La revuelta de las ¨¦lites
En un extremo de la mediana social est¨¢n los ¡°desafiliados¡±; en el otro, las ¡°¨¦lites extractivas¡±
El Gobierno no hace nada y yo pago mis impuestos¡±, ¡°Est¨¢n haciendo un pa¨ªs de vagos y ahora me lo quieren quitar todo¡±, ¡°Se est¨¢ aplicando un decreto de alarma que nos proh¨ªbe la libertad (¡). Solo funciona en beneficio propio [del Gobierno]. Estamos oprimidos¡±. Estos son ejemplos de algunos comentarios reproducidos por la prensa (¡°prensa comunista¡±) de las manifestaciones de d¨ªas pasados en la madrile?a Milla de Oro.
No es nada novedoso el car¨¢cter pol¨ªtico de esa reacci¨®n. Lo que est¨¢ sucediendo ya hab¨ªa sido teorizado desde hace m¨¢s de tres d¨¦cadas por el soci¨®logo Christopher Lasch en un libro memorable: La rebeli¨®n de las ¨¦lites (Paid¨®s). En circunstancias de crisis como las que estamos sufriendo, una parte de las ¨¦lites de un pa¨ªs exhibe p¨²blicamente sus diferencias y pretende romper el contrato social que los une como ciudadanos, porque entienden que s¨®lo lo financian ellos (o lo sobrefinancian). La covid-19, como en su momento la Gran Depresi¨®n o la Gran Recesi¨®n de hace una d¨¦cada, est¨¢ transformando la estructura de las sociedades. Instalada la mayor¨ªa de los ciudadanos en profundas dificultades, los extremos se alejan cada vez m¨¢s de la mediana en la tabla social. Robert Castel ha utilizado el concepto de ¡°desafiliados¡± para denominar a las abundantes categor¨ªas de excluidos y marginalizados que se multiplican en el seno de la sociedad, y Lasch ha hablado de ¡°la rebeli¨®n de las ¨¦lites¡±.
Cuando los ciudadanos perciben la decadencia econ¨®mica y visibilizan con dolor sus consecuencias, los principales conflictos, aunque se disfracen de demandas de libertad, surgen por la distribuci¨®n de lo que hay que repartir (la renta m¨ªnima, los impuestos que han de sufragarla¡), incluido ¡ªsobre todo¡ª el poder pol¨ªtico. En los ¨²ltimos a?os, al tradicional concepto de ¨¦lites se le a?adi¨® el calificativo de ¡°extractivas¡±. Dos economistas, Daron Acemoglu y James Robinson, definieron las ¡°¨¦lites extractivas¡± como aquellas que se apartan de la obtenci¨®n del bien com¨²n y dedican los esfuerzos de modo exclusivo a su propio bienestar y al del grupo al que pertenecen.
Otro cient¨ªfico social, Simon John?son, que era el economista jefe en el FMI en los a?os de arranque de la Gran Recesi¨®n, y que se hizo famoso al incorporar al acerbo sociol¨®gico el concepto de ¡°golpe de Estado silencioso¡± para explicar la redistribuci¨®n inversa sucedida en aquella crisis, escribi¨®: ¡°En todo momento y lugar, las personas poderosas siempre procuran hacerse con el control total del Gobierno, menoscabando el progreso global a favor de su propia codicia. Ejerza un control efectivo sobre esas personas mediante una democracia efectiva o ver¨¢ c¨®mo fracasa su pa¨ªs¡±. Quien controla el Gobierno se convierte en beneficiario del poder y de la riqueza que genera; por tanto, las ¨¦lites extractivas crean incentivos para las luchas internas por el control del poder y sus beneficios cuando no disponen de ¨¦l en primera instancia (como en Espa?a hoy).
Frente a la orteguiana ¡°rebeli¨®n de las masas¡±, se desarrollan las circunstancias en que grupos privilegiados, que suelen representar a los sectores m¨¢s aventajados de la sociedad, intentan separarse de la suerte de la mayor¨ªa y dar por concluido de modo unilateral el contrato social que les une como ciudadanos. Se secesionan del resto. Sin embargo, retornar a la ¡°antigua normalidad¡± se presenta como una enso?aci¨®n a la luz de los profundos cambios que se est¨¢n sucediendo en lo cotidiano. El mito del eterno retorno parece excluido sea cual sea la salida a las dificultades, duren tanto como duren, porque se est¨¢ construyendo una cartograf¨ªa social en la que las cosas nunca volver¨¢n a ser como antes.
Con el uso de estos esl¨®ganes citados al principio y opiniones parecidas se pretende desviar la atenci¨®n sobre los centros de gravedad de las dificultades actuales, lo que aleja la soluci¨®n a las mismas. Krugman ha denominado a esta maniobra de distracci¨®n ¡°la imprudencia de las ¨¦lites¡± y entiende que hay que responsabilizar a quienes las protagonizan y no a falsos culpables como el Gobierno. Es una operaci¨®n directa por el poder.
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