Todos nacemos endeudados
Hasta quien no ha contra¨ªdo voluntariamente deudas las hereda del Estado, a veces antes de venir al mundo, dice la fil¨®sofa Elettra Stimilli. ¡®Ideas¡¯ adelanta un extracto de su nuevo libro
En muchas culturas antiguas y modernas la deuda, como la culpa, implica un v¨ªnculo, una obligaci¨®n. En el origen de esa conexi¨®n identificamos una relaci¨®n jur¨ªdica, como la que, en la religi¨®n, une al hombre con Dios. A trav¨¦s de ella se expresa una relaci¨®n de dependencia de los vivientes respecto de las potencias soberanas y la obligaci¨®n de amortizar, en el curso de la vida, la energ¨ªa vital de la que han sido hechos depositarios. La m¨¢s antigua forma de amortizaci¨®n para pagar a la divinidad la deuda de la vida es el sacrificio. El poder asociado con el culto sacrificial se enfoca sobre la v¨ªctima, en la cual los g¨¦rmenes de desacuerdo se polarizan en la vida com¨²n, desviando su curso.
Como v¨ªnculo, la deuda es la expresi¨®n de un nexo social, cuya interrupci¨®n implica la culpa por su inobservancia. Este nexo se muestra tambi¨¦n y esencialmente como un potente dispositivo de poder. Est¨¢ claro, en efecto, que con la expresi¨®n ¡°estar en deuda¡± no se indica simplemente el hecho de tener ¡°deudas¡±. Con ella se expresa algo que, exactamente, no se puede poseer, y que m¨¢s bien nos posee y a lo que estamos sujetos: literalmente, en este horizonte, ¡°estar en deuda¡± indica una ¡°deuda de vida¡±, que no es posible superar porque nos supera.
Hoy, m¨¢s que nunca, ¡°estar en deuda¡± parece coincidir con la condici¨®n en la que no es solo posible ingresar en un momento dado, porque se identifica con el estado en el que se nace, prescindiendo de la propia situaci¨®n de pobreza o riqueza. Incluso quien no ha contra¨ªdo nunca voluntariamente deudas, nace endeudado en Estados que transmiten su propia deuda a todos los que forman parte de ellos, incluso antes de venir al mundo. Por supuesto, al cambiar los contextos geogr¨¢ficos, pol¨ªticos y sociales y dependiendo de si existen m¨¢s o menos protecciones estatales, el papel y la entidad de la deuda tambi¨¦n cambian. Un migrante que consigue llegar vivo a las costas italianas, por ejemplo, est¨¢ obligado a pagar durante a?os la deuda contra¨ªda con quien lo ha transportado. Los estudiantes estadounidenses, mucho antes de empezar a trabajar, est¨¢n endeudados con los bancos, que han anticipado el pago de sus tasas universitarias, y ya saben que durante varios a?os tendr¨¢n que destinar parte de sus eventuales ganancias a rescatar su deuda. Hoy m¨¢s que nunca, por tanto, parece que tenemos experiencia del hecho de que la deuda llega antes que la misma vida, en cuanto no solo la precede, sino que la determina, exponi¨¦ndola incluso al riesgo de muerte, como demuestra el alto ¨ªndice de suicidios por deudas registrados en los ¨²ltimos a?os.
Pero la ¡°deuda¡± se ha conectado expl¨ªcitamente con la ¡°culpa¡±, sobre todo en el momento en que la Uni¨®n Europea se ha visto directamente involucrada en el colapso econ¨®mico mundial. La cuesti¨®n de la deuda surgi¨® como un problema espec¨ªfico en algunos pa¨ªses europeos, que han sido considerados culpables de una mala gesti¨®n del Estado (...) que es posible pagar mediante ¡°sacrificios¡±. Recientes pol¨ªticas de relanzamiento y recuperaci¨®n econ¨®mica, cr¨ªticas frente al sistema promotor del r¨¦gimen de austeridad, se han opuesto expl¨ªcitamente al paradigma culpabilizante del rigor, proponi¨¦ndose como alternativas. Pero m¨¢s que una alternativa real la l¨ªnea emergente del desarrollo econ¨®mico se ha convertido, en el horizonte de ese trabajo, en el s¨ªntoma de una opacidad no totalmente investigada a¨²n y en el meollo de un problema m¨¢s amplio que requiere nuevos an¨¢lisis. En definitiva, el dispositivo de la deuda actualmente imperante parece en realidad un mecanismo a¨²n m¨¢s complejo que el jur¨ªdico, al que en muchos aspectos pertenece.
Hoy, la deuda no es, o no es ¨²nicamente, una condici¨®n que deba ser enmendada ¡ªcomo el mandato autoritario de los sacrificios impuestos por las pol¨ªticas de austeridad parecer¨ªan indicar¡ª ni simplemente la ¨²ltima y vacua expresi¨®n del v¨ªnculo jur¨ªdico que, al implicar la vida en la esfera del derecho, no puede ser asumida nunca hasta el fondo. El endeudamiento, hablando con m¨¢s exactitud, es un estado que se produce y alimenta continuamente, porque es lo ¨²nico en lo que es posible invertir, como demuestran las recientes pol¨ªticas de relanzamiento econ¨®mico. En la econom¨ªa de mercado que a partir del giro neoliberal se constituye como instituci¨®n pol¨ªtica, est¨¢ en marcha un cambio radical en el ¨¢mbito de la producci¨®n normativa. De ah¨ª el v¨ªnculo geneal¨®gico con la experiencia religiosa cristiana, que hemos esbozado, en cuanto campo pr¨¢ctico de experimentaci¨®n normativa a partir de un procesamiento de la relaci¨®n jur¨ªdica que, en la religi¨®n jud¨ªa, une al hombre con Dios.
La funci¨®n de la culpa conectada a la econom¨ªa de la deuda cambia al cambiar las condiciones que la produjeron y las categor¨ªas que operan en la base de este cambio ya no son solo las de tipo jur¨ªdico, sino m¨¢s bien las ligadas a la esfera econ¨®mica de la evaluaci¨®n. La culpa, aqu¨ª, no resulta ser solo la expresi¨®n de un v¨ªnculo que prejuzga por el solo hecho de existir. Es la condici¨®n que se produce en el momento en que, con las pol¨ªticas neoliberales, las maneras de dar valor a la vida se corresponden plenamente con la misma valorizaci¨®n del capital, haciendo as¨ª posible que cada uno de nosotros pueda convertirse en un ¡°capital humano¡±.
Las capacidades individuales, en s¨ª mismas potencialmente abiertas, se transforman as¨ª por la frustraci¨®n de no sentirse nunca a la altura de la situaci¨®n. Hay por ello una constante autocr¨ªtica origen de un sentimiento de culpabilidad, cuya caracter¨ªstica fundamental no es estar meramente en relaci¨®n con un v¨ªnculo jur¨ªdico, sino nacer m¨¢s bien de una modalidad econ¨®mica de evaluaci¨®n, que inmediatamente se traduce en posibilidades de inversi¨®n en aquello que es una carencia. Se reproduce de este modo una deuda infinita, que materialmente proviene de formas obsesivas de consumo destinadas a compensar la convicci¨®n de no ser aptos para lo que nos es requerido.
Volver a dar posibilidades a cuanto tiende a imponerse actualmente solo como una carencia es justamente lo que debemos procurar hacer para cambiar las condiciones de lo que parece ser una red sin posibilidad de salida. Si es cierto que toda sociedad es capaz de producir el tipo de hombre que necesita, creo que, para abrir un paso en esta direcci¨®n, puede ser ¨²til estudiar los mecanismos de la ¡°m¨¢quina antropog¨¦nica¡± de la que est¨¢n equipadas las sociedades neoliberales: una m¨¢quina en muchos aspectos distinta de la jur¨ªdica, cuyo perfeccionamiento hab¨ªa interesado a muchas sociedades antiguas y modernas, pero no por eso m¨¢s f¨¢cil de reactivar de un modo diferente a como lo ha intentado la insensata carrera emprendida hasta hoy.
Elettra Stimilli es fil¨®sofa e investigadora en la Scuola Normale Superiore di Pisa. Es autora de varios ensayos sobre religi¨®n y pol¨ªtica en el ¨¢mbito del pensamiento contempor¨¢neo. Este es un extracto de ¡®Deuda y culpa¡¯, que publica Herder este 9 de noviembre.
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