Reaccionarios de todos los partidos
La intransigencia no pertenece s¨®lo a una ideolog¨ªa, sino que est¨¢ en el interior de todas
Fue Ernest Lluch uno de los que m¨¢s hablaban de la obra de un economista llamado Albert O. Hirschman, a quien se mencionaba poco en la opini¨®n p¨²blica y en las revistas cient¨ªficas (lo que cambi¨® cuando el l¨ªder socialdem¨®crata sueco Olof Palme lo cit¨® en su testamento pol¨ªtico). Estudi¨® mucho su obra: Lluch era un hirschmanita militante en el sentido de ser ¡°un honesto reformista¡±. Rector de la Universidad Internacional Men¨¦ndez Pelayo, el socialista catal¨¢n organiz¨® un seminario sobre Hirschman, le invit¨® a debatir en Santander (a?o 1993) y public¨® en la revista Claves sus conversaciones. En ellas se expon¨ªa con nitidez la disidencia de Hirschman no s¨®lo con las teor¨ªas m¨¢s convencionales, sino tambi¨¦n con las de aquellos que se sit¨²an sin dudas, con absoluta rotundidad, en las teor¨ªas cr¨ªticas. ¡°Se toman demasiado en serio sus propias ideas¡±, dec¨ªa Hirschman, a quien le irritaba la intransigencia intelectual tanto del pensamiento ortodoxo como del m¨¢s heterodoxo: hay tambi¨¦n una izquierda intransigente, no s¨®lo la poseen los reaccionarios. Parafraseando al liberal Hayek, que escribi¨® sobre ¡°los socialistas de todos los partidos¡±, el economista americano estaba en contra de los reaccionarios de todas las ideolog¨ªas.
Estas ideas se desarrollan en su ¨²ltimo libro, Ret¨®ricas de la intransigencia (1991), reci¨¦n reeditado en Espa?a con nueva traducci¨®n (La ret¨®rica reaccionaria; Clave Intelectual). Es muy dif¨ªcil que un texto que pronto cumplir¨¢ 30 a?os y que se escribi¨® para confrontarse con la revoluci¨®n conservadora de Thatcher y Reagan siga vigente habiendo cambiado tanto el mundo. Sus famosas tesis reaccionarias (del riesgo, de la perversidad y de la futilidad) tienen aplicaci¨®n inmediata en muchas de las cuestiones que se dirimen ahora. Por ejemplo, en la tesis del riesgo (todo cambio propuesto por una acci¨®n, quiz¨¢ deseable por s¨ª misma, implica costes o consecuencias inaceptables) se instalan los negacionistas de la covid-19 cuando mantienen que, si el Estado interviene imponiendo el estado de alarma, haciendo obligatorias las mascarillas, reduciendo el tama?o de las reuniones o cerrando espacios p¨²blicos, pone en riesgo general las libertades individuales. Al fin y al cabo tambi¨¦n Hayek explicaba que las continuas intervenciones econ¨®micas del Estado acabar¨ªan con la democracia.
En la tesis de la perversidad (cualquier acci¨®n contra el sistema establecido producir¨¢ el efecto opuesto al objetivo programado) se apoyan los partidarios derechistas de la curva de Laffer: si suben los impuestos, se recaudar¨¢ menos porque se desestimular¨¢ a quienes los pagan. Y la de la futilidad (todo intento de cambio pol¨ªtico o social es fallido) sirve para despreciar cualquier ingenier¨ªa social frente a las supuestas leyes naturales, por ejemplo la existencia irremediable de la desigualdad. Es la sentencia de la Alicia de Lewis Carroll cuando afirma: ¡°Aqu¨ª es necesario correr todo lo posible para permanecer en el mismo sitio¡±.
Las tesis que desarrolla Hirschman sirven para defender el statu quo y quitar de en medio la posibilidad de cambios, reformas o revoluciones.
Hirschman estuvo en su juventud con las Brigadas Internacionales, junto con otros 35.000 voluntarios de 60 pa¨ªses, defendiendo la Rep¨²blica espa?ola. Era un economista raro, de dif¨ªcil catalogaci¨®n, cort¨¦smente ignorado por el establishment de los economistas, que nunca lo trataron como ¡°uno de los nuestros¡±. Estudi¨® a Keynes (¡°Compr¨¦ la Teor¨ªa general como si fuese un pan caliente¡±), pero tampoco se sinti¨® parte de la ortodoxia keynesiana. Siempre trabaj¨® en los intersticios de las ciencias sociales, econom¨ªa, sociolog¨ªa, filosof¨ªa, historia, pol¨ªtica¡, y quiz¨¢ por eso ¡ªas¨ª lo defienden los hirschmanitas¡ª no recibi¨® el Nobel de Econom¨ªa como sus amigos Paul Samuelson o Amartya Sen. Hablaba de la ¡°insidiosa estrechez disciplinar¡± y se mostraba obsesionado por la compartimentaci¨®n de las ciencias sociales. Coincid¨ªa con Lluch en que los resultados extra¨ªdos del an¨¢lisis econ¨®mico deben combinarse con valores, juicios y evaluaciones de naturaleza ¨¦tica, pol¨ªtica o pr¨¢ctica. Estos elementos quiz¨¢ tienen poco que ver con la econom¨ªa m¨¢s tradicional, pero tienen que ver todo con la realidad.
Recomendado a nuestros representantes p¨²blicos de cualquier partido con vocaci¨®n de sensatez.
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