yo que no ten¨ªa ni puta idea de jugar al f¨²tbol¡±.
Finalmente, la cosa lleg¨® a buen puerto y Maradona complet¨® la sesi¨®n de fotos prevista en -m¨¢s o menos- el plazo previsto. De vuelta a Barcelona, Caballero y su equipo, muy satisfechos con el resultado (¡°ha sido uno de nuestras campa?as m¨¢s potentes¡±) se plantearon traer al Pelusa a la Ciudad Condal: ¡°Nos lo planteamos, s¨ª. Pero era muy complicado, como ya te puedes imaginar, as¨ª que lo descartamos. Lo mejor del caso fue que se corri¨® la voz de que s¨ª, de que el t¨ªo hab¨ªa venido al Sonar. Y ve¨ªas a la gente mirando a ver si pod¨ªan encontrarlo (sonr¨ªe). La verdad es que tuvimos a un doble un rato en el escenario y eso fue todo¡±.
Lo que Caballero a¨²n recuerda es la reacci¨®n de determinados agentes de la escena pol¨ªtica catalana cuando se hizo p¨²blico que el argentino iba a ser el protagonista de la campa?a de marketing de uno de los festivales de m¨²sica m¨¢s importantes del mundo: ¡°Fue un poco raro, porque un parlamentario quiso reunirse conmigo para decirme que no pod¨ªa consentir que el protagonista del festival fuera un drogadicto. ?Qu¨¦ le dije? Que nosotros pod¨ªamos hacer lo que nos diera la gana, gracias¡±.
Caballero a¨²n recuerda la parte m¨¢s surrealista del trato Maradoniano: ¡°Nos llevamos ropa de Adidas, uno de los patrocinadoras del S¨®nar, y se enamor¨® de un ch¨¢ndal de golfista. Pero paso algo rar¨ªsimo y se le quem¨® en la habitaci¨®n. No tengo ni idea de c¨®mo se te puede quemar un ch¨¢ndal en la habitaci¨®n, pero bueno. La cuesti¨®n es que nos llamaron para que les envi¨¢ramos otro ch¨¢ndal. Pero aquello no estaba en mi mano, as¨ª que tuve que sincerarme. ¡®Mira, nosotros no somos Adidas¡¯, le dije. ¡®Somos el S¨®nar, probad en El Corte Ingl¨¦s¡±.
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