El sacrificio de Nicholson
En los tiempos que vivimos puede sernos ¨²til a todos un poco de afecto abstracto hacia el resto de la comunidad
El 10 de mayo de 1940, Winston Churchill se puso al frente de un gobierno de coalici¨®n. Las tropas de la Alemania nazi hab¨ªan atravesado Francia a velocidad de v¨¦rtigo y empujaban hacia el Atl¨¢ntico a la Fuerza Expedicionaria Brit¨¢nica y a los restos del Ej¨¦rcito franc¨¦s. Churchill quiso resistir o incluso contraatacar, pero la realidad no dejaba margen a la esperanza. Finalmente decidi¨® rescatar al mayor n¨²mero posible de soldados con una flotilla de yates de recreo. La llamada Operaci¨®n Dinamo requer¨ªa frenar a los alemanes durante uno, dos o tres d¨ªas. Para ello, era necesario un sacrificio. El de la Brigada de Infanter¨ªa n¨²mero 30, 4.000 hombres al mando del general Claude Nicholson.
El 25 de mayo, Churchill envi¨® un telegrama a Nicholson: ¡°Cada hora en la que usted sigue existiendo es de la mayor ayuda a la Fuerza Expedicionaria Brit¨¢nica. El gobierno ha decidido por tanto que debe seguir luchando. Tenemos la mayor admiraci¨®n posible por su espl¨¦ndida actitud. La evacuaci¨®n no, repito no, tendr¨¢ lugar¡±. A Nicholson y sus soldados se les ordenaba resistir hasta el final. Iban a quedarse luchando para permitir que el grueso de la fuerza pudiera escapar. Despu¨¦s de enviar el mensaje, Churchill se sinti¨® tan mal que vomit¨®.
El general Nicholson cumpli¨®. M¨¢s de 300.000 soldados brit¨¢nicos, franceses, belgas, polacos y holandeses fueron evacuados desde Dunkerque mientras la Brigada 30 se enfrentaba a los P¨¢nzer alemanes en un combate perdido de antemano. Cuando la esv¨¢stica onde¨® al fin sobre el puerto, de los 4.000 soldados de la Brigada 30 apenas una treintena, entre ellos Nicholson, permanec¨ªan m¨¢s o menos enteros. Fueron hechos prisioneros. Nicholson se suicid¨® tres a?os m¨¢s tarde, el 26 de junio de 1943, en un campo de concentraci¨®n de Rotemburg.
?Por qu¨¦ asumieron el sacrificio Nicholson y sus hombres? ?Por la paga? ?Por disciplina? ?Por sentido del deber? En estas circunstancias extremas interviene algo que podr¨ªamos definir como metaf¨ªsica social. Siendo un fen¨®meno metaf¨ªsico, carece de explicaci¨®n irrefutable. Pasa lo mismo con la cuesti¨®n divina: cada persona debe decidir (a ciegas) si dios existe o no existe para luego vivir en consecuencia. En ¨²ltimo extremo, la Brigada 30 fue a la muerte por eso que llamamos patriotismo. Se trata de un concepto inc¨®modo y resbaladizo en tiempos de paz, cuando, como dec¨ªa Samuel Johnson, suelen refugiarse tras ¨¦l los m¨¢s eximios canallas. Pero existe. Y hace falta.
Ya sabemos que las naciones y las patrias se construyen sobre mentiras. La comunidad, el grupo humano que comparte lengua o valores o ciertos recuerdos vagos, o al menos envuelve a las personas y cosas que amamos, es sin embargo cierta. No hay nada m¨¢s rid¨ªculo que esos personajes que echan mano del ardor patri¨®tico para descalificar a quienes no piensan como ellos; no hay nada m¨¢s noble que quien renuncia a cosas importantes, en casos extremos la propia vida, por el bien de la comunidad.
Yo dir¨ªa que en los tiempos que vivimos, y los que viviremos, puede sernos ¨²til a todos un poco de sentido del sacrificio. Un poco de afecto abstracto hacia el resto de la comunidad. Si no se trata de postureo ni de agitar banderas, sino de esfuerzo y buena voluntad, podr¨ªamos llamarlo patriotismo. Aunque suene raro.
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