Son tiempos tristes: las discotecas est¨¢n cerradas, ya no nos besamos
El universo de la seducci¨®n est¨¢ en peligro con la pandemia, escribe para ¡®Ideas¡¯ el fil¨®sofo franc¨¦s Gilles Lipovetsky. Pero prevalecer¨¢: nos gusta demasiado
Tiempos muy tristes: los bares y las discotecas est¨¢n cerrados, ya no nos entretenemos en los restaurantes, los paseos son limitados, los aeropuertos y los hoteles est¨¢n vac¨ªos, ya no nos besamos, las compras escasean, el turismo internacional y la industria del espect¨¢culo est¨¢n en estado de coma, el gel hidroalcoh¨®lico sustituye a los cosm¨¦ticos. La crisis de la covid-19, adem¨¢s de provocar miedo y reducir la libertad de movimientos, erosiona brutalmente el encanto de la vida.
Vivimos en un momento en que el universo de la seducci¨®n en sus diferentes facetas (realzar el valor y la belleza, divertirse, reunirse con los dem¨¢s, descubrir el mundo) est¨¢ en peligro, si no ha sido ya abolido, debido a las operaciones de protecci¨®n individual (mascarilla), al hecho de estar encerrados en casa, al aumento de la desconfianza y el miedo a los dem¨¢s. De repente, el cosmos de la seducci¨®n ha cedido el paso al estado de emergencia sanitaria con toque de queda, a una sociedad de control, detecci¨®n, desconfianza y confinamiento. ¡°Permanezcan en casa¡±, respeten las medidas de prevenci¨®n y las reglas de distanciamiento; una l¨®gica de antiseducci¨®n rige nuestra vida.
Esta crisis de seducci¨®n es tanto m¨¢s llamativa cuanto que se desarrolla en el seno de sociedades que, por primera vez, son efectivamente sociedades de seducci¨®n, sociedades donde la regla del ¡°gustar y emocionar¡± est¨¢ generalizada, reestructurando radicalmente la econom¨ªa y la pol¨ªtica, la educaci¨®n y las ¡°costumbres¡±. Se mire donde se mire, desde los productos comerciales hasta las relaciones sociales digitales, y desde los medios de comunicaci¨®n hasta el dise?o comercial, pasando por la educaci¨®n, la comunicaci¨®n pol¨ªtica, los museos y la remodelaci¨®n de las ciudades, nuestra ¨¦poca est¨¢ marcada por la inflaci¨®n, la difusi¨®n, la mercantilizaci¨®n de las actividades de seducci¨®n. Agradar a los consumidores (oferta comercial tentadora del capitalismo seductor), agradar a los ciudadanos (marketing pol¨ªtico del Estado espect¨¢culo, demagogia populista), agradar a los ni?os (educaci¨®n psicol¨®gica y permisiva), agradar a los dem¨¢s y a uno mismo (sitios de citas en Internet), markeyinen las redes sociales, pr¨¢cticas cosm¨¦ticas, moda y sensualidad: esta es la era de la obligaci¨®n de gustar, que se ha vuelto omnipresente y hegem¨®nica, expansiva y destradicionalizada.
En materia de seducci¨®n casi nada est¨¢ prohibido, se permiten todas las libertades: nos encontramos en una sociedad de seducci¨®n conectada, individualizada, liberada de los l¨ªmites del espacio-tiempo, as¨ª como de los controles colectivos y las formas ritualizadas. Al mismo tiempo, a la imaginaci¨®n milenaria de la ¡°seducci¨®n peligrosa¡± sigue una cultura marcada por la incitaci¨®n permanente a llamar la atenci¨®n a cualquier edad, la proliferaci¨®n infinita de ofertas para embellecerse, la difusi¨®n generalizada de productos y tratamientos cosm¨¦ticos, la exaltaci¨®n del glamour y la sensualidad, el auge de la cirug¨ªa est¨¦tica.
Adem¨¢s, con la modernidad democr¨¢tica e individualista, la atracci¨®n amorosa (amarse, gustarse mutuamente) se impone como el ¨²nico principio leg¨ªtimo de las uniones matrimoniales. A la l¨®gica milenaria de las uniones matrimoniales (matrimonios arreglados por familias) que amordaz¨® el poder de los encantos individuales, le ha sustituido el reconocimiento social del matrimonio basado en preferencias personales y ¡°atracciones pasionales¡±. Hasta entonces, la seducci¨®n estaba bajo el control colectivo y familiar; ahora se puede practicar ¡°a pleno rendimiento¡±, sin que ning¨²n cuerpo externo a los individuos tenga derecho a bloquear el camino a la fuerza de las inclinaciones personales. La seducci¨®n es ahora el eje de la formaci¨®n de uniones leg¨ªtimas. A los milenios de seducci¨®n refrenada les sigue el tiempo de la seducci¨®n soberana.
Ning¨²n ¨¢mbito materializa la soberan¨ªa de la seducci¨®n con tanta fuerza como la econom¨ªa consumista. En todas partes, las l¨®gicas de estimulaci¨®n de deseos y las l¨®gicas emocionales son las que organizan el universo tecnocomercial: en la producci¨®n, la distribuci¨®n, la comunicaci¨®n, todo se hace para atraer a los consumidores, cortejarlos, entretenerlos, hacer que la gente sue?e, tentar sus afectos. En la ¨¦poca de la hipermodernidad comercial, don juan ha sido vencido, superado, eliminado, se presenta como un seductor artesanal y provinciano frente al poder, la creatividad, el apetito insaciable del marketing. El capitalismo de consumo no es m¨¢s que un capitalismo de seducci¨®n.
Por eso vivimos tan mal la pandemia del coronavirus, que se desarrolla ostensiblemente con una oposici¨®n frontal a la l¨®gica liberal-hedonista de la seducci¨®n hipermoderna. Interrupci¨®n del ocio, negaci¨®n de la diversi¨®n y la fiesta, disminuci¨®n de las interacciones sociales, cese de los viajes y los placeres polisensoriales del presente; el hecho es innegable. ?Pero por cu¨¢nto tiempo? Es un gran error creer que la sociedad de seducci¨®n est¨¢ en v¨ªas de desaparici¨®n, de lo fuertes que son las aspiraciones ¡°ligeras¡± del estilo de vida consumista, arraigadas en el estado social democr¨¢tico y la antropolog¨ªa individualista, constantemente revitalizadas por innovaciones sistem¨¢ticas en el universo econ¨®mico. De hecho, est¨¢n destinadas a todo menos a desa?parecer, independientemente de los himnos entonados en honor a los valores ecol¨®gicos y sin importar la ansiedad que genera la covid-19. En China ya se observa el repunte del consumo de los hogares y especialmente de las marcas de lujo.
La crisis del coronavirus acelerar¨¢ la transici¨®n al teletrabajo, la educaci¨®n digital, la telecompra e incluso la telemedicina. A lo mejor, esperemos, lleva a corregir la din¨¢mica de la globalizaci¨®n ultraliberal, de modo que los Estados puedan recuperar la soberan¨ªa econ¨®mica, al menos en el ¨¢mbito clave de la salud. Pero no acabar¨¢ con el poder de la seducci¨®n, con las ansias de goces est¨¦ticos y er¨®ticos, narcisistas y consumistas. Por supuesto, la probable persistencia del cosmos de la seducci¨®n no est¨¢ exenta de graves problemas: degradaci¨®n de la ecoesfera, descarr¨ªos de la educaci¨®n permisiva, desconfianza hacia la pol¨ªtica, populismo, inseguridad, debilitamiento e infelicidad de las existencias individuales. Estos nuevos ¡°malestares en la civilizaci¨®n¡± son muy reales. Sin embargo, no deben llevar a demonizar el mundo de la seducci¨®n, sino a hacer que pierda su hegemon¨ªa y su irresponsable hipertrofia consumista. Hace falta promover un ecocrecimiento atractivo; una movilidad el¨¦ctrica que no anule el encanto est¨¦tico del autom¨®vil, una arquitectura neutra en carbono, un dise?o sostenible, pero rico en formas hermosas. Tambi¨¦n un modelo de educaci¨®n abierta que promueva la reflexi¨®n personal, que diversifique y enriquezca los gustos culturales, pero valore el esfuerzo y el trabajo. Tenemos que reinventar la cultura de la seducci¨®n haci¨¦ndola compatible con el respeto por el medio ambiente, el cultivo de la mente, las exigencias de la raz¨®n.
Este es un texto escrito para ¡®Ideas¡¯ por el fil¨®sofo y soci¨®logo Gilles Lipovetsky (Par¨ªs, 1944), al hilo del lanzamiento de su ¨²ltimo libro, ¡®Gustar y emocionar. Ensayo sobre la sociedad de seducci¨®n¡¯, de la editorial Anagrama.
Traducci¨®n de News Clips
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