Expectativa ¡®versus¡¯ posibilidad
Los primeros en pasarse a la acera de la posibilidad laboral tras la pandemia ser¨ªan directivos: el 77% planea dejar su compa?¨ªa
La pandemia ha machacado nuestras expectativas, las de todos. Las que ten¨ªamos sobre nosotros mismos, la vida, el futuro, el trabajo, la pol¨ªtica, la familia¡ La covid-19 ha sido una verdadera trituradora en este sentido. Y eso es una excelente noticia dado que las expectativas nunca cumplen lo que prometen. No sirven para nada y podemos ser mejores sin ellas.
En el mundo precovid las redes sociales se hab¨ªan convertido en las generadoras de expectativas por excelencia. A trav¨¦s de su uso aceptamos que con arreglo a ciertas condiciones materiales hay cosas que pueden suceder y que de hecho suceder¨¢n. Es decir, que si aparezco en una red social rodeada de cierta realidad material (paisaje id¨ªlico, casa familiar, presentaci¨®n de un libro, salida nocturna) significa para m¨ª y para los que me observan que ciertas cosas est¨¢n sucediendo o van a suceder: que soy afortunada, que quiero a mi familia, que tengo ¨¦xito o que me lo paso bien.
Esto, evidentemente no es as¨ª y la realidad est¨¢ harta de demostrarlo. Tanto que en Instagram ha estallado el movimiento ¡°Expectativa versus realidad¡± para liberarnos de esta torpe manera de sentir el mundo. El objetivo de esta nueva tendencia no es otro que denunciar el postureo y reivindicar una realidad m¨¢s aut¨¦ntica y sin filtros.
Que las expectativas derrapan en lo que a construcci¨®n personal respecta, parece que est¨¢ claro. Pero conviene recordar que tampoco funcionan en ninguna clase de construcci¨®n pol¨ªtica. El fracaso de las expectativas sociales ya lo destap¨® el marxismo. Marx pens¨® que cuando la clase proletaria se supiera explotada se iba a montar la revoluci¨®n mundial. Y lo que pas¨® es que la clase explotada sigui¨® currando para pagar la hipoteca. Eso es porque las expectativas no mueven el mundo, solo lo llenan de ruido (Marx) o de filtros (Instagram).
La pandemia ha venido, insisto que por suerte, a liberarnos del yugo de la expectativa personal y ojal¨¢ que tambi¨¦n social. Y gracias a ello quiz¨¢s nos atrevamos a abrir la puerta a esa cosa misteriosa que llamamos posibilidad. A diferencia de la expectativa, la posibilidad no est¨¢ ligada a la realidad material sino a la imaginaci¨®n. Y quiere decir que si algo se puede imaginar, es porque puede suceder.
Hasta ahora las expectativas se han vendido mejor que las posibilidades por una sencilla raz¨®n: son m¨¢s baratas. Por eso Marx se las regal¨® a todos los pobres de la tierra. Las posibilidades en cambio son caras y hay que pagarlas con dinero o con pensamiento. De hecho no existen para quienes carecen de ambas cosas. A lo mejor por eso los primeros en pasarse a la acera de la posibilidad laboral tras la pandemia han sido los CEO. Se han dado cuenta de que las expectativas que ten¨ªan sobre su vida no serv¨ªan para nada. Y por primera vez han abierto una puerta a la posibilidad: el 77% de los directivos planea abandonar su compa?¨ªa, seg¨²n un estudio de la consultora Smart Culture.
El mundo parece m¨¢s estrecho y dif¨ªcil cuando eliminamos nuestras expectativas. Sin embargo, puede servirnos para fortalecer nuestro pensamiento. La mayor¨ªa no podemos pagar nuestras posibilidades con dinero, pero s¨ª podemos pensar de otra manera. Y eso es importante, dado que el pensamiento es un arma m¨¢s poderosa para cambiar nuestra vida (y nuestro mundo) que ninguna realidad material. Adi¨®s pues expectativa. Hola posibilidad.
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