De maestra del meme a tr¨¢gica lorquiana: nadie ha invertido tanto en el espect¨¢culo como Isabel D¨ªaz Ayuso
Si la presidenta de la Comunidad de Madrid lograra confundir al virus tanto como nos confunde a nosotros, en julio est¨¢bamos todos en una playa de Bali
Tiene la mirada ext¨¢tica de Blancanieves tras descubrir, en un claro del bosque, unas tentadoras setas m¨¢gicas diciendo: ¡°?C¨®meme!¡±. El mismo hallazgo f¨²ngico que llev¨® a la fundacional princesa disneyana a entablar amena conversaci¨®n con flores, p¨¢jaros y adorables fierecillas del bosque, pero que a su hom¨®loga urbana y capitalina le permite escuchar, en clave de aleluya, el fragor contaminante de los atascos en la noche madrile?a o el glissando de las burbujas de los refrescos azucarados, combinado con el percutivo crescendo de los ¨ªndices de colesterol en arteria infantil, como si fuese la obertura de un musical de la Gran V¨ªa.
Nada extra?o, pues, que tan peculiar l¨®gica lis¨¦rgica aconseje que la mejor manera de celebrar un ¨¦xito relativo en medio de una pandemia apocal¨ªptica sea bailar la conga del Qu¨ªtame All¨¢ Esa Distancia Social Y Dame Un Movimiento Sexy. Su trayectoria tiene el dise?o para ser contenida en uno de esos zumbones p¨¢rrafos de novela de Thomas Pynchon ¨Cvariable La subasta del lote 49 o Al l¨ªmite¨C que logran sublimar el delirio a trav¨¦s de la s¨ªntesis c¨¢ustica de una hiperrealidad improbable: a saber, community manager de la cuenta tuitera de un chucho que fue mascota de una Mal¨¦fica imperial; voz indistinguible en redes sociales de la de sus perfiles fake; foco de la orgullosa pasi¨®n rom¨¢ntica del jefe de marketing de la cadena de peluquer¨ªas Rizo¡¯s y figura en el centro del hurac¨¢n de un esc¨¢ndalo hotelero.
Maestra, pues, de la neopol¨ªtica del meme, capaz de transmutarse un domingo en tr¨¢gica lorquiana, Isabel D¨ªaz Ayuso es una cortina de humo encarnada. Nadie hab¨ªa invertido tanto en el espect¨¢culo para que no mir¨¢ramos a lo fundamental: los recortes en Educaci¨®n y Sanidad de los suyos y la carpetovet¨®nica, pero no menos peligrosa, ferocidad de quienes no tiene enfrente, sino al lado.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.