El porqu¨¦ de la fascinaci¨®n que despierta uno de los p¨¢jaros ma?s ¡®kitsch¡¯ del planeta
El documental ¡®The mystery of the pink flamingo¡¯ intenta discernir por que? los flamencos esta?n estampados en todo tipo de objetos y cua?l es su significado dentro de la cultural popular
Mi fascinacio?n con el flamenco rosa se remonta a la preadolescencia y fue tan apasionada como fugaz. Lo he recordado al ver el documental The mystery of the pink flamingo (El misterio del flamenco rosa), tan inclasificable como el ave que inspira su extravagante ti?tulo. Dirigido por el valenciano Javier Polo y protagonizada por el musico?logo, dj y performer guatemalteco Rigo Pex, tambie?n conocido como Meneo, se trata de una peli?cula que, por un lado, cuenta todo tipo de curiosidades sobre uno de los pa?jaros ma?s kitsch y raros del planeta y, por otro, acerca al espectador a la metamorfosis de su personaje central, Rigo, que siempre vesti?a de negro, ¡°el color de la sombra¡±, hasta que se dejo? llevar por los placeres del rosa flu?or.
Rigo se entrevistara? con personajes fuera de la norma, exce?ntricos amantes del mal gusto que adoran al flamenco. En Espan?a, el embajador pink es el actor y director Eduardo Casanova, autor de Pieles y declarado activista contra ¡°el sistema de lo bonito¡±. Disfrazada en algunos tramos de documental gamberro, la peli?cula intenta discernir por que? estos animales esta?n estampados en todo tipo de objetos y cua?l es su significado dentro de la cultural popular. Del pavoneo de bailaores como Antonio Gades a la fa?brica ma?s conocida de flamencos de pla?stico de Estados Unidos, el filme se adentra en escenarios tan inso?litos como la casa de la mayor coleccionista del mundo o la llamada Pink Lady de Hollywood, que viste de rosa desde 1980.
El colofo?n lo ponen el cineasta John Waters y Allee Willis, compositora del tema central de Friends. El director de Pink flamingos derrocha su contagiosa alegri?a al recordar el horror que vivieron sus padres (obsesos del buen gusto) cuando comprobaron las asquerosas aficiones de su hijo: ¡°Tambie?n mis profesores... pero yo busque? a gente como yo y la encontre? en la bohemia. Las drogas fueron fundamentales, el LSD y los porros. No haci?a las peli?culas drogado, pero si? se me ocurri?an en ese estado¡±. Por su parte, Willis, a quien esta? dedicado el filme, se reserva un discurso para los anales de la autoayuda y el vuelo libre y, como una diosa del kitsch, lanza un ¡°be a flamingo¡± que dan ganas de tatuarse.
En mi entorno era difi?cil ignorar el estigma de un pa?jaro que representaba lo peor: un mundo superfluo y, sobre todo, muy hortera. Mi primer recuerdo me lleva a la serie Flamingo Road, que abrio? mis fantasi?as preadolescentes ma?s vulgares y me descubrio? a la villana ma?s flamenco rosa que recuerdo: Morgan Fairchild. Podemos decir que vivi? mi adiccio?n a la serie en la clandestinidad porque en mi casa ese tipo de programa estaba prohibido. Mi otro momento llego? con los discos de Christopher Cross, que se distingui?a por los flamencos rosas en su portada y que yo escuchaba con mis amigas del colegio hasta que descubri? que los chicos directamente vomitaban con sus melodi?as. Ahi? quedo? la cosa, los noventa arrasaron con lo que restaba de mis devaneos flu?or y, aunque en los dosmiles me compre? unas zapatillas Vans negras con flamencos, lo cierto es que ni llegue? a estrenarlas. En una cosa no se equivoca la peli?cula de Javier Polo, nada esconde tantos complejos como el buen gusto.
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