El viaje al amor de la mujer que creci¨® en una familia odiada en EE UU
Megan Phelps Roper pas¨® su juventud sembrando aversi¨®n junto a su clan, miembros de la Iglesia Baptista de Westboro. Hasta que un d¨ªa todo cambi¨®. Su historia est¨¢ a punto de convertirse en pel¨ªcula
Cuando Fred Phelps falleci¨® en marzo de 2014 por causas naturales, el semanario Time public¨® uno de los obituarios m¨¢s punk de su historia. ¡°Fred Phelps, un capullo colosal, falleci¨® el pasado jueves en Topeka, Kansas, con 84 a?os. [¡] Por lo general un hombre tan antip¨¢tico y despreciable no causar¨ªa mucho revuelo al morir. Pero Phelps iba m¨¢s all¨¢ del gru?¨®n de jard¨ªn por algo importante: ten¨ªa sed de fama y talento para conseguirla¡±.
?Qu¨¦ hizo Phelps para figurar en la historia como un aut¨¦ntico indeseable? En 1955 fund¨® la Iglesia Baptista de Westboro, aunque su congregaci¨®n ha sido repetidamente condenada por los baptistas. La organizaci¨®n, que sigue hoy en activo, tiene como principal inspiraci¨®n el Lev¨ªtico, uno de los libros del Antiguo Testamento. Contiene vers¨ªculos como el siguiente: ¡°Alguien que se acuesta con un hombre como si se acostara con una mujer, se condenar¨¢ a muerte a los dos, y ser¨¢n responsables de su propia muerte, pues cometieron un acto infame¡±.
En el funeral de Matthew Sheperd, que muri¨® tras recibir golpes brutales, aparecieron los Phelps con pancartas donde se le¨ªa: ¡°Matthew Shepard arde en el infierno¡±, ¡°Dios odia a los maricones¡± y ¡°ni una l¨¢grima por un maric¨®n¡±
Nada extra?o en que un tipo nacido en la Am¨¦rica profunda fuese un hom¨®fobo en 1955. Lo curioso es que a medida que los tiempos fueron cambiando, Phelps no lo hizo. Su idea cal¨® profundamente en su congregaci¨®n, que se fue extendiendo y acogiendo a algunos parroquianos y, sobre todo, a su propia familia: tuvo 13 hijos y 54 nietos. Aunque unos pocos no quisieran seguir su doctrina y se alejasen de ¨¦l, as¨ª cualquiera llena una capilla.
En 1991, el comportamiento que Phelps, su familia y sus pocos seguidores consideraban aberrante se les plant¨® casi en el patio de atr¨¢s: descubrieron que un parque de Topeka se hab¨ªa convertido en un lugar de cruising, o sea, un sitio en el que hombres homosexuales buscan sexo de forma clandestina. Phelps acudi¨® al Ayuntamiento a quejarse y escribi¨® varias cartas a la prensa, sin que? surtiese efecto. As¨ª que decidi¨® tom¨¢rselo como algo personal y comenz¨® a acudir todos los fines de semana con su familia al parque portando pancartas de contenido homof¨®bo.
La regularidad pas¨® de semanal a diaria y decidieron ir a m¨¢s en su denuncia de la homosexualidad. Empezaron a elegir nuevos objetivos con motivos de lo m¨¢s peregrino: un restaurante del pueblo porque una de sus camareras era lesbiana o una tienda de una marca sueca de aspiradoras porque poco antes, en el pa¨ªs escandinavo, un cura hab¨ªa sido condenado tras un discurso hom¨®fobo. Ganaron cierta notoriedad en el estado de Kansas al convertirse en piquetes, alborotadores y bullies profesionales.
?No ten¨ªan otra cosa que hacer? La respuesta larga es que eran muchos y se financiaban gracias a las ganancias de la propia familia (muchos eran abogados) y a casos que ganaban en los tribunales defendiendo su propia actividad (la primera enmienda de la constituci¨®n de EE UU permite la pr¨¢ctica libre de cualquier religi¨®n y ampara la libertad de expresi¨®n). La respuesta corta es: no, los Phelps no ten¨ªan nada que hacer excepto tocar las narices.
Pero si ya eran conocidos en su ciudad y en el estado de Kansas, su comportamiento de odio gan¨® fama (o infamia) internacional tras el asesinato de Matthew Shepard.
Matthew Shepard, estudiante abiertamente gay de 21 a?os, acudi¨® el 6 de octubre de 1998 a un bar de Laramie, Wyoming, y all¨ª conoci¨® a dos hombres de su misma edad con los que entabl¨® conversaci¨®n y que se ofrecieron a llevarlo a casa. De camino lo golpearon de forma s¨¢dica repetidas veces y lo dejaron atado a una cerca. Tras 18 horas agonizando y expuesto al fr¨ªo, fue encontrado por un ciclista y trasladado a un hospital. Sus padres tuvieron que reconocerlo por el color de sus ojos y su aparato dental, ya que su rostro estaba hinchado e irreconocible. Falleci¨® cinco d¨ªas despu¨¦s, sin saber que pasar¨ªa a la historia por dar nombre a una ley para la prevenci¨®n de los delitos de odio. En su funeral, celebrado en plena conmoci¨®n nacional el 16 de octubre de 1998 en Casper, Wyoming, aparecieron familiares, vecinos y figuras pol¨ªticas. Y tambi¨¦n los Phelps.
"Hasta hace muy poquito, esto es lo que yo viv¨ª, respir¨¦, estudi¨¦, cre¨ª, prediqu¨¦ en alto y a diario durante casi 27 a?os. Nunca pens¨¦ que eso cambiar¨ªa. Nunca quise que cambiase. Y un d¨ªa, de repente, cambi¨®. Y me march¨¦¡±
Megan Phelps-Roper, nieta de Fred Phelps
¡°Matthew Shepard arde en el infierno¡±, se le¨ªa en sus pancartas. Tambi¨¦n: ¡°Dios odia a los maricones¡±. Tambi¨¦n: ¡°Ni una l¨¢grima por un maric¨®n¡±. El asesinato de Matthew Shepard, que conmocion¨® a Estados Unidos y lo convirti¨® en un s¨ªmbolo de la reivindicaci¨®n LGTB que ha protagonizado documentales e inspirado libros y pel¨ªculas, puso a la Iglesia batista de Westboro sobre el mapa.
La operaci¨®n empez¨® a repetirse en funerales de v¨ªctimas del sida y tambi¨¦n en los grandes funerales de Estado. La peque?a pero gritona congregaci¨®n daba ¡°gracias a Dios¡± por los atentados del 11 de septiembre o por los muertos de Afganist¨¢n e Iraq y aparec¨ªa en sus funerales a molestar. La familia Phelps consultaba la web del Departamento de Defensa a diario para enterarse de la muerte de soldados estadounidenses y acudir como piquetes a sus entierros. Esto ¨²ltimo enfad¨® al pa¨ªs hasta tal punto que los Phelps se encontraron con su propia medicina: los Patriot Guard Riders (¡°Jinetes guardianes de la patria¡±) empezaron a perseguir a los Phelps por todo el pa¨ªs, a tapar sus pancartas con grandes banderas estadounidenses y a acelerar ruidosamente el embrague de sus motos para que no se oyesen sus c¨¢nticos.
Este v¨ªdeo muestra a los manifestantes de la familia Phelps y sus ac¨®litos con pancartas crueles y ofensivas en el funeral de Matthew Sheperd en 1998, golpeado hasta la muerte por ser homosexual.
?Las motivaciones de los Phelps? Estados Unidos permit¨ªa la homosexualidad y por lo tanto sus ciudadanos, gobernantes y soldados se merec¨ªan todo lo malo que les ocurriese. Aparecieron en el funeral de Krystle Campbell, una de las v¨ªctimas del bombardeo de la marat¨®n de Boston en 2013, en el funeral de Elizabeth Edwards, esposa del senador y candidato a la vicepresidencia John Edwards; y llegaron a anunciar su intenci¨®n de acudir a los funerales de los ni?os muertos en la matanza de la escuela Sandy Hook, pero la condena un¨¢nime de la opini¨®n p¨²blica y la actuaci¨®n de Anonymous, que hacke¨® su web, lo evit¨®.
De los 13 hijos de Phelps, nueve eran miembros activos de su congregaci¨®n y participaban en sus actividades de boicot, junto a sus parejas y a sus propios hijos. O sea, tres generaciones de familia y algunos a?adidos pol¨ªticos perturbando funerales. Los otros cuatro hijos se fueron y cortaron el contacto. Pero ?c¨®mo se crea un fan¨¢tico? Todos los ni?os que nac¨ªan en la familia Phelps eran educados desde peque?os en el odio. Era (todav¨ªa es) habitual verlos en los actos de boicot sujetando pancartas con mensajes racistas y hom¨®fobos desde ni?os, con carteles que a veces ten¨ªan su mismo tama?o. Era habitual que usasen palabras como ¡°fag¡± (maric¨®n) o ¡°dyke¡± (bollera) si se les acercaba un reportero. "?Naci¨®n de maricones! ?Soldados maricones!", grita el peque?o Noah Phelps en este v¨ªdeo perteneciente a un documental de la BBC sobre la familia.
Megan se acostumbr¨® a que en su casa se recibiese con jolgorio cualquier tragedia, desde los atentados del 11 de septiembre a la muerte de una celebridad. Todas ellas eran se?al de que Dios estaba condenando al pa¨ªs
Era habitual tambi¨¦n que en el colegio no tuviesen amigos y fuesen, a su vez, objetivo de odio por parte de otros ni?os. Era imposible, al final, no ver a estos peque?os a los que Fred Phelps amaba como a unas v¨ªctimas al mismo nivel que aquellos a los que Fred Phelps odiaba.
Una de estas ni?as fue Megan Phelps-Roper, hija de Shirley?Phelps y nieta de Fred. Durante 27 a?os, Megan acompa?¨® a su familia y sujet¨® pancartas en actos por todo el pa¨ªs. La primera, con solo cinco a?os, no supo ni qu¨¦ significaba. Se la hab¨ªa dado su madre y dec¨ªa: "Los gays merecen la muerte". El 6 de febrero de 2013 public¨® una carta en la plataforma de bit¨¢coras Medium que cay¨® como una bomba sobre la Iglesia Baptista de Westboro: Megan, junto a su hermana Grace, se apartaba para siempre de ese camino.
La carta dec¨ªa: ¡°En una ciudad de un Estado de un pa¨ªs vive un grupo de gente que cree que son el centro del universo, que saben lo que es el bien y el mal y ellos son el bien. [¡] Esa fue mi educaci¨®n. Hasta hace muy poquito, esto es lo que yo viv¨ª, respir¨¦, estudi¨¦, cre¨ª, prediqu¨¦ en alto y a diario durante casi 27 a?os. Nunca pens¨¦ que eso cambiar¨ªa. Nunca quise que cambiase. Y un d¨ªa, de repente, cambi¨®. Y me march¨¦¡±.
A continuaci¨®n escribi¨® "perd¨®n" a todos aquellos a los que hab¨ªa ofendido con sus actos y dej¨® claro que a¨²n amaba a su familia, pero ahora ellos las consideran unas traidoras: "Nos han apartado para siempre de sus vidas¡±.
Megan no era un miembro cualquiera de la familia, no era solo una nieta m¨¢s de los 54 que ten¨ªa Fred Phelps. Megan fue la responsable de ayudar a la organizaci¨®n de ¡ªsi es que esta palabra cabe aqu¨ª¡ª?modernizarse y adaptarse a los tiempos, pero solo en el sentido tecnol¨®gico: su cuenta personal fue la que llev¨® su discurso de odio a las redes sociales en el a?o 2009. Que un miembro de aquella familia que el mundo percib¨ªa como una pandilla de tarados tuviese un perfil oficial en Twitter atrajo, como era natural, a todo tipo de curiosos y pronto sus seguidores se contaban por miles, en su mayor¨ªa m¨¢s por pitorreo que por devoci¨®n. Megan escrib¨ªa mensajes como el siguiente, publicado en el D¨ªa Internacional contra el Sida: ¡°'?Gracias a Dios por el sida! Nunca lamentar¨¢s la rebeli¨®n que lanz¨® Su ira sobre ti en este flagelo incurable, ?as¨ª que espera a que vaya a m¨¢s y a peor!¡±.
Cuando iba a la escuela, Megan com¨ªa sola, no acud¨ªa a los bailes y, por supuesto, nunca tuvo un novio en la adolescencia. Eso s¨ª, en el enorme conjunto de casas donde viv¨ªan los diferentes miembros de la familia Phelps ten¨ªan un gran patio con un trampol¨ªn, tobog¨¢n y piscina. La vida de Megan pod¨ªa ser casta y dura, pero tambi¨¦n acomodada. En esa misma piscina, tambi¨¦n con 13 a?os, su abuelo Fred la bautiz¨® y la convirti¨® en miembro de la Iglesia Baptista de Westboro.
Megan lleg¨® a acostumbrarse a que en su casa se recibiese con alegr¨ªa y jolgorio cualquier tragedia, desde los atentados del 11 de septiembre a la muerte de una celebridad. Todas ellas eran se?al de que Dios estaba condenando al pa¨ªs y a sus ¨ªdolos de barro por convertirse en las nuevas Sodoma y Gomorra. En un extenso art¨ªculo de la revista New Yorker relata la primera vez que sus creencias y sus sentimientos cortocircuitaron: fue en 2009, cuando se muri¨® la actriz Brittanny Murphy.
Megan Phelps-Roper ha escrito sus memorias, 'Unfollow', que ser¨¢n publicadas en octubre y cuyos derechos han sido ya adquiridos para convertirse en pel¨ªcula
Los Phelps lo celebraron e incluso comenzaron los preparativos para ir a boicotear su funeral en Los ?ngeles (finalmente no lo hicieron). Lo que s¨ª hicieron fue pedir a Megan que publicase un mensaje en Twitter expresando alegr¨ªa por su muerte. Megan no fue capaz de hacerlo: le gustaba Brittanny Murphy y adoraba su pel¨ªcula Clueless (Fuera de onda).
A partir de ah¨ª, Megan rebaj¨® su agresividad en Twitter. Los mensajes de la Iglesia Baptista de Westboro empezaron a mezclarse con referencias a la cultura pop y a estar llenos de emoticonos alegres. No pod¨ªa ser: ?la misma familia que en funerales de Estado expand¨ªa odio e ignorancia se expresaba en redes con im¨¢genes de flores y referencias a pel¨ªculas famosas y bebidas refrescantes? Por si esto fuera poco, durante un boicoteo contra un festival jud¨ªo (los jud¨ªos eran, junto a los homosexuales, sus objetivos favoritos) Megan reconoci¨® entre la muchedumbre a David, el editor de una c¨¦lebre web de actualidad jud¨ªa llamada Jewlicious que sol¨ªa comentar sus publicaciones en Twitter y que, aunque estaba en sus ant¨ªpodas ideol¨®gicas y vitales (?era jud¨ªo!), era siempre educado en sus discusiones. ?l le llev¨® un postre t¨ªpico de Jerusal¨¦n. Ella lo recogi¨® con una mano: en la otra llevaba un cartel que dec¨ªa: "Dios odia a los jud¨ªos".?
Comenzaron a charlar por conversaci¨®n privada en Twitter. ?l desmontaba todas las parrafadas b¨ªblicas que Megan soltaba como una aut¨®mata para responder a cualquier cosa al explicarle, por ejemplo, que muchas ten¨ªan un significado diferente en hebreo. Pronto aquella relaci¨®n que hab¨ªa nacido de la confrontaci¨®n se convirti¨® para Megan en algo parecido a su primer amor, aunque para ella el amor con cualquiera que no perteneciese a la Iglesia Baptista de Westboro estaba prohibido.
Por si esto fuera poco, un cambio de poder en la congregaci¨®n (por primera vez miembros que no eran de la familia Phelps empezaban a llevar las riendas y establecieron c¨®digos de vestuario y comportamiento mucho m¨¢s duros y estrictos para las mujeres) arrinconaban y anulaban a Megan. La semilla estaba plantada para que la joven empezase a cuestionar todas las ideas que aquella secta llamada los Phelps hab¨ªan metido en su cabeza.
A finales de 2012 las hermanas Megan y Grace decidieron marcharse. Su familia lament¨® su decisi¨®n, pero no les impidi¨® irse. Ni siquiera su abuelo, el odiado Fred Phelps. Durante los primeros meses vivieron en hoteles, en casas de otros familiares que hab¨ªan dejado tambi¨¦n la iglesia o de una famlia jud¨ªa que las acogi¨® gracias a la intervenci¨®n de David. El vuelco de sus vidas hab¨ªa sido extraordinario: si seis meses antes soltaban odio antisemita por las redes y en funerales, ahora eran las invitadas de honor en la casa de una familia jud¨ªa. Si durante toda su vida hab¨ªan sujetado pancartas que dec¨ªan "Dios odia a los maricones", a finales de 2012 terminaron bailando sobre el escenario de un local de travestis en Montreal.
En febrero de 2013 Megan reuni¨® el valor para hacer p¨²blica su separaci¨®n de la familia. Desde entonces da charlas motivacionales (una de la famosa plataforma TED acumula casi doce millones de visualizaciones) y ha escrito sus memorias, Unfollow, que ser¨¢n publicadas en octubre y cuyos derechos han sido ya adquiridos para convertirse en pel¨ªcula. El ¨¢cido novelista brit¨¢nico Nick Hornby (Alta fidelidad) se encargar¨¢ del guion y la actriz Reese Witherspoon ser¨¢ la productora. En tiempos de la ultraderecha asomando la pata, el viaje de Megan desde el odio al amor es probablemente el ¨²nico libro que deber¨ªamos leer este a?o.
David no fue el ¨²nico con el que Megan entabl¨® una relaci¨®n de amistad por Twitter mientras a¨²n era parte activa de la Iglesia Baptista de Westboro. Tambi¨¦n lo hizo con un hombre noruego llamado Chad Fjelland, con el que tuvo salvajes discusiones online que terminaban en insultos. Hoy, convertido en su marido y padre de su hija, las discusiones son en cualquier caso dom¨¦sticas y suaves. Porque Megan asegura que Westboro le ense?¨® a estar calmada ante cualquier desencuentro. Durante sus 27 a?os siendo parte una familia que viv¨ªa de sembrar el odio ya pronunci¨® m¨¢s palabrotas y las grit¨® m¨¢s alto que cualquiera que viva cien.
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