Ser amigo de personas con ideolog¨ªa opuesta a la tuya y otras formas de reducir la polarizaci¨®n pol¨ªtica

As¨ª como el fuego necesita ox¨ªgeno, la cultura del desprecio se sustenta en la polarizaci¨®n y la divisi¨®n. Es f¨¢cil expresar desprecio por aquellos con los que no estamos de acuerdo cuando los vemos como ¡°ellos¡± o nunca los vemos en absoluto. El desprecio es francamente mucho m¨¢s dif¨ªcil de expresar cuando nos vemos unos a otros como seres humanos, como ¡°nosotros¡±. Una manera sencilla de empezar es ir a un territorio ideol¨®gico desconocido. Si eres conservador, escucha la National Public Radio por la ma?ana un par de d¨ªas a la semana en lugar de ver Fox & Friends, o incluye algunos art¨ªculos de The Atlantic en tu lista de art¨ªculos pendientes de leer. Si eres progresista, deja de vez en cuando el Washington Post (a menos que est¨¦s leyendo mis columnas) y lee las p¨¢ginas de opini¨®n del Wall Street Journal, o agrega algunos podcasts conservadores a tu lista habitual de los m¨¢s progresistas.

Si quieres emplearte m¨¢s a fondo, tendr¨¢s que rehacer tu lista de contactos. Preg¨²ntate: ?voy a lugares donde mis ideas son minoritarias? ?Escucho puntos de vista diversos? ?Mantengo amistad con personas que no comparten mi ideario pol¨ªtico? Responde con sinceridad y, para este a?o, proponte ampliar tu c¨ªrculo social con mayor pluralismo ideol¨®gico.

Escuchar lo que tienen que decir los del otro bando te ayudar¨¢ a entender mejor a los dem¨¢s. Ser¨¢s una persona m¨¢s fuerte, y resultar¨¢ m¨¢s dif¨ªcil que te sientas ofendido o inseguro cuando te hagan planteamientos alternativos. Adem¨¢s, tu capacidad de comprensi¨®n tambi¨¦n mejorar¨¢ tu capacidad para organizar y defender tus ideas de modo que a los dem¨¢s les resulten convincentes o, por lo menos, defendibles. Puede que convenzas a alguien. Y si tus argumentos son flojos, ser¨¢s el primero en enterarte.

Escapar de la burbuja tambi¨¦n significa (por mezclar un poco las met¨¢foras) romper con las cadenas de la identidad. En los Estados Unidos de hoy, las personas se suelen identificar en funci¨®n de caracter¨ªsticas demogr¨¢ficas, que incluyen categor¨ªas pol¨ªticas. Desde luego, esta identificaci¨®n permite a veces que nos sintamos como parte de un grupo y, por lo tanto, acompa?ados. Pero lo principal es que subraya lo que nos diferencia. En el fondo, resulta contraproducente si lo que deseamos es un pa¨ªs unido que pueda hacer frente a los retos que compartimos en los pr¨®ximos a?os. Reducir a las personas a sus identidades demogr¨¢ficas nos distancia y nos impide identificarnos con los dem¨¢s, que nos parecen extra?os y despreciables. (¡­)

Estamos llamados a encontrar espacios de consenso donde realmente los haya, a mejorar nuestros propios argumentos y a ganarnos a los estadounidenses indecisos respondiendo a la hostilidad con magnanimidad, comprensi¨®n, buen humor y afecto. No podemos hacerlo mientras nos escondemos en nuestras estrechas trincheras ideol¨®gicas, sobre todo los l¨ªderes.

El desprecio es el problema de nuestra cultura de hoy, y nunca es la soluci¨®n. Estamos polarizados y no podemos progresar porque el desprecio ha creado un tribalismo ac¨¦rrimo en los Estados Unidos. No seas parte del problema. Nada de insultos, nada de burlas. Y como nos ense?¨® el psic¨®logo John Gottman, ?nada de poner los ojos en blanco!

Debo retomar una cuesti¨®n que he planteado repetidamente: no trates nunca a los dem¨¢s con desprecio, aunque creas que se lo merecen. En primer lugar, tu desprecio hace que sea imposible convencer a terceros, porque jam¨¢s conseguir¨¢s convencer a nadie con insultos. Segundo, puede que te equivoques al creer que ciertas personas no atienden a razones. Hay numerosos ejemplos de individuos que han forjado relaciones a primera vista inveros¨ªmiles precisamente porque no se trataron con desprecio. Finalmente, el desprecio perjudica siempre a quien desprecia. Aunque te sientas bien al principio, es el camino m¨¢s r¨¢pido a la desdicha e incluso a la enfermedad.

¡°?C¨®mo puedo evitar el desprecio por alguien que es inmoral?¡±. Me hacen esta pregunta cada d¨ªa. En casi todos los casos, las personas que consideras inmorales no lo son en cuestiones que te resultan importantes, como la compasi¨®n y la justicia. Tienen un sentido de la moral distinto en temas como la lealtad, la pureza y la autoridad, pero eso es bueno. C¨¦ntrate en las cuestiones que son m¨¢s importantes para ambos.

?Qu¨¦ pasa cuando es a ti a quien tratan con desprecio? No tardar¨¢n en hacerlo, si est¨¢s en las redes sociales o en un campus universitario o vives en nuestra sociedad. ?Cu¨¢l deber¨ªa ser tu reacci¨®n? La respuesta es que debes verlo no como una amenaza, sino como una oportunidad. ?Por qu¨¦? Porque la expresi¨®n de desprecio del otro hacia ti te brinda la oportunidad de conquistar por lo menos un coraz¨®n: el tuyo. Responde con cordialidad y buen humor. Tu vida cambiar¨¢ un poco. Te aseguro que ser¨¢s m¨¢s feliz. Puede que otros lo noten, y si eso les afecta, ser¨¢ en positivo.

Parece que te est¨¦ diciendo que seas buena persona. Es cierto. Despreciar y ser buena persona son cosas totalmente incompatibles. Para disipar tu temor a que ser buena persona ¨Cy que parezcas un pringado¨C sea negativo para tu ¨¦xito en el trabajo y en la vida, hay numerosas pruebas emp¨ªricas de lo contrario. A los bordes les puede ir bien durante un tiempo, pero al final, los chicos (y las chicas) buenos suelen terminar en primera posici¨®n.

Para los l¨ªderes que realmente desean el bien com¨²n ¨Cen contraposici¨®n a manipular al p¨²blico en beneficio propio¨C, repudiar el desprecio y abrazar el amor por los dem¨¢s significa adoptar un modelo de liderazgo orientador. La coerci¨®n, la divisi¨®n y la polarizaci¨®n son, en ¨²ltima instancia, contraproducentes y no deben utilizarse nunca. En su lugar, la meta debe ser esforzarse por infundir a la gente una visi¨®n de esperanza y un modelo inclusivo respecto a las ideas de los dem¨¢s.

Una ¨²ltima palabra sobre este tema. Puede que ahora mismo te sientas un poco culpable. Si has estado enganchado al debate pol¨ªtico de los ¨²ltimos a?os, es posible que hayas participado en alguna cruzada ideol¨®gica y hayas hecho comentarios despectivos acerca de, o para, otras personas. Yo tambi¨¦n. ?Qu¨¦ hacemos al respecto?

?Recuerdas cuando compar¨¦ nuestra adicci¨®n al desprecio con el alcoholismo? Los adictos al desprecio que nos comprometemos a cambiar podemos aprender de Alcoh¨®licos An¨®nimos, que hace que sus miembros sigan un itinerario de doce pasos hacia la recuperaci¨®n; el paso n¨²mero nueve es: ¡°Reparamos directamente a cuantos nos fue posible el da?o causado, excepto cuando el hacerlo implicaba perjuicio para ellos o para otros¡±.

?Has herido a alguien con palabras duras, burlas o desd¨¦n? ?Eres uno de los millones de estadounidenses que han roto una relaci¨®n con alguien cercano por culpa de la pol¨ªtica? Es hora de pedir perd¨®n. Puedes decir: ¡°S¨¦ que no estamos de acuerdo, pero t¨² eres m¨¢s importante para m¨ª que nuestras discrepancias. Siento haber dejado que esas discrepancias destruyesen nuestra relaci¨®n¡±. Si la otra persona no acepta tu disculpa, lo siento, pero aun as¨ª ayudar¨¢ a tu coraz¨®n.

?Te pones nervioso s¨®lo con pensarlo? T¨®mate un par de copas primero. (Lo digo en broma).

Arthur C. Brooks es economista y profesor en la Harvard Business School. Este extracto es un adelanto de su ¨²ltimo libro, ¡®Amad a vuestros enemigos¡¯, de la editorial Elba, que se publica en versi¨®n digital este jueves 5 de noviembre.