Hombres desnudos y homicidio: la historia criminal de los Chippendales se convierte en documental
El legendario grupo de bailarines que invent¨® el ¡®striptease¡¯ masculino tiene a sus espaldas un historial de asesinatos y extorsi¨®n que los creadores de ¡®Searching for Sugar Man¡¯ han convertido en un documental y a la que Hollywood ya ha echado el guante
En julio de 1991 un individuo entr¨® en las oficinas del FBI en Las Vegas. Hab¨ªa sido contratado para asesinar a un grupo de strippers inyect¨¢ndoles una dosis letal de cianuro. Recibir¨ªa 2.500 d¨®lares por cada bailar¨ªn y le hab¨ªan proporcionado ¡°dosis suficientes como para matar a 2.300¡å. Scott Garriola, el agente que se encarg¨® de la investigaci¨®n, la defini¨® como ¡°una de las tramas de asesinatos a sueldo m¨¢s extra?a de la historia del FBI¡± y se relata con todo detalle en el documental que acaba de estrenar Movistar La maldici¨®n de los Chippendales, producido por Johathan Chinn y Simon Chinn, ganadores de dos Oscar por Man on Wire y Searching for Sugar Man.
Los hombres a los que aquel asesino a sueldo hab¨ªa sido contratado para asesinar eran los grandes rivales de los Chippendales y por eso hab¨ªa alguien que pensaba que deb¨ªan morir. Pero ?qu¨¦ eran los Chippendales, el grupo que inspir¨® pel¨ªculas como Magic Mike?
Para explicarlo hay que retroceder a mediados de los a?os setenta. Steve Banerjee, inmigrante de origen indio afincado en Los ?ngeles, regentaba el club Destiny II, antro que nunca cerraba. Banerjee aspiraba a diferenciarse por algo m¨¢s que su horario y, junto a su amigo y abogado Bruce Nahin, prob¨® formas de atraer a las masas, desde luchas de barro femeninas hasta espect¨¢culos de magia y campeonatos de backgammon. Todo fracas¨® hasta que se cruz¨® en su vida Paul Sneider, un tipo que, en palabras de Nahim, ¡°te hac¨ªa sentir sucio s¨®lo por estar a su lado¡±. Vest¨ªa abrigos de vis¨®n, conduc¨ªa un ostentoso Chevrolet Corvette y se jactaba de vivir de las mujeres. Un par de a?os antes hab¨ªa encontrado a su mina de oro en su Canad¨¢ natal: Dorothy Stratten, una rubia bell¨ªsima y con talento que poco despu¨¦s de pisar Los ?ngeles se hab¨ªa convertido en la chica favorita de Hugh Hefner y en la Playmate del a?o de Playboy.
Snider, que tambi¨¦n ambicionaba ser alguien en Los ?ngeles, le dio a Banerjee la idea: un club de striptease orientado exclusivamente al p¨²blico femenino. Hombres altos, guapos y musculosos cimbre¨¢ndose semidesnudos ante las mujeres y ataviados con los elementos de las c¨¦lebres conejitas Playboy: pu?os blancos y pajarita. Un gui?o al mundo en el que Snider ansiaba desesperadamente arraigarse. Para estupor de sus asesores, el discreto Banerjee sigui¨® su consejo y en 1979 abri¨® sus puertas Chippendales, que debe su nombre a un estilo de muebles brit¨¢nico del siglo XVIII. El empresario hind¨² quer¨ªa darle una p¨¢tina de elegancia al asunto. Snider acababa de inventar el striptease masculino, aunque realmente lo que hab¨ªa hecho era copiar algo que era habitual en los club gais. Y no se equivoc¨®. En 1980, un titular de Associated Press anunci¨®: ¡°El boylesque reemplaza al burlesque¡±. Aquel podr¨ªa haber sido el gran legado de Snider, pero el mundo lo recuerda como un asesino. Cuando, meses despu¨¦s, su esposa le pidi¨® el divorcio, ¨¦l la secuestr¨®, la at¨®, la viol¨® y le descerraj¨® un tiro en la cara para suicidarse despu¨¦s. La tragedia visitaba a los Chippendales por primera vez. Llegar¨ªan muchas m¨¢s.
D¨®lares en los tangas
Contra todo pron¨®stico, la idea de Sneider fue un ¨¦xito. La noche del estreno, 600 mujeres hicieron cola fuera para meter billetes de d¨®lar en los diminutos tangas de los bailarines que el propio Snider hab¨ªa seleccionado en los bares y gimnasios de Los ?ngeles.
El dinero entraba a espuertas pero el ambiente tras bambalinas era amateur, tanto que nadie se hab¨ªa molestado en consultar las leyes del Estado respecto a aquel tipo de espect¨¢culos (no los permit¨ªa) y una noche la polic¨ªa irrumpiera en medio de una actuaci¨®n para cancelarla. Aquel momento de confusi¨®n inspir¨® el clich¨¦ del polic¨ªa stripper: todos los cuerpos de seguridad que desde entonces interrumpen las despedidas de soltera con pantalones de velcro y elastano est¨¢n basados en aquel incidente. Los bailarines tambi¨¦n empezaron a diferenciarse interpretando distintos personajes. Las denuncias se siguieron sucedi¨¦nose: Banerjee se gastaba un mill¨®n de d¨®lares al a?o en abogados. Se lo pod¨ªa permitir. Su espect¨¢culo se estaba convirtiendo en uno de los fen¨®menos culturales de la d¨¦cada.
A finales de los setenta conflu¨ªan los ¨²ltimos coletazos de la segunda ola del feminismo y la revoluci¨®n sexual iniciada en los sesenta, la p¨ªldora y el hedonismo de la m¨²sica disco. Faltaba muy poco para que el sida lo cambiase todo pero se aprovecharon al m¨¢ximo. A mediados de la d¨¦cada la revista Playgirl hab¨ªa iniciado su andadura como una respuesta femenina a Playboy y Penthouse y ahora esos hombres semidesnudos saltaban de la pista de baile al quiosco. El aumento de las libertades sociales y el acceso al mercado laboral hab¨ªa convertido a las mujeres en un nicho de mercado muy apetecible. ¡±Nos sent¨ªamos empoderadas, ellos estaban all¨ª para servirnos¡± afirma en el documental Nancy Dineem, una espectadora habitual que lleg¨® a casarse con la estrella del show, Michael Rapp.
Un sector del feminismo incluso quiso convertir a los Chippendales en bandera. En 1980, la abogada Gloria Allred, presidenta del Fondo de Defensa Legal e Igualdad de Derechos de la Mujer, realiz¨® una recaudaci¨®n de fondos para el grupo en el club de Banerjee. ¡°Siempre se acusa a las feministas de no tener sentido del humor¡±, declar¨® a The Los Angeles Times.
Banerjee empezaba a sentir que Los ?ngeles se quedaba peque?o para los Chippendales y valoraba la posibilidad de expandirse a Nueva York. Muerto Sneider, encontr¨® un nuevo socio, Nick De Noia, core¨®grafo y productor de programas infantiles galardonado con dos Emmys que profesionaliz¨® el show, elabor¨® coreograf¨ªas m¨¢s sofisticadas y dise?¨® nuevos personajes. A De Noia le gustaba el dinero tanto como a Banerjee, pero era mucho m¨¢s inteligente y le hizo firmar un papel en el que se aseguraba los derechos de las giras de los Chippendales ¡°a perpetuidad¡±. Como Dan Peterson, uno de los bailarines del show, descubri¨® a posteriori, Banerjee no sab¨ªa lo que significaba la palabra ¡°perpetuidad¡±.
Los Chippendales, con sus pu?os blancos, sus pajaritas, las melenas cardadas y las dentaduras resplandecientes se hab¨ªa convertido en una marca reconocible en todo el pa¨ªs y en un fen¨®meno pop que aparec¨ªa en telecomedias y pel¨ªculas e incluso era parodiado en Saturday Night Live por Patrick Swayze. Y tambi¨¦n en un generador de merchandising muy lucrativo. P¨®sters, calendarios y videos de ejercicios se vend¨ªan por miles.
Si Banerjee se sent¨ªa c¨®modo maniobrando en la sombra, a Di Noia le encantaba acaparar los focos. Era atractivo y carism¨¢tico y empezaba a ser un cara popular en los programas televisivos a los que los Chippendales eran asiduos y donde se mostraba como hombre al mando del espect¨¢culo. Banerjee no estaba contento con el protagonismo de su socio y su relaci¨®n se deterior¨®. Tambi¨¦n hab¨ªa otro frente abierto que perturbaba al empresario hind¨²: el ¨¦xito de los Chippendales hab¨ªa provocado la irrupci¨®n de nuevas compa?¨ªas similares y Banerjee no estaba dispuesto a permitir que nadie le robase ni un trozo de un pastel que consideraba suyo. Llam¨® a uno de sus hombres de confianza, Ray Colon, y pag¨® para que se incendiasen los clubs advenedizos. Para desviar la atenci¨®n sobre el hecho de que Chippendales fuese el ¨²nico espacio no vandalizado, aument¨® el gasto en seguridad de sus locales como si temiese ser el siguiente en la lista.
Mientras Banerjee lidiaba con la competencia, De Noia expand¨ªa el negocio con giras nacionales e internacionales. Y en aquellas giras era donde verdaderamente estaba el beneficio econ¨®mico. ¡°Banerjee estaba comido por los celos porque Nick estaba recibiendo el cr¨¦dito por Chippendales y ten¨ªa la mitad del negocio¡±, afirma en el documental Candace Mayeron, que fue productora asociada del espect¨¢culo. ¡°Estaba celoso de la capacidad de Nick para ser el centro de atenci¨®n¡±. Banerjee quer¨ªa recuperar el control total del espect¨¢culo, pero para adquirir la parte de De Noia tendr¨ªa que pasar por encima de su cad¨¢ver. Y eso es, literalmente, lo que hizo.
Esta vez contrat¨® a un sicario que, tras hacerse pasar por un repartidor, accedi¨® a las oficinas de Chippendales en Nueva York y asesin¨® a De Noia de un disparo en la cabeza. A pesar de que los cercanos al core¨®grafo sospecharon inmediatamente de Banerjee, la polic¨ªa lo descart¨® y el empresario pudo hacerse con los ansiados derechos de las giras. Su plan hab¨ªa funcionado, pero no por mucho tiempo. Los incendios provocados no hab¨ªan conseguido impedir la proliferaci¨®n de espect¨¢culos similares a los Chippendales, por lo que decidi¨® utilizar artima?as legales y cubrir de demandas a todos los que pretend¨ªan emular su ¨¦xito. Funcion¨® en Estados Unidos, pero los tent¨¢culos de la ley de marcas y patentes no cruzaban las fronteras nacionales.
Cuando empez¨® a despuntar en Londres una compa?¨ªa id¨¦ntica llamada Adonis, Banerjee enloqueci¨®. Sobre todo porque estaba relacionada con su difunto socio comercial, Nick De Noia, y uno de sus maestros de ceremonias era un antiguo Chippendale, Read Scott. Volvi¨® a llamar a Colon y contrataron a un asesino a sueldo apodado Strawberry. Le pagaron el billete a Londres y le proporcionaron las jeringas llenas de cianuro que deb¨ªa inyectar a los bailarines. Lo que Colon y Banerjee ignoraban es que, como desvel¨® The Independent, ¡°el asesino a sueldo, hab¨ªa sido un informante de la Administraci¨®n de Control de Drogas, y no estaba dispuesto a empa?ar su destacada carrera de delator para asesinar a un par de t¨ªos aceitados¡±. Temiendo que ser conocedor de los planes del implacable y col¨¦rico Banerjee le situase en su lista de futuros cad¨¢veres, inform¨® a la oficina del FBI en Las Vegas y desvel¨® aquel estramb¨®tico complot.
La investigaci¨®n del FBI revel¨® que aquel intent¨® fallido de asesinato s¨®lo era la punta del iceberg de los tejemanejes de Banerjee. No tardaron en detener a Colon, que confes¨® e inculp¨® al empresario. ¡°Cualquier agente, ya sea que acabe de salir de la academia o lleve 25 a?os en activo, desea involucrarse en un caso as¨ª¡±, asegura Garriola. ¡°No solo ten¨ªamos una conspiraci¨®n para matar gente en Londres, sino tambi¨¦n un asesinato que hab¨ªa ocurrido en Nueva York en 1987 y dos incendios provocados¡±. La polic¨ªa descubri¨® que Banerjee tambi¨¦n tramaba asesinar a su abogado, Bruce Nahim.
Tras una investigaci¨®n (que incluy¨® escenas dignas de pel¨ªcula, como Colon semidesnudo y con un micr¨®fono en la goma de los calzoncillos en un hotel de Santa M¨®nica intentando que Banerjee confesase sus cr¨ªmenes) el empresario fue detenido en 1993. A cambio de que se le permitiese traspasar los derechos de la compa?¨ªa a su familia, confes¨®. Fue sentenciado a 25 a?os de c¨¢rcel. D¨ªas despu¨¦s de recibir el veredicto se suicid¨® en su celda colg¨¢ndose de una s¨¢bana. Los clubes Chippendales cerraron tras de la muerte de Banerjee, pero reabrieron en el a?o 2000 con nuevos propietarios y hasta el cierre global provocado por la pandemia segu¨ªan funcionando a pleno rendimiento, al igual que las giras.
En 2000, Naveen Andrews ¡ªel Sayid de Perdidos¡ª encarn¨® a Banerjee en el telefime El asesino de Chippendales. En los ¨²ltimos meses se ha hablado de dos posibles adaptaciones de la historia, una al cine con Dev Patel como protagonista y otra en Hulu con el actor de la reci¨¦n estrenada Eternals Kumail Nanjiani interpretando al fundador de Chippendales. Una historia que incluye asesinatos, sexo, hombres guapos y ambici¨®n desmedida no pod¨ªa escapar del radar de Hollywood. De hecho, se dir¨ªa que es m¨¢s propia de Hollywood que de la vida real.
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