Perdedores, abusadores, lun¨¢ticos o incomprendidos: el oscuro influjo que Dr¨¢cula dej¨® en estos actores
¡®Renfield¡¯ o ¡®The Last Voyage of the Demeter¡¯, con Nicolas Cage y Javier Botet, traen de nuevo a la actualidad a un personaje que ha supuesto frecuentes quebraderos de cabeza a sus int¨¦rpretes, pero tambi¨¦n a sus colegas de reparto
Pocos personajes han tenido una vida cinematogr¨¢fica tan dilatada como la de Dr¨¢cula. Desde la publicaci¨®n de la novela original de Bram Stoker en 1897, la criatura victoriana ha demostrado una capacidad inagotable para mutar y ser reimaginada, tanto para abordar desde otra perspectiva los temas del libro como para impregnarse de las inquietudes de cada tiempo. La comedia Renfield, que trata la relaci¨®n entre el Conde y su siervo desde el punto de vista de la explotaci¨®n laboral, o el pr¨®ximo estreno de The Last Voyage of the Demeter, pel¨ªcula con Javier Botet que adapta el cap¨ªtulo del viaje por mar de Dr¨¢cula como ejercicio de terror en un solo espacio, son dos recientes ejemplos.
El mito ha servido, tambi¨¦n, como lienzo en blanco para que diferentes artistas exploren lo que representa la naturaleza vamp¨ªrica, se planteen c¨®mo manifiesta sus encantos o investiguen si hay una tragedia latiendo bajo el horror que encarna. ¡°Dr¨¢cula tiene que ser una persona extremadamente educada, culta, lista, distante y con una mirada peligrosa. Dir¨ªa que esos son sus ingredientes fundamentales, ser alguien que atraiga y que d¨¦ miedo a la vez¡±, dice a ICON el actor Ram¨®n Langa, que interpret¨® al personaje en una versi¨®n teatral en 2012. ¡°?l seduce a las mujeres por el temor que infunde y por lo enigm¨¢tico que resulta¡±, opina. El c¨¦lebremente conocido en Espa?a como voz de Bruce Willis cuenta que, en su caso, ¡°la econom¨ªa¡± fue la clave de la composici¨®n que ¨¦l realiz¨®: ¡°Miradas profundas pero suaves, sin violencia ninguna, medias sonrisas, nunca sonrisas enteras. Andaba muy despacio, hablaba muy despacio, ?y en los cabreos explotaba! Dr¨¢cula es alguien que parece un caballero, muy educado, muy pac¨ªfico, que al principio inspira confianza, pero luego confusi¨®n¡±.
Esa alquimia tiene poco de sencillo: no todo el mundo puede ser encantador e imponente solo con propon¨¦rselo. Y en el proceso hay quien se ha perdido, quien se ha dejado llevar m¨¢s de la cuenta, quien se ha mimetizado, quien se ha fundido con ese misterio insondable colindante con el horror o quien ha hecho de perseguir la sombra del mito una misi¨®n rectora en su vida. De todo esto y m¨¢s hay en la siguiente selecci¨®n.
Nicolas Cage
El cierre de un c¨ªrculo. Cage, apasionado del terror e inversor inmobiliario en casas encantadas, llevaba toda su carrera invocando a Dr¨¢cula. Durante el rodaje en Ruman¨ªa de Ghost Rider: Esp¨ªritu de venganza (2012), seg¨²n su compa?ero de reparto Idris Elba, el int¨¦rprete decidi¨® ir a dormir una noche solo a la intemperie frente al castillo de Bran (supuesta residencia de Vlad el Empalador, en quien se cree que el monstruo est¨¢ inspirado) para impregnarse de sus energ¨ªas y transferirlas a su encarnaci¨®n del Motorista Fantasma. Un a?o antes, se difundi¨® una imagen de 1870 de un hombre notablemente parecido a Cage, que llev¨® a muchos a bromear con su naturaleza de no muerto. La persona que vend¨ªa la foto en eBay por un mill¨®n de d¨®lares argumentaba: ¡°Creo que es ¨¦l y que se reinventa cada 75 a?os. Dentro de 150, puede que sea un pol¨ªtico o el l¨ªder de una secta¡±.
En Besos de vampiro (1989), desconcertante comedia negra sobre un hombre que cree estar convirti¨¦ndose en chupasangre, Cage se pleg¨® al personaje de R.M. Renfield, el siervo de Dr¨¢cula que en la obra de Stoker se alimenta de insectos, y, siguiendo su estela, ingiri¨® una cucaracha viva. ¡°Cada m¨²sculo de mi cuerpo me ped¨ªa que no lo hiciera, pero lo hice de todas formas¡±, explic¨®. Ahora, la estrella representa al Conde en la reci¨¦n estrenada Renfield, que enlaza directamente como secuela de la versi¨®n de 1931 con B¨¦la Lugosi, tambi¨¦n de Universal. Su actuaci¨®n combina el refinamiento del actor austroh¨²ngaro con el expresionismo del Max Schreck de Nosferatu (1922), pasado por el filtro extremo y grangui?olesco que caracteriza al ganador del Oscar. Nicholas Hoult, que es quien interpreta ahora a Renfield, prefiri¨® no comer cucarachas: el equipo le prepar¨® caramelos con su forma. Cage, durante la promoci¨®n, ha vuelto a hablar del incidente de Besos de vampiro y ha aclarado que fueron dos los ejemplares que comi¨®, para, regiamente, apostillar: ¡°Lamento haberlo hecho, no volver¨¢ a suceder¡±.
Max Schreck
El conde Orlok de Nosferatu (1922), como se llam¨® esta adaptaci¨®n no oficial (el pirateo lleg¨® al punto de que la compa?¨ªa productora se declar¨® en bancarrota para evitar pagar derechos a la viuda del autor) realizada por F. W. Murnau, estuvo encarnado por Max Schreck, rostro ic¨®nico del expresionismo alem¨¢n por su ojipl¨¢tica interpretaci¨®n del personaje y el terror¨ªfico aspecto dentudo, de orejas picudas y garras en los dedos con que los maquilladores le caracterizaron. Poco se sabe de la vida personal del int¨¦rprete, m¨¢s all¨¢ de que ten¨ªa gran experiencia en teatro, donde trabaj¨® con Bertolt Brecht. Dotado para la comedia, fue un raro caso de actor destacado del cine mudo que sobrevivi¨® a la llegada del sonoro y sigui¨® trabajando hasta su muerte a los 56 a?os, en 1936, por un infarto.
Muchas leyendas rodearon al actor, como la de que nunca existi¨®, sino que se trataba de un seud¨®nimo del entonces m¨¢s conocido Alfred Abel, o la de que era un vampiro real, rumor originado por el cr¨ªtico griego Adonis Kyrou en 1953. Seg¨²n una biograf¨ªa del autor alem¨¢n Stefan Eickhoff, Schreck era un hombre solitario, que gustaba de pasar ¡°horas caminando por bosques frondosos y oscuros¡±, con un sentido del humor extra?o y atracci¨®n por lo grotesco. En la pel¨ªcula La sombra del vampiro (2000), basada en el rodaje de Nosferatu, Willem Dafoe interpret¨® a Schreck, a quien se mostraba comport¨¢ndose, efectivamente, como un vampiro. Por supuesto, se trataba de una historia ficticia. Y la pel¨ªcula estaba producida por Nicolas Cage. Lo que s¨ª es real es que la calavera del cineasta Murnau fue robada en 2015 del cementerio de Stahnsdorf (Berl¨ªn), en el marco de un posible ritual sat¨¢nico, como se infiri¨® de los restos de cera fundida hallados sobre el ata¨²d. El cr¨¢neo sigue en paradero desconocido.
B¨¦la Lugosi
Si hay un actor de Dr¨¢cula con una biograf¨ªa marcada por la huella del personaje, ese es B¨¦la Lugosi. Los rumores de que vivi¨® tan obsesionado con su figura que acostumbraba a dormir en un ata¨²d no son ciertos (la leyenda se erigi¨® a base de una frase suya descontextualizada de la pel¨ªcula de 1943 El ladr¨®n de cuerpos), pero s¨ª que fue enterrado con el traje del Conde, capa incluida, porque su viuda e hijo pensaron que era ¡°lo que habr¨ªa querido¡±. Lugosi interpret¨® por primera vez a la creaci¨®n de Stoker en una obra en Broadway en 1927. De ah¨ª, pas¨® a inmortalizarlo en la pel¨ªcula de 1931, dirigida por Tod Browning, y autom¨¢ticamente se convirti¨® en un icono indisociable del propio Dr¨¢cula, su rostro por excelencia hasta, al menos, la irrupci¨®n de Christopher Lee. Seg¨²n el propio actor austroh¨²ngaro, interpret¨® al personaje en m¨¢s de 1.000 ocasiones, entre funciones, secuelas de cine y apariciones en televisi¨®n o en p¨²blico. Pese al entusiasmo que indudablemente le puso, Lugosi tambi¨¦n se vio afectado por el encasillamiento. Protagoniz¨® una hist¨®rica rivalidad (profesional, que no personal) con Boris Karloff, el Frankenstein de Universal, dolido por la sensaci¨®n de que su colega obten¨ªa mejores oportunidades de probar su talento fuera del arquetipo que le toc¨®.
Ed Wood (1994), de Tim Burton, contribuy¨® decisivamente a establecer esa imagen decadente de B¨¦la Lugosi, al ilustrar (con Martin Landau encarn¨¢ndole) sus ¨²ltimos a?os de adicci¨®n a los opi¨¢ceos, falta de ofertas y participaci¨®n en proyectos de muy baja categor¨ªa; notablemente, en los del director del t¨ªtulo, Ed Wood, un aficionado al cine de terror asombrado ante el hecho de poder acceder a alguien como Lugosi, considerarle un amigo y tenerle casi gratis en sus pel¨ªculas. Parad¨®jicamente, el redescubrimiento y reivindicaci¨®n del cine de Wood otorg¨®, a posteriori, un imprevisto estatus de culto a esa amarga etapa de presunta irrelevancia de Lugosi. El tipo de batallas que solo unos pocos elegidos consiguen ganar despu¨¦s de muertos; sin pactos, que se sepa, con el diablo.
Klaus Kinski
Decir que Klaus Kinski perdi¨® el oremus haciendo de Dr¨¢cula no ser¨ªa cronol¨®gicamente preciso. M¨¢s bien lo tra¨ªa perdido de casa: concretamente, de la que comparti¨® en los a?os cincuenta con el cineasta Werner Herzog, que, entre el odio y la necesidad mutua, qued¨® hipnotizado por su temible personalidad extrema y violentos ataques de ira, e hizo de ¨¦l su actor fetiche. Herzog le dedic¨® el documental Mi enemigo ¨ªntimo (1999) y admiti¨® haber intentado asesinarle en varias ocasiones, actividad que compagin¨® con elegirle como actor principal en hasta cinco de sus pel¨ªculas. Una relaci¨®n t¨®xica, posesiva y obsesiva que nada tiene que envidiar a la del Conde y Renfield. La segunda de esas pel¨ªculas fue Nosferatu, vampiro de la noche (1979), remake del cl¨¢sico de Murnau (la mejor pel¨ªcula alemana de todos los tiempos, en opini¨®n de Herzog) donde el volc¨¢nico int¨¦rprete recog¨ªa el testigo de Max Schreck, con un maquillaje parecido que requer¨ªa, por s¨ª solo, cuatro horas de trabajo.
Dado el historial de maltrato y abuso a mujeres por parte de Kinski, Sylvia Kristel, la actriz de Emmanuelle, no quiso participar en la pel¨ªcula. En un camino similar al de Nicolas Cage, el actor hab¨ªa interpretado a?os antes a Renfield en El conde Dr¨¢cula (1970), del espa?ol Jess Franco. ¡°Kinski ten¨ªa una cosa, que es que estaba loco. Era un esquizoide, no en el estado de matar a la gente y eso, pero en el anterior¡±, declar¨® el director en una entrevista d¨¦cadas despu¨¦s. Tambi¨¦n volvi¨® a ser Dr¨¢cula, neg¨¢ndose a repetir maquillaje, en la secuela no oficial Nosferatu en Venecia (1988), donde utiliz¨® el personaje para depredar sexualmente: abus¨® de, al menos, dos actrices de forma brutal y ante las c¨¢maras, con el guion como excusa. Desde el casting, tambi¨¦n eligi¨® a qui¨¦nes contratar para tener escenas de sexo con ellas. Cuando Kinski muri¨® poco despu¨¦s, solo uno de sus hijos acudi¨® al funeral. Al tiempo, sus otras hijas, Pola y Natassja, revelaron haber sido tambi¨¦n v¨ªctimas de abuso f¨ªsico y sexual por parte de su padre.
William Marshall
Sin las tribulaciones escabrosas de otros de los actores que interpretaron a Dr¨¢cula, William Marshall tambi¨¦n ascendi¨® a icono gracias a su sobria e intensa actuaci¨®n en la versi¨®n alternativa del personaje propuesta en Dr¨¢cula negro (1972), una blaxploitation, como se llamaba a las pel¨ªculas fundamentalmente dirigidas al p¨²blico negro estadounidense en los a?os setenta. Dr¨¢cula negro fue, de hecho, la primera pel¨ªcula de terror del movimiento cinematogr¨¢fico y no tard¨® en tener una secuela, ?Grita, Bl¨¢cula, grita! (1973). El de William Marshall se trat¨®, adem¨¢s, del primer vampiro negro en la historia del cine. Pese a la co?a marinera que su argumento parece anunciar (en el pr¨®logo, el protagonista es un pr¨ªncipe africano que busca la ayuda del Conde Dr¨¢cula para acabar con la esclavitud, pero este resulta ser racista, acosa a su mujer y le lanza una maldici¨®n exclamando solemnemente ¡°?A partir de ahora te llamar¨¢s Bl¨¢cula!¡±), la pel¨ªcula tiene un tono severo porque Marshall pele¨® con los productores para que el personaje fuese m¨¢s ¡°digno¡±.
Adem¨¢s de la discriminaci¨®n, el actor hab¨ªa experimentado el macartismo por sus supuestas filiaciones comunistas. A lo largo de su carrera, Marshall se esforz¨® por representar la historia negra, por ejemplo, interpretando en teatro y en pantalla al activista por la abolici¨®n de la esclavitud Frederick Douglass. Y llev¨® esa ambici¨®n divulgativa incluso a una producci¨®n como Dr¨¢cula negro: el trasfondo pol¨ªtico fue idea suya, as¨ª como el hecho de que el pr¨ªncipe tuviese un nombre realmente africano (Mamuwalde) en lugar del Andrew Brown con que se le hab¨ªa bautizado en el guion. Marshall, actor de gravedad shakesperiana, voz fuerte y casi dos metros de estatura, reconoci¨® no sentirse muy interesado por el elemento vamp¨ªrico, pero s¨ª por hablar de la esclavitud y por ilustrar la lucha por la libertad. As¨ª, pese a que la pel¨ªcula y papel con los que pas¨® a la historia no iban en consonancia con sus gustos, tuvo la oportunidad de hacerlo en sus propios t¨¦rminos; en evidente contraste con una propuesta cinematogr¨¢fica m¨¢s burda por parte de unos productores que, seg¨²n ¨¦l mismo dijo, ¡°solo quer¨ªan hacer dinero¡±.
Christopher Lee
Interpret¨® a Dr¨¢cula en un total de diez pel¨ªculas y estuvo cerca de correr el destino de B¨¦la Lugosi, cuya m¨ªmesis con el personaje igual¨® en el imaginario colectivo. Todo empez¨® con Dr¨¢cula, dirigida en 1958 por Terence Fisher para la productora Hammer, que supuso un antes y un despu¨¦s para el arquetipo al introducir un significativo factor sexual en su representaci¨®n. El enorme ¨¦xito de la pel¨ªcula hizo que se le requiriera una y otra vez para repetir el papel, aunque Lee fue cans¨¢ndose paulatinamente. En Dr¨¢cula, pr¨ªncipe de las tinieblas (1966), tambi¨¦n de Fisher, no pronunci¨® una sola palabra como protesta, asegur¨®, por la p¨¦sima calidad de los di¨¢logos. Puntualmente, expres¨® su deseo de dejar de interpretar a Dr¨¢cula, pero fue amenazado por Hammer con no volver a trabajar m¨¢s. Tambi¨¦n fue, con la flamante compa?¨ªa de Klaus Kinski, el Conde de la versi¨®n de Jess Franco.
Aunque Lee tuvo la oportunidad de interpretar a Mycroft, hermano de Sherlock Holmes, en La vida privada de Sherlock Holmes (1970) o a Scaramanga de la entrega de 007 El hombre de la pistola de oro (1974) ¨CIan Fleming, creador de James Bond, era, por cierto, su primo¨C, la sombra vamp¨ªrica le persigui¨® durante d¨¦cadas. En su regreso a Reino Unido, en una entrevista con Terry Wogan, el presentador no pudo resistirse a hacer su aparici¨®n dentro de un ata¨²d y con una capa. Tras a?os de decadencia y semirretiro, una generaci¨®n de directores que hab¨ªa crecido fascinada por Lee (igual que Wood con Lugosi, solo que con algo m¨¢s de ma?a) le rescat¨®: primero Tim Burton y despu¨¦s Peter Jackson, que le ofreci¨® el personaje de Saruman en El Se?or de los Anillos, contribuyeron decisivamente a que Lee ya no estuviera exclusivamente asociado a Dr¨¢cula. En su vida personal, no se sabe hasta qu¨¦ punto la creaci¨®n de Bram Stoker model¨® el gusto del actor brit¨¢nico por el satanista Aleister Crowley y por lo oculto, materia sobre la que reconoci¨® tener una biblioteca de 12.000 libros. O por el heavy metal.
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