Kimbal Musk: as¨ª es la vida del hermano peque?o del hombre m¨¢s rico del mundo
Un a?o menor que Elon Musk, el fundador de Tesla, Kimbal Musk comparte con ¨¦l excentricidades y ambiciones. La diferencia es que el peque?o de los Musk no busca salvar a la humanidad, solo cambiar la forma en la que comemos.
La rivalidad entre hermanos, tan antigua como la propia vida, se hace m¨¢s evidente cuando ambos comparten intereses y ambiciones profesionales. Figuras hist¨®ricas como Napole¨®n y Jos¨¦ Bonaparte, en el mundo del pop con Michael y Latoya Jackson y en la ficci¨®n con Michael y Fredo Corleone. Siempre hay una figura que acapara todo el carisma y absorbe toda la atenci¨®n, dejando a la otra tiritando de fr¨ªo. En la era de los emprendedores mesi¨¢nicos, aquellos que acumulan riqueza hasta niveles nunca antes conocidos, la competitividad fraterna adquiere una nueva dimensi¨®n. Intentar mantenerse a la altura de alguien que no solo es absurdamente rico sino que tiene planes para el futuro de toda la humanidad es una tarea tan agotadora como f¨²til. A no ser que te apellides Musk, seas multimillonario y tengas un sombrero de cowboy.
Hace un par de semanas Kimbal Musk vendi¨® 30.000 acciones de Tesla, la compa?¨ªa con la que su hermano Elon Musk pretende cambiar la automoci¨®n mundial. Obtuvo casi 21 millones de euros, calderilla si tenemos en cuenta que todav¨ªa posee 599.740 participaciones de la compa?¨ªa que, al precio actual, equivalen a m¨¢s de 394 millones de euros. Si bien no llega a los niveles de Elon, que supera los 160.000 millones, es suficiente como para pertenecer al 1%. Pero crecer al lado de alguien que quiere llevar al ser humano a Marte a trav¨¦s de su compa?¨ªa Space X, que le da a su hijo con la cantante de pop mutante Grimes el nombre de X ? A-12, que es una m¨¢quina de frases inspiracionales y megal¨®manas (ejemplo: ¡°Cuando algo es lo suficientemente importante, lo haces incluso si las probabilidades no est¨¢n a tu favor¡±) y que desde enero es, oficialmente, el hombre m¨¢s rico del mundo, requiere algo m¨¢s que dinero. Requiere personalidad.
Solo hace falta pasearse por su perfil de Instagram para reconocer que Kimbal Musk tiene ese aura exc¨¦ntrica y despreocupada de aquellos que no se dejan amedrentar por las opiniones ajenas. Siempre bajo un sombrero de cowboy, con camisas de le?ador o de estampados imposibles, hebilla prominente en el cintur¨®n, botas vaqueras y sonrisa perenne, da la impresi¨®n de haber de haberse teletransportado desde un rancho de Montana al mismo centro de Palo Alto. Pero esa imagen de cowboy chic no le ha acompa?ado siempre.
Nacido en Pretoria (Sud¨¢frica) en 1972, un a?o despu¨¦s que su hermano Elon, su camino comenz¨® unido al hombre que acabar¨ªa siendo uno de los primeros centibillionarios de la Historia. De hecho, le sigui¨® literalmente paso a paso. Al acabar el instituto en su ciudad natal, se reuni¨® con su hermano en Canad¨¢, el pa¨ªs de origen de la madre de ambos, la modelo y dietista Maye Musk, para estudiar empresariales. Tambi¨¦n junto a Elon dio el golpe que cambiar¨ªa sus trayectorias. Despu¨¦s de mudarse a Silicon Valley en 1995, fundaron Zip2, una compa?¨ªa que desarrollaba alojamiento en Internet para medios de comunicaci¨®n como The New York Times o el Chicago Tribune. En 1999, la multinacional Compaq adquiri¨® su empresa a cambio de 252 millones de d¨®lares, la gasolina que necesitaban para perseguir sus respectivas ambiciones.
Dos misiones para dos hermanos
Con liquidez suficiente para acometer empresas mayores, Kimbal invirti¨® junto a Elon en sus siguientes proyectos, X.com, PayPal y, finalmente Tesla y SpaceX, de las que todav¨ªa es accionista y miembro del consejo de administraci¨®n. Sin embargo, mientras su hermano mayor iba subiendo su nivel de ambici¨®n hasta la estratosfera y m¨¢s all¨¢, Kimbal decidi¨® centrarse en algo mucho m¨¢s terrenal: la comida.
A principios de la d¨¦cada de los 2000 cambi¨® Palo Alto por Nueva York, donde se enrol¨® en el International Culinary Center. All¨ª, adem¨¢s de retomar su pasi¨®n por la cocina, herencia de las cenas que preparaba para su familia antes de la separaci¨®n de sus padres, vivi¨® el 11-S como voluntario preparando comidas para los bomberos. Poco despu¨¦s dej¨® Nueva York para asentarse junto a su primera esposa en Boulder, Colorado, donde abri¨® The Kitchen, un restaurante con una estricta pol¨ªtica de comercio local y productos org¨¢nicos que pronto se convertir¨ªa en una cadena con sedes en Denver y Chicago. Un accidente sufrido en unas vacaciones esquiando en 2010 le mantuvo postrado en cama durante dos meses, momento en el que le lleg¨® su gran revelaci¨®n: quer¨ªa dedicarse por completo a mejorar la manera en la que nos alimentamos.
¡°La comida es ese maravilloso regalo que nos hacemos tres veces al d¨ªa y, sin embargo, no podr¨ªamos haber creado un sistema alimentario peor que el que tenemos¡±, explic¨® Kimbal a The New York Times en 2017. Sus esfuerzos desde entonces han estado encaminados a que m¨¢s gente consuma ¡°comida real¡± y a reforzar los v¨ªnculos comunitarios que se crean compartiendo alimentos. ¡°Durante el 11-S vi c¨®mo la comida un¨ªa a la gente, al igual que cuando cocinaba para mi familia cuando era ni?o¡±, explic¨® en una TED Talk en 2017. El hermano peque?o ya ten¨ªa un prop¨®sito en la vida: si Elon nos quiere llevar a Marte, Kimbal busca que hagamos el trayecto juntos y bien alimentados.
En 2011 fund¨® una nueva cadena de restaurantes, Next Door, llevando el universo de la comida r¨¢pida a los productos de proximidad. Al mismo tiempo puso en marcha The Kitchen Community, m¨¢s tarde renombrado como Big Green, una organizaci¨®n sin ¨¢nimo de lucro que trabaja junto a colegios creando talleres para ni?os en los que se les ense?a a cuidar huertos y propagar las bondades de los alimentos no procesados. Cada uno de sus restaurantes destina un porcentaje de sus ganancias a esta iniciativa, que se ha expandido a siete ciudades y 600 colegios de EE UU.
Predicar con el espect¨¢culo
Como buen emprendedor social, Kimbal Musk es consciente de que su mensaje tiene que ir acompa?ado de un espect¨¢culo a la altura, algo que haga que la gente le preste atenci¨®n. Por eso mismo un buen d¨ªa se prob¨® un sombrero de cowboy en Austin y decidi¨® que ya ten¨ªa su imagen de marca, y por la misma raz¨®n aplica a su misi¨®n la dial¨¦ctica de Silicon Valley. ¡°La comida es el nuevo internet¡± es uno de sus lemas m¨¢s conocidos, pero tambi¨¦n es capaz de utilizar uno de los t¨¦rminos m¨¢s sobados de los ¨²ltimos tiempos, ¡°disruptivo¡±, a la alimentaci¨®n. Esa uni¨®n de tecnolog¨ªa y cultivo cristaliza en Square Roots, compa?¨ªa que promueve huertos urbanos y act¨²a de incubadora para startups que producen alimentos de manera ecol¨®gica. Piensen en un business angel rodeado de tomates y no estar¨¢n muy lejos de la idea.
Ese sentido del espect¨¢culo es el que lleva a Kimbal a postear fotos subido en un coche de juguete, hacer versiones de los Rolling Stones guitarra en mano o trolear a un presentador de la cadena Fox News que quer¨ªa sacar trapos sucios de los negocios de su hermano y endosarle un discurso promocional de su labor ben¨¦fica. Tambi¨¦n a meterse en huertos ajenos. En 2018 se vio envuelto en una surrealista pol¨¦mica al defender a su hermano Elon, que hab¨ªa llamado ¡°ped¨®filo¡± en Twitter al buzo Vernon Unsworth, despu¨¦s de que este despreciase la oferta del capo de Tesla para rescatar a los miembros de un equipo de f¨²tbol tailand¨¦s que hab¨ªan quedado atrapados bajo el agua en una cueva.
Otra de esas situaciones insospechadas en las que se vio envuelto estuvo propiciada por su boda. En junio de 2018 contrajo segundas nupcias con Christiana Wyly, hija del millonario texano Sam Wyly, y ambos eligieron las ruinas griegas de Emp¨²ries (Catalu?a) como el lugar para sellar su enlace.
Una foto bajo una pancarta en la que se le¨ªa un ¡°s¨ª¡± remit¨ªa tanto al refer¨¦ndum del 1-O como al ¡°s¨ª quiero¡± de su enlace. Pol¨¦micas que Kimbal Musk esquiva con sus mismas armas de siempre: una sonrisa de gato de Cheshire y un discurso en el que el desaliento o la negatividad no tienen cabida.
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