La historia de terror de Vera Pratt: la anciana ¡°pose¨ªda por demonios¡± que perdi¨® millones estafada por su exorcista
El caso de la heredera, fallecida en 2018, ha puesto en evidencia el vac¨ªo legal que existe para perseguir a los proveedores de servicios de ocultismo
Cada cierto tiempo sale a la luz una historia de ¡°millonario enga?ado por un timador¡± y la noticia se recibe en los medios con algo parecido al schadenfreude, la pulsi¨®n de alegrarse por el mal ajeno. Ah¨ª lo tienen. No haber sido ricos. Hablamos de historias como la del empresario inmobiliario Stephen Cloobeck, de 59 a?os, que le reclama a su ex, Stefanie Gurzanski, de 26, una modelo con bastantes seguidores en OnlyFans, que le devuelva el mill¨®n de d¨®lares que se gast¨® en regalos en los cinco meses que pasaron juntos. Tambi¨¦n en los casos de fraude de alto nivel que dan material a los podcasts y las plataformas, es dif¨ªcil que se nos encoja el coraz¨®n por gente como la exsecretaria de Educaci¨®n de Trump, la muy milmillonaria Betsy DeVos, que invirti¨® cien millones de d¨®lares en el timo de Theranos.
Sin embargo, la historia de Vera Pratt, la anciana enga?ada por una vidente que se conoci¨® esta semana en un largo art¨ªculo del Boston Globe solo puede leerse como un relato triste de Alice Munro o de Elizabeth Strout. La anciana lleg¨® a entregarle 3,5 millones de d¨®lares a una vidente llamada Angela Johnson para intentar que le exorcizara el demonio de su cuerpo. En una relaci¨®n que se alarg¨® durante siete a?os, la vidente de Florida consigui¨® tener a la mujer bajo su completo control, la apart¨® de su familia y amigos, lleg¨® a ser titular de su tarjeta de cr¨¦dito y llev¨® un tren de vida que le permiti¨® comprarse un Porsche Cayenne y llevar bolsos de Chanel y zapatos de Louboutin, mientras que la mujer que le extend¨ªa los cheques tuvo que pedir a una ahijada que le pagase el recibo de la luz.
Vera Pratt falleci¨® en 2018 en el sentido m¨¢s descriptivo del t¨¦rmino. Pertenec¨ªa a la cuarta generaci¨®n de personas que viv¨ªan del dinero que gan¨® Charles Pratt, socio de John D. Rockefeller en la Standard Oil Company. En 1891 la fortuna de Pratt era de unos 20 millones de d¨®lares, que ahora ser¨ªan 576. Vera nunca necesit¨® tener algo parecido a un trabajo pero, seg¨²n el art¨ªculo del Globe, ¡°no se sent¨ªa c¨®moda con su riqueza¡± y prefer¨ªa dedicar los millones que le correspond¨ªan en hacer donaciones filantr¨®picas a causas como Oxfam y Save the Children. Le gustaba pintar ¨®leos impresionistas, el reiki y viajar. Hab¨ªa tenido una vida errante y despreocupada. Estudi¨® psicolog¨ªa jungiana en Viena y experiment¨® con las drogas psicod¨¦licas con Timothy Leary. El amor, sol¨ªa decir, la hab¨ªa esquivado.
En 2006, Vera Pratt se compr¨® su mayor capricho, una casa de cuatro habitaciones valorada en dos millones de d¨®lares en Martha¡¯s Vineyard, la isla de Massachusetts que ha acogido siempre las vacaciones de los Kennedy y de cierta ¨¦lite que valora el dinero discreto. La pol¨¦mica fiesta del 60 cumplea?os de Barack Obama el pasado verano, a la que acudieron invitados como Steven Spielberg y Oprah Winfrey, se celebr¨® por supuesto en la mansi¨®n que los Obama se han comprado en la isla gracias a sus negocios post presidenciales, que incluyen contratos con Netflix y adelantos multimillonarios por sus libros.
La casa de Vera Pratt era una cosa m¨¢s discreta, pero ten¨ªa su habitaci¨®n para meditar, su habitaci¨®n para hacer conservas y su huerto, en el que plantaba br¨®coli y fresas. Aun as¨ª, la mujer no estaba tranquila. Siempre hab¨ªa cre¨ªdo en las fuerzas paranormales, de hecho cre¨ªa que ella misma era un poco bruja, y se hab¨ªa convencido de que las cosas que le pasaban desde que hab¨ªa cumplido 70 a?os eran cosas del diablo. En concreto, pensaba que estaba pose¨ªda y que el demonio se alojaba en su clav¨ªcula derecha. ?l ten¨ªa la culpa de que se le borrasen los correos electr¨®nicos, de sus problemas de cobertura con el m¨®vil y de que se le hubiera estropeado la cocina de carb¨®n.
Fue entonces cuando dio con el anuncio de una mujer de Florida que se anunciaba como Psychic Angela, o sea, la Vidente Angela. Johnson, que en realidad se llamaba Sally Reed, dec¨ªa pertenecer a los gitanos norteamericanos y vend¨ªa servicios de tirada de cartas, limpieza espiritual, sanaci¨®n y meditaci¨®n. Por lo que sea, Vera Pratt crey¨® que entre los cientos de miles de personas que ganan dinero en un sector cada vez m¨¢s normalizado, el de la venta de humo, y sea a trav¨¦s de cristales o de eneagramas, la Vidente Angela era justo lo que buscaba. Johnson, que ten¨ªa entonces treinta y pocos a?os, le daba un barniz corporativo a su negocio. Dec¨ªa que hab¨ªa ayudado a ejecutivos de alto nivel. En la plataforma Yelp escribi¨® sobre s¨ª misma: ¡°Nunca he fallado ning¨²n caso¡±.
Ya en su primera conversaci¨®n, en 2006, la vidente debi¨® intuir que ten¨ªa un negocio a largo plazo entre manos. Empez¨® un tratamiento que durar¨ªa m¨¢s de siete a?os. Johnson le dec¨ªa que pasaba horas enteras, del d¨ªa y de la noche, exorcizando los demonios de Pratt, y le facturaba por el tiempo invertido, claro. Por tel¨¦fono, le daba instrucciones de poner cristales e incienso en casa para contener a la energ¨ªa negativa, rezar y meditar. Como los demonios aparentemente persist¨ªan, la vidente le convenci¨® de que era necesario que se vieran. Johnson empez¨® a hacer viajes peri¨®dicos de Florida a Martha¡¯s Vineyard. Por supuesto, Pratt pagaba el avi¨®n y la estancia en el hotel Harbor View, donde la noche cuesta unos 500 d¨®lares. En 2011, cuando Pratt ya llevaba cientos de miles de d¨®lares pagados a la vidente, not¨® que le quedaba poco dinero en la cuenta. En un correo que escribi¨® a Johnson le dijo: ¡°No hab¨ªa mirado cu¨¢nto te daba¡±. Y en su diario escribi¨®, con la despreocupaci¨®n de quien no ha perdido nunca el sue?o por el dinero: ¡°Lo que me pide por tratar con los demonios es demasiado. Por lo visto, me estoy quedando sin fondos¡±. Mientras, a Johnson la econom¨ªa le iba estupendamente. Viv¨ªa en una casa de medio mill¨®n de d¨®lares en Florida y ten¨ªa otro apartamento en Nueva York, en el Flatiron District. Gracias a la tarjeta de Pratt, que usaba a discreci¨®n, pod¨ªa comprarse bolsos de Celine y Chanel y zapatos de Louboutin e Yves Saint Laurent.
A la familia de Pratt empez¨® a preocuparle la relaci¨®n con la vidente, sobre todo despu¨¦s de que Pratt pidiese dinero a su hermano Charles. Cada vez la ve¨ªan menos, porque Johnson hizo algo muy com¨²n en este tipo de estafas por manipulaci¨®n: convencer a su cliente de que su familia y amigos eran malas influencias para su aura. Su hermano Peter le escribi¨®: ¡°Desgraciadamente, esto ha pasado antes y volver¨¢ a pasar, porque tu sanadora te pide m¨¢s dinero a medida que te vuelves m¨¢s adicta a ella. Aunque crees que esta es especial, te est¨¢ costando mucho dinero. Espero que busques una segunda opini¨®n antes de que esto te cueste todos tus amigos, familia, casa y propiedades¡±.
Finalmente, tras hacer unas comprobaciones con el banco, una de las ahijadas de Pratt llev¨® al caso a la polic¨ªa. Puesto que Martha¡¯s Vineyard es peque?o, result¨® que el detective al que le asignaron el caso, Sean Slavin, era vecino de Pratt y hab¨ªa visto a la mujer trabajando en el jard¨ªn. Acudi¨® a visitarla y le sorprendi¨® el estado de desorden de la casa. Le pregunt¨®:
¨C?Va a mudarse?
A lo que ella contest¨®:
¨COh, s¨ª, cuando mi sanadora acabe de exorcizar mis demonios y me lo permita.
Pratt admiti¨® haberse gastado unos 15.000 d¨®lares en una vidente. En realidad la cifra era de tres millones y medio.
Ah¨ª arranc¨® una investigaci¨®n para intentar condenar a la vidente por fraude. La defensa de Johnson aleg¨®, entre otras cosas, libertad religiosa. Se?alaron que quienes ve¨ªan en todo aquello un fraude no compart¨ªan las creencias de Pratt y Johnson. A pesar de la insistencia de Sean Slavin, el caso no pudo prosperar debido a que la legislaci¨®n estadounidense tiene un agujero con estos casos que permite a muchos videntes y similares salirse con la suya. Lo que s¨ª logr¨® hacer el FBI es iniciar una investigaci¨®n fiscal de Johnson, que declaraba ganar 4.000 d¨®lares al a?o. En realidad, muchos meses Pratt le enviaba hasta 50.000.
Para entonces, la familia ya hab¨ªa logrado cortar el v¨ªnculo entre ambas, aunque la vidente no dej¨® ir a su clienta m¨¢s lucrativa as¨ª como as¨ª. Estuvo llam¨¢ndola por tel¨¦fono hasta que tuvieron que cambiar el n¨²mero de la casa. La demencia que ya sufr¨ªa Pratt empez¨® a acelerarse y la trasladaron a una residencia asistida. En 2018, un juzgado de Florida conden¨® a Johnson a devolverle 3.567.300 d¨®lares a su v¨ªctima y otros 800.000 al fisco, y le impuso una pena de 26 meses de c¨¢rcel. Vera Pratt ya estaba muy deteriorada como para enterarse. Falleci¨® un mes despu¨¦s, a los 82 a?os. El peri¨®dico local, el Vineyard Gazzette, la despidi¨® en su obituario como ¡°pintora y fil¨¢ntropa¡±. ¡°Ser¨¢ recordada por su altruismo, sus v¨ªvidas pinturas de los paisajes de Martha¡¯s Vineyard, sus bonitos jardines y su amor por la naturaleza¡±. La Vidente Angela ya ha salido de la c¨¢rcel y se cree que sigue practicando los servicios de sanaci¨®n para clientes millonarios.
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