¡°En ¡®Sexo en Nueva York¡¯ los hombres eran una an¨¦cdota¡±: vuelve la serie en la que ellos nunca tuvieron (ni necesitaron) demasiada importancia
Las protagonistas de la exitosa serie de HBO, que vuelve en 2021, fueron toda una revoluci¨®n para la narrativa femenina en televisi¨®n, ?pero c¨®mo retrat¨® a los hombres y qu¨¦ nos ense?¨® sobre las mujeres? Y la pregunta m¨¢s importante, ?c¨®mo se enfrentar¨¢ a todas las cuestiones y debates que existen en el sexo, el g¨¦nero y las relaciones m¨¢s de 20 a?os despu¨¦s?

En el cap¨ªtulo piloto de Sexo en Nueva York, su protagonista, Carrie Bradshaw, escrib¨ªa un art¨ªculo sobre mujeres que ten¨ªan sexo ¡°como los hombres¡±. ¡°Ya sabes¡±, le contaba a su inter¨¦s rom¨¢ntico, Mr. Big, ¡°tienen sexo y despu¨¦s no sienten nada¡±. Carrie llegaba a poner en pr¨¢ctica lo que consideraba un comportamiento exclusivamente masculino acost¨¢ndose con un casi desconocido y larg¨¢ndose al terminar sin mayores miramientos. La escena ilustra c¨®mo han cambiado las tornas en la conversaci¨®n predominante en la sociedad acerca de pol¨ªticas sexuales. A finales de los noventa un punto de partida v¨¢lido para una serie femenina pod¨ªa ser explorar el concepto de ¡°follar como un hombre¡±, o sea, de forma fr¨ªa y sin sentir ning¨²n tipo de implicaci¨®n emocional con la otra persona. Ahora lo que se reclama es justo lo contrario: que sean los hombres los que asuman en su sexualidad los roles considerados de forma tradicional ¡°femeninos¡±. No que se enamoren de la persona con la que se acuestan o que tengan que estar enamorados para hacerlo, pero s¨ª que demuestren empat¨ªa, cuidado e inter¨¦s por la persona con la que se van a la cama. No en vano, han pasado m¨¢s de 20 a?os desde su estreno y el mundo en el que habitamos ha cambiado para siempre.
Estrenada en 1998, Sexo en Nueva York se convirti¨® a lo largo de sus seis temporadas en un fen¨®meno social y en un icono de la cultura pop que mantiene un sorprendente ¨¦xito y vigencia todav¨ªa hoy. Sigue estando en los rankings de HBO de series m¨¢s vistas pese a haber terminado en 2004 y nuevas generaciones de espectadores que eran cr¨ªos o ni siquiera hab¨ªan nacido durante su emisi¨®n la consumen con deleite. Con el anuncio de que HBO Max producir¨¢ una nueva temporada de la serie con tres de las protagonistas originales 17 a?os despu¨¦s ¨Clamentablemente Kim Cattrall no retomar¨¢ su personaje de Samantha Jones en la ficci¨®n¨C, no podemos evitar preguntarnos¡ ?c¨®mo ser¨¢ su visi¨®n actual de la masculinidad?
Hombres, hombres y m¨¢s hombres (heterosexuales)
Porque en Sexo en Nueva York se hablaba de forma constante de los hombres (fundamentalmente heterosexuales). De c¨®mo encaraban las citas, qu¨¦ buscaban en una mujer, qu¨¦ les atra¨ªa y qu¨¦ les espantaba. Eran el principal objeto de debate de cada conversaci¨®n durante el brunch de las cuatro protagonistas y las columnas de Carrie elucubraban hasta la extenuaci¨®n sobre ellos, con comparaciones que no tem¨ªan caer en lo estramb¨®tico. Como ejemplo, en uno de sus art¨ªculos, Carrie escrib¨ªa: ¡°As¨ª que no pude evitar preguntarme¡ ?son los hombres los nuevos bolsos?¡±. O tambi¨¦n: ¡±?Son los test¨ªculos para los hombres lo que los bolsos son para las mujeres?¡±.
La frase defin¨ªa bien el esp¨ªritu de la serie: resultaba tan divertida, ingeniosa y ¨¢gil como un pel¨ªn rid¨ªcula, glorificaba el consumo, centraba la conversaci¨®n en el sexo y, sobre todo, asum¨ªa un punto de vista femenino que demostrar¨ªa ser crucial en su ¨¦xito. ¡°La serie fue muy puntera porque reflejaba la sexualidad y el deseo femenino de un modo franco¡±, explica el cr¨ªtico cultural y escritor Nacho Moreno, autor de Ladronas victorianas y Herstory. ¡°Eran las mujeres las que portaban la mirada de deseo, por lo que transformaban a los hombres, en cierta medida, en objetos pasivos. Desde mitades de la d¨¦cada de los ochenta se empez¨® a sexualizar el cuerpo masculino en la publicidad. El punto de partida fue tal vez aquel anuncio de Levi¡¯s de la lavander¨ªa, pero se tard¨® un poco m¨¢s para que vi¨¦semos eso en relatos audiovisuales como series de televisi¨®n. Sexo en Nueva York, en muchos momentos, se deleitaba en la cosificaci¨®n del cuerpo masculino¡±.

Y esto es lo que encontramos en la Sexo en Nueva York original: hombres como objetos sexuales, como pretextos para que el guion avance o para que alguna de las protagonistas disfrute o aprenda una lecci¨®n, justo a la inversa de lo que ocurr¨ªa y todav¨ªa ocurre en la mayor¨ªa de los relatos de ficci¨®n. ?Qu¨¦ eran sino Smith Jerrod, el Absolut Cachas, Robert Leeds ¨Cel vecino de Miranda m¨¦dico deportivo¨C o tantos personajes ef¨ªmeros como el epis¨®dico interpretado por un todav¨ªa desconocido Bradley Cooper?
Incluso los personajes masculinos de mayor peso y que superan la categor¨ªa de objetos recreativos, como Trey MacDougal (el doctor enmadrado y est¨¦ril interpretado por Kyle MacLachlan), Harry Goldenblatt (el abogado calvo, peludo y poco refinado interpretado por Evan Handler que acaba dando a Charlotte el mejor sexo de su vida y, al final, estabilidad y una familia), Richard Wright (el mujeriego magnate hotelero que rompe el coraz¨®n que Samantha ni siquiera sab¨ªa que ten¨ªa) o Aidan (el hombre perfecto al que daba vida John Corbett y que Carrie no considera suficiente) no dejaban de ser en el fondo caricaturas o estereotipos masculinos al servicio del mucho m¨¢s complejo y rico cuarteto protagonista.
Ni definidos, ni individualizados
¡°Una cosa importante que comparte la serie con otros relatos destinados a las mujeres como la literatura rom¨¢ntica es que, en l¨ªneas generales, los hombres no aparecen bien dibujados¡±, contin¨²a Moreno. ¡°Aparecen descritos con cuatro rasgos masculinos: la virilidad, la confianza, la frialdad, la actitud cool¡ pero no est¨¢n definidos ni individualizados, como s¨ª lo est¨¢n ellas. Ellos son la an¨¦cdota que desaparece tras uno o unos pocos cap¨ªtulos, con la excepci¨®n de Mr. Big, que no tiene ni nombre, el amigo gay y alguna pareja puntual¡±.
Lo que dotaba de profundidad y actualidad a la visi¨®n del mundo masculino de la serie no son tanto los personajes hombres como las situaciones con ellos que planteaba. En una reciente entrega del podcast Estirando el chicle, Carolina y Victoria Mart¨ªn conversaban con las cantantes Lola ?ndigo y Bel¨¦n Aguilera sobre formas adecuadas de dejar a una pareja, y aprovechaban para recordar el momento de la serie en el que el escritor Berger abandonaba a su novia Carrie mediante un post-it que rezaba: ¡°Lo siento, no puedo. No me odies¡±. Todav¨ªa no exist¨ªa el t¨¦rmino ghosting, pero Sexo en Nueva York ya trataba el tema demostrando que la estrategia de la bomba de humo exist¨ªa y se practicaba mucho antes de la aparici¨®n de WhatsApp y las redes sociales.

Lo mismo ocurr¨ªa en otros cap¨ªtulos. Puede que Richard Wright fuese un personaje unidimensional, pero el relato que se hac¨ªa sobre la infidelidad y la inseguridad en la pareja gracias a ¨¦l sigue siendo vigente. Trey MacDougal pod¨ªa resultar par¨®dico, pero su incapacidad para cortar la relaci¨®n con su madre no lo era tanto. Y cuando Berger de nuevo se sent¨ªa amenazado por el ¨¦xito de su novia, estaba describiendo una situaci¨®n en la que miles de parejas se pod¨ªan ver reconocidas. La incapacidad para conectar emocionalmente que ten¨ªa Mr. Big era lo que hac¨ªa que muchos espectadores ¨Csobre todo espectadoras¨C sufriesen con Carrie, no tanto los dones y atractivos que pudiese tener, que por otra parte han envejecido regular. En la primera temporada, Carrie se refer¨ªa a ¨¦l como ¡°el pr¨®ximo Donald Trump¡±.
Entonces, esto implicaba ser un tibur¨®n de los negocios al que le gustaba la buena vida. Era algo positivo, aplaudido y envidiable incluso. Hoy esa comparaci¨®n nos indica que estamos ante un psic¨®pata narcisista y abusivo incapaz de establecer relaciones sanas con las personas que le rodean. Y no es que Donald Trump ¨Co el ficcionado Mr. Big¨C sean diferentes en el 98 y en el 2021; es que nuestra forma de verlos ha cambiado para siempre.
Avanzada, pero no tanto
Del mismo modo, es l¨®gico tener dudas por c¨®mo afrontar¨¢ la nueva temporada la gran revoluci¨®n de las ¨²ltimas d¨¦cadas en el terreno sexual, la queer. En una ficci¨®n sobre sexo y relaciones que se jactaba de su falta de tab¨²es, Charlotte llegaba a decir que Samantha se ¡°hab¨ªa hecho lesbiana para llamar la atenci¨®n¡±, Carrie experimentaba una crisis por besar levemente a una mujer (Alanis Morrissette), los gays rara vez trascend¨ªan esa categor¨ªa de ¡°amigo sujetabolsos¡±, sin apenas conflictos o tramas propias, y las ¨²nicas personas trans que aparec¨ªan eran las prostitutas callejeras que no dejaban dormir a Samantha en su barrio en pleno proceso gentrificador. El choque entre aquella visi¨®n del mundo y la actual ¨Cadem¨¢s de que no se recupere justo al personaje m¨¢s sexualmente libre de la serie, Samantha, por la enemistad entre la actriz que la interpretaba y la protagonista y productora Sarah Jessica Parker¨C contribuye a que nos cuestionemos si el imaginario de la serie tiene cabida en el mundo de hoy, y si una nueva temporada tiene alg¨²n sentido m¨¢s all¨¢ de explotar la nostalgia que por otra parte ya se us¨® en dos pel¨ªculas de infausto recuerdo.
Adem¨¢s, el cariz revolucionario de Sexo en Nueva York es complejo y muy discutido. Ya entonces los comportamientos de alguna de las protagonistas parec¨ªan pacatos y conservadores; muchos de sus cr¨ªticos se?alaban que el verdadero objetivo de al menos dos de ellas era encontrar una pareja que encarnase al ¡°pr¨ªncipe azul¡± (¡°the one¡±, hasta hab¨ªa un cap¨ªtulo con ese nombre), y Susan Fahludi apunt¨® que a partir del 11-S la serie dio un giro hacia la monogamia dejando atr¨¢s la promiscuidad, en la misma l¨ªnea de todas aquellas revistas femeninas que publicaron art¨ªculos del tipo ¡°?Ten¨ªas alguien a qui¨¦n abrazar mientras ve¨ªas c¨®mo se ca¨ªan las Torres Gemelas?¡±. ¡°Es un ejemplo de c¨®mo un hecho sociopol¨ªtico como un atentado terrorista puede generar discursos contra las mujeres¡±, explica Nacho Moreno.

Entre todas estas cuestiones y diatribas sobre si Sexo en Nueva York era un relato revolucionario o conservador y sobre si su perspectiva sobre los hombres ha caducado o todav¨ªa es v¨¢lida, lo m¨¢s sencillo es suponer que el p¨²blico acudir¨¢ a su nueva temporada no por c¨®mo hablaba de los hombres o de c¨®mo las mujeres se relacionan con ellos, sino por, a secas, las mujeres. M¨¢s all¨¢ del sexo de su t¨ªtulo, era en esencia una reflexi¨®n sobre la amistad y la identidad femenina. En su d¨ªa supuso una rareza; no exist¨ªa en la televisi¨®n un producto en el que se hablase de penes, vaginas, satisfacci¨®n f¨ªsica, embarazos, abortos y sentimientos profundos desde una perspectiva femenina.
Series como Las chicas de oro o Murphy Brown estaban obligadas, al emitirse en canales generalistas, a utilizar un lenguaje mucho m¨¢s sutil y para todos los p¨²blicos. Pero las ficciones de la televisi¨®n por cable, como HBO, inclu¨ªan lenguaje soez y desnudos expl¨ªcitos, siempre con el hombre como centro. La Sexo en Nueva York de hoy, con unas protagonistas de m¨¢s de 50 a?os, si quiere tener sentido, ha de derribar otro tab¨²: el de la sexualidad femenina en la madurez y m¨¢s all¨¢ de la menopausia. No es algo que abunde. S¨ª existen series con personajes de mujeres de mediana edad y en adelante que son algo m¨¢s que meras comparsas, pero centrada en la esfera de la afectividad y lo sexual solo est¨¢n Grace y Frankie, de Jane Fonda y Lily Tomlin, y poco m¨¢s. Si por algo es necesario el regreso de Sexo en Nueva York es por el mismo motivo por el que se convirti¨® en un icono de su era: no por su visi¨®n del mundo masculino, sino por c¨®mo nos hablaba de las mujeres y de lo necesario que era que lo escuchasen los hombres.
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