Sammy Davis Jr. y Kim Novak, el romance interracial que escandaliz¨® a Hollywood y moviliz¨® a la mafia
Cuando todo estaba prohibido para un hombre negro, ¨¦l cometi¨® la osad¨ªa definitiva: enamorarse de una gran estrella de cine... blanca. Novak ha vuelto a recordar recientemente su historia con Davis, que tendr¨ªa ahora 95 a?os
¡°No me permit¨ªan ni acercarme a casa de Sammy¡±, acaba de recordar Kim Novak en una entrevista concedida al brit¨¢nico The Guardian. ¡°?l ya hab¨ªa perdido un ojo en un accidente y Harry Cohn lo amenaz¨® con arrancarle el otro. Estoy segura de que ten¨ªa amigos que lo har¨ªan¡±. Con estas palabras, Novak confirma parte de la leyenda y alimenta la fascinaci¨®n que a¨²n provoca una de las grandes historias de Hollywood: su romance con Sammy Davis Jr. ?Por qu¨¦ un enamoramiento entre un cantante y una actriz fue semejante bomba en 1957? F¨¢cil: porque ella era blanca y ¨¦l era negro. Entonces, el matrimonio entre personas de razas distintas era ilegal en la mitad de un pa¨ªs convulsionado por las tensiones raciales.
En el oto?o de ese a?o, Dorothy Kilgallen contuvo el aliento de Hollywood desde su columna de chismes en el New York Journal-American: ¡°?Qu¨¦ estrella de cine (K.N.) est¨¢ saliendo en serio con qu¨¦ artista de renombre (S.D.)?¡±. Nadie tuvo dudas sobre cu¨¢les eran las restantes letras porque esas iniciales pertenec¨ªan a dos de las personalidades m¨¢s populares de la industria.
El flechazo entre Sammy Davis Jr. (Harlem, 1925¨CBeverly Hills, 1990) y Kim Novak (Chicago, 1933) tuvo lugar durante una actuaci¨®n del cantante en Chez Paree, el local de moda en Chicago. ?l era el artista del momento y ella estaba a punto de rodar V¨¦rtigo. Tras verla y encapricharse de ella, Davis pidi¨® a sus amigos comunes Janet Leigh y Tony Curtis que propiciasen un encuentro. El matrimonio organiz¨® una fiesta en la que la atracci¨®n super¨® a la cautela y la noticia bomba lleg¨® a los peri¨®dicos.
Davis sab¨ªa lo que era enfrentarse al racismo. El artista hab¨ªa recorrido el pa¨ªs formando un tr¨ªo con su padre y su t¨ªo desde que apenas se sosten¨ªa en pie. Pero su padre hab¨ªa preferido protegerlo y le ocultaba la realidad que padec¨ªan como hombres negros. Cuando el peque?o Davis preguntaba por qu¨¦ a pesar de tener suficiente dinero en el bolsillo se alojaban en pensiones de mala muerte, su padre no le dec¨ªa que los negros no pod¨ªan reservar una habitaci¨®n en un hotel, sino que lo hac¨ªan para evitar los celos del resto de los artistas.
Pero en cuanto Davis abandon¨® aquella burbuja se estrell¨® con la realidad. En el ej¨¦rcito, al que lleg¨® con 17 a?os, los soldados sure?os con los que compart¨ªa barrac¨®n le obligaron a beber orina y le pegaron tantas palizas que su nariz qued¨® completamente deformada. ¡°Todas las noches me acostaba y me preguntaba qu¨¦ pasa con la piel que hace que la gente odie tanto¡±, escribi¨® en Yes I Can: The Story of Sammy Davis, Jr. Sin embargo, cuando se sub¨ªa al escenario esos mismos matones le aplaud¨ªan: ¡±Mi talento era el arma, el poder, la forma de luchar. Era la ¨²nica forma en que pod¨ªa esperar afectar el pensamiento de un hombre: desde entonces, en lo m¨¢s profundo de mi coraz¨®n, alma y esp¨ªritu, supe que ten¨ªa que ser una estrella¡±.
Lo consigui¨®. Se convirti¨® en un cantante, humorista y actor tan vers¨¢til que recibi¨® el apodo de Mister Showbusiness, pero eso no imped¨ªa que muchas noches escuchase insultos racistas tras unas actuaciones que sus seguidores negros no pod¨ªan presenciar, en hoteles que le prohib¨ªan el alojamiento. Tras una de ellas, sufri¨® un grave accidente en su Cadillac. Cuando llegaron las ambulancias, rescataron a las dos mujeres blancas que viajaban en el coche, pero a ¨¦l lo llevaron a un centro de caridad para indigentes donde languideci¨® en una camilla hasta que alguien lo reconoci¨®. Pudieron salvar su vida, pero perdi¨® un ojo que sustituy¨® por otro de cristal.
Eso no merm¨® su extra?o atractivo. En sus actuaciones se defin¨ªa c¨®micamente como ¡°bajito, feo, tuerto, negro y judio¡±, pero lo cierto es que era consciente de lo mucho que gustaba. ¡°A Sammy le encantaba su aspecto, sab¨ªa que su rostro era feo, por eso trabaj¨® su cuerpo. Se mantuvo en una forma fant¨¢stica y estaba siempre impecable¡±, record¨® Burt Boyard en un art¨ªculo de Vanity Fair. Hab¨ªa mantenido infinidad de romances, muchos con mujeres blancas, pero siempre con una discreci¨®n de la que ahora carec¨ªa su historia con Novak. ?l era consciente de los problemas que aquello pod¨ªa acarrearle con el estudio que le daba trabajo y por eso, tras leer la columna de Kilgallen, llam¨® a Novak para disculparse. ¡°?No pertenezco al estudio!¡±, respondi¨® ella. Y lo invit¨® a su casa a cenar.
Cohn, la primera piedra en el camino
Pero el due?o del estudio no pensaba lo mismo. Harry Cohn, apodado King Cohn, consideraba que Novak le pertenec¨ªa, al igual que casi todas las personas que trabajaban en Columbia Pictures, especialmente las mujeres. ¡°Para un n¨²mero significativo de estrellas su carrera en el cine comenz¨® con la explotaci¨®n sexual en el sill¨®n de casting de Harry Cohn, uno de los hombres m¨¢s poderosos y brutales de Hollywood¡±, escribi¨® Erin Blakemore.
Cohn era famoso por el control absoluto que ejerc¨ªa sobre unas actrices que modelaba hasta la obsesi¨®n. ?l fue el responsable de haber transformado a la t¨ªmida Margarita Cansino en la explosiva Rita Hayworth. En connivencia con su marido, la presion¨® para que se cambiara el nombre, se ti?era el pelo y se sometiera a un doloros¨ªsimo tratamiento de electr¨®lisis para modificar su cabello. Rita se convirti¨® en la estrella m¨¢s deseada de la pantalla y Cohn consideraba que eso le daba derecho a acostarse con ella. Cuando Rita se neg¨® y se alej¨® de ¨¦l, enloqueci¨®.
Entonces, conoci¨® a Marilyn Pauline Novak, una modelo del medio oeste que hab¨ªa llegado a Hollywood tras una gira por el pa¨ªs promocionando frigor¨ªficos. Vio en ella a la sucesora de Hayworth y quiso repetir el mismo proceso. Cambi¨® su nombre, su color de pelo, su cuerpo y su estilo y, para evitar que escapara de sus garras, la instal¨® en el Studio Club, un dormitorio con toque de queda donde pod¨ªa tenerla vigilada. All¨ª no se permit¨ªan hombres. Pero ahora hab¨ªa entrado uno. Y era negro.
Davis y Novak eran conscientes del riesgo que corr¨ªan, pero eso hizo que la relaci¨®n fuera m¨¢s emocionante. ¡°Ella no hab¨ªa pensado en m¨ª m¨¢s de lo que yo hab¨ªa pensado en ella, hasta que se prohibi¨®¡±, escribi¨® Davis. ¡°Luego nos convertimos en conspiradores, unidos por lo ¨²nico que ten¨ªamos en com¨²n: el desaf¨ªo¡±.
Para ocultarse de la prensa acud¨ªan por separado y camuflados a casas que les prestaban, pero el Chicago Sun-Times descubri¨® que Davis hab¨ªa volado a la casa de Novak para conocer a sus padres y difundieron el rumor de que hab¨ªan sacado una licencia de matrimonio. ¡°Kim Novak est¨¢ a punto de comprometerse con Sammy Davis Jr. y Hollywood est¨¢ horrorizado¡±, inform¨® The London Daily Mirror.
La mafia (y otra mujer) entra en juego
Con el peri¨®dico en las manos, Cohn bram¨®. El poderoso empresario, que ten¨ªa como referente a Benito Mussolini y era c¨¦lebre por despedir a sus empleados en Nochebuena, sufri¨® un infarto. La noticia no afectaba solo al buen nombre de su empresa, tambi¨¦n a la mujer que deseaba. Seg¨²n el libro de Tim Adler Hollywood y la Mafia, Cohn llam¨® a un g¨¢nster de su agenda ¨Cpor aquel entonces, quien era alguien en Hollywood ten¨ªa un g¨¢nster en su agenda¨C y le pidi¨® que matara a ¡°ese puto negro cabr¨®n¡±. Arthur Silber Jr., amigo y bi¨®grafo de Davis, afirm¨® que el mafioso Mickey Cohen le transmiti¨® la amenaza al padre de Davis: ¡°Dijeron que le romper¨ªan las dos piernas, le sacar¨ªan el otro ojo y lo enterrar¨ªan en un agujero si no se casaba con una mujer negra inmediatamente¡±.
Davis estaba aterrado. Trataron de desactivar la amenaza recurriendo al todopoderoso Sam Giancana, pero tambi¨¦n hay honor entre mafiosos. ¡°Podemos protegerte aqu¨ª, en Chicago, o cuando est¨¦s en Las Vegas¡±, le dijo. ¡°Pero no podemos hacer nada en Hollywood¡±. El cantante se sent¨® en la cama y comenz¨® a hojear su agenda. Cuando su amigo Silber le pregunt¨® qu¨¦ hac¨ªa, Davis respondi¨®: ¡°Estoy buscando a alguien con quien casarme¡±.
La elegida fue Loray White, una actriz con la que hab¨ªa tenido algunas citas y compartido un par de espect¨¢culos. Le ofreci¨® 25.000 d¨®lares por ser su esposa durante un a?o. La boda se celebr¨® el 10 de enero de 1958 con Harry Belafonte y Donald O¡¯Connor como testigos. De vuelta a su suite, Davis recibi¨® una llamada de Giancana: ¡°Mickey dice que la presi¨®n ha disminuido. Puedes relajarte¡±. Seg¨²n Silber, esa noche Davis se emborrach¨® e intent¨® estrangular a White en el camino a su suite de bodas. Probablemente fuese la ¨²nica vez que la toc¨®. Cuando volvi¨® a verlo horas m¨¢s tarde, se lo encontr¨® con una pistola en la cabeza. ¡°?Por qu¨¦ no me dejan vivir mi vida?¡±, soll¨®z¨®.
Tras la boda, Davis sigui¨® viendo a Novak, pero la relaci¨®n se termin¨® poco despu¨¦s. El esc¨¢ndalo y el matrimonio hab¨ªan aumentado su popularidad: no solo era una estrella, tambi¨¦n era parte del del rat pack, la pandilla m¨¢s envidiada del entretenimiento y capitaneada por Sinatra, los Ocean¡¯s Eleven originales. Como Graham Marsh, autor de The Rat Pack, declar¨® a Toni Garc¨ªa en EL PA?S: ¡°Esos t¨ªos eran lo m¨¢s; eran elegantes, divertidos, ten¨ªan toneladas de talento. No solo eso; supieron encontrar la manera de rentabilizarlo todo sin renunciar a su esencia¡±.
Un par de a?os despu¨¦s del divorcio, Davis se enamor¨® de otra actriz, la sueca May Britt. El cantante no tard¨® en pedirle matrimonio y ella, ajena al racismo rampante de Estados Unidos, acept¨®. Eso signific¨® el fin de una carrera que nunca lleg¨® a despegar. Tras la boda, Fox cancel¨® su contrato, pero no le import¨®: ¡°Amaba a Sammy y tuve la oportunidad de casarme con el hombre que amaba¡±, declar¨®.
El infierno del racismo
La pareja vivi¨® un infierno. Hubo amenazas de bomba en los teatros donde Davis actu¨® por todo el pa¨ªs. En Washington, el Partido Nazi de Estados Unidos hizo un piquete con carteles donde se le¨ªa ¡°Vuelve al Congo¡±. Davis recibi¨® tantas amenazas de muerte que tuvo que contratar guardaespaldas. Ten¨ªa tanto miedo de que atacasen a su mujer que apenas sal¨ªan de casa y cuando lo hac¨ªan ¨¦l llevaba una pistola o un bast¨®n con un cuchillo oculto en la punta.
Pero hubo otro desplante racista que seg¨²n cont¨® su hija Tracey Davis en Sammy Davis Jr.: A Personal History with My Father result¨® a¨²n m¨¢s doloroso para ¨¦l. Cuando empez¨® a planear su boda, su amigo Sinatra le pidi¨® que la pospusiese hasta despu¨¦s de las elecciones. El papel de Kennedy en el sur era complicado y tem¨ªa que el apoyo de un matrimonio interracial afectase a sus posibilidades de ganar. Davis lo hizo y, a pesar de ello, tres d¨ªas antes de la fiesta inaugural del presidente fue excluido de la lista de invitados. La victoria de Kennedy hab¨ªa sido muy ajustada y no quer¨ªa airar a los delegados sure?os con la presencia de una una pareja interracial. Hab¨ªa recaudado cientos de miles de d¨®lares para el dem¨®crata y recorrido el pa¨ªs haciendo campa?a, pero de nuevo volv¨ªa a ser un negro al que se le cerraba la puerta de la fiesta de los blancos.
May Britt y Sammy Davis Jr. estuvieron casados durante ocho a?os, tuvieron una hija y adoptaron dos ni?os, pero en 1968 Britt descubri¨® la infidelidad de Davis con la actriz y cantante Lola Falana y, a pesar de los ruegos del cantante, solicit¨® el divorcio harta de que su marido viviese m¨¢s para su trabajo y las juergas con sus amigos que para su familia. Incapaz de superarlo, Davis recurri¨® al alcohol, la coca¨ªna y el nitrito de amilo.
A principios de los setenta su salud comenz¨® a deteriorarse y su m¨²sica, a sonar desfasada. Sus mejores tiempos como artista hab¨ªan quedado atr¨¢s. Pero su vida emocional se estabiliz¨® y volvi¨® a encontrar el amor, esta vez con una mujer negra, la actriz Altovise Gore. El reverendo Jesse Jackson los cas¨® en 1970 y estuvieron juntos hasta que un c¨¢ncer se llev¨® a Davis el 18 de mayo de 1990. Kim Novak fue una de sus ¨²ltimas visitas. Su intenso romance hab¨ªa sido breve, pero su amistad, eterna. Dos d¨ªas despu¨¦s de su muerte, las luces de ne¨®n de los casinos del Strip de Las Vegas se apagaron durante diez minutos para homenajearlo. Treinta a?os antes, ni siquiera lo habr¨ªan dejado dormir all¨ª.
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