Mil y una masculinidades posibles
La exposicio?n ¡®Masculinities. Liberation through photography¡¯, en el Gropius Bau de Berli?n, intenta explicar a trave?s del cine y la fotografi?a las complejas representaciones de la masculinidad contempora?nea
Hace ya ma?s de una de?cada asisti? en el festival de teatro de Edimburgo a una ola de funciones que trataban muchos de los asuntos de la actual agenda feminista. La horquilla era amplia: de un especta?culo que defendi?a la diversidad fi?sica femenina y proponi?a para ello que actrices y espectadoras se desnudaran sin complejos a una conferencia de la autora de La mujer eunuco, Germaine Greer. Amante tambie?n del activismo nudista, Greer habi?a pasado con bastante mala fortuna y sonrojo por el Gran Hermano brita?nico y un an?o antes habi?a ofrecido en el mismo espacio una charla sobre Ann Hathaway, la mujer de Shakespeare, a quien habi?a dedicado un extenso ensayo de ge?nero. Su aura de estrella del rock encajaba bien en el festival, algo que he comprendido mucho mejor despue?s de ver el fascinante documental de D.A. Pennebaker y Chris Hegedus Town bloody Hall. Recie?n rescatado por la Coleccio?n Criterion, se trata de un filme imprescindible para cualquiera que este? interesado no ya en la liberacio?n de la mujer sino en el arte del combate diale?ctico.
A finales de abril de 1971 el escritor estadounidense Norman Mailer se sento? en el escenario del Town Hall de Nueva York junto a cuatro prominentes feministas, Jacqueline Ceballos, Jill Johnston, Diana Trilling y la mencionada Greer, para plantarles cara con los aspavientos de un torero ante unos Miura. Siempre bravuco?n y provocador, Mailer acababa de publicar en la revista Harper¡¯s su ensayo El prisionero del sexo y se habi?a convertido en el ma?ximo exponente de lo que ahora se llama masculinidad to?xica. Su mofa del movimiento feminista se extendi?a hasta su invitacio?n de bodas, un pene desplegable que circulo? por los salones de Nueva York como la mecha de un petardo. Fue el propio Mailer quien le ofrecio? al gran Pennebaker ¨Csu peli?cula Don¡¯t look back sobre la gira de 1965 de Bob Dylan es otra de sus joyas¨C grabar un duelo de Supermacho Alfa que prometi?a ser histo?rico. Con tres ca?maras de 16 mili?metros y a color, el especta?culo consisti?a en ver al autor de Los eje?rcitos de la noche ejercer de gallito de corral frente a un patio de butacas formado por la e?lite intelectual neoyorquina, de Susan Sontag a Betty Friedan o el poeta beatnik Gregory Corso. Es obvio que Mailer no hubiese pasado el filtro del presente y de la correccio?n poli?tica. Aunque su foto y esta peli?cula deberi?an formar parte de la exposicio?n Masculinities. Liberation through photography, que se ha instalado en el Gropius Bau de Berli?n para intentar explicar a trave?s del cine y la fotografi?a las complejas representaciones de la masculinidad contempora?nea.
Pennebaker dejo? en manos de su mujer, Chris Hegedus, el montaje final de Town bloody Hall. Un combate en el que Mailer y, sobre todo, Germaine Greer demuestran su enorme poder esce?nico, su brillante oratoria y sentido del humor. Town bloody Hall es divertida, estimulante y con una salud intelectual que vista desde la perspectiva actual provoca verdadera envidia. Entre chistes sobre vaginas y penes (a Mailer lo ma?s bonito que le dicen es cua?l es el color de la tinta en la que sumerge sus bolas antes de sentarse a escribir) se ponen sobre la mesa temas que tambie?n apuntan a las peores derivas del movimiento MeToo.
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