?Por qu¨¦ nos cuesta tanto a los espa?oles decir cu¨¢nto ganamos?
Es algo que no terminamos de superar. Nos resulta tan complicado abordar este tema que, de poder elegir, muchos preferir¨ªan hablar de sexo con su madre que de dinero con sus amigos
Dicen de los espa?oles los que vienen de fuera que sabemos re¨ªrnos de nosotros mismos, que somos extrovertidos, que nos gusta vivir bien -dominamos las sobremesas eternas y el arte de trasnochar- y que tenemos un arraigado sentido del clan que nos lleva a apoyar a los nuestros siempre. Sin embargo hay algo en lo que fallamos estrepitosamente: hablar de dinero, sobre todo, del que ganamos. Es un tab¨² que no terminamos de superar, y es que mantener una conversaci¨®n sobre el dinero que tenemos de forma natural es casi tan dif¨ªcil como decirle a alguien con toda la calma del mundo que huele mal. La psic¨®loga cl¨ªnica Mar¨ªa Hurtado, coordinadora de psicolog¨ªa online del centro AGS Psic¨®logos, explica a Icon que en esto tiene mucho que ver el complejo de inferioridad que parece persiguir a los espa?oles hagan lo que hagan. ¡°Le damos muchas vueltas a qu¨¦ pensar¨¢ el otro y estamos llenos de prejuicios. Pero lo curioso es que tenemos el mismo miedo a que se sepa que nos va bien como a admitir que nuestro sueldo es bajo¡±, se?ala la especialista. Patricia Rosillo, psic¨®loga del centro Prado Psic¨®logos, coincide y hace hincapi¨¦ en que tendemos a cometener el error de creer que valemos lo que ganamos. ¡°Existe la falsa creencia de ¡®tanto tengo, tanto valgo¡¯. Se nos ha educado as¨ª y en base a ella creamos nuestra identidad, olvidando que ni el dinero que tenemos, ni el sueldo, ni el trabajo, ni los bienes materiales la definen¡±, matiza Rosillo.
Tambi¨¦n dicen de los espa?oles que somos cotillas y muy metomentodo. Adem¨¢s, sostienen que el ¨¦xito, cuando es ajeno, tiende a sentarnos mal. Espa?a es tambi¨¦n el para¨ªso de los detractores, de quien sea y de lo que sea. Sonia, que naci¨® en Belgrado hace 40 a?os y lleva 20 a?os en nuestro pa¨ªs, confiesa a Icon que ¡°en Espa?a, juzgar y hablar de los dem¨¢s a sus espaldas es deporte nacional. Yo no sab¨ªa lo que era cotillear hasta que llegu¨¦ aqu¨ª¡±, remarca esta profesional de la comunicaci¨®n digital. Y parece que la suya no es una percepci¨®n muy alejada de nuestra idiosincrasia. Mar¨ªa Hurtado confirma que los espa?oles somos tambi¨¦n muy envidiosos. ¡°Nos interesa m¨¢s lo del otro que nuestro y nos encanta montarnos pel¨ªculas con las vidas de los dem¨¢s y, por supuesto, juzgar¡±, anota la psic¨®loga. Precisamente esta querencia por el jucio negativo nos lleva a opinar r¨¢pido a la m¨ªnima que tenemos algo de informaci¨®n. ¡°Cuando conocemos el sueldo de alguien suele aparecer un run run. Por ejemplo, si alguien gana mucho y no invita nunca, o no todo lo que creemos que deber¨ªa hacerlo, juzamos¡±, contin¨²a Hurtado. ¡°Por eso es l¨®gico que no nos atrevamos a decir a las claras lo que tenemos¡±.
Es cierto que, en general, preguntarle a alguien de sopet¨®n cu¨¢nto gana suele ser considerado de mala educaci¨®n en casi cualquier parte del mundo. Pero los matices pueden cambiarlo todo, incluso convertir esta pregunta en una cuesti¨®n aceptable seg¨²n en qu¨¦ pa¨ªs est¨¦s y c¨®mo la hagas. Los brit¨¢nicos, siempre tan polite, no suelen ofenderse si la pregunta es introducida con educaci¨®n (¡±si no le importa que pregunte...¡±). Estadounidenses y canadienses puede aceptar esta cuesti¨®n si consideran que el contexto es el adecuado. En Singapur no hay pudor. Preguntarle a cualquiera por su salario o el alquiler de su piso es de lo m¨¢s natural. Sin embargo, al igual que nos ocurre a los espa?oles, franceses, belgas, brasile?os, holandeses o tailandeses consideran todo lo relacionado con el dinero un asunto privado sobre el que preguntar es de mal gusto.
Germ¨¢n, inform¨¢tico gallego de 37 a?os, recuenda c¨®mo pas¨® a?os sinti¨¦ndose poco valorado econ¨®micamente, pues ten¨ªa la sospecha de que la persona que hab¨ªa ocupado su puesto poco tiempo antes que ¨¦l hab¨ªa recibido un sueldo m¨¢s alto que el suyo. Sin embargo, no se atrevi¨® a pregunt¨¢rselo directamente hasta que coincidieron en una boda y el alcochol le ayud¨® a dar el paso. ¡°Desde el principio quise preguntarle cu¨¢nto le hab¨ªan pagado a ella, pero el pudor me superaba. Tuve que tomarme como cinco copas para reunir el valor para acercarme y pregunt¨¢rselo, estirando las eses m¨¢s de lo deseable, como si en vez de hacerle una pregunta laboral fuese a pedirle un baile o confesarle mi amor. Me respondi¨® directamente: ¡®?Qu¨¦ cu¨¢nto ganaba? Esto, tantos mil euros al a?o¡¯. Y a?adi¨® despu¨¦s: ¡®No ten¨ªas que haberte emborrachado tanto, te lo hubiera dicho desde el principio¡¯. Por cierto, mis sospechas eran ciertas, estaba muy mal pagado. El pudor que ten¨ªa yo con el dinero no lo ten¨ªan, para nada, mis jefes¡±, recuerda el inform¨¢tico a Icon. N¨®tese que a nosotros no nos ha dado ninguna cifra concreta, confrirmando toda la tesis de este art¨ªculo.
Lo cierto es que el secretismo que se genera en torno a los salarios permite que se den desigualdades dentro de las empresas privadas, ya que nadie sabe lo que est¨¢ ganando el de al lado. ¡°Uno puede cobrar una miseria, pero, al no tener una gu¨ªa para orientarse, no puede valorar si su sueldo es justo o no¡±, argumenta German, que vivi¨® esta discriminaci¨®n en sus propias carnes.
Pero hay m¨¢s. En Espa?a, explican las expecialistas, tenemos creencias limitantes en torno al dinero porque lo reconocemos como algo contaminante y que debe ocultarse. Tambi¨¦n se asocia a un poder mal entendido. ¡°Nos sentimos inc¨®modos porque no nos damos cuenta de que el dinero no es m¨¢s que una energ¨ªa, como tantas que hay en la vida¡±, se?ala Rosillo. Ser¨ªa recomendable, entonces, restarle poderes y desmitificarlo hasta poder tratarlo con m¨¢s humanidad. Pero los expertos en temperamento espa?ol confiensan que no es algo sencillo. Por eso, antes de abrir este mel¨®n, los especialistas recomiendan valorar bien con qui¨¦n se est¨¢ tratando el tema y cu¨¢l es el objetivo. ¡°No suele aportar nada bueno¡±, remarca Hurtado.
Conocer lo que tienen, lo que ganan y lo que gastan otros lleva a las comparativas y la verg¨¹enza. Precisamente porque, aunque el dinero es uno de los veh¨ªculos que nos permite, como sociedad, gozar de muchas cosas en la vida, volcamos en ¨¦l nuestros miedos y complejos. La incomodidad que genera tratar temas econ¨®micos tiene su representaci¨®n cotidiana cuando llega la hora de prestar, pedir prestado o reclamar un pr¨¦stamo incluso a gente tan cercana como familiares y amigos. ¡°Nos cuesta poner l¨ªmites y no sabemos c¨®mo hacerlo sin que nadie se moleste¡±, opina la psic¨®loga Patricia Rosillo. Por ejemplo, sacar el tema econ¨®mico durante una cena es tan delicado como hablar de pol¨ªtica o religi¨®n. Casi resulta m¨¢s inc¨®modo, inciden las especialistas, que hablar de sexo con tu madre.
Lorena, madrile?a de 33 a?os que convivi¨® con una chica francesa y una americana durante dos a?os, comprob¨® c¨®mo el pudor que le generaba decir lo que ganaba no era compartido: ¡°Mis compa?eras de piso me dijeron lo que ganaban la primera semana que me fui a vivir con ellas, y ni siquiera tuve que preguntarles. El tema surgi¨® durante una comida o una cena y se extra?aron de que yo diera un abanico muy amplio sin concretar mi sueldo. Tambi¨¦n recuerdo una vez en la que la chica francesa estaba en un proceso de selecci¨®n para ser profesora y me dijo cu¨¢l era el sueldo que le ofrec¨ªan, que no le parec¨ªa suficiente para su preparaci¨®n y que iba a intentar negociar con la empresa que se lo aumentaran. Yo alucinaba porque sin tener experiencia previa le ofrec¨ªan un sueldo superior al que yo ten¨ªa en ese momento. Sin embargo, ella estaba muy descontenta¡±.
Entonces, y en resumen, ?hablar o no hablar del sueldo? Tanto Hurtado como Rosillo opinan que, aunque id¨ªlicamente el objetivo deber¨ªa ser normalizar este tipo de conversaci¨®n, hacerlo puede conllevar m¨¢s perjuicios que beneficios. ¡°Pueden aparecer rivalidades, as¨ª que es mejor pensar muy bien si de verdad queremos enfrentarnos a esa posibilidad¡±, sentencia Mar¨ªa Hurtado. ¡°Ojal¨¢ en un futuro podamos tratarlo con la naturalidad que deber¨ªa otorg¨¢rsele¡±, apunta Patricia Rosillo. El tema sobre ponernos de acuerdo sobre algo en Espa?a, lo tratamos mejor en pr¨®ximas entregas...
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