?Cu¨¢ndo termina la hora de los tarados?
No pedimos genios, ya solo alguien que al menos disimule haber pensado las cosas, o le¨ªdo un libro. No me digan que el mundo se levantar¨ªa de otra manera si pierde Trump, como si anunciaran ya una vacuna
El New York Times ha contado una historia incre¨ªble sobre las noticias falsas, y disculpen la paradoja. En Estados Unidos ya est¨¢n en otra fase: ya hay medios que se dedican a publicarlas, pero cobrando, qu¨¦ es eso de hacerlo gratis. No, no, si usted quiere lanzar un bulo sobre algo o alguien ahora tiene que pagarlo, que tambi¨¦n lleva su trabajo. De hecho pagan a periodistas freelance entre 3 y 36 d¨®lares por art¨ªculo, dici¨¦ndoles a qui¨¦n tienen que sacudir y qu¨¦ se tienen que inventar. Pero es m¨¢s asombroso a¨²n cu¨¢ntos son estos diarios: eran 300 y el a?o pasado se dispararon a 1.300, medios digitales locales en todo el pa¨ªs que han ido sustituyendo a los peri¨®dicos de provincias de toda la vida que iban cerrando. Y ahora llegamos a lo m¨¢s espectacular: la mayor¨ªa son gestionados por el mismo tipo, un tal Brian Timpone. Es un exreportero de televisi¨®n de 48 a?os, que luego trabaj¨® para el partido republicano hasta que se hizo empresario de internet. Empez¨® vendiendo a grandes agencias art¨ªculos escritos por ordenadores: les dabas unos datos y te hac¨ªan una noticia. Otras las redactaban humanos, pero con sueldos de miseria o subcontratados en Filipinas firmando con nombre falso. Su actual red de medios divulga propaganda dirigida por grupos conservadores contra rivales pol¨ªticos, empresas y firmas de relaciones p¨²blicas. ?Qu¨¦ les parece? Normal que la gente se vuelva loca. Me consuela pensar al menos que en Espa?a esta f¨®rmula fracasar¨ªa porque a¨²n tenemos ideales: muchos ya lo hacen gratis, creen sinceramente en su causa y sus conspiraciones.
No les voy a hablar de las elecciones de Estados Unidos porque no tengo ni idea, solo he estado all¨ª una vez. S¨¦ m¨¢s o menos lo que todo el mundo, el dato que m¨¢s me impresiona es que haya un 10% de indecisos (?c¨®mo se puede estar a¨²n indeciso?) y s¨¦ que nos hallamos ante el mayor paradigma de la empanada vital en que nos hemos metido. Por eso, ante una ineluctable sensaci¨®n de decadencia de Occidente, me pregunto desesperado, y perdonen la impaciencia: ?cu¨¢ndo termina la hora los tarados? Esto ya dura demasiado, francamente. Antes si eras un campesino oprimido ten¨ªas a Robin Hood, y si eras del C¨¢diz, a M¨¢gico Gonz¨¢lez, personajes heroicos o geniales. Ahora se erigen en voz del pueblo oportunistas y chapuceros, casi siempre ricos o millonarios, cuyo mayor m¨¦rito es hacer pasar la estupidez por falta de escr¨²pulos, apreciada por alguna raz¨®n como s¨ªntoma de autenticidad. No pedimos genios, ya solo alguien que al menos disimule haber pensado las cosas, o le¨ªdo un libro. No me digan que el mundo se levantar¨ªa de otra manera si pierde Trump, como si anunciaran ya una vacuna, y pareciera que por fin vamos por buen camino. Porque tal como va esto, con todos los p¨ªcaros, mentecatos y engre¨ªdos del mundo copiando algoritmos de ¨¦xito, el resto comenzar¨ªa a pensar que el truco ya no funciona y hay que cambiar de t¨¢ctica. Por algo se empieza.
No s¨¦ si saben lo que est¨¢ escrito en la Estatua de la Libertad. Es un poema de Emma Lazarus, una poetisa estadounidense, de origen portugu¨¦s y sefard¨ª. Termina as¨ª: ¡°?Dadme a vuestros rendidos, a vuestros pobres/ Vuestras masas hacinadas anhelando respirar en libertad/ El desamparado desecho de vuestras rebosantes playas/ Enviadme a estos, los desamparados, sacudidos por las tempestades a m¨ª/ ?Yo elevo mi faro detr¨¢s de la puerta dorada!¡±. Eso es la tierra de la libertad, y no estas bravuconadas que nos quieren vender que se reducen a la ley del m¨¢s fuerte y que se mueran los pobres. Por favor, recen lo que sepan a esta buena mujer de la antorcha.
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