Por qu¨¦ Hollywood lleva a?os burl¨¢ndose de la dentadura de los brit¨¢nicos
Desde personajes como Austin Powers a ciertos miembros de la familia real, existe el mito de que la boca de los ingleses es, cuanto menos, pintoresca. Pero los datos demuestran que hay en ¨¦l mucho m¨¢s de est¨¦tica, tradici¨®n, e incluso econom¨ªa, que de verdad
Hay una imagen inamovible en la cultura popular estadounidense, una idea fija en letras de oro: que los ingleses tienen malas dentaduras, al menos mucho peor que las suyas, el ideal de la gran sonrisa americana exportada por el cine de Hollywood. Esa sonrisa perfecta, blanca nuclear y recta como las columnas de un templo ateniense. Y, en esa relaci¨®n de camarader¨ªa envenenada que parece presidir desde siempre las relaciones entre Estados Unidos y Gran Breta?a, es el arma favorita de los primeros.
Ahora, el chiste se ha trasladado a la escala global a trav¨¦s de series y pel¨ªculas. El primero que suele venir a la cabeza del espa?ol medio es el del episodio ?ltimo tren a Springfield de la temporada 4 de la serie de animaci¨®n Los Simpson, que se emiti¨® por primera vez en 1993. En ¨¦l, Ralph Wiggum, el inocente hijo del jefe de polic¨ªa, le confiesa a su dentista que no se ha lavado los dientes. Entonces el m¨¦dico, que resulta ser un personaje bastante siniestro y amenazador, intenta concienciarlo de la importancia de una buena higiene bucal ense?¨¢ndole varias p¨¢ginas de El Gran Libro de las Sonrisas Brit¨¢nicas. Un tomo plagado de fotos de estereotipos ingleses como Sherlock Holmes, un guardia del Palacio de Buckingham o los mism¨ªsimos Carlos de Inglaterra y Camilla Parker Bowles, que seg¨²n se cont¨® en la prensa de sociedad inglesa se someti¨® a invervenciones para embellecer su dentadura antes de su boda con el heredero al trono brit¨¢nico.
Otro ejemplo bien extendido: la comedia de acci¨®n Austin Powers: Misterioso agente internacional (1997), que retom¨® la broma caracterizando al ¡°seductor¡± esp¨ªa, parodia del h¨¦roe brit¨¢nico de los a?os sesenta, con unas enormes gafas de pasta negra y una desagradable dentadura postiza. El creador de Powers, el c¨®mico Mike Myers, encarg¨® los dientes del personaje al mayor especialista en este tipo de pr¨®tesis de la industria, Gary Archer, que adem¨¢s da la casualidad de que naci¨® en Londres. Archer, responsable de los dientes de la Sra. Doubtfire que luci¨® Robin Williams, de los colmillos de vampiro de Wesley Snipes en Blade o de los grillz de oro que James Franco se gasta en Spring Breakers, cont¨® en una entrevista que concedi¨® en 2017 a la revista Little White Lies que se sent¨ªa un poco culpable por haber contribuido a expandir el mito de las malas dentaduras brit¨¢nicas.
Mike Myers le pidi¨® ¡°los t¨ªpicos dientes brit¨¢nicos de los sesenta¡±, y Archer tuvo muy claro c¨®mo proceder: ¡°Hay un pub aqu¨ª donde vivo, en el Valle de San Fernando, en California, al que van muchos expatriados de mi pa¨ªs. Model¨¦ los dientes de Austin Powers fij¨¢ndome en dos o tres tipos con los que sol¨ªa beber all¨ª. Les saqu¨¦ algunas fotograf¨ªas, hice varios bocetos y bas¨¢ndome en eso cre¨¦ un dise?o. A Mike le encant¨®, me dijo que lo hab¨ªa clavado. As¨ª que los utilizamos. En la tercera pel¨ªcula, ambientada en la actualidad, Powers tiene la dentadura perfecta, sin embargo, sin sus dientes mellados, no es Austin Powers, solo es Mike Myers con un par de gafas y un disfraz de colores. Por eso hacen retroceder en el tiempo al personaje todo el rato, para que pueda volver a tener su sonrisa brit¨¢nica. Es parte esencial del mismo¡±.
Como no pod¨ªa ser de otra forma, uno de los humoristas ingleses m¨¢s importantes de la actualidad, Ricky Gervais, tambi¨¦n ha bromeado en muchas ocasiones sobre el tema. Seg¨²n ha contado alguna vez, en la gira de presentaci¨®n de su pel¨ªcula Ghost Town (estrenada en Espa?a como Me ha ca¨ªdo el muerto en 2008), un periodista le quiso preguntar sobre la dentadura postiza horrible con la que aparec¨ªa en el filme. El actor le corrigi¨®, asegur¨¢ndole que eran sus dientes reales. ¡°No puede ser¡±, contest¨® el periodista. Entonces, Gervais zanj¨® el tema diciendo: ¡°?De verdad crees que eran falsos? ?Soy ingl¨¦s!¡±.
En realidad, Gervais es un caso raro entre las celebridades brit¨¢nicas, ya que muchas de ellas, cuando alcanzan la fama internacional, suelen optar por ¡°normalizar¡± sus dentaduras y adaptarlas a la moda de Hollywood. Ese fue el caso, por ejemplo, de David Bowie. En sus primeros a?os luc¨ªa una sonrisa imperfecta que a principios de los ochenta comenz¨® a enderezarse. Las fotos del cantante tras su matrimonio con la modelo Iman en 1992 muestran ya una dentadura recta y blanca.
El novelista Martin Amis es otro ejemplo de este tipo de reformas dentales. En su autobiograf¨ªa, Experiencia (Anagrama, 2001), el autor dedica multitud de p¨¢ginas a las operaciones, reconstrucciones y a todos los padecimientos que sufri¨® debido a su dentadura. Al m¨¢s puro estilo ingl¨¦s, el caso de Amis fue examinado sin piedad por la prensa de la ¨¦poca. Los peri¨®dicos afirmaban que el autor hab¨ªa contratado al pol¨¦mico agente Andrew Wylie, conocido por conseguir astron¨®micos anticipos para sus representados, con el objetivo de ¡°hacerse los dientes¡±. Una afirmaci¨®n que el autor siempre ha negado, pero que resultaba demasiado jugosa como para dejarla escapar: a principios de los noventa, hab¨ªa todav¨ªa algo ligeramente antipatri¨®tico en que un ingl¨¦s se arreglara los dientes.
?Pero qu¨¦ hay de verdad en todo esto?
Como cualquier mito que se precie, el estereotipo de las malas dentaduras inglesas tiene cierta base hist¨®rica. Hasta el primer tercio del siglo XX la salud dental en Gran Breta?a fue escasa, la higiene bucal era vista como algo exc¨¦ntrico y, en general, los dientes representaban un problema del que m¨¢s val¨ªa librarse lo antes posible.
En su libro El camino a Wigan Pier, George Orwell relata c¨®mo era casi imposible encontrar a una persona de clase trabajadora con una buena dentadura en la Inglaterra de los a?os treinta. Pero, ?no era igual en el resto de Europa? Durante el siglo XIX, la escasez de alimentos frescos y el aumento en el consumo de az¨²car entre las clases m¨¢s desfavorecidas, fueron devastadoras para los dientes de los occidentales.
De hecho, Gran Breta?a fue un pa¨ªs pionero en el cuidado odontol¨®gico. La mayor¨ªa de la poblaci¨®n trabajadora ya ten¨ªa cubiertos algunos tratamientos dentales desde 1911, a?o en el que se cre¨® la Seguridad Social en ese pa¨ªs, y en 1948 el dentista gratuito se hizo universal en el Servicio Nacional de Salud (NHS), aunque con el tiempo se establecieron algunos copagos. Este dato nos revela de paso otro posible origen del chiste de las malas sonrisas brit¨¢nicas: la desconfianza yanqui en los sistemas de salud p¨²blicos.
En la actualidad, los datos estad¨ªsticos confirman que si Austin Powers hubiera nacido en los a?os ochenta, las cosas habr¨ªan sido muy diferentes dentalmente hablando. Seg¨²n datos de la OCDE, el n¨²mero medio de dientes perdidos o empastes entre los ni?os de 12 a?os en el Reino Unido en 2008 fue de 0,7, mientras que en Estados Unidos el n¨²mero se elevaba hasta 1,3 (en 2004, fecha en la que existen los ¨²ltimos datos). Esa cifra situaba a los brit¨¢nicos como los primeros de la lista a nivel mundial.
Por otro lado, seg¨²n un estudio publicado por la revista The British Medical Journal realizado en 2015, a los adultos estadounidenses les faltan en promedio 7,31 dientes, mientras que a los brit¨¢nicos solo 6,97. Otra conclusi¨®n del mismo estudio fue que exist¨ªa mayor desigualdad entre la salud dental de pobres y ricos en Estados Unidos que en Reino Unido.
Por tanto, bajo esa capa de esmalte no blanqueado, parece que los dientes brit¨¢nicos est¨¢n mejor de lo que aparentan. Y eso tiene sentido: durante a?os, la Seguridad Social de ese pa¨ªs ha priorizado la salud dental por encima de la est¨¦tica, aplicando tratamientos efectivos y baratos. En Estados Unidos, sin embargo, donde la odontolog¨ªa est¨¢ en manos del sector privado, se ha fomentado un enfoque m¨¢s est¨¦tico, no solo por moda o tradici¨®n. Tambi¨¦n hay intereses econ¨®micos en juego.
Pero no parece que, a¨²n con estos datos en la mano, los chistes sobre los dientes brit¨¢nicos tengan los d¨ªas contados. Lo cierto es que hay una cuarta entrega de la saga de Austin Powers m¨¢s cerca que nunca despu¨¦s de casi 20 a?os. No dejes que la verdad te estropee una buena historia, suelen decir. Tambi¨¦n suelen decir: sonr¨ªa, por favor.
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