La pol¨ªtica que so?aba con que fu¨¦semos iguales
La tradici¨®n cosmopolita defend¨ªa una dignidad humana total, independiente del origen, el estatus o el g¨¦nero de cada cual. Martha C. Nussbaum analiza aquel ideal noble nacido con Di¨®genes
Una vez preguntaron a Di¨®genes el C¨ªnico de d¨®nde ven¨ªa y ¨¦l respondi¨® con una sola palabra: kosmopolit¨ºs, ¡°ciudadano del mundo¡±. Podr¨ªa decirse que aquel momento, ficticio o no, fue el acto fundacional de la larga tradici¨®n del pensamiento pol¨ªtico cosmopolita en la herencia occidental. Un var¨®n griego rechaza la invitaci¨®n a definirse por su estirpe, su ciudad, su clase social, su condici¨®n de hombre libre o incluso su g¨¦nero. Insiste en definirse atendiendo a una caracter¨ªstica que comparte con todos los dem¨¢s seres humanos, hombres y mujeres, griegos y no griegos, esclavos y libres. Y al caracterizarse a s¨ª mismo, no ya como habitante del mundo, sino incluso como ¡°ciudadano¡± de este, Di¨®genes da a entender tambi¨¦n que es posible una pol¨ªtica ¡ªo una aproximaci¨®n moral a la pol¨ªtica¡ª centrada en la humanidad que compartimos m¨¢s que en las marcas del origen local, el estatus, la clase y el g¨¦nero que nos dividen. Es un primer paso en el camino que nos conduce hasta la sonora idea kantiana del ¡°reino de los fines¡±, una comunidad pol¨ªtica virtual de aspiraci¨®n moral que une a todos los seres racionales (aunque Di¨®genes, m¨¢s inclusivo, no limitaba esa comunidad a lo ¡°racional¡±), y hasta aquel ideal, tambi¨¦n de Kant, de una pol¨ªtica cosmopolita que una a toda la humanidad bajo unas leyes que esta se haya otorgado a s¨ª misma, no por efecto de las convenciones y las clases, sino por una libre elecci¨®n moral. Aseguran que Di¨®genes ¡°se burlaba de la nobleza de nacimiento y de la fama y de todos los otros timbres honor¨ªficos, diciendo que eran adornos externos del vicio. Dec¨ªa que solo hay un gobierno justo: el del universo [kosmos]¡±.
El cosmopolitismo c¨ªnico/estoico nos insta a reconocer la igual (e incondicional) val¨ªa de todos los seres humanos, una val¨ªa fundada en su capacidad de elecci¨®n moral (aunque quiz¨¢ sea esta a¨²n una condici¨®n demasiado restrictiva) m¨¢s que en rasgos que dependen de configuraciones naturales o sociales fortuitas. La idea de que la pol¨ªtica deber¨ªa tratar a todos los seres humanos como iguales y como poseedores de un valor inestimable es una de las m¨¢s profundas e influyentes del pensamiento occidental; a ella cabe atribuir muchos de los elementos positivos presentes en el imaginario pol¨ªtico de Occidente. Un d¨ªa, Alejandro Magno pas¨® junto a Di¨®genes y se qued¨® de pie ante el fil¨®sofo, mientras este tomaba el sol en el mercado. ¡°P¨ªdeme lo que quieras¡±, le dijo Alejandro. Y ¨¦l le respondi¨®: ¡°No me hagas sombra¡±. Esta imagen de la dignidad de lo humano, capaz de resplandecer hasta en su desnudez siempre que no quede ensombrecida por las falsas pretensiones del rango social y la realeza, una dignidad que solo necesita que le aparten esa sombra de delante para manifestarse vigorosa y libre, es uno de los destinos finales de una larga trayectoria que conduce hasta el moderno movimiento de los derechos humanos.
Di¨®genes se burlaba de la nobleza de nacimiento y de la fama. Dec¨ªa que solo hay un gobierno justo: el del universo, el kosmos
En la tradici¨®n que describir¨¦ aqu¨ª, la dignidad es no jer¨¢rquica. Pertenece en igual medida a todos los seres que tengan un nivel m¨ªnimo de capacidad de aprendizaje y elecci¨®n morales. Es una tradici¨®n que excluye expl¨ªcita y directamente a los animales no humanos; en algunas versiones, aunque no en la de Di¨®genes, tambi¨¦n excluye (aunque sea de forma menos expl¨ªcita) a los humanos con discapacidades cognitivas graves. Estas son deficiencias que toda versi¨®n contempor¨¢nea de esta concepci¨®n est¨¢ obligada a abordar y subsanar. De todos modos, el concepto de dignidad no es inherentemente jer¨¢rquico ni est¨¢ basado en la idea de una sociedad ordenada por niveles y rangos (¡).
Es importante recalcar la esencia igualitarista del cosmopolitismo de corte m¨¢s propiamente estoico, ya que algunos de los expertos que han escrito sobre la dignidad en fecha reciente lo han hecho partiendo del supuesto de que toda la historia de ese concepto se deriva de nociones de rango y estatus propias de sociedades jer¨¢rquicas.
Tomado en s¨ª mismo, este ideal no tiene necesariamente implicaciones pol¨ªticas, puesto que es un ideal moral. Sin embargo, en el pensamiento de muchos de los autores enmarcados en esta tradici¨®n, la idea de la igualdad de la dignidad humana fundamenta un conjunto caracter¨ªstico de obligaciones para la pol¨ªtica tanto internacional como nacional. La idea del respeto por el g¨¦nero humano ha sido una de las bases de buena parte del movimiento internacional de los derechos humanos y ha tenido un papel formativo en m¨²ltiples tradiciones legales y constitucionales nacionales. Tampoco se puede decir que la idea de la igualdad de la dignidad humana sea exclusiva de las tradiciones filos¨®ficas de Occidente (¡). Hace mucho que, en una India dividida por las ideas jer¨¢rquicas de la casta y de la asignaci¨®n a las personas de ocupaciones predeterminadas por su origen al nacer, el budismo es fuente de una idea diferente: la idea de la igualdad humana. Aunque Gandhi reinterpret¨® la tradici¨®n hind¨² conforme a unos principios m¨¢s igualitarios de los convencionalmente invocados all¨ª, el propio Gandhi, Nehru y el resto de los fundadores de la naci¨®n se encargaron tambi¨¦n de poner de relieve los antecedentes budistas de la igualdad de ciudadan¨ªa como principio fundacional del nuevo pa¨ªs situando la ¡°rueda de la ley¡± budista en el centro de la bandera. El principal art¨ªfice de la constituci¨®n de la India, B. R. Am?bedkar, una de las grandes mentes jur¨ªdicas del siglo XX, se convirti¨® al budismo ya en la edad adulta y no dej¨® nunca de sentirse hechizado por el encanto de esa religi¨®n. Intocable de nacimiento (o dalit, como se conoce hoy en d¨ªa a los de su casta), dedic¨® especial empe?o en formular la Constituci¨®n poniendo siempre la idea de la igualdad de la dignidad humana en un primer plano. Escribi¨® un libro sobre Buda (publicado en 1957, poco despu¨¦s de su muerte) para poner de manifiesto la idea de la igualdad humana propia de esa tradici¨®n. Tambi¨¦n el movimiento por la libertad de Sud¨¢frica situ¨® el respeto por la dignidad humana en el centro de una ideolog¨ªa pol¨ªtica revolucionaria. En ese caso, s¨ª tuvieron importancia las doctrinas estoicas, invocadas junto a las ideas africanas tradicionales del ubuntu. El fil¨®sofo Kwame Anthony Appiah, refiri¨¦ndose a la ubicuidad de las ideas de Cicer¨®n en, como m¨ªnimo, las zonas angl¨®fonas de ?frica, ha puesto en varias ocasiones especial ¨¦nfasis en el papel formativo que la idea ciceroniana de la ciudadan¨ªa del mundo tuvo en la vida y la obra de su padre, Joe Appiah, fundador de la Ghana moderna. Pero no hace mucho se ha sabido que Nelson Mandela ¡ªque posteriormente titular¨ªa un libro de entrevistas y cartas Conversaciones conmigo mismo, toda una alusi¨®n expl¨ªcita a la influencia del fil¨®sofo estoico Marco Aurelio¡ª tuvo acceso a las Meditaciones cuando estaba ya recluido en Robben Island. La Constituci¨®n sudafricana, redactada d¨¦cadas despu¨¦s, contiene esas ideas. Con independencia del papel reservado a los conceptos estoicos en el documento fundacional de la nueva Rep¨²blica de Sud¨¢frica, lo cierto es que encajan a la perfecci¨®n con ideas que Mandela hab¨ªa derivado ya de sus propias tradiciones y experiencias personales.
Para elaborar la Declaraci¨®n Universal de los Derechos Humanos se reuni¨® a un equipo de representantes de m¨²ltiples tradiciones de todo el mundo, incluidas las de Egipto, China y Europa. Seg¨²n el relato que de aquel proceso hizo el fil¨®sofo franc¨¦s Jacques Maritain, los redactores se abstuvieron expl¨ªcitamente de usar un lenguaje que se considerara propiedad de una tradici¨®n en particular (como, por ejemplo, las alusiones cristianas al ¡°alma¡±). Sin embargo, el vocabulario de la igualdad de dignidad de todos los seres humanos, entendida como un concepto ¨¦tico no adscrito a ninguna metaf¨ªsica particular en exclusiva, fue algo que todos ellos s¨ª consideraron oportuno emplear y convertir en elemento central de aquella declaraci¨®n.
Martha C. Nussbaum es profesora de Derecho y ?tica en la Universidad de Chicago, adem¨¢s de autora de varios libros. En 2012 fue galardonada con el Premio Pr¨ªncipe de Asturias de Ciencias Sociales. Este extracto es un adelanto de ¡®La tradici¨®n cosmopolita¡¯ (Paid¨®s), que se publica el martes 2 de junio.
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